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El dilema de Mark por DenisseZepol

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Jackson registró el apartamento, pero no encontró a nadie. El lugar estaba completamente vacío. Podía decir por la ventana rota del dormitorio, que Jay había estado ahí, pero no se hallaba a la vista por ninguna parte en este momento. Comprobó todos los armarios, bajo la cama, y detrás del sofá, Jackson supuso que Jay había huido de la escena. 


 


Metió su arma nueve milímetros en la espalda, en la pretina de sus jeans, pero no antes de mirar afuera en la escalera de incendios. No había nadie por abajo o por encima. No estaba seguro de donde se había ido Jay, pero le estaba gustando esto cada vez menos. 


 


Jay se estaba volviendo más audaz, empeorando más rápido de lo que Jackson había supuesto antes. Iba a tener que involucrar a sus amigos en esto. No había ninguna maldita manera de que Jackson fuera a permitir que Mark saliera herido, no ahora que Mark significaba tanto para él. 


 


Caminando de regreso afuera, Jackson vio a Amber caminando de un lado a otro y a Mark luciendo un poco pálido mientras miraba al edificio. Él sólo podía imaginarse lo asustado que Mark estaba en este momento. Jay no era un hombre pequeño, y la mirada glacial que había visto antes en Jay, le había dicho a Jackson que el hombre era peligroso e inestable. 


 


—Dile que se viene a casa conmigo —dijo Amber desafiante mientras señalaba hacia Mark—. Se niega a escuchar razones. 


 


—Entren. — Jackson hizo una seña a su coche. Quería jalar a Mark en sus brazos, pero temía que Jay estuviera en algún lugar cerca, observándolos. Jackson no era estúpido. Sabía que un hombre al borde de explotar podía ser capaz de algunos actos muy atroces. Mark no había dicho nada acerca de ver un arma, pero Jackson no iba a arriesgarse. 


 


Amber subió al asiento trasero, Mark en la parte delantera. Jackson se deslizó en el lado del conductor, arrancó el motor y se alejó de la acera. —Te quedas con Amber. —No era una petición. Jackson no iba a tomar ningún riesgo. 


 


—No voy a llevar problemas a tu casa. 


 


—Cállate, Mark, y escucha a Jackson. Puedo hacer que Henry venga a quedarse un par de noches. Confía en mí, nadie pasara a través de él. 


 


Ah, sí, el sin-respeto-por-las-reglas novio de Amber. Jackson no conocía al tipo, pero escuchó algunas cosas muy interesantes acerca del motociclista. No estaba seguro que quisiera a Mark cerca del hombre. Pero, de nuevo, Jackson no podía llevar a su amante a casa donde estaba Kai. 


 


No, mientras Mark tuviera problemas pisándole los talones. 


 


Odiaba tener sus manos atadas de esta manera. Jackson quería encontrar a Jay y enseñarle al hombre una lección de lo que realmente era atemorizar a alguien. Jackson eran un experto en la materia. 


 


—¿Pero qué tal si Jay descubre dónde vives? — Mark preguntó. 


 


Jackson podía decir que su amante estaba preocupado por la seguridad de Amber, y lo apreciaba. Pero si creía lo que había oído hablar de su novio, Jackson estaba bastante seguro de que era Jay quien estaría en problemas si el hombre intentaba pasar a través de la puerta de entrada de Amber. Jackson tenía que jugar a lo seguro a causa de su hijo, pero por lo que Amber le había dicho, Henry no tenía todos sus tornillos. El hombre no se preocuparía por un arma de fuego, o por la ley. 


 


—Quédate con Amber — Jackson repitió—. Voy a averiguar qué hacer con Jay. ¿Sabes dónde vive? 


 


Mark asintió, todavía luciendo un poco pálido. —Nunca se mudó. Todavía vive en el mismo apartamento que solíamos compartir. 


 


Jackson rechino los dientes. No le gustaba pensar en Mark con nadie más, pero al pensar en su amante con Jay, le daban ganas de quitarle a Jay la cabeza de los hombros. Pero, si Jay no hubiera sido tan imbécil, habría perdido la oportunidad con Mark. 


 


—¿Qué pasa con la ropa? —Preguntó Mark—. No puedo usar las mismas cosas todos los días. 


 


—Regresaré a tu casa y empacaré algunas cosas. — Jackson giró en la calle de Amber—. No quiero que regreses ahí. 


 


—¿Y el trabajo? —Preguntó Mark—. Tengo que ir allá más o menos en una hora. Tengo una reunión. 


 


Ahora eso hacía las cosas un poco más complicadas. Sabía que no podía decirle a Mark que renunciara a su trabajo. El hombre tenía que ganarse la vida, los trabajos eran difíciles de conseguir en la economía actual. No estaba seguro de cuan solicitados estaban los DJs, pero no iba a quitar la comida de la mesa de Mark. 


 


—Voy a ir contigo a la reunión. ¿Cuándo es la próxima vez que trabajas? —preguntó Jackson. 


 


—La noche del martes, pero no puedes ir conmigo a la reunión. Tienes que llegar a casa con Kai. — Mark se desplomo en el asiento, con aspecto derrotado. Jackson agarró el volante con más fuerza, odiaba ver esa expresión en el rostro de su amante. 


 


Tenía que haber una solución. 


 


Incluso si llamaba a la policía para que se hiciera cargo de Jay, no había garantía de que el hombre fuera capturado. Jackson tenía la sensación de que Jay era un poco demasiado retorcido para ser capturado con tanta facilidad. El hombre había logrado permanecer por debajo del radar hasta ahora. 


 


Después de estacionar su coche delante del apartamento de Amber, Jackson apagó el motor. Los tres salieron y entraron en el apartamento de Amber. Jackson puso llave a la puerta. —Llama a Henry. Me sentiré mejor sabiendo que hay alguien aquí para protegerlos a los dos. 


 


Amber corrió a su teléfono. 


 


—Lo siento —dijo Mark mientras se sentaba en el sofá—. Nunca quise que quedaran atrapados en esto. 


 


Jackson se sentó junto a Mark, jalando a su amante en sus brazos. —No es tu culpa, Mark. Rompiste con él y trataste de seguir adelante. Es Jay quien es el problema. — Jackson echó la cabeza de Mark hacia atrás, viendo sus hermosos ojos verdes—. ¿Has dormido? 


 


Un rubor cruzó las mejillas de Mark. —Sí, pero me vendrían bien unas pocas horas más, después de esta mañana. 


 


Jackson gimió. Sólo el recordar estar dentro Mark estaba poniendo su polla dura. Nunca antes había disfrutado tanto del sexo. Si Amber no estuviera aquí, habría tomado a Mark en el sofá. 


 


Jackson pasó su mano por la mejilla de Mark, luego por arriba de su cabeza y hacia abajo para agarrar su nuca. —Uno de estos días, vamos a pasar todo el día en la cama, solo acariciándonos y haciéndonos sentir bien uno al otro. 


 


Los hermosos, pero agotado, ojos verdes de Mark parpadearon hacia Jackson. —¿Lo prometes? 


 


—Lo prometo. —Dioses, fantaseaba con eso. Sabía que no siempre podrían tener días así, pero sólo una vez le gustaría irse a dormir y despertar con Mark en sus brazos, después de haberlo jodido en el colchón, por supuesto. 


 


—Realmente tengo miedo, Jackson — Mark susurró mientras se estremecía—. Tú no viste la mirada en sus ojos. Jay va a matarme. 


 


—No, si yo tengo algo que decir al respecto, no lo hará. — Solo pensar en Jay poniendo sus manos en Mark le formaba una niebla de rabia en su cabeza—. Me perteneces, ¿recuerdas? Establecimos eso esta mañana. 


 


Jackson sonrió cuando escuchó una risita suave de Mark mientras el hombre dejaba caer la cabeza sobre el pecho de Jackson. Ese era un sonido maravilloso y uno que Jackson quería escuchar más. No estaba seguro de jamás haber escuchado a alguien soltar una risita antes, al menos no como Mark lo hizo. Y sabía con maldita certeza que ese pequeño dulce sonido, nunca había hecho a su polla endurecerse, hasta ahora. 


 


—Me voy a asegurar que Jay nunca ponga sus manos en ti, Mark. — Jackson agarró la barbilla de Mark e inclinó su cara levantándola. —Esto es lo que hago para ganarme la vida, y soy muy bueno en ello. Sólo dame un poco de tiempo para tener todo en su lugar y estarás tan seguro como un bicho en una alfombra. 


 


Las cejas de Mark se dispararon. —¿Un bicho en una alfombra? ¿En serio? Mi vida está en peligro aquí, y ¿eso es lo que vas a decir? 


 


Jackson torció los labios para no reírse con la indignación en el rostro de Mark. Esto no era un asunto de risa, pero la mirada de asombro en el rostro de Mark era sencillamente demasiado buena para dejarla pasar. —¿Preferirías tan seguro como en los brazos de tu madre? 


 


La nariz de Mark se arrugó mientras hacia una mueca. — Oh diablos, no. Mi madre piensa que soy una abominación y voy a ir directo al infierno. 


 


Bueno, eso definitivamente no era un asunto de risa. —Lo siento, cariño. No quería traer malos recuerdos. 


 


—No lo hiciste. Es algo con lo que he llegado a un acuerdo hace mucho tiempo. — Mark dijo con una risita mientras se empujaba lejos de Jackson y se paso por encima para sentarse en el sofá—. Por lo menos ella no trato de estrangularme como lo hizo mi padre. 


 


La mandíbula de Jackson cayó. —¿Qué? 


 


Mark se encogió de hombros. —Ellos no tomaron mi — Mark hizo comillas en el aire con los dedos— desgracia demasiado bien. 


 


Jackson apretó los dientes. —Ser gay no es una desgracia. 


 


Mark se rió entre dientes mientras se recostaba en el sofá y cruzó las manos sobre su abdomen. —Nunca lo pensé así. — Jackson casi se tragó la lengua con el calor en los ojos verdes de Mark cuando el hombre lo miró de arriba abajo—. Sé que sin duda me gusta esto. 


 


Por mucho que Jackson le hubiera gustado aceptar la invitación que podía ver en los ojos de Mark, sabía que Mark necesitaba descansar un poco antes de su reunión, y Jackson tenía también cosas que hacer. Tenía que hacer venir a Brian y JaeBum a casa. El mantener a Mark seguro ya no era trabajo de un solo hombre. Jackson sospechaba que iba a tener todo un equipo para sacar a Jay de sus vidas. 


 


Jackson se acercó y empujó a Mark hacia abajo hasta que se extendió a lo largo del sofá. Cogió la manta del respaldo del sofá y la extendió sobre su amante, luego se inclinó para besar a Mark en la frente. En cualquier otro lugar, y probablemente terminaría tendido justo al lado del magnífico hombre. 


 


—Duerme, amor. Te despertare cuando sea hora de ir a tu reunión. 


 


—No–no —un gran bostezo robó las palabras de Mark— cansado. 


 


—Y yo no estoy enamorado del hombre más hermoso en la tierra. — Jackson se rió por lo bajo mientras veía los párpados de Mark revolotear cerrándose, un pequeño ronquido vino del hombre no más de un instante después. —De alguna manera, creo que los dos estamos equivocados.


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