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El dilema de Mark por DenisseZepol

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Mark se estiró, sonriendo mientras lentamente habría sus ojos. Sabía que Jackson no estaría ahí, pero maldición si pensar cómo había pasado su mañana no le hacía despertarse con una enorme sonrisa en su rostro. Entendía que Jackson tuviera que ir a casa con su hijo, pero otro encuentro de sexo habría sido todo un infierno de mucha diversión. 


 


Su polla se engrosó con la idea, pero Mark empujó las imágenes a un lado. Nos serviría de nada pensar en el cuerpo musculoso de Jackson detrás de él, golpeándolo en el colchón, una vez más, si el hombre no estaba allí para satisfacer la necesidad. 


 


Tirando la cobija lejos de él, Mark se dirigió al baño y tomó una larga y muy necesaria ducha. Odiaba lavar el aroma de Jackson de él, pero no ducharse no era una opción, especialmente después de la más increíble mañana de su vida. 


 


Maldición, necesitaba dejar de pensar en el sexo. Se estaba poniendo duró otra vez. Mark terminó su ducha y se vistió. Tenía una reunión programada con Nichkhun más tarde ese día. No trabajaba el domingo y el lunes por la noche, pero por lo que Nichkhun le contó, eso estaba a punto de cambiar. 


 


No estaba seguro de lo que estaba pasando en el club, pero había oído rumores últimamente de cambio de personal. Sólo esperaba que no fuera una de las personas que podrían llegar a perder su trabajo. Jae necesitaba encontrar otra línea de trabajo. No era que Mark quisiera que Jae fuera despedido, el hombre era un desastre tocando música. 


 


Y BamBam. 


 


Ese hombre necesitaba encontrar trabajo en un club de desnudistas en un lugar donde le permitieran joder a todo lo que caminaba en dos piernas. Algunos clientes se habían quejado con Nichkhun de que BamBam les había ofrecido pagarles por sexo. 


 


Ese era el más estúpido movimiento que BamBam podría haber hecho. 


 


Mark no podía pensar en una razón para que Nichkhun lo despidiera, pero una vez más, alguien podría haberse quejado de Jay. El hombre era un imbécil total después de todo. Había llegado hasta el club acosando a Mark suficientes veces para haber sido notadas las escenas acaloradas. 


 


Mierda, si perdía su trabajo debido a Jay, Mark iba a matar al bastardo. ¿No le había dado a Mark suficientes problemas ya? 


 


Bam, bam, bam. 


 


—No hoy. —Gimió suavemente Mark. No tenía tiempo para correr. Tenía que estar listo para su reunión. Todavía estaba cansado y dolorido de su encuentro de sexo con Jackson y podía usar unas cuantas horas más de sueño. Estaba muy, muy cansado para simplemente irse. 


 


—¡Vete a la mierda! — Mark gritó hacia la puerta. Estaba realmente enfermo y cansado de correr. Si Jay le pateaba el culo, entonces quizás Mark tendría la prueba que necesitaba para procesar al hombre, aunque realmente esperaba no conseguir una paliza. 


 


Al menos no antes de su primera taza de café. 


 


¿Dónde estaban las personas que se suponían hacían vigilancia en su apartamento? Mark no estaba seguro de si estaban comprometidos o no, pero sí se trataba de Jay en su puerta, sabía que Jackson estaría aquí pronto. Pero no quería que Jackson se mantuviera corriendo a su rescate. El chico tenía una vida, después de todo. Necesitaba decirle a Jackson que quitará la vigilancia. La única opción que le quedaba a Mark era mudarse. No había manera de que estuviera cambiando de trabajos, pero sí se mudaba, podía evitar que Jay golpeara a su puerta. 


 


Y esta vez, Jay no iba descubrir dónde vivía. 


 


—¿Es esa la manera de hablarme?— Amber gritó a través de la puerta—. Abre para que pueda sacarte la mierda a golpes, Mark. 


 


¡Oh mierda! Mark tragó duro. Por el sonido de su voz, el preferiría tratar con Jay en este momento. Ella sonaba cabreada. Entrando rápidamente en la sala, se lanzó a la puerta abriendo, esperando darle a su mejor amiga una encantadora sonrisa. 


 


Amber no se la compro, no, si se guiaba por el ceño fruncido en su rostro. Ella pinchó con el dedo a Mark. —Háblame otras vez así, y voy a hacer a Jackson un hombre muy infeliz —amenazó cuando entró. Eso era casi risible considerando que Amber era tamaño bolsillo. Con solo de un metro cincuenta y dos centímetros, ella debería ser considerada enana. Pero Mark lo sabía muy bien. Su temperamento, compensaba su tamaño. 


 


—Pensé que eras Jay. —Cerró la puerta detrás de ella, bloqueándola. 


 


—En ese caso, te perdono. — Amber se dejó caer en su sofá, luciendo molesta. Mark tenía la sensación de que su descortesía no era la causa. 


 


—¿Que está mal? 


 


Ella lo sorprendió con un gruñido mientras golpeaba el cojín del sofá con el puño. —Henry quiere casarse. 


 


Mark sonrió. Henry y Amber, habían estado saliendo por años. Estaba sorprendido que el hombre no se lo hubiera pedido antes. El chico pertenecía a alguna banda de motociclistas y tenía una mirada que decía que podía aplastar a cualquiera con una mano atada a la espalda, pero adoraba la tierra que Amber pisaba. Mark nunca entendió la gente que Amber mantenía de compañía. Con frecuencia tenía motociclistas, criminales, y algunos personajes muy, muy extraños, pasando el rato en su casa. Pero para alguien que debería de haber sido calculadora, por la compañía que mantenía, Amber era la chica más dulce que Mark conocía. Era condenadamente cómico verla poner a Henry en su lugar. El hombre imponente se desmoronaba con solo doblar su pequeño dedo meñique. 


 


—Así que ¿cuál es el problema? —Preguntó él mientras se sentaba a su lado. 


 


—¿Me veo como del tipo que se casa? —preguntó con exasperación. 


 


Mark no estaba seguro honestamente que era lo que ella quería. No, por la mueca en su labio. —Uh, sí, lo haces. — Mark se rió y se encogió para atrás cuando Amber le dio un golpe en el pecho—. Sólo digo... 


 


—Esa no es la respuesta que estaba buscando. 


 


—¿Quieres que te mienta? 


 


Amber soltó un largo suspiro, y dejó caer su cabeza hacia atrás contra los cojines del sofá. —No. 


 


—Tampoco lo creo. 


 


—¿Qué voy a hacer? —preguntó—. Amo al gran babuino peludo, ¿pero casarse? ¿Yo? 


 


Amber era la única que podía salirse con la suya llamando a Henry, babuino peludo. Cualquier otra persona desaparecería silenciosamente. Y por más extraño que parezca, a Henry le gustaba Mark. Se llevaban muy bien. Pero sabía que era sólo porque Amber era su mejor amiga. 


 


—Cásate con él. — Mark no estaba seguro que decirle a ella. Sabía sin lugar a dudas que ella estaría perdida sin el hombre. 


 


—Grr. — Amber gruñó mientras entrecerraba los ojos a Mark—. No estás ayudando para nada. 


 


Mark se rió entre dientes. —Viniste aquí por la verdad y para que te dijera que el matrimonio está bien. Así que no esperes que te mienta. 


 


Mark levantó su brazo cuando Amber se inclinó hacia él, apoyando la cabeza en su hombro. Él envolvió su brazo alrededor de ella, asombrado por lo realmente pequeña que era. Él era la única persona con permiso para abrazarla de esta forma. Henry le arrancaría a cualquier hombre las bolas de su cuerpo, si los viera tocando a Amber. 


 


Por suerte, el motociclista psicópata sabía que Mark era gay. 


 


—¿Qué pasa si no funciona, o cambia después? 


 


—Muy poco probable


 


—Podría ocurrir —ella insistió.


 


Cierto, y Jay era el ejemplo perfecto de ello. Pero Mark no creía que fuera el caso con Henry. El hombre amaba demasiado a Amber. —Podría suceder, pero no lo hará. Ustedes dos han estado juntos por mucho tiempo. ¿Alguna vez te ha engañado, tratado mal, o no te ha mostrado lo mucho que te ama? 


 


Ella suspiro. —No. 


 


—Entonces– — Mark se calló cuando el estruendo comenzó en su puerta una vez más. Se sintió tensarse cuando miró a la puerta de entrada. 


 


—Siempre podría decirle a Henry acerca de Jay —ella susurró. 


 


—Y ya te he dicho que no. —No había manera de que Mark fuera a estar involucrado en la desaparición de Jay. Sólo con saber que el novio de Amber tenía una mano en ello, estaría siendo involucrado. 


 


Ambos se sentaron allí escuchando el sonido de los golpes, Mark con temor a que Jay fuera a echar su puerta abajo. Sus tripas retorcidas en un nudo mientras sujetaba a Amber con más fuerza. Con ella aquí, temía un enfrentamiento. Mark la protegería con su vida. 


 


Deslizó el teléfono de su bolsillo, marcando el número de Jackson lo más rápido que pudo. Él no habría molestado al hombre, pero tenía a su mejor amiga con él. 


 


—¿Hola? 


 


Mark no había dicho nada, cuanto Jay comenzó a golpear la puerta de nuevo. 


 


—¿Él está ahí? —preguntó Jackson. 


 


—Sí — Mark susurró—. Y tengo a Amber aquí conmigo. — Esperaba que Jackson captara la desesperación en la voz de Mark, por mantener a la pequeña mujer segura. 


 


—Estoy en camino.


 


—¿Qué pasa con Kai? —preguntó.


 


—Fei todavía no se ha ido. Ella lo entenderá. — Jackson colgó. El nudo en el estómago de Mark se apretó. Esto estaba fuera de control. Jay no había sido un amante abusivo, pero se habían estado intensificando hacia el final de su relación. Y si el tipo decidía ponerle las manos encima, no quería que Amber se quedara atrapada en cualquier tipo de violencia. No sólo Henry acabaría con el linaje de Jay, sino probablemente mataría a Mark por ponerla en riesgo. 


 


Se empujó del sofá, levantando a Amber con él mientras lentamente caminaba hacia su dormitorio. Si tuvieran que hacer una salida precipitada, quería estar más cerca de la ventana de su dormitorio. Los golpes cesaron, pero Mark sabía que Jay no se había ido. El hombre no se daba por vencido tan fácilmente. Al menos, no creía que el hombre lo hiciera. No sé había quedado el tiempo suficiente para saber qué hacía Jay cuando él se marchaba. 


 


Mark no lo consiguió, jalando a Amber detrás de él cuando vio a Jay de pie en la ventana de su cuarto, una mirada asesina en sus ojos. Sus ojos siguieron las manos de Jay mientras su ex novio se agachaba y tiraba de la ventana de su dormitorio. Bueno mierda, ahí se iba su ruta de escape. 


 


El cristal de la ventana se hizo añicos cuando Jay le dio una patada. 


 


—¡Sal de aquí! —gritó Mark mientras se daba la vuelta y empujaba a Amber hacia la puerta de entrada. ¡Jay había perdido su maldita mente! El hombre estaba cometiendo allanamiento de morada, y Mark no estaba seguro de lo que Jay iba a hacer una vez que estuviera dentro. 


 


Él no planeaba quedarse y averiguarlo tampoco. 


 


Amber corrió hacia la puerta de entrada, Mark corriendo detrás de ella. Sí parecía que no iban a conseguir escapar, lucharía contra Jay para darle el tiempo suficiente a Amber de largarse de ahí, aunque la idea de pelear con Jay, de ninguna manera atraía a Mark. 


 


No era muy bueno peleando. 


 


—¡Regresa aquí, tú, pedazo de mierda! — Jay gritó desde la habitación, haciendo que cada pelo del cuerpo de Mark se pusiera de punta. Nunca había escuchado al hombre sonar tan malditamente demoníaco antes. Pero por supuesto, Mark nunca había visto a Jay así de amenazante anteriormente, tampoco. El tipo era un imbécil, pero nunca había mostrado ningunas cualidades maníacas. 


 


Cualidades de acosador, sí. Pero nada como esto. Nunca pensó que Jay tendría las pelotas para irrumpir en su casa. ¡Vaya, sí había estado equivocado! Por supuesto, el nunca pensó que Jay lo acecharía tampoco. 


 


Amber agarró el pomo de la puerta y tiro de esta, abriéndola de par en par, enganchando la mano de Mark mientras corrían bajando las escaleras. Mark no miró hacia atrás, estaba demasiado aterrorizado para mirar hacia atrás. Temía ver algo sobrenatural y malvado en la cara de Jay. 


 


Justo cuando ellos corrieron fuera de la puerta principal del edificio de apartamentos, Jackson llegó. El saltó de su coche mientras Mark y Amber corrían como el infierno hacia él. 


 


—¡Él irrumpió en el apartamento! —Gritó Amber—. ¡Es un jodido chiflado! 


 


—¿Alguno de ustedes está herido? —preguntó Jackson. 


 


Amber negó con la cabeza. Mark estaba demasiado preocupado acerca lo que Jay había hecho como para responder. 


 


—Estamos bien — contestó Amber. 


 


—¡Quédense aquí! — Jackson gritó mientras entraba corriendo al edificio. 


 


Mark quería ir desesperadamente también, pero tenía miedo. Por primera vez en su vida, Mark estaba paralizado por el terror mientras permanecía de pie al lado del carro de Jackson, mirando hacia el edificio. Jay lo había estado acechando. Mark lo sabía. Y tan irritante como el hombre era, Mark realmente nunca le había temido al tipo. 


 


Pero hoy, la idea de que Jay podía realmente hacerle daño se hundió en la mente de Mark. Sintió que su cuerpo comenzaba a temblar, pensando en lo que posiblemente podría haber pasado. Amber podría haber sido herida, o peor. 


 


Él, también. 


 


—Ven aquí. — Amber envolvió sus brazos alrededor de Mark, haciendo su mejor esfuerzo por consolarlo, pero Mark estaba más allá del consuelo. Había visto las malas intenciones en los fríos ojos azules de Jay. Estaban llenos de tanto odio, que Mark ahora temía por su vida. 


 


—Te vas a quedar conmigo, Mark —dijo Amber mientras se retiraba, mirándolo y dándole una sonrisa cálida—. No voy a tener a ese imbécil psicótico viniendo detrás de ti de nuevo. 


 


—Pero ¿qué pasa con el trabajo? Él todavía me puede encontrar, Amber. ¿Qué voy a hacer? — Mark se pasó las manos sobre la cabeza, mirando hacia arriba en la dirección de su departamento. Tenía el corazón en la garganta, mientras esperaban a que Jackson regresara a la planta baja. 


 


No quería que Jackson fuera herido. Mark se dio cuenta en ese momento que amaba a Jackson. La idea de que el hombre sufriera daños, dolía como un cuchillo clavado en sus entrañas. — Tengo que ir a ver lo que está pasando. 


 


Amber lo agarró del brazo, tirando de él. —No, te vas a quedar aquí. Jackson es un ex miembro de los Navy SEALs. Puede cuidar de sí mismo. 


 


Vaya. Mark ni siquiera había sabido ese hecho acerca de Jackson. ¿Por qué su novio no le había dicho que solía ser eso? Sabía que Jackson era dueño de una empresa de seguridad con tres de sus amigos, pero no había sabido toda esa cosa del servicio. 


 


Eso no le importaba. Todo lo que quería era que Jackson saliera del edificio ileso. —¿Crees que necesitamos llamar a la policía? — preguntó. 


 


—No —respondió Amber, mordiéndose la uña del pulgar mientras comenzaba a caminar de un lado para otro—. Deja que Jackson decida qué es lo mejor. Esto es lo que él hace. 


 


Mark nunca había dependido de nadie para decirle lo que era mejor. Ni siquiera había confiado en Jay para tomar ninguna decisión por él. Era una persona muy independiente, y se sentía extraño dejar que alguien más solucionara las cosas por él. 


 


Mark comenzó a morderse la uña del pulgar, al igual que Amber lo había estado haciendo. Se sentía nervioso, ansioso y frustrado, todo al mismo tiempo. —¿Estás segura? 


 


—Estoy a punto de volverme loca ahora mismo. Deja de pedirme que piense —dijo Amber mientras caminaba más rápido—. Jay nunca actuó de esa manera antes. ¿Por qué las cosas están empeorando? —Ella se volvió, entrecerrando los ojos a Mark—. No has dormido con él desde que ustedes dos rompieron, ¿verdad? 


 


—¡Demonios, no! — Mark gritó antes que pudiera frenarse. La idea de dejar que ahora lo tocara Jay, era repulsiva. 


 


—Entonces, ¿por qué está actuando como un loco? Ojalá lo supiera Mark.


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