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The Secret por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

 

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowling.

Hago uso de sus personajes para una historia sin fines le lucro.

 

Notas del capitulo:

 

Martes 13, Diciembre 2022.

 

 

 

  The Secret      

 

 

Era una hermosa historia de amor, en un mundo de magia, un chico luchó por obtener una cita con la chica que le gustaba, le llevó cinco años lograr madurar lo suficiente como para reconocer que las bromas pesadas nunca harían que la chica le prestara atención especial; por jugarretas del destino, en su último año escolar el chico se vio en una relación romántica con aquella bonita chica de carácter fogoso, ese chico aceptaba los comentarios bromistas de sus amigos más cercanos y trataba con diplomacia a sus otros conocidos.   

La chica venía de una familia donde la Magia no era común, venía de un mundo donde la Magia no existía más que el películas u obras escritas, sin embargo la chica era brillante, fue reconocida en el colegio por todos sus profesores y compañeros, se vio luchando demasiado en una sociedad que no conocía y solía ser condescendiente de magos y brujas como ella (sin un árbol genealógico enorme) pero, poco a poco, fue encontrando su lugar y también se encariñó con la ilusión de un amor como el que le ofrecía el chico que siempre se cruzaba en su camino desde hacía años. Aceptó. Estuvieron juntos, se conocieron, se casarían tras graduarse del colegio puesto que ya serían mayores de edad.  

Era un cuento de hadas.   

Era una obra maestra de algún escritor en extremo romántico.   

Era demasiado bueno para ser verdad.  

Tras la graduación los chicos regresaron con sus familias, pasó una semana para volver a verse, se suponía empezarían a planear la boda y presentar a sus padres. Ella tenía una noticia maravillosa, moría por compartirla con su pareja. Las palabras quedaron atoradas en su garganta al escuchar al chico decir que ya no la amaba... debían romper su relación... debían buscar la felicidad en otro lugar, con otras personas.   

Hubo una gran pelea. La chica no se quedó callada, aguantó su llanto mas no sus palabras, el chico se defendió y admitió dejar de sentir lo que sentía por ella cuando pasaron la noche juntos... dijo que ya no era lo mismo... dijo que estando fuera del colegio podía ver otro rumbo que su vida podía tomar, no se deseaba casarse tan joven. Ella lo hechizó y se marchó. Así terminó esa hermosa historia de amor.    

 

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Aquí tenemos la historia de Aster Harrison Evans, hijo de Lily Evans, residentes de la comunidad mágica Mount Wellington en Nueva Zelanda. El pequeño Aster siempre mostró su gusto por ayudar a las otras personas, no importaba si fueran magos, brujas, no-mags, o criaturas mágicas; Lily mostraba gran apoyo por lo que su hijo mostrara aptitud y felicidad, tras tener una platica minuciosa sobre el futuro del pequeño Aster, Lily buscó la manera que su hijo aprendiera lo más pronto que pudiera; así, mientras otros veían presión en el pequeño Aster cunado le miraban con grandes libros de teoría médica en varias áreas los Evans tan solo veían otro escalón hacia la meta; Aster convertido en Sanador.  

Gracias a la dedicación de Aster y a los recursos de Lily, un Sanador local aceptó a Aster como aprendiz desde los catorce ya que pasó cada prueba, mostró entendimiento de la magia usada para curar a otra persona, mostró empatía por todo aquél que ayudaba y añadía prácticas de los no-mags que lograban buenos resultados en los magos y brujas. Era cierto que el concepto de Aprendiz no era ya muy usado, sin embargo, tampoco era desconocido. Aster era muy estudioso y también trataba que su madre buscara a alguien con quién pudiera amar incondicionalmente, el joven Aster estaba enamorado de la idea del amor y todo lo que podía lograr el ser humano con ese sentimiento; Lily sonreía ante el candor de su hijo por lo que nunca trató de persuadirlo sobre una visión más realista de lo que se llama amor. Después de todo, el amor a su hijo la sacó adelante cuando creyó todo perdido.  

El joven Aster trató de concretar citas con alguno hombre que él creía eran lo adecuados para estar con su madre, Lily aceptaba con expresión resignada de la faceta de cupido que su hijo había tomado con más ahínco, incluso llegó a concretar una cita con su Maestro y para su sorpresa, Lily lo ha estado frecuentando. Aster estaba muy feliz. A sus diecisiete, Lily y su maestro hablaron con él, su Maestro había recibido una carta de Reino Unido, le invitaban a trabajar en el Hospital Mágico San Mungo's como director general... tras hablar mucho, tras algunas peleas con Lily por su reticencia de vivir en Londres, llegaron a un acuerdo: Aster viajaría con su Maestro, seguiría su Aprendizaje y al término del tiempo obligatorio volvería a Nueva Zelanda. Lily jamás pisaría suelo británico, Aster estaba con el corazón roto al saber que su Maestro y su madre dejarían de verse.   

Con el corazón pesado, Aster llegó al número 20 de la calle Old Palace, en Richmond, Londres, con la red flu no habría problema el ir y venir del hospital, además muy cerca del departamento estaba un restaurant no-mag que tenían la mejor comida y bebidas, había música en vivo y Aster se veía ahí algunas tardes que sus tareas fueran tan solo lecturas o tal vez ensayos. Por un tiempo estuvo emocionado recorriendo las calles del lugar que vio nacer y crecer a su madre, imaginaba el cómo sería su vida si ahí hubiera crecido él.   

Luego, después de pasar tiempo en el hospital haciendo sus prácticas o siguiendo a su Maestro se dio cuenta de lo diferente que eran los Magos y Brujas a lo que él conocía; eran despectivos con las creaturas mágicas, eran arrogantes aquellos que tenían Sangre Pura, y su gobernante era aún más insoportable al ser un descendiente de alguien tan importante como lo fue Salazar Slytherin. Y eso que tan solo llegó a verlo a lo lejos, llegó a escuchar de él en la sala de descanso de los trabajadores y en la fila del banco que aunque corta siempre había alguien hablando de las últimas noticias del mundo mágico, por ende, terminaba enterándose de ciertas personas que fueron despedidas del Ministerio por no tener un árbol genealógico más allá de cinco generaciones, se enteró de un grupo de Magos que buscaban emerger la tecnología de los no-mag con la magia a los que les negaron los fondos de investigación, se enteró de un encargado de un negocio al que le dieron un ultimátum acerca del recibimiento de nacidos no-mag y la falta de supervisión a la entrada del Callejón Diagon.  

Y sí, en cada uno de esos casos siempre salía a relucir el nombre del Ministro de Magia, Marvolo Gaunt o Lord Slytherin como muchos se refieren a él. Lo que no dejaba una buena impresión. No deseaba conocerlo. Tan solo esperaba terminar con su fase como Aprendiz para regresar a Mount Willington, ser parte de una sociedad en lugar de seguir los mandatos de alguien con una visión extrema de cómo deben ser las cosas.  

Aster seguía en su creencia que todo el mundo es feliz, con el empujón correcto podrían ser felices aquellos que no lo eran en ese momento que los conoció, así que se propuso a hablarle de Nueva Zelanda y de las libertades que ahí había a aquellos que llegaba a escuchar pasaban por una mala racha. En el lapso de tres meses y una semana, varias familias y Magos y Brujas solteras emigraron al pedazo de cielo tan querido por Aster. Tras dos meses más, en el Ministerio notaron una baja considerable del ingreso de impuestos, pocos empleados para tareas básicas dentro y fuera del Ministerio, se hizo una investigación y claro que hallaron al culpable.  

Aster se encontraba en su restaurant favorito, bebía vino y leía un informe sobre el uso de la raíz de mandrágora u hojas cuando un hombre se sentó en el asiento frente a él. Al estar acostumbrado a observar lo que sucede a su alrededor, no tardó mucho como para alzar la mirada y conectar con un par de ojos grises. Era un hombre bien parecido, pelo a los hombros en ondas, rostro serio pero con líneas de expresión en las comisuras de la boca y ojos, era una persona que disfruta de la vida pero es serio cuando la situación lo amerita. Era un Auror. Se notaba por lo mucho que su atuendo destacaba de los demás en el bar, era muy retro y de colores que no combinaban, no que Aster fuera un experto en moda. Se presentó como el Auror Black, dijo que debía acompañarlo y que fuera tan amable de acompañarlo por las buenas, no querría armar un lío con... no le dejé terminar, me puse de pie y salí del restaurante dejando mi pago en la mesa con un mal sabor de boca. Esperaba que su madre jamás se enterara de tal descortesía o no importara que ya fuera mayor de edad, estaría castigado por un buen tiempo.  

El joven Aster envió un patronus a su Maestro, Auror o no, el hombre que seguía sus pasos trabajaba para el Ministro de Magia. Necesitaba que alguien tenga el lugar exacto de su locación. Aster era soñador, sí, pero tan solo en el tema del amor. Tan pronto como pudo el Auror "apareció" con Aster en el atrio del Ministerio. Fue llevado a un cubículo donde fue interrogado de una manera poco convencional: su pelo siempre atado en una coleta a la altura de su nuca fue cortada; lo empaparon con agua, aplicando luego un hechizo que le provocaba descargas eléctricas; el Auror y su compañero aumentaban la amenaza de usar la Maldición Cruciatus si es que no cooperaba, además de usar su pelo sin su consentimiento en una poción para comprobar su árbol genealógico y habilidades mágicas. Estaban seguros Aster era un nacido de muggles y por ende nadie reclamaría el interrogatorio.  

Aster no habló. Gritó, lloró y llamó a su madre en su mente... si algo aprendió de los rumores en todos lados es que al momento de hablar todos los cargos eran aceptados, inmediatamente se dictaba una sentencia y podría hasta llegar a desaparecer. Tan solo esperaba aguantar. Confiaba en que la ayuda llegaría.  

Tras casi cinco horas de la entrada de Aster al Ministerio, en el atrio se abrió La Red Flu internacional, una bruja con las insignias de diplomática de Nueva Zelanda era escoltada con seis Magos y Brujas; Lily Evans había llegado por su hijo.  

La diplomática ni siguiera preguntó por el Ministro, ni por el Jefe de Departamento de Aurores, ella seguía el rastreador que colocó en su hijo desde que era pequeño. No fue sino hasta las puertas de la sala de interrogaciones que varios cabezas de departamentos exigían saber el motivo de tan abrupta entrada. Hubo un enfrentamiento y aquellos pocos que lograron reconocer a la mujer de pelo rojo y ojos verdes decidieron retirarse e ir directamente con el Ministro. Aurores salieron y miraban a la pelirroja con aprensión, algunos fueron compañeros de la Bruja más brillante de si generación, también recordaron el carácter de dicha bruja. Ella pedía que le entregaran a su hijo. Los demás no entendían, nadie sabía que ella había estado embarazada, no hubo rastro alguno de ella tras el rompimiento con la estrella de Quidditch... quien es Auror, él y su mejor amigo, quienes estaban en un interrogatorio con un sospechoso.           

Tan rápido como les fue posible abrieron las puertas, buscaron el cubículo que estaba en uso, encontraron una escena común pero que es ese momento les heló la sangre; Aurores Potter y Black miraban atónitos un pergamino mientras que al centro del espacio estaba un joven en malas condiciones, su respiración era lo único que retumbaba en el lugar y luego todos sintieron el aire saturado de magia proveniente de Lily Evans. Hubo un caos. La pelirroja derribo a todo aquél que se interpusiera entre ella y el joven, su hijo. Destrozó la silla, acunó a su hijo, le dedicó una mirada que intentaba transmitir que ya todo iba a estar bien, el chico confió en ella y sucumbió a la inconsciencia.  

James Potter miraba a la mujer que un día amó, observó la calidez y amor en su mirada dedicada tan solo al chico que todavía temblaba por los hechizos usados... ese chico que con el pelo corto, y si se imaginaba unos lentes redondos en lugar de los rectangulares que usaba, si miraba bien sus facciones y sus labios, seguramente hasta su sonrisa, eran reflejos suyos... y le había causado daño... Lily le había ocultado su hijo... Lily iba a matarlo.  

Los presentes vieron cómo uno de los Magos que acompañaban a Evans se acercaba y recitaba hechizos de sanación, sacaba pociones de su túnica y las vertía en la boca del chico, recordaron que en ningún momento esos acompañantes levantaron su barita ni hablaron, todo el desastre que había lo causó una sola persona, una madre en busca de su hijo.  

Se escucharon pasos cerca del cubículo, el Ministro había bajado personalmente a presenciar los actos nada diplomáticos de esa Bruja. Quedó impresionado por el desastre, por la casi reverencia con la que los más jóvenes miraban a la pelirroja y el temor bien oculto de los que probablemente sabían la identidad de tal Bruja. Hablaron de política, Artículos que protegían a ciudadanos extranjeros, Enviados de Confederación Internacional de Magos, Aurores de Nueva Zelanda categorizando los daños hacia un miembro de una familia diplomática; se acordó retirar los cargos que se le adjuntaban al joven Evans, todos los extranjeros siguieron a la pelirroja que salía del lugar, toda su atención estuvo siempre en su hijo, se dirigían a Sant Mungo's.  

El Ministro exigía una explicación de lo ocurrido a todos lo que quedaron con él en el Departamento de Aurores.         

 

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El mismo Maestro de Aster se encargó de atenderlo, Lily Evans miraba la puerta de la sala de urgencias con la esperanza que alguien tuviera noticias de su hijo. Su escolta seguía cerca, se dio cuenta cuando llegaron los Aurores Potter y Black, también reconoció la voz de Lupin y el titubeo de Pettigrew, además, a quien no pudieron negarle el paso fue al mismo Ministro; se puso de pie y hablaron. Sin rodeos. El Ministro quería que el joven Evans se hiciera responsable por sacar de Reino Unido a familias enteras y mentes brillantes, además de la influencia que estaba teniendo en alumnos de Howgarts. Lily aseguraba que los testimonios de la gente que emigró del país aseguraban vivir mejor lejos de su lugar de nacimiento, dejó en claro que a pesar que Nueva Zelanda no era una gran potencia mundial, la manera en que cuida a sus ciudadanos sí es algo digno de admirarse además de contar con el respaldo de la Confederación Internacional de Magos que estaban empezando a preocuparse por los asuntos internos de Gran Bretaña.  

Ambos seguían en su diálogo cuando una enfermera avisó a Lily que ya podía ver a su hijo, el Ministro la siguió, tenía curiosidad por el chico que podría causar una guerra.   

Lo vio recostado en la cama de hospital.  

No era más extraordinario que cualquier joven, se dijo, era parecido al Auror Potter, aunque se nota que la decisión de pelo corto no fue propia, se notaba cómodo en donde estaba a diferencia de cualquier ciudadano promedio que odia despertar en una cama de hospital; se le notaba en confianza con el Sanador y las enfermeras; lo único que compartía en ADN físico con la pelirroja eran el color de ojos... no era nada fuera de este mundo, se repitió, cómo alguien pudo usarlo de excusa para entrar a su país, invadir su edificio de gobierno y amenazar con la Confederación que cada gobierno respetable tenía un puesto.   

Por la cara que puso el chico al verlo, se notaba que tampoco era de su agrado, sonrió el Ministro, debía ganarse el "perdón" del chico para evitar que los miembros de la Confederación tomaran acciones contra su gobierno. Tenía un plan.         

 

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El joven Aster estaba teniendo problemas, los Aurores que lo torturaron lo buscaban constantemente, los resultados de aquellas horas a solas fueron inesperadas, su madre le explicó acerca de su huida a Nueva Zelanda, le habló de su padre y le dejó claro que si deseaba hacer contacto con él no lo tomaría personal, tampoco le importaría si lo que deseaba era no volver a verlo. Por primera vez dudaba de su enamoramiento sobre la idea del amor. Jamás cuestionó a su madre, tampoco le llamó la atención cuando él se la pasaba recitando las maravillas del amor como para reconocer que su madre evitaba hablar de su padre a propósito que aprendió a evitar el tema.   

A su casa también llegaban extraños regalos, notas con poemas, alguien lo estaba cortejando... con su corazón roto en cuanto a la ilusión del amor, decidió desconfiar, así descubrió que el Ministro enviaba esos regalos y poemas, lo más extraño era que los mensajes y regalos podrían ser tanto para su madre como para él; el Ministro planeaba enamorar a uno de ellos para que olvidaran lo sucedido y la Confederación no se involucrara. Era increíble de lo podía enterarse al hacer fila en el banco. Su corazón volvió a sufrir al experimentar el cómo existían personas que podrían llegar a usar algo tan hermoso como el amor, así, como una herramienta más.   

El Ministro castigó a aquellos que andaban esparciendo el "rumor" de su plan. Uno de sus allegados vio al joven Evans presenciando varias charlas sobre ese plan... contrario a darse por vencido, decidió volcar todo su esfuerzo hacia el joven. Sin experiencia. Dominado por las confusas emociones de la edad. Impulsivo, como todos los Potter. Temerario, como todos los Potter y su eterna residencia en Griffindor. Todo resultaría fácil.   

Hubo visitas hacia el trabajo de Aster. Hubo coincidencias de destino cuando el joven salía por el callejón mágico. Usó un hechizo en uno de los desagradables muggles que frecuenta el bar cerca de la residencia del joven Evans, uso ese pretexto para visitar tantas veces como le era posible el bar y entablar conversación con el joven. Platicaban de varias cosas, más que nada de pociones, el posible origen de magia en hijos de muggles, el cómo llamar a un nacido de una bruja de antiguas raíces mágicas y un sangre sucia, el ligero mayor poder y entendimiento de la magia de estos nacimientos; hablaron sobre el elitismo en el Ministerio y cómo el error de no aceptar magos con nueva sangre como decidieron llamarlos era lo que seguía deteniendo el avance de la sociedad mágica en comparación con otras comunidades mágicas. Era entretenido. Hablar con el joven Potter. Evans. Al parecer, el joven aún no decidía si darle una oportunidad a su padre o no, después de todo, siempre sería visto como un bastardo en la comunidad Inglesa. Los planes de volver a Nueva Zelanda, no han cambiado, lo que sí cambió fue la reacción del Ministro cada que Aster mencionaba sus planes futuros.    

 

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El joven Aster decidió aceptar una solicitud del Auror Potter a cenar, en un lugar en el callejón Diagon, donde pudiera sentirse seguro y al solicitar ayuda nadie podría negarse (su madre y maestro estarían cerca). Hablaron, fue incómodo el ambiente, la comida no tenía sabor y la bebida era muy fuerte, el Auror Potter se enteró de su segundo nombre y sonrió al recordar que a su primogénito le llamaría Harry, en su mente, así se referiría a Aster Evans. Hubo una ligera discusión por el nombre, Aster defendió a su madre cuando el Auror Potter la culpó por haberle arrebatado la opción de ser padre. Aster tajó la discusión diciendo que si de verdad se veía como padre recién graduado de Hogwarts. Además esa conversación debería tenerla con su madre, a quien no le recriminaba nada a pesar del shock de saber a su padre vivo, trabajando para un tirano y haciendo el trabajo sucio como torturar a la gente para que acepten cargos descabellados.  

No fue una buena cena. Hubo un par de lágrimas, no hubo perdón ni fecha próxima para una segunda reunión.  

 

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El joven Aster creía no ser como los demás adolescentes, recién adultos de acuerdo a las leyes de la sociedad mágica... nunca fue rebelde, se concentraba más en sus estudios, idealizaba el amor, pensaba que los problemas de sus compañeros podrían solucionarse fácilmente su tan solo usaran la razón en lugar de ser impulsivos. Ahora, dedicaba un pensamiento a aquellos que lograron superar sus problemas sin tanto daño colateral.  

El Ministro... era muy atento, sabe que ha hecho cosas ilegales para seguir con ese plan de enamorarlo para evitar a la Confederación, sabe que el tiempo que pasan juntos no es más que un paso más del plan principal, sabe que el único propósito del Ministro es asegurar su dominio sobre las islas británicas... aún así... aún así Aster ha llegado a atesorar esas charlas, esos paseos "improvisados", esos mensajes donde el Ministro le da la razón o le restriega en la cara de acuerdo a los puntos de vista que adoptaron en la conversación anterior... a pesar de la razón, al fin descubrió lo que tantos poetas proclamaban sobre ese sentimiento que florece sin pedir permiso, sin hacer caso a la cabeza fría... estuvo considerando el rendirse y aceptar al Ministro.  

Ese era la nueva decisión. Iba a decirlo en la cena. En un lugar privado, con un ambiente claramente romántico, iba a beber de su copa cuando se dio cuenta de la poción escondida en vino; su vino favorito tenía oculta una poción que permitía a un mago engendrar con ayuda de la magia propia y la de la pareja elegida. Tragó en seco. Recordó que el mago frente a él era alguien frío y calculador, un ser sin escrúpulos que haría de todo para lograr su cometido... usar un sentimiento tan frágil como el amor como una erramienta... usar pociones para lograr su objetivo... usar una vida inocente como un bebé para asegurarse, verdaderamente, inequívocamente, el alcanzar ese objetivo.  

Dejó la copa en la mesa. Le dijo que juraba hablar con su madre, con el gobierno de Nueva Zelanda y con la Confederación para que no intervinieran en los asuntos de Gran Bretaña, a cambio de no volver a contactarle más: no más mensajes, no más accidentadas coincidencias por las calles, no más visitas al bar, ni siquiera dirigirle la palabra. Se puso de pie y se apareció en su casa a llorar al fin los pedazos de su corazón roto.   Lo que le daba fuerza a seguir el nuevo día, era el pensamiento que faltaban dos meses para el término de su periodo de aprendizaje... pronto regresaría a Mount Willington.    

 

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El Ministro estaba furioso, una manera de esconder su confusión calro está, furioso con todo el mundo y casi mata al responsable al escucharle hablar en una fila hacia su oficina; uno de sus allegados pensó ayudar a su Lord al ordenar a su elfo doméstico a vertir pociones en la comida y bebida del extranjero bastardo, una de fertilidad en la bebida, una de afrodisiaco en la sopa... el Ministro entendía la traición en el rostro del joven Evans. Un maldito malentendido le... ¿arruinó el plan? ¿será que debido al tiempo invertido el joven Evans haya caído en su trampa y sontiera algo parecido al amor? ¿por él?  

Algo no andaba bien. Debía sentirse victorioso, había logrado su cometido de, alguna manera, asegurarse que la Confederación no interviniera en su dominio. Evitaba pensar una vez más en el rostro desencajado de Aster cuando dejó la copa en la mesa. Jamás se imaginó tener una referencia clara a la frase "un corazón roto".   

Entre negaciones de su parte, entre los preparativos para Samhain, se fue un mes sin ver al joven Evans. Incluso el Auror Potter ya habla en el Departamento de Aurores de cómo ha logrado entabalr una relación cordial con su hijo, habló de ofrecerle su apellido, habló de haber recibido varios hechizos de parte de la bruja pelirroja cuando dijo que debían casarse para que ambos, madre e hijo, se quedaran en "casa".  

Pronto el joven Aster Evans terminaría con su Aprendizaje, sería un Sanador, el más joven en la historia.   

Se iría a aquella tierra al fin del mundo.  

Jamás volvería a verlo ni de lejos.  

Si el Ministro fuera alguien más, si no fuera un heredero del gran Salazar Slytherin, tal vez iría al encientro del joven Aster, le aclararía el malentendido, incluso de hablaría de cómo no recurrió a asesinato del culpable... le pediría su mano... se casarían lo más pronto posible... hablarían de expandir su familia... tendrían un final digno de un cuento de hadas.  

Eso no pasará.  

Su vida no era un cuento de hadas, su papel sería el del malo de la historia, además conocía a Aster lo suficiente como para saber que el joven aprecia su vocación así que no la abandonaría así nada más. Sabe que Aster ama aquel rincón en el fin del mundo por lo que volverá a Nueva Zelanda. Sabe también, que Aster no perdonará tan fácil el haberle roto el corazón y su cariño por el concepto del "amor".    

 

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El Sanador Aster Evans, a sus veinticinco años de edad, era uno de los mejores Sanadores de Oceanía, era consultor en Asia y Sudamérica, era eficiente, conectaba con sus pacientes de una manera empática que muchos desearían, se especializaba en enfermedades inusuales y en urgencias cuando estaba en el hospital Mercy Parklands donde había una sala para enfermedades y pacientes del mundo mágico. Amaba esta armonía entre no-mags y magos y brujas, incluso en el Michels Avenue Reserve que se encontraba "a espaldas" del hospital había varias criaturas mágicas... Aster estaba pensando en estudiar como Zoologista también.   

Su madre era Presidenta de Magia de Nueva Zelanda, su padre vino a seguirlos hace seis años que ambos volvieron a su pedazo de cielo. No se casaron, son amigos, Aster soporta el que llamen Harry cuando le quieren llamar la atención por sus comentarios sobre nuevos colegas que podrían ser del gusto de su madre. No son la familia perfecta, pero ninguna familia lo es, además, esta tarde su padre echaría en marcha otro de sus planes de hacer que su amiga pelirroja lo viera con otros ojos. Al salir de su turno del hospital, decidió hacer tiempo antes de volver a casa, quizá esta vez no le toque limpiar el desastre que dejan los tornados de furia de Lily Evans.  

En uno de sus paseos por la Reserva, sentado en una banca mirando el atardecer... un mago se acercó a su lugar y tomó asiento en el otro extremo de la banca.  

Salieron las estrellas y el otro mago habló, le ofreció ir al Open Table en la otra calle por un café, después de todo, hacía seis años que no se veían.  

Aster aceptó, tenía curiosidad de la razón por la que el Ministro de Magia de Gran Bretaña estaba en Nueva Zelanda... sería demasiado surreal que él fuera la razón ¿cierto?  

Ahora sí, empezaba la historia de amor de Aster Harrison Evans.                                

 

 

 

 

Fin.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer.


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