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EL BEBÉ INESPERADO DEL SEDUCTOR MULTIMILLONARIO por cyntia

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—¡Sal de aquí! —le gritó Naruto a Sasuke al vomitar en el baño por tercera vez ese día.

—No voy a ninguna parte. —La voz de Sasuke era serena mientras lo miraba fijamente.

Naruto estaría bien si tuviera que lidiar con una sola cosa. Vomitar las entrañas era lo suficientemente estresante sin tener que saber que él lo estaba contemplando mientras lo hacía. Pero ya no tuvo más oportunidades de gritarle otra vez porque las náuseas no dejaban de golpearlo.

Por fin consiguió ponerse de pie y girarse hacia el lavabo. Mientras se enjuagaba la boca y se lavaba los dientes, entrecerró los ojos al ver el reflejo. Él estaba a su lado con cara de preocupación cuando le pasó una toalla.

—No me gusta que te quedes a mi lado mientras vomito. ¿Podrías quedarte fuera por lo menos?

—Quiero quedarme contigo. Naru entornó los ojos.

—¿Qué clase de satisfacción absurda podrías obtener al ponerte en esa situación?

—No te encuentras bien, así que no me iré.

—¿Qué…? ¿Piensas quedarte a mi lado si mañana tengo diarrea? Él contuvo una sonrisa.

—Sin duda estaría a tu lado.

—¡Cállate! —Naru ahogó una risa y se secó los ojos, sorprendido por lo ridículo que estaba siendo—. ¿No es suficiente con tener a un novio asqueroso, enfermo, inquieto y vomitando en vez de al doncel sereno y elegante que elegiste al principio?

—Bueno, mi novio no eligió quedarse embarazado, pero le ha pasado. Así que yo diría que eso no puede ser eclipsado.

—Oh, Dios. Me estoy muriendo. —Naru se dejó caer en el sofá.

—¡Eh! —le reprendió él—. Ten cuidado. Naruto solo emitió un gruñido como respuesta.

Él lo miró mientras Naru se tocaba cuidadosamente la tripa, que era cada vez más grande.

—¿Y qué dices que ha dicho el médico sobre estas náuseas matutinas?

Naru levantó la cabeza del sofá y le dirigió la mirada más ofendida que era capaz de poner.

—¿Náuseas matutinas? No le faltes al respeto a este monstruo. Esto son náuseas permanentes. Lo que no sé es por qué me dio un respiro en el primer trimestre. Ahora empeora cada vez más.

Él se puso de pie a su lado.

—Tu barriga sigue creciendo. Es bonito.

—¿Bonito? Y una mierda —se burló Naru—. Me estoy poniendo muy gordo—Qué va. De todas formas, no comes lo suficiente, y lo que comes lo echas por la taza del váter.

—Los bebés estarán bien, paranoico. Él sonrió.

—Tengo que ir a casa a coger un traje antes de ir a trabajar. ¿Estás seguro de que vas a estar bien?

—Ajá. Me voy a quedar en casa sin hacer nada mientras tú te vas a ser productivo.

—¿Por qué no les pides que te envíen trabajo para hacer en casa? Podrías ser productivo.

A Naruto le estalló la cabeza.

—Es una idea fantástica. —Salió disparado del sofá y se detuvo para mirarlo, pero se cubrió la boca y fue corriendo al baño.

Sasuke estaba junto a la puerta del baño cuando Naru se levantó del suelo junto al váter una vez más y se secó la boca.

—Naruto, por favor, ¿puedes mudarte conmigo?

Naru se dio la vuelta y se quedó inmóvil. Él no había sacado el tema desde que lo había llevado a su casa hacía dos meses. Él parecía cansado y desesperado, y Naru, simplemente, lo miraba boquiabierto. De alguna forma eso le hacía parecer más atractivo.

—No es que no me guste tu casa o que esté intentando obligarte a salir de tu zona de confort, pero no estás bien y yo no puedo quedarme en casa contigo, y eso me está matando. Has estado de baja durante un mes por las náuseas matutinas y necesito cuidarte a tiempo completo.

Naruto se enjuagó la boca y lo pensó. Sin duda estaba aterrorizado por salir de su zona de confort.

—Tú y yo sabemos que aquí no tienes suficiente espacio en el armario —continuó él—. Tengo que ir a mi casa para vestirme y no quiero dormir en mi casa mientras tú duermas aquí. Es absurdo. Tengo un mayordomo a tiempo completo. No tendrás que cocinar ni que limpiar ni hacer nada de eso. Solo te relajarás, vaguearás y mejorarás. Y yo no estaré increíblemente preocupado por ti mientras trabajo.

Naruto suspiró y asintió.

—Vale. Tú vete a trabajar, yo voy a hacer las maletas. Sasuke sonrió lentamente.

—¿Lo dices en serio? Naru encogió los hombros.

—Claro.

Él lo atrajo sobre su pecho.

—No te arrepentirás. Te lo prometo.

—Ajá. —Naru sonrió ante su evidente alegría por que estuviera de acuerdo.

***

Naruto se mudó a su casa y Sasuke cogió dos días libres porque estaba demasiado entusiasmado como para centrarse en el trabajo. Él lo ayudó a deshacer las maletas y a acomodarse, y se sentó a su lado cuando Naru vomitaba. Por suerte, Naru ya se había acostumbrado a él y había dejado de decirle que lo dejara solo. Porque él no lo escuchaba. Era terco, como Naru.

Pero entonces las náuseas empeoraron hasta que empezó a recibir suero intravenoso durante casi todo el día.

Estaba leyendo un libro cuando él volvió del trabajo y lo besó en la mejilla.

—Tienes mejor aspecto.

—Me siento mejor. Tienes ese acto benéfico hoy, ¿verdad? Él suspiró.

—Me temo que sí. —Él lo observó—. ¿Estás seguro de que no puedes venir?

—Oh, puedo ir. Si te parece bien que vomite durante todo el evento. Él se rio entre dientes.

—Deberías descansar. Yo voy a hacer una aparición rápida y volveré pronto.

Él le dijo adiós cuando se marchó y Naruto se dio cuenta de que era la primera vez que se había ido sin darle un beso ni abrazarlo. Naru vio su propio reflejo en el espejo de la pared. Tenía la piel amarillenta y unos círculos oscuros le rodeaban los ojos. El reconocido brillo del embarazo lo había esquivado. No se había dado cuenta del aspecto terriblemente repugnante que tenía. No era de sorprender que no hubieran hecho el amor desde que él se había mudado hacía cuatro días.

La inseguridad le invadió los huesos y Naru la combatió intensamente. No podía permitirse lidiar con eso. No. Como era de esperar, fue corriendo al baño para vomitar otra vez.

Después se tumbó en la cama a las nueve de la noche y miró el móvil. Ninguna llamada y él todavía no había vuelto.

Naru no sabía cuándo se había quedado dormido, pero cuando se despertó los primeros rayos del amanecer se filtraban a través de las cortinas. Cuando se deslizó hacia un lado para poner un brazo sobre Sasuke, él no estaba ahí. Y en su lado de la cama no había dormido nadie.

Levantándose de la cama lentamente, salió y se dio cuenta de que la habitación del dormitorio estaba abierta cuando Naru recordaba perfectamente haberla cerrado. Y entonces lo vio durmiendo boca abajo en la habitación de al lado. Naru se puso a su lado, preocupado y confundido, y deslizó un brazo alrededor de su cintura.

Él se sobresaltó al despertarse de forma brusca y parpadeó un par de veces.

—Hola. —Tumbándose sobre la espalda, él atrajo la cabeza de Naru sobre su pecho.

El suave sonido de su respiración era conocido y parecía música para sus oídos, y Naru se acurrucó más cerca. Naru puso una pierna sobre sus muslos y él se adaptó para que Naru estuviera más cómodo, pero no intentó tocarlo más que eso.

Era la quinta noche que él no había hecho ningún intento de acercarse a Naru o de hacerle el amor, y a Naru se le rompía el corazón.

—¿Por qué has dormido aquí? —preguntó Naru, pero él ya se había quedado dormido.

***

Naruto estaba sentado a la mesa tomando el desayuno. Solo. El mayordomo hablaba sobre algo a lo que Naruto no podía responder porque estaba desconsolado.

No lo entendía. No entendía nada. Desde que cumplió dieciocho años había sido seguro de sí mismo y perfectamente consciente de lo que valía. Este embarazo le estaba haciendo perderlo todo. Se sentía inseguro, estaba preocupado constantemente y paranoico por las cosas más extrañas.

Sin embargo, una cosa que era dolorosa y para nada extraña era el evidente hecho de que Sasuke ya no estaba interesado en él. Lo había llevado a su casa y había comenzado la caída. Él se arrepentía. Naru podía sentirlo en todo lo que él hacía. En el hecho de que ya no fuera cariñoso. En el hecho de que se negaba a acostarse con él. En el hecho de que la pasada noche había ido más allá y había dormido en otra habitación. Él seguía durmiendo, lo que quería decir que había llegado a casa muy tarde. La rápida aparición en el acto benéfico no había sido corta y, de nuevo, el pánico le invadió el pecho al pensar que él le ocultaba algo.

Respirando hondo se acarició la tripa, donde los gemelos se movían y no eran más que codos y rodillas clavándose por dentro, y Naru cogió el periódico y lo abrió.

Necesitaba distraerse. Ese estrés no era sano. Y no tenía a nadie en quien confiar, así que era sencillamente autodestructivo preocuparse por ello.

Pero, por mucho que lo intento, no podía dejar de pensar en él. Deseaba despertarlo, deseaba tener la valentía para preguntarle qué había pasado para que se distanciara tanto de él. Lo echaba mucho de menos. Vivir con él había sido el peor error. Estaban bien hasta que él lo había llevado a su casa. Era como si él se hubiera dado cuenta del verdadero alcance de los cambios que había hecho en su vida en cuanto Naru se mudó. Como si se hubiera dado cuenta de los sacrificios y de los compromisos y no estuviera preparado para hacer nada de eso.

Naru oyó unos pies arrastrándose en el dormitorio que estaba al otro lado del vestíbulo, y sus hombros se tensaron por los nervios. Él se había levantado. Girando el periódico, lo miró fingiendo leer y, en ese momento, el corazón le golpeó la garganta.

Miró fijamente una foto de Sasuke con el brazo alrededor de una morena sensual que tenía la misma tez dorada que él. Eran una bonita pareja, y darse cuenta de eso lo golpeó como un puñetazo. Tragando para evitar llorar, leyó el titular:

«El empresario Sasuke Uchiha con la modelo japonesa Hinata Hyuga». Perfecto, hasta su nombre era elegante.

Naruto agitó la cabeza para aclararse la mente y cerró los ojos, frotándose la frente.

Había fracasado. Todo estaba perdido. Así que ahí era donde había estado toda la noche. Por eso había llegado tarde a casa y por eso no se había ido con él a la cama.

 «No. Sasuke no me haría eso. No lo haría». Su consciencia defendía a ese hombre con vehemencia. Él había demostrado una  y otra vez que estaba enamorado de él,

¿pero por qué ya no le hacía el amor? Últimamente, si Naru iniciaba algo él se alejaba de la situación de manera sutil.

Pero Sasuke no lo engañaría. Tenía principios y valores, y nunca caería tan bajo. Se lo diría. Era ese tipo de persona.

Naru se sobresaltó cuando unos labios cálidos y conocidos le tocaron la mejilla de forma muy breve.

—Buenos días, precioso.

Naruto se miró la enorme barriga que literalmente descansaba sobre sus muslos.

Tragó y forzó una sonrisa falsa, pero él ni siquiera lo estaba mirando. El mayordomo puso un plato sobre la mesa con su desayuno favorito.

—¿A qué hora volviste? —dijo Naru intentando evitar un tono acusador. Se preguntó por un instante si realmente creía que él no lo engañaría o si solo estaba salvando su orgullo al creer que nadie lo engañaría. Ni siquiera con una modelo japonesa glamurosa y seductora.

Él suspiró.

—Sobre las tres, creo.

Naru se mordió la lengua para evitar decirle que le había prometido que volvería pronto después de hacer un rápido acto de presencia. Pero eso sería infantil. Era un hombre adulto. No tenía que contestar. Podía hacer lo que le diera la gana. Naru nunca toleraría que alguien lo interrogara sobre su paradero.

—Siento mucho haber llegado tarde —dijo él frunciendo el ceño mientras Naruto se obligaba a no romper a llorar con su explicación—. Había muchísima gente y mi hombre de relaciones públicas me cogió del cuello para quedarme en el evento.

Naruto asintió desviando la mirada. Una parte de él se había tranquilizado por el hecho de que le diera tanta importancia a él y se explicara. Podía estar gordo, feo y derrumbándose emocionalmente, pero al menos él se preocupaba.

—¿Por qué has dormido en la habitación de invitados?

—Tienes problemas para dormir. Y yo estaba tan cansado que tenía la sensación de que roncaría casi toda la noche, así que te di un descanso.

Naruto lo observó. Era tan directo y tan  inteligente.

—No me importa que ronques teme!. Ya  lo sabes. ¿Estás seguro de que esa es la única razón?

Él lo miró con cautela.

—Claro, dobe. —Entonces su expresión se aclaró—. No pienses que he dormido ahí por nada más que por el hecho de que quería que descansaras. Quiero dejarte claro que dormiré a tu lado mientras me dejes hacerlo.

Naruto se rio brevemente y echó un vistazo al periódico. Esta vez no miró a la diosa japonesa cogida del brazo de Sasuke, sino a la cara de Sasuke. Parecía el mismo y daba la impresión de que le pertenecía a él. Un hombre que estaba a punto de ser padre no de uno, sino de dos niños. Un hombre que no había esquivado su responsabilidad y que había formado parte de la aventura del embarazo. Él había superado todas sus expectativas, y Naru quería creer que seguiría haciéndolo.

Pero la gente cambiaba y, muy adentro, algo le decía que Sasuke estaba abrumado por la responsabilidad de tenerlo a él y a los bebés.

Esa noche Naruto reunió la energía para ir a comprar cuando él le pidió que tomara el aire. Todavía tenía náuseas, pero podía pasar periodos más largos sin vomitar. Así que se puso un vestido gris que quedaba recogido justo por encima de su barriga y pasó un rato agradable con el hombre que ya no quería hacerle el amor. Era lo único en lo que podía pensar y, después de dos horas, estaba exhausto.

Cuando volvieron a casa, Naruto fue directamente al sofá y se dejó caer sobre él mientras el chófer entraba con unas veinte bolsas, en su mayoría llenas de una gran variedad de productos para bebés que los vendedores ofrecían a los padres haciéndoles creer que no podrían sobrevivir sin ellos. Naru cerró los ojos cuando Sasuke se sentó  en el sofá alejado de él.

A Naru se le retorció el corazón de dolor. Era el mismo, pero muy diferente. No le culpaba. Parecía una ballena varada y, aunque ahora estaba increíblemente unido a los bebés que le daban patadas por dentro, le molestaba el hecho de que Sasuke fuera tan superficial para no quererlo más por ese motivo.

Obtuvo cierto consuelo del hecho de que al menos él lo sabía. Más vale tarde que nunca. Ya  se había preparado mentalmente para creer que Sasuke no estaría con él por mucho tiempo. Si no podía tratar con un novio con la tripa hinchada, sin duda no sería capaz de lidiar con dos bebés llorando. En silencio, Naru se alegraba de que todavía tuviera su piso.

Durante los dos días siguientes, Naru recuperó la confianza. Había tenido una larga charla de ánimos consigo mismo y se recordó el doncel que era cuando conoció a  Sasuke en España. Él no era el único que había cambiado. Naru también lo había hecho. Era animado, seguro y ambicioso y ahora estaba cansado.

Sus náuseas y su malestar le habían pasado factura, pero estaba dispuesto a aceptar que las cosas eran temporales y rechazaba sentirse abatido por la pérdida. No había necesitado a un hombre para convertirlo en el doncel que era y seguía sin necesitar a un hombre para ayudarlo a criar a sus bebés.

Pero cuanto más trataba de convencerse de que no le molestaba que Sasuke ya no quisiera acostarse con él, más se le rompía el corazón. Se propuso mantener la distancia porque no estaba preparado para el rechazo.

Al día siguiente, Naruto descubrió que sus bebés eran niñas. Sasuke estaba a su lado, agarrándole la mano como si fuera a partirlo en dos cuando emitió un sonido que solo se podía categorizar como un grito de euforia. Naru se rio y él le besó la cara una y otra vez hasta que Naru se sintió desconsolado y se le empañaron los ojos.

 Cuando él le preguntó qué le pasaba Naru no se atrevió a decírselo. Porque ni él mismo estaba seguro. Estaba muy confundido.

Cuando unos pinchazos de hambre le retorcieron el estómago, decidió posponer el bajón y se le antojó comer pollo frito.

— ¿Podemos parar en el KFC para comprar pollo?

Si Naruto hubiera dicho que había visto un unicornio, probablemente él se habría quedado menos pasmado. Naru lo podía entender. Naruto no solo odiaba la comida rápida y toda la grasa que contenía, sino que no había sido capaz de ver algo de pollo en los últimos meses sin querer vomitar.

— ¿Quieres pollo?

—Sí. —Naruto miró a la carretera—. Gira ahí.

—Espera. ¿Necesitas pollo? ¿Estás seguro de que quieres pollo?

—Sí. Tengo mucha hambre y quiero comida del KFC. ¿Puedes sobreponerte y comprarme la comida?

Sasuke lo miraba mientras Naru comía en el KFC casi vacío.

— ¿Ya no tienes náuseas? Naruto negó con la cabeza.

—Sorprendentemente. O quizá compran pollo de mejor calidad.

— ¿Pollo de mejor calidad? ¿Mejor que los orgánicos y saludables que fríes en casa con aceite de oliva?

Naruto encogió los hombros y, cuando llegaron a casa, estaba cansado y necesitaba dormir un rato. Estaba a punto de quitarse el vestido cuando decidió que un baño sería más relajante y fortalecedor.

En silencio, fue a la bañera y se metió en el agua caliente frotándose la tripa que sobresalía del agua. Se miró con atención por primera vez en meses. Sus pechos, ahora eran enormes. Los pezones eran más oscuros y la barriga era una esfera perfecta. Era extraño que hubiera dos pequeños bebés en su interior.

Por primera vez desde que se había quedado embarazado se vio guapo. Encontrarse en ese estado, en ese maravilloso estado, tenía un extraño encanto y, en todo caso, pensó que su cuerpo era más bonito que antes.

Suspirando, se hizo una nota mental para volver al trabajo al día siguiente. Todavía tenía unos días de baja, pero ya había estado alejado demasiado tiempo por sus náuseas y no podía permitirse saltarse más trabajo. Quería trabajar un poco antes de coger la baja por maternidad cuando llegaran los bebés.

Naru cerró los ojos justo cuando la puerta del baño se abrió cuidadosamente.

Entreabriendo los ojos, miró a los lados y los cerró de nuevo.


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