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Una falsa historia de Amor por Mascayeta

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El equipo de Gryffindor celebraba la victoria ante su más fuerte competencia, los Slytherin. Por una vez más habían conseguido la snitch derrotándolos cuando el marcador parecía darles la victoria.


Harry que vio el partido desde las gradas se sentía satisfecho de haber cedido la capitanía a Ginny, la chica era buena jugadora, y deseaba que después de la guerra cumpliese el sueño de trabajar en un equipo profesional.


A través del sendero siguió a los jugadores que decidieron pasar de largo sin quitarse el uniforme, irían al Gran Comedor a entregar frente a todos la copa a la profesora McGonagall y luego de cenar, pasarían a la celebración a puerta cerrada en la Sala Común. A veces se preguntaba si la jefe de su casa conocía lo que hacían, o simplemente la tradición era tan vieja que se sentía incapaz de censurarla, ya que se consumía licor, se fumaba y varios olvidaban lo que significaba ser Alpha, Beta u Omega, ya que compartían algo más que besos en las habitaciones.


Harry se sintió feliz de no ser el centro de atención, y rogaba que la fiesta llegase rápido, necesitaba un descanso del trabajo de Navidad en la empresa familiar Potter Potions, de las visitas con Dumbledore a lugares donde se creía podían encontrar algún Horrocrux, y sobre todo, del trabajo escolar que debía entregar a pesar de estar más tiempo fuera que dentro del colegio.


Desde diciembre el único momento de descanso que tuvo fue la fiesta de año nuevo de los Malfoy, una a la que asistió con el fin de arreglar su situación con Draco, y de la cual no se quejaría ya que vio cómo vivían los llamados sangre pura.


Potter sonrió por lo vivido desde ese día con el Slytherin, logró hacer una tregua que poco a poco le permitió acercarse a Draco y compartir tiempo juntos. Tenía que admitir que fuera de su papel de Príncipe, el chico era bastante agradable, tenía un humor negro que le gustaba y no le importaba doblar las reglas cuando era necesario para conseguir sus objetivos. Además, le dio los argumentos para que convenciera a Dumbledore y le permitiera entrar a las clases de Demonología alegando que «era una herramienta fundamental para combatir las Artes Oscuras», de esta manera podían salir una vez por semana al Londres Mágico o escaparse al Muggle donde compartieron con Dudley y sus amigos.


Harry recordó lo ocurrido en la última escapada, no hubo clase y salieron a ver una película terminando la velada en un bar. Draco estaba algo mareado por los cócteles que comenzó a beber ya que lo confundieron con un Omega y comenzaron a llegarle de varios tipos en el sitio,  Harry se dio cuenta que el chico podía pasar perfectamente por uno debido al cuerpo que poseía, un plus en el instante que tuviese que intimar con él.


Pasadas las diez de la noche, con bastante dificultad Harry pudo llevarlo hasta el punto donde podían Aparecer, lo abrazó sintiendo un olor similar al champagne, que le dejó en la nariz la sensación de la efervescencia producida por las burbujas. Cuando el ojigris se rio por el mareo recostándose en su pecho, Harry aprovechó para buscar su boca y besarlo.


El sabor de Malfoy se resumía en una explosión del vino espumoso aromatizado con manzana y menta; empero, lo mejor fue que al separarse el chico acarició su mejilla diciéndole lo que esperaba: «Me gustas Potter».


Una semana había pasado desde entonces, Harry al día siguiente de ese evento se le declaró a Draco pidiendo una oportunidad para iniciar correctamente el cortejo. La sonrisa del platinado le convenció que había hecho lo correcto, por eso Harry se esmeró en tener todo listo para la noche previa al cumpleaños de Draco, es decir, en un mes. Lo llevaría a una cena en un restaurante francés, servirían su comida preferida y, al llegar al postre, le entregaría un anillo como primer regalo de los doce reglamentarios, y que culminaría con la ceremonia en la que Malfoy aceptaría portar su marca como Sumiso.


Estaba tan ensimismado que no se dio cuenta en qué momento llegó al Gran Comedor, esto causó que tropezara con Seamus que se volteó para ver quien lo había empujado. Justo en ese instante Ginny lo vio corriendo hacía él con la snitch en la mano.


—¡La atrapé, Harry!


—¡Esa es mi Omega!


La mala elección de palabras generó que los Gryffindor corearan por un beso, la pelirroja se sintió respaldada y sin dudarlo cruzó los brazos por el cuello de Harry chocando sus labios.


El azabache percibió el dulce aroma a jazmín y lavanda que lo enloqueció en su primer celo, y que ahora lo volvía a excitar debido a la cercanía de este.


Para los Gryffindor que los observaban y conocían de la atracción de Ginevra hacía el heredero Potter, con vítores alabaron al Alpha que gruñó gustoso al escucharla gemir, fue así como la cargó para que ella cruzara las piernas en su cintura y pudiese sentir la hombría que ya se despertaba por el roce sensual de la chica sobre esta.


Hasta ese instante Potter no reparó en sus acciones, mandaba el instinto y las ganas de follarse a la dispuesta Omega que jadeó cuando terminaron el beso. La sonrisa lasciva que le regaló el ojiverde a la Weasley se borró cuando llegó a sus oídos los aplausos solitarios de quien le felicitó por la manifestación de posesividad sobre la Traidora de la Sangre.


Harry soltó a Ginny apartándose un poco más brusco de lo deseado, se dio vuelta con la intención de reflejar confusión y arrepentimiento por lo ocurrido y justificarse con el periodo de celo, pero la fría mirada gris evitaron que hablara. En los ojos de Malfoy descubrió el dolor por las falsas promesas, uno que rápidamente se transformó en ira dándole un brillo metálico a los iris, que le produjeron temor.


—Eres un cerdo Potter, deberías recordar que este es un sitio donde hay niños —exclamó Draco señalando a los presentes en el Gran Comedor—. Guarda tu aroma de Alpha excitado para el cuarto de la Weasley, y enséñale un poco de decoro, sólo una Omega necesitada se pone a gemir ante otros.


Dicho eso, el Alpha vio al platinado dar media vuelta para dirigirse a la mesa de Slytherin, desafortunadamente Ronald no comprendió que esa actitud no era un agravio para los Gryffindor, sino la manera de reclamarle a él por su error.


—¡Pídele disculpas a mi hermana, malnacido! O ¿Acaso tienes celos de que Ginny si puede estar con Harry y tu no?


Theodore Nott y Blaise Zabini se ubicaron al lado de Draco que se detuvo apretando los puños mientras Pansy, Goyle y Crabbe alejaron a los que estaban alrededor. La risa de Ron por la acción retumbó en el comedor reflejando la satisfacción que le provocó haber dado en el blanco con el insulto. Harry quiso intervenir, pero Hermione ya estaba lanzando el primer hechizo con el claro fin de herir al Príncipe.


Nadie esperaba que la "Chica dorada" fallara, y menos que quien se interpusiera devolviendo el conjuro fuese uno de su misma casa.


—Deberías conocer tu lugar Granger, por acciones cómo ésta, es que dicen que los Sangre Sucia no debemos estar aquí.


—¡Largo Omega!, este problema no es tuyo —repuso Ron verificando con un gesto que Hermione estuviera bien ante el regreso del Desmaius que logró desviar hacia una de las estatuas—. Las zorras como tu son únicamente para la cama, así que no te metas.


—El que tu hermana se haya costado con Potter y aceptado una marca provisional que, por cierto, ya no existe —respondió Colin Creevy en lo que presentaba la mordedura profunda en su cuello y el anillo con el sello Nott que portaba en el dedo anular—, no nos mete a todos en la misma colada. Soy un defensor del Clan de Invierno así como ellos son protectores del mío.


Los murmullos se alzaron con rapidez, Harry se colocó frente a sus amigos para pedir que se detuvieran. Al ver la oportunidad, llamó la atención de quien necesitaba que lo escuchara.


—Tenemos que hablar Malfoy, lo que viste fue un error, yo no tengo nada con Ginevra —dijo Harry y empezó a caminar hasta donde el ojigris que lo miró con asco deteniendo cualquier intención de tocarlo.


La fría voz del platinado se elevó para todo el Comedor, Potter y varios de los presentes jurarían que la temperatura disminuyó, pero al notar que los que estaban cerca de Draco no se inmutaron, descartaron su impresión.


—En la fiesta de Año Nuevo mi familia y mi clan permitieron que esta escoria entrara sin ser invitados, permitiéndoles que dieran una disculpa hipócrita por querer asesinarme, pero hoy demostraron que tan solo esperaban el momento apropiado para cumplir su propósito —Draco sabía que poseía el poder y respaldo de quienes le eran leales, Harry volvió a sentir el olor a licor, pero esta vez era más acentuado el de menta, al punto que resultaba asfixiante, aunque no tanto como el oír decir su apellido con odio—. En cuanto a usted, señor Potter, ya estoy a paz y salvo al agradecerle su ayuda al profesor Snape evitando que la situación llegase a mayores, no obstante, le pido que no vuelva a acercarse a mi.


En un tono más de burla, Draco se aproximó a la Omega sin bajar la mirada y manifestó lo que para varios era la peor muestra de desprecio a la pequeña Weasley.


—Ve y revuélcate con TU Alpha, como bien pregonas ante todos, y después de calmar el celo, deja que te vuelva a llamar error, porque tú sólo le sirves para eso, para calmar las ganas.


Draco salió del Gran Comedor, Harry quiso seguirlo, pero fue detenido por Snape y McGonagall que procedieron a prohibir la celebración por el Quidditch, y descontar puntaje por la falta de decoro de Ginevra y Potter, por el ataque a traición de Granger y por el insulto a un Omega de Ronald, en total doscientos puntos se restaron del medidor dejando a Gryffindor en último lugar de la tabla.


—Por último, les recuerdo que si atentan una tercera vez en contra del señor Malfoy, en especial usted señorita Granger que ya es mayor de edad, su destino será Azkaban.


Mientras regresaban a la Torre, Harry ignoró las quejas de Ron y Hermione, el mal humor de Ginny y los lamentos de sus compañeros, a él nada le importaba, había metido la pata hasta el fondo, actuó como un imbécil y todo lo que pudo avanzar con Draco se fue al suelo por un momento de calentura. Sin más, cerró las cortinas para tratar de dormir. Mañana lo solucionaría, nada era imposible para el.


 


Lucius se alegró con la noticia, que Potter cometiera en menos de seis meses una infidelidad pública, le dio a entender que la Weasley sería una constante en sus vidas, Dumbledore no dejaría escapar la oportunidad de embarazarla para que llevase los supuestos herederos de la fortuna Malfoy y el estandarte del Clan de Invierno, pero sobre todo, para ver humillado a Draco, ya que —según el anciano— al ser un Alpha Sumiso se vería en la obligación de ceder su lugar como primer esposo a la Omega gestante y él se reduciría al rol de concubino haciendo lo que el Alpha determinase.


En su mente los peores escenarios que se dibujaron estaban protagonizados por ese niño Weasley, el chico odiaba a Draco desde que lo vio por primera vez, la burla que hizo cuando supo su nombre y la manera como lo llamó "mortífago" en más de un encuentro, era el presagio de lo peor.


La otra punta del cuarteto era Hermione Granger. La chica era difícil de analizar, su actitud parecía de resentimiento, y en otras simple ignorancia. Tal vez, si eran capaces de separarla de los otros y mostrarle el mundo mágico de forma diferente, sería un aliado para su cachorro.


Firmó los pergaminos que entregó al duende recomendándole que sólo se dieran a conocer en el instante que Draco asumiera como legítimo lord Malfoy.


El encargado de las cuentas no se encontraba cómodo con la decisión de su apoderado, pero comprendía que la guerra podía arrebatarles la vida en cualquier momento. A los documentos se anexó una carta en la que se hacía referencia que de morir la familia completa, es decir, Draco, Severus y Lucius Malfoy, el dinero se entregaría a Sloven Duytio quien sabría cómo utilizarlo de forma responsable.


El goblin cuestionó por Narcissa Malfoy, Lucius sacó una carpeta de cuero donde estaba reunida la evidencia de años de infidelidad con Remus Lupin, de que era la madre de Teddy Lupin y, sobre todo, de la forma como colaboró a Albus Dumbledore en varias de las triquiñuelas legales que llevaron a los Potter a la ruina, entre estas la última, la venta de acciones de la empresa que fueron adquiridas por el Clan bajo la identidad de una de las concesiones que poseían en el mundo muggle, y que serían devueltas a su legítimo dueño en cualquiera de las situaciones antes mencionadas.


La marca comenzó a arder avisando que era el momento de ir a ver al Lord, con eso se daba inició a la parte final de la segunda guerra mágica.


 


Harry revisó una vez más el mapa del Merodeador, esa noche Draco cumplía los diecisiete años, y se suponía que iban a celebrarlo juntos; sin embargo, el único contacto que tenían era en el Gran Comedor, el platinado había pedido ver cursos dobles de las diferentes asignaturas con el fin de presentar al final del año los ÉXTASIS para no regresar a Hogwarts.


Iluminó el pergamino siguiendo el recorrido del nombre de Malfoy, verlo salir del salón del aposento de Snape no le sorprendió, él era su padrino, sintió celos porque nunca pudo ser así con Sirius, y Remus siempre Lily lo mantuvo al margen por su relación con las hermanas Black.


De repente lo notó, de la Sala de Menesteres salía un segundo Malfoy para dirigirse a la Torre de Astronomía donde Albus acababa de llegar.


Nuevos nombres fueron presentándose en el mapa, cogió la capa de invisibilidad y salió rumbo al lugar, apenas estuvo en el corredor mandó un Patronus a Snape, si era verdad que no los podía traicionar, él sabría cómo poner a salvo a Malfoy llamar a los de la Orden. Corrió hasta el puente que comunicaba a las dos torres viendo a los mortífagos que subían las escaleras, el platinado no se veía por ningún lado.


Se ocultó en la parte de abajo de la plataforma que servía para ver el cielo estrellado, volvió a ver el mapa, Snape se encontraba en la puerta y Draco subía por las escaleras.


El pocionista le pidió guardar silencio, procurando moverse lo suficiente para que no sonaran los escalones, se dirigió a donde Albus mantenía una conversación con el otro Malfoy.


—Severus me alegra verte —dijo el anciano mago con voz cansada—, el joven Malfoy creo que nos ha engañado a todos.


—¡Viejo tonto! ¡Nunca ves más allá de tus amados Gryffindor! —gritó la persona que poco a poco tomaba su verdadera forma—. Quiero que me observes porque con tu muerte voy a convertir en realidad la maldita palabra que se  grabó en mi cara.


Un hechizo fue lanzado por la chica que Harry reconoció como Marietta, la amiga de Cho, con rapidez Snape lo desvió chocando contra una pared. La risa maniática de Bellatrix hizo que el profesor desviara su mirada y le diera a la Ravenclaw la oportunidad de volver a atacar tumbándolo.


Fueron unos segundos en que Harry alcanzó a tomar a Draco de la cintura y taparle la boca para que no gritara. Ocultándolo con la capa le aconsejó subir con sigilo.


—Usted no es una asesina señorita Edgecombe —susurró Dumbledore tratando de recuperar la varita de la que fue despojado con un Expelliermus por la cobriza—, yo voy a ayudarla, podemos protegerla.


—¿Cómo lo hizo con mi madre cuando Umbridge la mandó a Azkaban? Esto —dijo señalando su cara—, me costó el aislamiento en que viví desde el año pasado, la burla de los Gryffindor y la muerte de mi familia.


Harry se sorprendió, no tenía ni idea de lo que la chica sufrió por delatarlos. Empero, ese minuto de distracción hizo que Draco saliera de la capa y se colocara al lado de Snape que seguía aturdido por el hechizo, justo a tiempo para que Marietta utilizara el polvo peruano de la oscuridad.


Los diferentes hechizos volaban sin sentido, la orden de Albus a Harry para que se marchara fue ignorada por el joven que trataba de detectar el olor de Malfoy, cuando todo se despejó el platinado lanzaba un Depulso a Gibbon, que cayó golpeándose con la pared.


Al volver la vista al sitio donde dejó a Snape no lo encontró por ningún lado, la risa de Bellatrix se escuchó por la escalera haciendo que Draco corriera tras su tía. Harry logró despejar el camino librando los ataques de Amycus y Alecto Carrow. Cuando los alcanzaron en el límite de las protecciones, la mujer le explicó lo ocurrido, el objetivo nunca fue Dumbledore, era Severus, el Omega que portaría al hijo del señor Tenebroso si no quería morir.


Antes de desaparecer la bruja se aseguró de dejar un recuerdo, un hechizo no verbal que iba dirigido a Malfoy y que pudo detener con un Protego, mientras incendiaba la cabaña de Hagrid.


Al quedar solos, el sonido del llanto del ojigris inundó el lugar, Harry con cuidado abrazó a Draco que se aferró a él pidiendo que lo acompañara a la Mansión para salvar a Snape. Cuando logró calmarlo, sacó de la chaqueta un estuche que abrió con cuidado, cogió el anillo y lo colocó en el anular del cumpleañero, besando su frente.


—Te prometo que trataré de rescatarlo, pero dejó en claro que mi prioridad eres tú, y te protegeré de Voldemort.


—¿Crees que va a morir?


La pregunta quedó sin respuesta, de nuevo lo apretó contra sí, desafortunadamente, lo más posible es que ese fuera el destino de Severus Snape.


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