Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De lumière et d'obscurité por Doki Amare Pecccavi

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cap. 3: C'est inoffensif

 

“Ma Liberté Contre La Tienne"

 

«Buen día cariño, seguramente se preguntará el porqué de estas líneas, líneas con sangre, su sangre; sé que esto ahora es difícil para usted, pero para mí ha sido siempre una tortura continua. Me gustaría poder decir… decirle que esto no es muy fácil de escribir, pero lo único que puedo pensar en estos momentos es que ¡por fin estoy redactando estas palabras!, sé que estoy mal y espero que algún día perdone mi cobardía, dios es duro, pero creo que podrá preguntarle por qué no escribí así todo el tiempo… creo que fue hace una vida que me mostré ante usted tal cual era, cuando podía sentir el olor de su piel, sus abrazos dulces y el sabor de sus labios.»  

 

Removiéndose incomodo en el sofá, la sangre de su muñeca empieza a secarse, con la punta metálica de la pluma rasga y permanece con un gesto infantil mientras humedece simulando que es un tintero su brazo, y continúa.

 

«Sé que de usted puedo esperar el apoyo a través de todos estos años de sufrimiento, pero lo que ya no deseo es eso. ¿Sabe por qué? Nunca voy a perdonarle todos esos residuos de otros que hay en mí, matamos… hemos matado ángeles puros en este mundo de oscuridad, desprendemos sus almas, sus alas y les arrebatamos la vida para sostener nuestra existencia, para nuestra existencia que es una pesadilla. Los días y las noches… siempre me despierto a causa de malos sueños y rompo mi voluntad cediendo a las lágrimas y ni usted ha estado en esos momentos para calmarme, protegerme y desaparecer mis miedos ¿Cómo ha podido descansar al dejar a alguien sin vida? Desde que nos conocimos, aquella noche, quise entrar en su mundo, en su mundo de soledad y sufrimiento. Un mundo en dónde nadie había entrado por miedo a no salir, es su culpa que esté aquí, nunca imaginé una trampa así, mi único deseo era decir adiós y saber su nombre… a pesar de mis sentimientos por usted, mi orgullo todavía permanece… lo único que deseo ahora es decir adiós y pedir su perdón. ¡Oh! yo nunca quise hacerle sufrir, así que ruego, le ruego no llore, no llore por mi porque no lo valgo, ya no tengo nada, sólo deseaba vivir, pero ya no estoy aquí

 

Los ruidos fuera de la habitación suenan estrepitosamente, gira su cuerpo para cubrir con hojas limpias lo que ha escrito y simula no hacer nada, tiende sus brazos a lo largo del escritorio, recarga su cabeza expectante hacia la entrada.

 

— Te he encontrado amor. — Susurra entrando el recién llegado y retira lentamente el gabán grueso de su cuerpo, sugestivo es aquel inmortal — ¿Estabas oculto de mí?

 

— Como si pudiera— Sonríe, lame sus labios y le mira deliciosamente sugerente.  — ¿Me ha traído algo esta noche? — Ante la pregunta el recién llegado enarca una ceja.

 

— Pensé que no deseabas beber nada, mucho menos si provenía de mí.

 

— Pero esta noche he cambiado de opinión — Su voz sale débil, evita mirarle a los ojos, pero sonríe. Distraídamente observa la sangre que recorre su piel y cae en el escritorio — Esta noche quiero beber, beber mucho de usted porque mañana será un gran día.

 

Se pone de pie y rodea con sus brazos el cuello de su amante; susurra. Su pareja sonríe, entiende las palabras; le obliga a pegar su cuerpo. Entrecierra los ojos y deja su cuello expuesto y el Pelirrojo bebe de su sangre.

 

— Tómala toda…— Su cuerpo adulto inicia los movimientos de una danza sensual, no hay música, pero encuentran un tono de notas suaves en el aire —…y después baila para mí, baila por un tiempo una última vez. Como aquella noche que te hice mío.  

 

Sasha, el antiguo bailarín abre sus orbes exorbitantes, sonríe y entierra mucho más los colmillos que Sébastien, el predador de antaño, le obsequió hace ya una eternidad.  Sébastien está tan excitado que guía un movimiento con sus caderas para rozar a Sasha, le toma de las nalgas y gime con mofa.

 

— Mañana seguramente regresaras a tus novelas remilgadas así que hoy haré que no puedas ni sentarte. —  

 

Sasha también está excitado, así que no responde a la mofa de su amante.

 

“Tienes razón, mañana volveré a mis novelas remilgadas, mañana será el clímax de mi historia”

 

.*.

 

— Pues no lo haré. Si piensas que voy a regresar allá, con el orgullo en el suelo y mis planes tirados a la basura, estás, pero muy equivocado Ben. Sobre todo, porque no me voy para probarte algo o probarlo a alguien. No es lo mío.

 

— No estoy diciendo eso, tienes el dinero suficiente para hacer algo en la ciudad, no sé qué empeño el tuyo por seguir invirtiendo en esta mugre.

 

— Porque es lo que quiero, no tengo las mismas metas que tú, no me interesa un mejor puesto, estar diez horas al día sentado detrás de un escritorio. — Lamió sus labios mientras continuaba con una de las paredes, el interior estaba casi listo, el tapiz colocado y la alfombra de algunas habitaciones estaría a más tardar en tres días, es por lo que, apenas llegaba el fin de semana, Emma se empeñaba tanto en trabajar en la casona. — No estoy pidiendo que me respalde o me entiendan sólo intento que respeten mi forma de hacer las cosas, sé de los riesgos, no estoy cegado por un capricho, en verdad me gusta la idea de emprender algo en este sitio.

 

— Creo que estás llevando esta faceta de “hombre solitario” muy lejos, temo que te arrepientas. Me encantaría que consideres mis comentarios como lo que son y no como una ofensa.

 

— Y a mí me gustaría que pudieses por un momento creer en lo que hago. — Sonrió de medio lado. — Pero sé que eso no es posible es justo por eso que no funcionó nada entre nosotros, no puedes ni ser un poco optimista conmigo porque siempre me ves con un ojo crítico, aunque te lo pida y lo intentes, porque estoy seguro de que has intentado ver las cosas como yo lo hago, pero no tienes esa habilidad. Tú adoras siempre que pierda y regrese pidiendo ayuda y yo estoy a un paso de no volver a hacerlo. — Soltó un suspiro, porque Ben le miraba con el ceño fruncido, había dejado caer la lija a la cubeta con agua y pintura y ahora sólo se dedicaba a mirarle de esa forma demandante. — No me mires de esa forma.

 

— No tienes derecho a decirme como mirarte después de decir todas esas cosas. — Ben se secó las manos en el pantalón que utilizaba para ayudar a Emma. — Te has pasado, la realidad es que lo nuestro no funciona porque jamás le has puesto empeño a nada. — Lamió sus labios tratando de disimular el sabor amargo en su lengua. — Todo lo dejas a medias y la experiencia me dice que esta no será la excepción.  

 

— Sabía que pensabas de esa forma.  

 

— Es mejor que me vaya. — Murmuró de mala gana. Emma había intentado tomarle del brazo, pero un sólo movimiento le había bastado para impedirlo. — Marco me dijo que vendría más tarde con el pedido de alfombras para la habitación, creo que había olvidado decírtelo. — Entró a la casona y ahí sin pudor alguno empezó a desprenderse de sus prendas, prefería tomar un baño, pero en aquel momento era una prioridad salir de aquel lugar, no era simplemente la necedad de Emma lo que le provocaba, había algo más, algo que notó apenas había entrado a la casa. Sentía una presión en su cabeza que le hacía fruncir el ceño y entre cerrar los ojos, haciendo que el espacio entre sus cejas terminase doliendo. Todo estaba mal desde hacía días, pero sentía que estando junto a Emma, las cosas podían empeorar.

 

— ¿Te vas así? — Emma no estaba asombrado para nada, no era la primera vez que discutían sin embargo… algo en su cabeza le había hecho recordar el sueño de hacía unos días, tembló por segundos, cuando un escalofrío recorrió su cuerpo. — Está bien, me he pasado con lo que he dicho. No quiero que te vayas molesto Ben. Discúlpame.

 

— Es mejor que me vaya. — Repitió y Emma frunció el ceño antes de mostrar un rostro gélido, como si de pronto todo aquel arrepentimiento se hubiese esfumado. Algo escalofriante a los ojos de Ben. 

 

— ¿Qué quieres que haga? ¿Por qué no aceptas mis disculpas? — Emma le miró fijamente, en el marco de la puerta, sin mover ni un centímetro su cuerpo, el rostro lo mantenía fijo y el cuerpo rígido. — ¿Quieres que te llore? ¿Qué te pida que me hagas el amor como jamás lo has hecho? Pudo abrirte las piernas…

 

— Te estás pasando Emma. — Murmuró furioso, ¿De dónde le venía toda aquella escena? Terminó de ponerse su ropa limpia y escuchó a Emma murmurar un montón de estupideces más. ¿A que venía todo ese mal ambiente? Había acudido para ayudarlo y las cosas se habían salido de control, casi confesaba aquel horroroso sentimiento que tenía, el miedo de que Emma se alejase, el no poder verlo de vez en cuando, cuando se le ocurriese e invitarlo sin ningún compromiso a algún bar para hablar de la cotidianidad del día. Él sí que amaba su empleo y las jornadas en su trabajo, no como aquel estúpido chiquillo que de buenas a primeras decidía que una casa embrujada era una buena inversión.

 

¿Qué estaba haciendo ahí?

 

Empujó a Emma para salir de la casa, no quería que las cosas se salieran de control, habían discutido muchas otras veces, pero jamás llegaban a aquel nivel. Dejó a su amigo hablando solo, salió hacia su camioneta y sin intenciones claras, subió y arrancó el auto, intentando de todas las formas alejarse del lugar. Mientras aumentaba la velocidad del vehículo, su corazón se aceleraba. La cabeza le estaba estallando.

 

Emma por otro lado, permaneció un largo tiempo parado en el marco del portón, tenía la mirada perdida y la sensación de dolor, mucho arrepentimiento, tenía en su mente la imagen clara del ceño fruncido de Ben, le miró partir, pero no fue capaz de decir nada correcto ¿Por qué se había ido tan furioso? ¿Qué había ocurrido? Con ambas manos sostuvo su cabeza.

 

— ¿Qué está pasando? — Todo le daba vueltas, empezaba un mareo como en otras ocasiones y todo se volvía oscuro, sentía unas manos guiándole hasta el sofá, unas manos frías que le empujaban y le hacían caer de espalda, algo bastante extraño que le hacía sentir un terror interior jamás sentido. — Detente… — Sintió como su camisa sucia era desabrochada, abrió los ojos, pero no podía percibir nada, todas las puertas del lugar se azotaban y los seguros se colocaban sin que Emma moviese algún centímetro de su cuerpo. — Detente. — Sintió un aliento frío en su pecho desnudo, unas garras que se deslizaban por debajo de su pelvis, que jalaban con fuerza de sus pantalones — ¡Que te detengas te digo!

 

Abrió los ojos y se levantó de golpe del sofá… sus prendas estaban perfectamente colocadas, no había rastro de ninguna intrusión, la puerta principal podía verla aún abierta, era de noche. Un escalofrío recorrió su cuerpo y se encogió en aquel sofá enterrando su rostro en sus rodillas flexionadas sin poder reprimir el llanto. No tenía idea de hacía cuantas veces había pasado por esos sueños. ¿Por qué le estaba ocurriendo aquello?

 

Su memoria fallaba, las palabras escapaban de su boca, las personas empezaban a alejarse de él y apenas la idea de abandonar aquel lugar pasaba por su mente, las pesadillas aumentaban. Tenía miedo, mucho miedo de lo que pasaba y no recordaba.

 

— ¿Este pueblucho es tan seguro como para dejar la puerta abierta? — Por la puerta abierta, se dejó ver un chico de estatura pequeña.  

 

— ¡Marco! — Emma levantó la mirada, limpió las lágrimas y sonrió olvidando al instante todos sus pensamientos pasados. — Vaya hombre, pero sí has tardado.

 

— Es que es todo un lío llegar a este sitio sin un mapa, creo que es este pueblo es una versión extraña del triángulo de las bermudas. — Hablaba de lo que sabía, él tan metido en esos temas. — Apenas cruzas el kilómetro 87, toda señal de los celulares se pierde ¿Cómo es que tú puedes mantenerte comunicado? — Marco vio a Emma encogerse de hombros y ponerse de pie para ayudarle a cargar con las alfombras. — ¿Ha pasado algo con Ben? Me dijo que trajera algo para qué cenáramos los tres aquí, pero al parecer peleó contigo. ¿Qué pasó?

 

— Nada ya sabes que Ben siempre quiere tener la razón. No fue nada grabe, supongo. No recuerdo ni qué pasó.

 

Tampoco era algo que importara mucho a Marco, lo que ocurría entre ellos dos, preguntaba por compromiso y sólo lo necesario, sentía en ocasiones bastante perdido a Emma, ahora que los exámenes habían pasado, podía darse el lujo de visitar aquella casona tan famosa entre el círculo de amigos y claro, ver también como seguía Emma con todos los arreglos.

 

El resto de la noche rápido, cenaron, acomodaron algunas cosas y a petición de Marco, ambos tuvieron que dormir juntos en una misma habitación. “Nada de cosas Homosexuales” había dicho Marco entre bromas.  

 

«Marco no parecía ser un peligro, así que se le permitió dormir tranquilo.»

 

.*.

 

Hicieron falta tres semanas más para dejar todo el lugar habitable, después, cuando Emma hubo acabado toda la remodelación, el lugar estaba irreconocible, incluso los vecinos del lugar miraban con buenos ojos aquel cambio, estaban bastante hartos de lo terrorífica que parecía la fachada antes de que el “chico guapo” llegase a aquel lugar a quitar el polvo y las telarañas.

 

Después de aquella discusión Ben no había regresado y Marco, imposibilitado para viajar por las clases había pedido un montón de disculpas por no poder ayudar a su amigo en los retoques finales, no importaba ya demasiado, para aquel momento Emma estaba irreconocible, como una sombra de lo que había sido, el cabello suelto le hacía parecer coqueto cuando le cubría el rostro y su nariz roja por el exceso hacía ver un poco tierno su rostro pálido.  

 

— Sólo falta el ático — Miró las escaleras extendidas y a pesar del crujir subió decidido, el miedo por aquel lugar había pasado poco a poco.

 

“No lo sabes, pero ya has estado aquí Emma”

 

Encendió una lámpara de emergencia para verificar la instalación de luz, pero no encontró un apagador por ningún lado, suponía que hasta aquel lugar no había llegado el mantenimiento, ya hablaría con los eléctricos la siguiente semana.

 

— Vaya, que desperdicio. — El lugar, de no ser por un inmenso ropero, estaba completamente vacío y lleno de polvo, aquel no le parecía para nada un lugar agradable, pensó que sería mejor hacer algunas modificaciones para cerrarlo completamente. No valía la pena del gasto para el mantenimiento. Caminó decidido para ver si algo en aquel ropero valdría la pena. — Maldición… está cerrada.

 

«No lo sabes, pero ya has estado aquí Emma»

 

  — Ahí no Emma, ese es un tesoro sólo mío.

 

— ¿Eh? — Giró su cuerpo al escuchar la voz tenebrosa a su espalda y la luz de la lámpara le dejó ver a un ser inmenso cuerpo, era enorme, dañado, herido, había rastros de sangre por su rostro desgarrado, podía verlo, los ojos de Emma se abrieron desmesuradamente y en su intento por huir terminó cayendo al suelo y aquel monstruo sobre él.

 

— Por fin has venido por mí. — Eran enormes colmillos los que salían de sus labios, sus ojos brillaban, todo le daba vueltas, un mareo, un dolor en su cuerpo cuando sintió aquella bestia subir sobre su cuerpo y sujetarle de los brazos.

 

— ¡Déjame! ¡Déjame! — Gritó completamente asustado. Emma mostró aquel miedo que tanto le apenaba.

 

— No, ahora eres mío…— Se acercó a Emma mostrando sus colmillos, la lámpara explotó, los vidrios se esparcieron por todos lados y aquel monstruo terminó mordiendo con fuerza del cuello de Emma, silenciando todo lo que pudiese ser considerado como un grito.

 

 

(º·. ¸ (¨*·. ¸ ¸. ·*¨) ¸. ·º)
«. ·°·~*~ Tu libertad, contra la mía ~*~·°·. »
(¸. ·º (¸. ·¨* *¨·. ¸) º·. ¸)

 

 

|¤°.¸¸. ·'¯'» Doki Amare Peccavi «'¯'·. ¸¸. °¤|

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).