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Erick y Eliot por only_hope

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Notas del capitulo:

¿Qué tal? Aquí el capítulo de la semana!

Me cuesta un poco separar toda la historia en capítulos, pero espero se entienda 

¿Eso era posible?
Las palabras sonaban más como una advertencia,
o una sentencia de lo que pasaría irremediablemente.
Eliot pasó toda la mañana pensando aquello
y parte de la tarde también, cuando al llegar a su casa
tanto el omega mayor como el más pequeño seguían
con sus quehaceres de la casa y la comida.

No había un momento para los dos nada más. Nunca.
Y la idea de perder a su hermano, aunque fuese de un modo diferente
a como perdió a su padre le aterraba.
Hacía sus tareas con aquellas ideas metidas en la cabeza,
y levantaba la vista, viendo a su hermano mayor,
recogiendo la sala y quitándole el polvo a los muebles…
tal vez era cierto lo que le decían. Tal vez…

Erick suspiró, exhausto. – Todavía tengo tarea que hacer… - Le había comentado a su mamá antes de ayudarle con la casa, pero no creía poder replicar más, su madre se veía bastante cansada, según tenía entendido, el mayor había empezado a trabajar por la mañana y ya no tenía tiempo para otras cosas que antes sí podía.

Dorian había sonreído, le había pasado una mano por el cabello como lo hacía siempre. – Bueno, cuando terminemos te ayudo con lo que no entiendas, ¿está bien?

-Pero… - Sus palabras murieron en sus labios, viendo al mayor pasando ahora sus manos por su espalda, en un gesto de dolor que le había visto antes, cuando su papá le daba una de esas feas palizas… Su mami le miró con expectación, pero asintió. – Está bien.

-Tal vez Eliot también necesite ayuda para hacer su tarea… - Comentó con más confianza, una vez que había terminado de ayudarle.
Sonreía, La cama de su mami siempre era enorme y muy, muy cómoda. Y ahora estaba llena de sus cuadernos de tarea, y uno que otro libro de colorear que había llevado para cuando terminara la tarea. Su mami se veía bastante linda, con esos lentes que casi nunca se ponía, a un lado de él, pegaditos para poder ver ambos los problemas que la maestra le ponía en la escuela.

El omega mayor frunció ligeramente los labios, contestó. – Eliot no lleva tanta tarea como tú, cielo – Se encogió de hombros.- lo más probable es que la haya terminado hace un par de horas.
Notó de reojo la expresión triste de su hijo y suspiró. - ¿Ya tienes la respuesta de esta?

El niño vio la pregunta, contando mentalmente como se le había enseñado. - ¿Siete? – Trató de responder.

Él sonrió. – Muy bien, entonces escríbelo. – Se sentía feliz, en lo que cabía. Su pequeño parecía ir bien en la escuela, y sabía un montón de cosas, y preguntaba otras tantas. Sólo estaba ese maldito interés por estar detrás de su otro hijo, o por todos los alfas a su alrededor. Eso no podía ser muy bueno… para nadie… - Erick…

-¿Qué pasa? – Balbuceó, escribiendo la respuesta y checando ya la siguiente. Sólo la seriedad de su mami le sacó de su concentración. Dorian lo veía con esa seriedad que sólo ponía para ese tema. Puso la mano en su cabello una vez más.

Suspiró. – No creo que debas preocuparte tanto por tu hermano – Trató de abordarle. – Él puede, cariño. Estoy seguro de ello.

-Pero… es que papá ya no está – Explicó. – Sé que era malo con nosotros, pero… era el único que estaba siempre con Eliot, Eliot lo extraña mucho por eso, ahora cuando no estoy con él está solo y… - Se mordió el labio – No quiero que esté triste.

-Él está bien, amor – Aseguró – Es normal que se sienta triste, y no se puede evitar que estén separados algunas veces – El menor parecía querer protestar a ello, por lo que insistió – No todo puede ser juego, yo necesito que me ayudes de vez en cuando y también está tu tarea, que por cierto estamos dejando de lado, ¿ya contestaste esta? ¿Qué resultado es?

Erick se mordió el labio una vez más, su madre apuntaba un nuevo problema que todavía ni siquiera había leído y ahora debía contestar. Suspiró - ¿cuatro? – Dijo después de haber contado, recibiendo una afirmativa de parte de su mami.
Ese tema siempre terminaba igual, no importaba qué dijera y lo sabía. Dorian se acomodó mejor los lentes, observando concentrado los problemas matemáticos como si fuesen lo más difícil del mundo, y él, como su admirador número uno, sonrió con indulgencia, prosiguiendo también con la tarea.

Tal vez llegaría un día en que le pudiese mostrar a su mami cuán equivocado estaba con Eliot, y aunque ese día no fuese aquel, esperaba que llegase muy, muy pronto.

De este modo, y con estos pensamientos
los días empezaron a pasar.
¿Cómo obligas a una persona
cuando tú mismo te niegas a llevar
a cabo un plan así?
¿Cuándo ni tú mismo te crees tus
propias amenazas?

Eliot se veía en el espejo, luego de varios días de haber sido ignorado por su madre y, eventualmente, por Erick también. Fruncía el ceño, y engrosaba su aguda y tierna voz de niño como había visto que su profesor de educación física hacía.
Lo había seguido una vez por consejo de Rafa, y había visto cómo interactuaba el profesor con su maestra de inglés, que era una omega. Pero él se veía en aquel espejo, y el único que veía de vuelta era a su hermano Erick. Y no creía poder seguir así.

Dio un suspiro, derrotado. “Esto no va a funcionar” se decía, dejándose caer en la cama, sin saber el momento en que las lágrimas empezaron a salir una vez más de sus ojos. Esa semana había llorado mucho, durante la junta de padres, cuando veía algunos papás alfas ir a firmar calificaciones y su mamá no fue sino hasta la salida y eso, nada más para asentir a lo que su maestra le decía, firmar y gruñir un <<vámonos>> con esas ojeras que de pronto le salieron y que ya no se iban de los ojos del mayor.
Durante el receso también, cuando un niño estúpido de tercer año le empujó en la fila de la cafetería y al tratar de regresársela lo único que consiguió fue un empujón dos veces peor y que se le cayera el dinero del almuerzo. Había llorado unas cuantas veces más, cuando por más que quiso contarle de esos dos días a Erick este simplemente salió del cuarto con la excusa de ir a hacer compras con su madre.

Su madre nunca lo llevaba al supermercado, y nunca le traía cosas tampoco.
Se llevaba a Erick con él, y entonces conversaban de cosas que él no entendía por no haber estado ahí, y entonces no tenía con quién conversar de nada. Nunca tenía con quién conversar de nada en esa casa. Sólo su papá, y ahora…

Y ahora que más lo necesitaba…

Se llevó ambas manos a los ojos. En verdad, en verdad que quería un abrazo y unas palabras comprensivas. En verdad, en verdad quería llegar un día de la escuela y ver a su papá en la puerta, anunciándole que saldrían a algún lado, o con juguetes nuevos, o lo que fuera, pero que estuviera ahí. Deseaba tanto que estuviera ahí con él.
Y en verdad, en verdad quería hablar con Erick, quería conversar de su día en la escuela, quería jugar con él, quería compartir juguetes, ¡quería que todo volviera a ser como antes!

Pero su papá ya no estaba, ya no volvía. Y sólo podría hablar con Erick si tuviera el valor suficiente para obligarlo, y como no lo tenía…
¿Y si lo perdía para siempre, como a papá?

El día siguiente no había sido un día especialmente bueno o especialmente malo. Había salido temprano de la escuela, y como ya no había bus escolar que le llevase de regreso a casa, era su mami quien fue a la escuela por él.

A diferencia de con Erick, en el auto nunca había ruido cuando sólo estaban Eliot y su madre. El omega se limitaba a conducir, y Eliot se limitaba a ver por la ventanilla los autos que pasaban. Así que, en medio del silencio, la voz del mayor siseando una maldición llamó su atención.

Dorian sentía sus dedos querer temblar en el volante mientras aparcaba enfrente de su casa. Se había estado matando para conseguir un trabajo, para poder pagar las deudas del imbécil de su esposo, para lidiar con los gastos de la casa y el cuidado de sus hijos, ¿y todavía tenía que aguantar a esas arpías apareciéndose en su casa?

Eliot arqueó una ceja, queriendo reconocer a las dos mujeres que estaban ahí, sonriendo en su dirección. - ¿Quiénes son ellas? – Preguntó.

-No salgas del auto – Gruñó su mamá, quitándose el cinturón y saliendo de prisa de ahí.
Así como las amplias y animadas conversaciones no eran <<lo suyo>>, la amabilidad tampoco lo era, le dio por pensar al niño, quien estiró el cuello para ver lo que sucedía.
Abrió mucho los ojos, recordando de dónde las había visto.

-¿Qué es lo que quieren aquí? – Escupió Dorian ni bien se plantó frente a las únicas dos mujeres que conformaban ya la familia de Phillip.

-¿Mi sobrino permitía que le hablaras así, acaso? – Habló la más alta con un gesto de superioridad.

-No que yo recuerde – Admitió la otra con una risita, recordando la vez en que se presentaron. – Él no lo habría permitido, ¿verdad, piruja?

-Sólo lo voy a repetir una vez, ¿qué es lo que quieren en frente de mi casa? – Habló con voz tensa, él también lo recordaba.

-¿Dónde está el hijo de Phillip? – Inquirió la primera. - ¿Es el que está en el auto? No percibo tu repugnante aroma ahí, así que debe ser él. ¿Por qué no se ha bajado?

-Porque obedece a su repugnante madre y a su repugnante madre no se le da gana que conozca a unas arpías como ustedes – Respondió, sonriendo con sólo ver el malestar de ambas.

-Chamaco mal educado, te voy a… - La mujer se quiso echar encima de él, con su voluminoso cuerpo sacudiéndose de ira siendo retenido apenas por los brazos de su hermana.

-Tú, no eres más que un omega estúpido que se cree superior cuando no lo es – Dijo la otra con desprecio. – Mírate nada más. Te quitamos la pensión de Phillip, ¿y cómo te ganas la vida, eh? ¿Lavando ajeno? ¿Usando tu celo para atraer alfas? ¡¿Con eso pretendes mantener a nuestro sobrino nieto?!

-¡Nadie le dará trabajo a un omega como tú! ¡¿Y cómo pretendes cuidar de nuestro nieto?! ¡¿Cómo vas a pagar los suplementos que calmen ese asqueroso olor tuyo o el de tu otro hijo cuando llegue el momento, eh?! – La más baja seguía agitándose en los brazos de la alta, escupiendo las palabras que llevaba días pensando.
Pero se mantuvo firme.

-Ese es muy mi problema, ahora, les agradecería que se fueran, porque si no…

-¿Mami? – Todos los presentes dejaron de hacer lo que hacían para voltearlo ver, las vecinas que habían salido a “regar las plantas” y escuchaban atentas también estaban quietas en su lugar. - ¿Qué está pasando? – Preguntó, no pudo evitar el salir del auto, y de lo que oía no estaba entendiendo nada.

-Entra a la casa – Ordenó, abriendo la puerta con su llave, bajo la mirada atónita de las urracas.      

-Él tiene derecho a vivir mejor – Refunfuñó la mujer bajita y pelirroja que había visto en el sepelio de su papá. La miró a ella, luego a la castaña alta que la fue soltando, viéndolo como si fuese la primera vez que lo veía en muchísimo tiempo.

-Ustedes son familia de mi papá, ¿verdad? – Preguntó ansioso. Las vio asentir, juraba haberlas visto asentir cuando la mano de su madre lo agarró de la mochila y lo jaló.

-Te dije que entraras a la casa, Eliot, ¿no entiendes? – Su mamá se veía molesta, muy molesta, hablaba más fuerte de lo que acostumbraba hablarle y eso le asustó.

-¡No le hables así al niño, omega igualado! – Gritó la castaña, y el pequeño se soltó para ir con ellas. - ¿Eliot? ¿Tú nombre es Eliot? – Preguntó la mujer con más amabilidad.

Ellas desprendían un olor bastante agradable, la clase de olor que recordaba haber sentido cuando iba de paseo con papá, cuando recibía sus abrazos y sus regalos, cuando se sentaban a hablar en los columpios de la plaza… ese era su olor. Donde se sentía seguro. – Sí, soy yo.

-Nosotras somos las tías de tu papi, amor. Y queríamos… - Dorian  frunció el ceño al ver que ellas estaban obteniendo lo que tanto deseaban, el niño las veía sonriente y ellas hablaban con su falsa condescendencia que sólo a él podrían engañar. Lo jaló una vez más, esta vez sin reparos de nada.

-¡DIJE QUE ENTRES A LA CASA YA! – Gritó, empujándolo al interior. - ¡Y ustedes! Se vuelven a acercar a mi casa y voy a llamar a la policía – Amenazó.

-¡No! ¡Yo quiero hablar con ellas! – Se volteó, notando que su hijo alfa sollozaba al decir aquello. Se llevó una mano a la frente, sintiendo ya el dolor de cabeza venir.

-Eliot, hablamos de esto después. – Gruñó, y antes de que cualquiera de los tres protestara cerró la puerta.

-¡YA VEREMOS QUIÉN LLAMARÁ A LA POLICIA, MALDITO OMEGA MALAGRADECIDO! – Gritó la  pelirroja. -¡Pero se te va a ofrecer!, ¡la vida de un omega después de su primer celo no es nada barata y vendrás llorando y arrastrándote por ayuda! – Aquello último parecía haberlo dicho con más tristeza, dándose por vencida de ese intento por acercarse al niño.

Eliot hacía por verlas desde la ventana. – Ellas sólo querían hablar conmigo… - Reclamó.

-No tienes ni idea de lo que querían hablar contigo – Respondió tajante el adulto. – Vete a tu cuarto.

-Pero… - El mayor frunció el ceño, como cada vez que se negaba a escuchar lo que él tuviese para decir.

-¡DIJE QUE A TU CUARTO! ¡¡AHORA!! –Gritó más fuerte, señalando el pasillo que daba a esa habitación. El niño retrocedió, con los labios temblorosos y los ojos inundados de lágrimas.

-¡Te odio! – Eliot gritó entonces, tirando su mochila al piso para después salir corriendo hacia allá.
Suaves sollozos salieron de sus labios al cerrar la puerta del cuarto, y se recargó en ella, dejándose caer en el piso.

No entendía… ¿qué tenía de malo hablar con ellas?... ¿qué tenía de malo hablar de papá?  ¿Por qué estaba tan mal todo lo que tenía que ver con él?
“Papá…” el sólo nombrarlo dolía, el sólo recuerdo de su sonrisa y de sus abrazos hacían mella en su pecho y agua en sus ojos.
“Papá, te extraño, ¿por qué no regresas? ¿Por qué me dejaste así?... Ni siquiera te despediste, ni siquiera me dijiste que ya no volverías…”

Dorian se frotó con más fuerza las sienes. Las mujeres gritaban fuera de su casa, y en un par de horas tendría que ir por Erick a la escuela... por no hablar de su empleo de medio tiempo en la zapatería y el que seguía al terminar ese turno.
Recogió la mochila tirada, viendo entonces el lugar por donde Eliot había salido corriendo. Suspiró.

De tratarse de Erick, habría ido tras de él para explicarle la situación. ¿Por qué era tan diferente con él?               Había algo… no podría explicarlo con palabras… sabía que no era reciente, esa sensación de repudio e indiferencia siempre había estado ahí. Dejó la mochila en la puerta del cuarto, las palabras, las explicaciones ya las haría en otro momento. Pero ese día no era ahora.

Eliot simplemente no podía comprender, el pecho le dolía de tanto llorar. Abrazando sus rodillas detrás de la puerta, el miedo y remordimiento por haberle gritado a su mami se fue pasando con los minutos, que poco a poco se volvieron horas. Sólo cuando escuchó la puerta abrirse y el sonido del motor del auto a distancia, una nueva emoción le comprimió el pecho.

Él se había ido otra vez. Sin hablarle, sin decirle por qué lo alejaba así de la familia de su padre. No le importaba tampoco la disculpa que Eliot podría darle, y tampoco le iba a dar una disculpa. Las lágrimas siguieron bajando, quizá esa emoción no era tan desconocida para el menor.

Erick, por otra parte, platicaba con sus compañeras mientras esperaba. En su salón era el único omega niño pero no le daba mucha importancia, después de todo, se divertía mucho con ellas, y a varias las podía considerar amigas.

-¿Tu mamá vendrá hoy por ti? – Preguntaba Linda, estirando el cuello para ver si alcanzaba a percibir al omega adulto. Erick asintió distraído, haciendo lo propio. Últimamente su mami no tenía mucho tiempo, no desde que consiguió ese empleo en la zapatería. Aún con esas, cuando no podía le avisaba, y esta vez le había prometido que iría, así que lo esperaba.

-Otra vez están esos ahí – El comentario de otra niña llamó su atención, escuchando más murmullos de parte de otros niños alrededor.

-¿Qué cosa? – Quiso saber, viendo que señalaban una camioneta blanca con el escudo del Estado. No era la primera vez que veía una así, con hombres y mujeres uniformados a veces arriba y a veces sin ellos. Sólo que… nunca había tenido oportunidad de preguntar. - ¿Quiénes son?

-Son parte de la Defensa Nacional – Explicó la niña que había hablado antes, con un deje de preocupación. – Papá dice que son puros alfas, pero dan mucho miedo…

-¿Por qué? – Linda preguntó, con la mirada fija en un hombre que iba bajando de la camioneta. La cara cubierta con unos lentes amplios negros, el casco y una mascarilla blanca. La otra niña hizo un ademán para referirse al arma que portaba.

-Mi papá dice que son alfas que pertenecen al gobierno – Habló bajito. – Dice que son muy peligrosos, que por eso son parte de la policía. – Añadió, siendo seguida por otros comentarios y preguntas al respecto. Todos en aquella camioneta vestían de blanco, a ninguno se le veía la cara.

Erick parpadeó varias veces en medio de la confusión. Tenía sentido, sólo que… ¿por qué cada vez que se trataba de algo peligroso… tenía que estar involucrado con los alfas? - ¿Todos ellos son peligrosos?

Un niño de otro grado asintió, con cara preocupada, añadió - ¿Han oído hablar de las “pruebas de valentía”? – Suponía que no, el pequeño grupo que se había formado en la puerta de la escuela se conformaba por alumnos de grados inferiores. Obteniendo su interés, explicó en tono enigmático – Mi primo me explicó, dicen que a esos alfas les hacen muchas pruebas, para que sólo los más poderosos pasen, y los que reprueban, los usan para esa prueba.

-¿Los usan? – Linda y Erick se vieron entre sí al repetir eso último, el niño había asentido. Para después continuar.

-Forman a los que pasaron, con uno de esos fusiles en las manos, les ponen en frente a los que no pasaron, y… - El niño hizo el además de sostener un arma y apuntar, jalando un gatillo imaginario. Dicha acción a algunas omegas les hizo dejar escapar comentarios aterrados.

Notas finales:

Recomendación random de la semana!

MEAN! - Madeline the Person (lyrics//sub español) - YouTube


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