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Una falsa historia de Amor por Mascayeta

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James llegó al apartamento de Harry con un gran dolor de cabeza, sus recuerdos no coincidían, algo más había hecho el rubio cuando le aplicó el Obliviate, vio como Harry se despidió y fue a acostar a Ariel que ya estaba dormido en su hombro, en la habitación que le pertenecía. Era lógico que en ese instante el Salvador del Mundo Mágico quisiera a su pequeño al lado, casi lo pierde por la ambición de unos pocos, no comprendía el plan de secuestro, desaparición y muerte que la Ley de Herederos había desencadenado, lo cierto es que esperaba no tener que enfrentarse a otra escena como la que le contaron sus nietos.


James llevó su mano a la sien, cerró los ojos con fuerza y un destello apareció a Draco diciéndole que iba a ser abuelo, para luego susurrar el conjuro. Con dificultad de separar lo real de lo inventado, venían más recuerdos entre esos el de Severus en las mazmorras de la mansión Malfoy, Bellatrix lanzando un Avada a una cuna y el sanatorio norteamericano.


Se quitó las gafas dejándose caer en el sofá, la fragancia a Jazmin, flor de naranjo y fresas le hicieron acercarse a su Omega sin siquiera abrir los ojos, Teddy lo abrazó para susurrarle que era tiempo de deshacerlo, por la salud de él y la seguridad de la familia.


—¿Lo sabías? —cuestionó sabiendo que el rubio cenizo delante de él no le mentiría.


James acarició la mejilla del menor con una sonrisa, amaba su aspecto natural, uno que mantenía desde que tenía cuatro meses de embarazo debido a que el cachorro exigía cada vez más magia.


Teddy lo negó, repitió que Draco después del Crucio que Harry le hizo, fue al hospital y regresó diciendo que el niño había muerto 


—Aunque la noche de la fiesta en Hogwarts su olor era diferente, no quise aventurarme a preguntarle —Lupin aclaró que ese día la prioridad era que Malfoy descubriera la mentira en que Harry y Dumbledore lo envolvieron, todo para que se protegiera.


—Quiero que hables con él, necesito estar bien para poder protegerlos de ellos, a ti no quiero perderte más ahora que Lily alegra que no me presenté al Ministerio.


James tomó las manos del Omega y las besó, sus ojos se posaron en los miel de Teddy que comprendió la petición muda de su pareja


—Sé que no confías en Remus...


—Hay algo que nos oculta, puede que sea cierto que quiere protegerme, pero no nos ha dicho toda la verdad —el tono del Omega era autoritario, la determinación en su semblante no daba la posibilidad de dudar sobre lo que estaba pensando—. Únicamente te pido que no sueltes demasiada información, Draco es como mi hermano, por ende, Zmeya es mi sobrino, y no sólo tu nieto.


—Sabes que me excita cuando te muestras como Iku —Teddy liberó sus feromonas seduciendo al Alpha que gruñó gustoso.


James se levantó trayendo consigo al Omega que se restregó sin pudor contra su pareja en un beso desordenado como preámbulo de las horas de pasión que les esperaba, la tos de alguien a su espalda los separó con una risa ahogada de Teddy en el cuello del mayor.


—Pueden usar la habitación del fondo, es la de invitados, un poco pequeña, pero suficiente para descansar —explicó Harry señalando el corredor—. Les recomiendo descansar, los Prince y ese Alpha, nos querrán a primera hora allí.


Harry no se equivocó, a las cinco de la mañana un mensaje de Severus o Teski Prince, llegó al celular de James.


A las seis, el mayor de los Potter abrió la puerta al Omega que tan pronto estuvo adentro, lo desmayo.


 


Draco bebió la taza de café pensando en lo que acababa de hablar con su madre, Severus le dio el ultimátum de contarle todo o sencillamente él leería su mente. Aunque de la relación con Harry eran muy pocos los detalles que no le relató, con James la situación era distinta, ya que no le había comentado la intervención que hizo en la mente de Alpha cuando le solicitó el Obliviate, no deseaba que ellos le cuidarán, eso significaba tener a Harry alrededor de Zmeya y que ese niño Ariel se metiera en su familia. 


El chico parecía un Slytherin en todo los aspectos, le sorprendió la forma como narró lo ocurrido en el Kentucky Horse Park a los detectives, la posesividad con que protegió a Zmeya, y la frialdad con la que se refirió a Ginevra. En todo momento la máscara que ocultaba sus sentimientos no se destruyó, del niño asustado que abrazó a Potter tras casi ser asesinado, no hubo rastro hasta la llegada de Teddy.


¡Por Merlín! Casi le da un infarto cuando percibió el olor entremezclado de Edward y James, pero se alegró por su hermano, por más que debiera odiarlo, Lupin siempre ocupó ese lugar en su corazón y verlo al lado de Severus y Zmeya, deshizo cualquier resentimiento que pudo existir por los años que se separaron por culpa del Trío Dorado.


Vanko le abrazó por la espalda recostándole en su pecho, amaba sentirse así, protegido y valorado por ser él, no por su profesión, dinero o apellidos. Sin embargo, conocía tan bien a su Alpha, que el miedo por lo que podría pasar con la aparición de los Potter varió ligeramente su aroma, así que volteó para sostener la cara de Vanko y besarlo suavemente.


—Te amo, y que el destino me diera esta oportunidad de deshacer el vínculo que hace diez años rechacé, no la voy a desperdiciar.


—Debes hablar con Zmeya, merece conocer quién es su padre y hablar con él —Draco era consciente que la historia debía ser contada, lo único fue que la fecha se adelantó—. Al igual que yo, viste la unión entre nuestro cachorro y el de Potter, es necesario que sepa quién es su Salvador, porque así no quieras, es necesario que regreses a Londres, es tiempo de retomar tu lugar como Draco Lucius Malfoy Prince, y lo que conlleva.


El Sigma buscó mayor contacto con Makris, quería que lo marcará, que borrase cualquier recuerdo amargo de Potter, pero en ese instante significaría un insulto para el Alpha, quien lo alzó en un rápido movimiento obligándolo a sujetarse con sus piernas de la cadera y responder un beso lleno de fogosidad y deseo, una de las tantas muestras de cariño que le hacían perder sus sentidos y dejarse llevar por el instinto.


—En la ducha, llevó días extrañándote.


Draco pronto se vio aprisionado contra la pared de la poceta por el cuerpo desnudo de Vanko, las manos del Alpha se deslizaron por su piel logrando erizarla, el gemido ronco que soltó dentro de la boca del castaño obligó a este a hacerle sentir la erección que pronto estaría en su interior.


Haciendo acopio de su fuerza, el ojigris separó al Alpha para invertir las posiciones, con la sensualidad que mostraba sólo a su amante, se deslizó hasta colocarse de rodillas ante el falo del hombre que le ordenó apresurarse.


Comenzó lamiendo la corona para con lentitud pasar su lengua sobre la hendidura que rezumaba el presemen, la mano de Vanko apretó el cabello platino de Draco haciendo que este abriera la boca para meter en su boca el falo que comenzó a follárselo sin contemplación.


—¡Basta! Te quiero contra la pared ahora.


Draco se incorporó rozando su piel contra la de Vanko en un descarado coqueteo que generó un beso violento. Una de las manos del Alpha se dirigió a la entrada del Sigma alertándolo cuando el primer dedo se enterró hasta el fondo, la preparación rápida que le daban lo estaba haciendo jadear y moverse contra los invasores, la orden cambió, ahora estaba con las piernas en la cintura de Makris y este con lentitud metía su nada despreciable erección.


Pronto las estocadas se volvieron rudas, amaba la sensación de dominación del Alpha quería oler a él todo el día, expuso su cuello pidiendo entre jadeos que lo marcará, agradeció por no ser la primera vez que se lo pedía, pero sabía que la magia se lo impediría como siempre, haciendo que el Alpha sintiera algo similar a una descarga eléctrica.


Draco se vio alejado y colocado contra el frío y húmedo baldosín, percibió como Makris descendía por su espalda hasta ubicarse en la cadera donde el dolor causado por unos colmillos atravesando su piel lo hicieron explotar gimiendo por su Alpha.


Todo el cuerpo de Draco vibraba y el sexo con Vanko se sintió mejor que nunca, su sobreestimulada próstata le pedía un descanso, sus emociones y el ardor que tenía por toda la piel era demasiado. La voz ronca le dio un punto de quiebre a la excitación y pronto se vio liberando su esencia por segunda vez, mientras el Alpha lo hacía en su interior.


Con caricias lentas Vanko dejó que el nudo se deshiciera, su cuerpo comprendía que hoy no podían demorarse más, terminó de enjugar a su pareja y cuando recuperó sus sentidos, buscó los ojos de Draco para dejarle en claro sus sentimientos.


—Te amo príncipe, elijas lo que elijas, siempre estaré contigo.


El ojigris respondió el te amo con firmeza antes de caer dormido, algo que no hizo en las pocas horas de descanso que tuvieron por la conversación que sostuvo con Severus, quien sin dudarlo debía estar igual o más cansado por el intempestivo viaje.


Al salir de la alcoba Vanko pasó por la habitación del Omega, en el nido Zmeya dormía plácidamente, al menos sus dos amores se sentían seguros, los golpes en la puerta le provocaron una mueca, no permitiría que ese tipo los perturbada, activó dos hechizos protectores y se dirigió a recibir al recién llegado.


—Quiero hablar con Draco.


—¿Y quién te dice que él quiere hablar contigo?


—Soy su marido, por ley y magia, tengo todo el derecho de verlo.


—Te equivocas Potter, él dejó hace mucho de ser tu marido, si quieres puedes entrar, pero a conversar conmigo, su Alpha y compañero.


Harry quiso golpearlo para abrirse paso en la suite y buscar al rubio, sin embargo, el aroma de Draco mezclado con el de Vanko confirmaba lo dicho por el hombre, aceptando de mala gana, entró a la habitación.


—¿Por qué lo buscan?


—Por quién es y lo que significa, desaparecer la línea equivale poder. 


—¿Y tu? ¿Por qué lo necesitas?


—Porque lo amo, y pienso recuperarlo.


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