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Una falsa historia de Amor por Mascayeta

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Severus tan pronto dejó a los Malfoy en Noruega, se apareció en Hogwarts, tenía el tiempo exacto para alistar lo que se necesitaría en el ritual de agradecimiento al dios nórdico y para los dolores que seguramente aquejarían a Draco tras la transformación.


No sólo era la madurez del segundo género del cachorro, era también su primera vez cambiando a su forma de lobo, y luego pasaría a su primer celo, uno que sin importar si era Alpha, Omega o Beta, lo mantendrían en cama mínimo tres días.


Revisó las pociones y los ingredientes que de seguro ya se habrían terminado y aquellos que Sloven Duytio, el chamán del Clan, le solicitó para la elaboración de elixires que necesitaban para nutrición o medicamento.


Cuando tuvo todo listo se sentó a redactar la misiva al encargado de las cuentas Malfoy, Narcissa lo más seguro es que intentaría sacar provecho de la ausencia de Lucius para alguna de las tretas que normalmente realizaba en apoyo de Remus o sus hermanas, ya que tanto Andrómeda como Bellatrix se veían imposibilitadas a utilizar los recursos de la familia Black o Lestrange, una por haber sido repudiada y la otra porque era fugitiva de la ley.


Metió el pergamino en un sobre y lo selló con el escudo de armas de la familia Prince, llamó a uno de los elfos de la mansión, y le dió indicaciones claras sobre el baúl y la carta, despachándolo para él poder ir al Gran Comedor donde seguramente estarían cenando.


Al abrir las grandes puertas el sonido de los talones de los zapatos chocando y el saludo marcial de los Slytherin, junto a varios estudiantes de otras casas, le embargó de orgullo.


Fue hermoso ver las capas descubriendo uno de los hombros y todas colocadas en el tono negro, dándole un saludo solemne que pocos comprenderían, ya que significaba respeto y solidaridad al Príncipe de Invierno, y se utilizaba cuando se encontraban en Guerra o enfermedad.


Severus respondió de igual manera, colocó su mano con la palma hacia abajo en la mitad del pecho, sonrió levemente agradeciendo a sus Slytherin y a los otros estudiantes entre los que sobresalían Seamus Finnegan, los hermanos Creevy de Gryffindor, Luna Lovegood y Sorgen Fawcett de Ravenclaw, y muy para su sorpresa, Teddy Lupin de Hufflepuff, Draco estaría feliz de ver qué, su supuesto primo, seguía guardándole cariño.


Cada uno de ellos habían sido bienvenidos a la mesa de las odiadas serpientes, y una vez les permitió descansar, se sentaron a departir como compañeros y amigos. Severus  continuó hasta la mesa principal seguro que podría salir rápido de allí, su máscara se caía a pedazos y su lobo luchaba por estar con Draco. Sin embargo, cómo era de esperar, Albus le tenía una sorpresa.


Al final del camino entre las mesas le esperaban Granger y los dos Weasley menores, deteniéndolo, preguntó Ronald por la salud de «Draco».


—Primero, él jamás le ha dado la confianza para llamarlo así señor Weasley —repuso enojado por el atrevimiento y la burla en el tono empleado por el pelirrojo—. Segundo, si lo que desea saber es si murió, tengo el disgusto de decirle que gracias a su amigo Potter, usted y sus compinches no irán a Azkaban que es donde deberían estar por intento de asesinato.


—¡No fue tan grave! —intervino Granger alzando el tono de voz, para terminar la frase entre dientes como si eso fuera a restarle importancia—. Sólo unos golpes por el atrevimiento que cometió con Ginny.


Severus exhaló cansado, reconocía que Hermione Granger era inteligente, pero se había pegado tanto a los libros y a la idea de cambiar las tradiciones del Mundo Mágico que consideraba retrógradas, que ignoraba que ellos eran una muestra viva de esa mitología que ignoraba, y a veces se limitaba a repetir lo contado por autores muggles o magos exiliados que terminaron odiando el legado de la magia, ojalá algún día saliera de la burbuja donde Dumbledore la metió.


Retomando su actitud de desagrado, Snape corrigió la oración dándole el mérito que se le debía.


—Golpes y un conjuro que pudo causar la muerte de un compañero, que no ha revelado su segundo género, y que es el sucesor en liderazgo del Clan de Invierno.


Severus pudo reconocer el asombró en los ojos de la castaña por unos momentos, lástima que el fuerte olor a hierba húmeda y carnauba que emanó Weasley, la regresaron a la posición inicial.


En vista de las circunstancias, Snape decidió hacer público el anuncio y la solicitud a Dumbledore sobre su ausencia de inmediato del colegio para acompañar al joven Malfoy en su tratamiento, los prefectos de Slytherin se levantaron para asumir la responsabilidad del grupo que volvería a casa en el receso de Navidad, y solicitaron ser asesorados por un miembro del profesorado para el total control del grupo.


Aprobada la moción, Severus salió sin dar más explicaciones. Su viaje a la zona de Aparición duró poco, ya que uno de los elfos de Hogwarts pidió su presencia ante el Director.


Malhumorado ingresó a la oficina donde le esperaban Albus, James y Harry Potter, hastiado, inventó una mentira creíble que no levantara sospechas.


—Le pido brevedad Director, debo hablar con Malfoy e ir con el Lord Oscuro con una razón sobre el género de Draco.


Dumbledore sonrió causando escalofríos a Snape, lo que sea que fuera a decir sólo significaba problemas.


—Sabemos de la misión de Draco, y con mucho pesar tengo que decir —señaló el anciano enseñándole un vial que Severus reconoció como un recuerdo—, que alguien delató tu posición como espía, así que dudo que Voldemort te permita ir donde Lucius.


El dolor en su brazo izquierdo confirmó lo dicho por Dumbledore, Severus apretó la mandíbula sabiendo que Albus tenía algo más para decir.


Una alternativa que significaba su salvación o muerte segura.


Veinte minutos después Severus ingresó al comedor de Malfoy Manor, el Lord lo esperaba con una sonrisa que dejaba ver los asquerosos colmillos reptilianos que ahora poseía, siempre que lo tenía al frente se preguntaba qué sucedió con el inteligente y hermoso caballero de cabello y ojos castaños que lo engatuso brindándole la oportunidad de vengarse de los Potter y de Dumbledore.


De eso no quedaba sino el recuerdo en los pocos seguidores iniciales quienes podían asegurar que, incluso, su inteligencia se perdió para dar paso a la locura y la obsesión que actualmente lo caracterizaban.


Avanzó hasta el lugar que le fue asignado en la gran mesa, a su lado izquierdo a unos pocos pasos detrás de él, eso significaba que estaba por encima de los demás mortífagos, pero también que al fallar su caída sería más dolorosa.


Lo curioso era ver qué Narcissa estaba en la mesa en el puesto de Lucius, lo que hizo para ganarlo debió ser muy valioso para el Lord o si no nunca hubiera desplazado al brazo económico de los mortífagos. Severus saludó con una genuflexión y fue detenido antes de que se levantara.


Voldemort lo instó a qué lo mirara. Los escudos de Oclumancia se levantaron por instinto dentro de su cabeza dirigiendo los ojos ónix a los rojos frente a él.


—¿Cómo te rompiste la nariz Severus? —la pregunta lo aturdió un poco, la risita inoportuna de Bellatrix burlándose de la apariencia que tenía lo ayudó a recomponerse.


—Mi padre a los doce me la rompió de un golpe, y cuando tuve la oportunidad de arreglarla, Potter terminó con otro de desviar el tabique.


—¿Por qué no la has reparado? —cuestionó de nuevo el Lord interesado en deslizar por el cuello de la túnica el dedo que antes estaba en la cara de Snape.


—Un recordatorio señor, uno de que no hay que confiar jamás en cierto tipo de personas.


Voldemort detuvo el recorrido y soltó un siseo, la serpiente que era su familiar subió por el cuerpo de Severus moviendo con interés la lengua que era su sensor. El azabache sabía que buscaba algo, pero debía mantener la calma si deseaba salir de allí con vida.


Nagini llegó a la base del cuello y se detuvo en este por unos segundos, Severus percibió como subía el pesado cuerpo para ubicarse sobre sus hombros y responder a su amo.


En su posición de rodillas apenas si veía a las personas en la mesa, Snape mantenía la postura erguida a pesar de la carga que llevaba, escuchando el soliloquio que el mago inició sobre el motivo de la reunión. Su expresión apática sólo se perturbó cuando regresó los ojos rojos sobre él.


—Nuestro anfitrión Lucius Malfoy huyó con su hijo, es nuestro objetivo.


La risa de Severus hizo que el Lord frunciera el ceño.


—¿Algo que quieras decirme Severus? —el interpelado lo confirmó, este hombre era demasiado parecido a Albus.


—Señor, Lucius está cumpliendo con su deber de líder del Clan de Invierno —la expresión de Voldemort se modificó volteando hacía Narcissa que parecía confundida bajo su máscara de tranquilidad—. No le avisó porque el señor Potter casi asesina hoy a su futuro consorte, el joven Draco.


El grito de indignación y sorpresa de Bellatrix sonó a gloria en los oídos de Snape, el Lord los despachó sin oír reclamos, menos a Narcissa que tembló al ser amenazada con la frase de última oportunidad y fallaste. Eso equivalía que su vida tenía el tiempo señalado.


Severus se irguió sacudiendo el poco polvo que pudo tener su levita, sabía que los elfos de la mansión debían estarse mordiendo las uñas por no poder atenderlo como era su función, pero si querían proteger a sus amos debieron aceptarlo.


—Dile a Lucius que Omega o no, la vida de Draco me pertenece.


El pocionista giró sin despedirse o hacer reverencia, pero si pudo escuchar la última frase del Lord.


«Y la tuya también, querido Omega».


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