Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Erick y Eliot por only_hope

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Holaa!

Aquí el nuevo capítulo, espero les guste (;

La nueva escuela daba miedo.
La gente era desconocida.
El plantel era más grande, y a la vez,
más pequeño, y más sucio también.
Niños desconocidos corrían por todos lados,
cosa que nunca pasaba en el colegio
donde lo había metido su papá.
Y ni siquiera había tenido tiempo
de despedirse o disculparse con Erick
por lo del día anterior.

Eliot entró al salón de clases que la directora le había indicado, abrazando su mochila y viendo para todos lados. En el colegio todos olían exactamente igual, pero ni bien entró al salón notó la enorme y variada cantidad de aromas que había por ahí.
Había alfas y omegas en el salón.

Una maestra entró corriendo detrás de él, acallando al estruendo que ahí se desenvolvía, antes de notarlo a él. – Oh…-  Soltó, viéndolo a través de sus lentes. –Hola, cariño. Tú… debes ser el niño nuevo. – Asintió con timidez y ella sonrió. – Bueno, será mejor que te presente.

En su antiguo salón de clases no eran tan ruidosos tampoco, observó mientras la maestra los volvía a callar. -¡Niños!  Este es su nuevo compañerito, su nombre es… - Carraspeó, mientras él veía sorprendido a un par de niños que desde sus bancas se peleaban. –cómo… ¿cómo te llamas, cariño? – Le preguntó en voz queda. –Eliot… - Respondió él en voz baja. – Eliot – Repitió ella con una sonrisa. –Espero que se puedan llevar muy bien con Eliot.

Hizo por sonreír, sin saber muy bien qué esperar de todos.

-Entonces, ¿vienes de un colegio de puros alfas? – Preguntó un niño camino al patio donde llevarían la educación física.

-Pues…. Sí-Volteó a los lados, donde un grupito de niños y niñas con un aroma similar al de Erick y su mami iba pasando.

Los otros niños que venían con él se miraron entre sí, con una sonrisa. -¡Qué envidia! – Admitía uno.
-¿Por qué? –Preguntó él. – Debe ser más divertido jugar entre todos…

-Claro que no, ¿quién dijo que jugamos entre todos?-Expresó otro niño con una mueca de desagrado que Eliot no entendió, pero no fue muy necesario preguntar; entre los demás niños se iban complementando. – Vamos juntos a las otras clases, pero lo que es educación física nos separamos, y en recreo también.

-Los betas son unos aburridos sin nada de fuerza –Explicó un niño.
-Y los omegas son unos llorones y unos debiluchos – Añadió otro.

-Ay, pero eso todo el mundo lo  sabe- El primer niño que había hablado resolvió. –Papá dice que sólo sirven para una cosa. – Eliot lo vio sin entender, mientras los demás asentían.

-¿Para qué? –Preguntó de forma inocente, y todos se le quedaron viendo.
Habían llegado al patio, y notó que, efectivamente, los niños de su salón se separaban en tres grupitos a lo largo y ancho de este.

-Pues, para hacer bebés. – Explicó el primer niño, en voz baja cuando el profesor de la clase se iba acercando. – ¿qué nunca has visto a un omega en su celo? Yo veo a mi mamá todo el tiempo, papá dice que esa es su única función, y por eso se quejan tanto…

-¿D-de verdad? – Le miró sorprendido, nunca había oído de tal cosa.
O tal vez sí…. tal vez algo de eso había oído de su papi en otras ocasiones, pero…
El sonido del silbato llamó su atención, al tiempo en que ese niño le jaló del brazo. –Ya va a empezar la clase, vamos.
Eliot frunció el ceño por la confusión, pero se dejó hacer, siguiendo entonces con las actividades que a ellos, como alfas, se les ponía, que en eran hasta cierto punto, iguales que las que les ponían en su anterior escuela.
Los betas en cambio corrían a los lados a una velocidad menor que la de ellos, y los omegas saltaban la cuerda en un rincón más chico.

Esas dudas que sus compañeros le plantaron se quedaron un buen rato en su cabeza después de eso, aun cuando los otros niños ya habían cambiado de tema.

El día escolar se había terminado, y había sido un muy buen día. Erick entró casi azotando la puerta por el entusiasmo de poder contarle lo que había hecho a su gemelo. Con la expectativa de que, ahora que no estaba su papá para sacarlo fuera de casa o hacer que el menor le evitara, su relación iba a poder mejorar y así por fin poder cambiar la opinión que su mamá tenía de Eliot.
-¡Eliot! ¿ya estás aquí? – Tenía entendido que sí, corrió entonces a su habitación. - ¡Oye, ¿cómo te fue en la escuela?!

-Bien –Balbuceó el otro con una media sonrisa, sí… bien, en lo que cabía. Abrió la puerta por completo para que el mayor pasara. – Ya tengo varios amigos en la escuela.

-¿Ah, sí? –Preguntó, sentándose en su cama. -¿Y cómo qué hicieron?

Eliot observaba fijamente al niño frente a sí hasta este punto, recordaba las palabras de sus “nuevos amigos” con respecto a los omegas, pensando por primera vez en Erick pues, como uno.
El mayor ladeó la cabeza, esperando impaciente su respuesta para decir entonces lo suyo. Eliot hizo por sonreír también, sentándose en su cama también, descartando esas ideas por el entusiasmo de su gemelo. – Pues… jugamos, bastante. – Sonrió un poco más – Y hablamos de muchas cosas. Creen que soy “genial” y…

-Erick, cariño, ¿estás aquí? – Dorian abrió la puerta al llamarle, frunciendo ligeramente el ceño al descubrirlos juntos.

-¡Mami! – Erick soltó con emoción. Eliot en cambio, desvió la mirada, sintiendo algo parecido al resentimiento por ese y todos los demás gestos que notaba de su madre. – Iba a contarle a Eliot lo que te iba contando a ti en el camino… ¡y él me estaba contando lo que hizo en su escuela!

El adulto frunció más el ceño, para después hacer una cara indulgente. – Pero quería pedirte que me ayudaras con  la comida…

-Pero estábamos hablando – Negó Eliot, a sabiendas de lo que seguía. De lo que siempre seguía.

Erick los volteó a ver a ambos. Estaba por plantear que Eliot ayudara también, o que hablaran mientras ayudaba a su mami, cuando esta terminó de entrar, tomándole de la mano.

-Bueno, entonces después hablan. Erick tengo que decirte algo más, y debes ayudarme con otras cosas… Eliot, también tienes tarea que hacer, ¿o no?

-Es que… - Los dos dijeron a la vez, aunque el mayor de los niños ya estaba saliendo con su mamá.

-Sin peros, ya después hablarán – Eliot le miró molesto y de eso Erick se dio cuenta, hizo por sonreírle. – Hablamos después. Lo prometo.

-Sí, claro. – Y justo ahora que tenía todas esas dudas.

Durante todo el día el mayor estuvo ocupado, sino era con la comida, era ayudando en la casa, sino, con la tarea. No fue sino hasta en la noche, justo como cuando estaba su papá presente, que pudieron estar juntos.

Eliot se encogió en su cama, resentido por ello. Erick des tendió la suya, viéndolo de reojo.
-Entonces… -carraspeó - ¿Cómo te fue en la escuela?

Eliot frunció el ceño. “¿Te importa?” pensó, fue acurrucándose más entre las frazadas, suspiró – Bien… ¿a ti?

Erick hizo lo propio. Ayudar a su mami ahora que parecía estar más ocupado era más cansado que antes. – Bien, bien – Balbuceó, cada vez más dormido que despierto. – Tuvimos clase de matemáticas hoy, y la maestra nos puso a jugar a la tiendita entre todos – Comentó. – Me hubiera gustado que estuvieras ahí.

-Yo tuve clase de educación física. Y… - Pasó por su cabeza la imagen de ese grupo de niños omegas jugando en un rincón mientras él y sus compañeros corrían y saltaban. – Me… hubiera gustado también que estuvieras ahí… - Susurró, sin estar tan convencido. – Erick…

-¿Sí? – Preguntó este, ya con los ojos cerrados. Eliot se sentó en su cama.

-Tú… ¿tienes compañeros alfas en tu salón? ¿Son amigos? – Quiso saber.

-No… - Admitió. – Mi maestra dice que los alfas juegan muy brusco… y los omegas nos podemos lastimar. – Frunció ligeramente el ceño, bostezando. – Y yo creo que es verdad, ayer uno de ellos le jaló el pelo a una compañera. Muchos son malos. – Inconscientemente se masajeó el brazo, el que se había golpeado cuando el menor lo empujó.

-Eso no es verdad. – Aseguró. – Tal vez no se dio cuenta… pudo haber pasado eso. ¿No se te ocurrió? – No tenía sentido, lo reconocía. Pero… ¿Por qué decir que todos, o muchos, eran malos así nada más? - ¿Erick? – Le llamó, al notar que no había respuesta.

Erick parpadeó un par de veces, más dormido que despierto, frunció el ceño. – Hablamos de esto mañana, Eliot. Ahorita tengo… - Bostezó – Mucho, mucho sueño.

-Pero… - Alcanzó a escuchar el sonido de las cobijas mientras su hermano se acurrucaba más en su cama. Suspiró, molesto. El otro niño ya se había dormido. – Bien. – Y se acostó de mala gana. Con sus dudas y sus miedos una vez más dejados de lado.

-En serio que tú no sabes nada de omegas,  ¿verdad? – Uno de los niños, que ahora sabía, se llamaba Rafa, le preguntaba en la mañana, mientras jugaban en el recreo.

Eliot se encogió de hombros. La cancha estaba llena de niños alfas jugando con un balón, y en el patio, donde se vieran corriendo, saltando, o haciendo todo tipo de actividades así, estaba presente ese aroma particular de su especie.

Sólo en los espacios con sombra y silenciosos, atrás de donde estaban, estaba ese olor que le parecía similar a su hermano mayor.

-Bien – Solucionó Rafa – Mi mamá es un omega. Y te diré lo que hacen – Señaló con los ojos algo que hizo a Eliot voltear, ahí, detrás de ellos, esas niñas de ese olor, jugando a las muñecas detrás de un árbol compartiendo su comida – Están de adorno. Juegan. A veces. Comen y hacen de comer, limpian, trapean… tienen bebés…

-Eso yo lo sé – Frunció. – Pero… ¿Por qué? – Los demás niños se vieron entre sí por su pregunta. - ¿Por qué no corren también? ¿O juegan con nosotros, o salen a trabajar?

-Pues, porque no quieren – Añadió otro niño cuyo nombre aún no sabía – Los omegas nunca quieren nada que no sea eso.

-Y… ¿qué hacer entonces? – Los niños volvían a verse entre sí. Y eso le frustraba y le hacía ver que todos sabían algo que él no, o que tenía preocupaciones que al parecer nadie más tenía.

-Pues… - Titubeó Rafa, sin saber qué decir. - ¿Por qué quieres saber? ¿Quieres juntarte con un omega? – Frunció el ceño, asqueado. - ¡EWWW!

-¿Eres amigo de un omega, Eliot? – Preguntó otro más, Miguel, con asco impreso en sus palabras también.

-… ¿qué tiene de malo? – Balbuceó, sin aclarar que, de hecho, no era así. El omega no era su amigo, era…

-Pues, que son desagradables – Solucionó el niño al que no se aprendía su nombre.

-Son aburridos – Añadió Miguel.

-Son pirujas – Soltó Mauricio.

-Tienen piojos – Eliot retrocedía con cada comentario que soltaban y ellos se acercaban más. Las omegas, molestas por el escándalo, habían tomado sus muñecas y su comida y se había marchado. Dejando el árbol vacío para que ellos pudiesen acorralarlo ahí.

-Niños, basta – Solucionó Rafa.

-Pero es que… - El niño, Rafa, se veía muy seguro al acallarlos, sonreía ligeramente, quitándole a los cuatro niños de encima.  – Eliot, tú eres un alfa que viene de un colegio de puros alfas, por lo que dices, vienes de una familia genial – Comenzó - ¿Por qué, si estás tan bien, quieres juntarte con omegas? – Negó con la cabeza, y los demás también. Suspiró – De cualquier modo, como dice papá, es tu vida. No se puede invitar a un omega a jugar, te rechazará – En arqueó una ceja, notado que el niño al que se lo decía asentía, como… si ya lo supiera. – Pero puedes obligarle.

Le miró, sorprendido. - ¿O…obligarle?

-Eso tiene sentido – Asintió Miguel, poniendo una cara pensativa. – No veo por qué hacerlo, pero…

-Tengo primos que son alfas y omegas- Admitió Rafa con pesar y experiencia. – Mi prima tiene que obligar a mi primo a jugar, le jala el pelo a veces, pero lo hace jugar con ella. Y mis tíos lo aprueban. – Se encogió de hombros – Es el único modo en que te hagan caso, dice papá. No tienes que ser amables con ellos, y si lo eres, deben ser agradecidos, porque si no, entonces estás en todo tu derecho de obligarlos.

-Pero… entonces no querrá jugar conmigo – Sollozó – Dice que los alfas somos malos, si lo hago él…

-¿Dice que somos malos? – Preguntó Mauricio, viéndole asentir. - ¿Y tú qué hiciste? ¿No le pegaste?

Le miró sorprendido por esa propuesta, notando que todos los demás secundaban la idea.
-Es lo que debiste haber hecho, que deje de decir tonterías – Negó Rafa.

“Es lo que papá decía…” Se quedó pensativo, dejando de lado todo lo que ellos decían, aquellas ideas le confundían mucho, le contrariaban y…
-Eliot – Rafa dejó caer su mano en su hombro – El timbre ya sonó.

-Oh… - Balbuceó, tragando saliva y con la mirada agachada sin siquiera haberlo notado. La levantó, buscando sonreír ante la desconfianza de los demás niños. – Entonces… hay que ir al salón de clases… ¿no?

-Sí – Asintió Mauricio, siendo seguido por todos los demás, menos Eliot y Rafa, este último viendo aun al primero con desconfianza.
Rafa suspiró, echando a caminar junto con un nervioso, o pensativo, Eliot, detrás del resto.
-Pero eso es lo que tienes que hacer, Eliot – Le recordó, buscó sonreír. – Si te funciona nos dices, aunque lo mejor es que, si te da miedo intentarlo, no lo hagas.

-¿No? – Sería un alivio, pensaba. Erick ya había tenido suficiente con los golpes que su papá solía darle… ¿no? Pero…

-Sería lo mejor que no fueran amigos – Aclaró. – Porque, ¿sabes? Si tú no lo obligas, él va a seguir rechazándote. – Y parecía muy convencido de ello.

Notas finales:

Recomendación de la semana (;

The Quiet Earth - YouTube


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).