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Una falsa historia de Amor por Mascayeta

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Harry fue llevado al Wizengamot, una vez ante el Tribunal, se leyeron los crímenes que se le imputan.

El Jefe brujo se quitó los anteojos y con una ligera sonrisa trató de buscar una conciliación.

—¿Cómo se declara señor Potter?

—Según la señora Granger-Weasley soy culpable —dijo Potter alzando los hombros-, si hay una posibilidad de defensa en este juicio que se nota lo tenían preparado para otro, pues respondería por los cargos de los que se me acusa.

El mago afirmó con la cabeza, llamó a uno de los corredores para dictar una nota en la que citaba al Ministro, ya que debido a lo que significaba el señor Potter, no quería que el Wizengamot tomase la decisión.

Harry intervino solicitando que la prensa también estuviese, nada como un juicio abierto para el público que exige diversión.

El Jefe Brujo detuvo al joven, adjuntó una nueva nota y declaró a los presentes que a las seis de la tarde, se haría la reunión con los testigos que el fiscal y el abogado defensor determinaran. Por último, miró a Harry para confirmar si estaba satisfecho por los cambios, y recordarle debía mostrar pruebas contundentes de su inocencia para no acabar en Azkaban.

Potter agradeció la oportunidad de un juicio limpio, acompañado de los Aurores, fue sacado del lugar.

Tan pronto como salió el Elegido, los gritos y reclamos estallaron en el salón acusando a Dumbledore como el culpable de toda esa situación, la excesiva confianza que tenía en su asistente les estaba costando una fortuna.

—El mundo mágico inglés se cae a pedazos Albus -exclamó el jefe brujo—. Sí permitieron la Ley de Herederos en el CIM fue porque no podían seguir manteniendo nuestro país con préstamos que nunca íbamos a pagar.

Dumbledore los observó tratando de buscar las palabras exactas para evadir la responsabilidad, pero se hacía difícil cuando la realidad sobre la pésima situación económica era innegable.

Durante años los Sagrados Veintiocho unidos al Clan de Invierno como representantes del Consejo de Lobos, habían favorecido las inversiones del mundo mágico inglés tanto a nivel local como internacional, los ingresos por las empresas donde los trabajadores eran en su mayoría squib o hijos de muggles con magia que decidieron regresar a ese lugar, junto a los cientos de negocios donde tenían inversiones directas o indirectas, lograron evitar que las guerras mágicas afectarán significativamente la estabilidad monetaria del país; sin embargo, los problemas comenzaron el día que Draco Malfoy desapareció, y la posterior declaración del fallecimiento de Lucius, causaron un declive en la economía del mundo mágico.

El congelamiento de las fortunas Black y Malfoy, al igual que la de los Lestrange, generó un efecto dominó causando pánico en los otros inversionistas nacionales y extranjeros que en el transcurso de los cuatro años siguientes sacaron su capital provocando altos índices de desempleo, y por ende, aumento en la inflamación, la falta de productos para competir en los mercados por el cierre de fábricas y granjas, bajo poder adquisitivo y la quiebra de cientos de negocios pequeños.

La Ley de Herederos se mostró como la salvación, era la posibilidad de recuperar el capital que necesitaban para reinvertir, pero pronto se dieron cuenta que no sería tan fácil, ya que varias de las líneas mágicas se reportaban como desaparecidas o sin descendencia.

En seis meses lograron que los descendientes de las primeras familias encontradas accedieran a la prueba de los Gobblin, recuperando el linaje y las bóvedas, no obstante, estos pidieron el traslado de su dinero a otros lugares negándose a ayudar a un mundo que no les significaba nada porque su vida la habían hecho lejos de allí.

Lo que ocurrió después fue fortuito, y les dio la solución a sus problemas, no permitirían más fuga de capitales, y con ello comenzó lo que Ron Weasley denominó "la cacería", en los meses subsecuentes lograron recuperar varios galeones que fueron el punto de partida para reactivar la economía a través de préstamos para emprendedores, sin ser suficiente. Cuando explotó el escándalo con lo ocurrido en Egipto, la poca confianza obtenida de los miembros de la oposición se desvaneció y con esto empezaron las investigaciones, los Gobblin alertaron que entre más herederos de casas mágicas murieran, la magia se diluiría para finalmente desaparecer.

El Wizengamot estaba contra la espada y la pared, pedían un culpable y Albus Dumbledore sabía a quién darles, porque la vida era como un juego de ajedrez y en estos los peones casi siempre son los primeros en sacrificarse.

—Todos sabemos que Inari Prince no es Harry Potter —la voz susurrante de Dumbledore calmó la histeria de los presentes que, para poder escuchar lo que el líder de la luz decía, callaron progresivamente—. Miembros del Wizengamot, ¿Acaso no lo entienden?

Albus era experto en la manipulación, al tener la atención necesaria continuó con un tono más energético.

—Potter es un símbolo para el pueblo, el niño que nos trajo la paz ha regresado siendo un empresario reconocido en el mundo muggle...

La pausa permitió que los demás miembros se miraran tratando de comprender lo que al anciano se le hacía evidente, pero a ellos no. Un suspiro de resignación y la negación con la cabeza los hizo parecer tontos, exaltando a unos cuantos.

—El apellido Prince señores y el nombre tienen un significado oculto, uno que abre la puerta a las dos fortunas que hemos buscado para reactivar nuestro mundo.

Los murmullos crecieron al igual que el cuestionamiento por la cordura del anciano, nada que Dumbledore no pudiese manejar, hasta que una voz se impuso sobre el bullicio.

—¿Cómo pretendes que el señor Potter acepte colaborar? Hasta el momento tenemos a un ser resentido porque su supuesta mejor amiga llegó con una orden de captura acompañado de la zorra de su expareja, Ginevra Weasley, que lo drogó durante cinco años, se preñó y luego lo dejó abandonado con un niño.

—¡Exijo respeto! Además soy una Lady.

Ante la airada intervención de Ginny, quien había hablado soltó una carcajada.

—El respeto se gana, no se exije —el hombre salió de su lugar y se ubicó frente al grupo de magos—. Y repito la pregunta al honorable Albus Dumbledore, ¿Cómo piensas que Harry Potter va a ayudarte?

Ginevra se quedó mirando al hombre que mostró su rostro al echarse un poco hacia adelante, era igual al imbécil que los atendió en la oficina donde encontraron a Harry, sin embargo, ahora el azabache frente al Wizengamot parecía demasiado diferente.

Dumbledore se quitó los lentes y los limpió con cuidado, al colocarlos dirigió su mirada al joven que se presentó con sus feromonas.

—Heredero del Clan de Invierno ¿Supongo?, tenía entendido que era un Omega.

Ziegler sonrió, por el traje que portaba era difícil ver su tatuaje, así que bien podría divertirse un poco con la confusión.

—Veo que sus esbirros le contaron de nuestro encuentro, lástima que no diferencien entre castas.

El sarcasmo sacó una mueca en el interpelado que comenzó a responder el cuestionamiento inicial.

—Harry es un muchacho noble que reconoce la importancia de ayudar al otro, ama el anonimato —esta afirmación la hizo Dumbledore con la doble intención de crear la duda sobre la posible identidad de Potter como Inari Prince—, tenía un remordimiento por el error que cometió en contra de su esposo Draco Malfoy, que nos engañó diciendo que era un Alpha, así que no me extraña que esa empresa tan famosa sea una fachada para ofrecer su colaboración usando el apellido de un Omega que lo cuido en sus años en Hogwarts hasta que fue secuestrado y brutalmente asesinado en Malfoy Manor.

—Si es así —Ziegler dirigió su mirada al Jefe Brujo que acababa de intervenir, la codicia brillando en los ojos del mago fue suficiente para entender lo que harían—, Harry Potter es el heredero de la línea Prince, todos sabemos el amor que Severus Snape profesaba a Lily Evans.

Albus sonrió porque ya estaban en el camino que deseaba, las afirmaciones secundadas por la facción de la luz desdibujaron con rapidez la relación entre el pocionista y Lucius Malfoy, recalcando el abuso que ejerció el líder del Clan de Invierno sobre el hombre que representaba la fiel muestra del sacrificio por el ser amado.

El Jefe Brujo se hallaba feliz por el giro de los sucesos, Dumbledore nunca dejaba de sorprenderlo, golpeó el mallete para llamar al orden, una voz se oyó entre el ruido que motivó a los demás a seguir la iniciativa. Zeigler identificó al Lord que asentía con una sonrisa a Dumbledore, no le extrañó, la vieja rencilla entre las dos familias a pesar del tiempo no desaparecía.

Antes de la moción, la sección de la oposición, los representantes de las criaturas mágicas y la mitad de los neutrales votaron en contra rechazando lo expuesto por una corte corrupta, así mismo, con la vocería del representante del Clan de Invierno, proclamaron el llamado a juzgamiento por parte de los guardianes de la magia, si otro heredero desaparecía o era castigado injustamente.

 

 

Hermione Granger escuchó la campanada del reloj en el atrio del Ministerio, eran las cinco y media de la tarde.

Llevaba cuatro horas encerrada en una de las salas privadas para los miembros del Wizengamot, y que prácticamente estaba reservada para Albus Dumbledore. Este la tenía destinada a reuniones para proyectos, conversaciones previas a las reuniones o simplemente, para descansar un rato antes de una sesión o en medio de ellos.

Se levantó del sofá para dar una vuelta por el salón, no era muy grande, pero sí bastante cómodo, se encontraba cansada de aguardar por una razón, un elfo apareció con una taza de té y le transmitió que el Wizengamot seguía en reunión, de eso ya habían transcurrido dos horas.

Se acercó a la pequeña biblioteca que trató de ignorar evitando desordenar o encontrarse con una reprimenda de Albus por husmear entre sus cosas, sin embargo, el aburrimiento la estaba matando.

Pasó los ojos por el nombre de varios libros hasta llegar a uno que sacó con delicadeza, era una impresión burda, las hojas en papel periódico y la tapa blanda, incluso podría decir que mal encuadernado.

Recorrió con los dedos el título dejándose llevar por los recuerdos de la colección de textos que poseía oculta en la bóveda que sus padres le abrieron cuando recién ingresó al mundo mágico a los once años. Era su secreto mejor guardado y en donde se refugiaba cuando no podía aguantar el peso de las decisiones que la situación después de la guerra le generaba. Chasqueo reconociendo que lo único bueno de ser una heroína fue la posibilidad de estudiar Leyes Mágicas, el dinero que el Ministerio le dio por servicios al estado, le permitió hacer algo que sus padres no hubiesen podido costear. Año y medio después de presentar sus EXTASIS, logró el título y cometió el error de casarse con Ron.

Alguna vez lo amó, además que todos decían que era lo ideal, las voces de Lily, Molly y Albus repitiendo que ella debía cumplir con lo que el mundo mágico esperaba fue el aliciente para realizar lo que el día de hoy veía como una equivocación.

Observó de nuevo el libro en sus manos, los recuerdos de la manera como se hizo a la pequeña colección que poseía le hicieron recapacitar en la última de sus actuaciones.

Inicio séptimo año, Hogwarts.

Hermione miró el libro con ansias, era una hermosa impresión de una obra antigua y de gran valor porque hablaba de la relación entre el mundo muggle y el mágico. No obstante, el precio superaba por mucho el presupuesto con que contaba, y ahora, sin la ayuda económica de sus padres por su decisión de lanzarles un Obliviate, era imposible comprarlo. Además, debía pensar en el regalo de bodas de Bill y Fleur.

Fue a devolver la edición al estante cuando unos largos dedos blancos adornados por el anillo de Lord la tomaron, la profunda voz del Alpha le hizo estremecer, volteó encontrándose con los azules y fríos ojos de Lucius Malfoy.

A sus cuarenta y tantos años, el mago era un hombre atractivo, irradiaba poder, tanto que se sintió mareada trastabillando.

El patriarca la sostuvo con la mano que tenía desocupada desprendió un poco de su aroma para tranquilizarla, a Hermione la rodeó el sentimiento acogedor y familiar de la navidad, era el olor del invierno.

—Debe descansar señorita Granger —expresó el mayor devolviendo el libro al estante—. Y en cuanto a su lectura, los temas son mejor tratados por autores como Cúter y Jiménez, ambos retoman lo antiguo bajo el enfoque de la actualidad muggle.

La castaña lo miró con desconfianza, desconocía por completo a los mencionados, y eso hizo que viera más de lo evidente en la sugerencia malinterpretando las palabras. Se liberó del agarre para sacar su varita y apuntar al Lord.

—Conozco su pensamiento sobre los muggles, además, el Director nos explicó muy bien su afiliación con los mortifagos.

—Y usted le cree sin poner en duda lo que su mentor pregona -Granger asintió sin bajar la defensa. Lucius hizo la mueca que la castaña tantas veces vio en Draco-. Una lástima que su gaudium de veritate se encuentra embotada por la admiración irracional que siente por Dumbledore, ojalá en algún momento recupere su lucidez.

 

Hermione sacudió la cabeza espantando el recuerdo, justo a tiempo para ver la puerta abrirse dando la entrada a tres autores y a Albus. Sonrió esperando buenas noticias.

Dio un paso hacia su jefe, pero este la detuvo con un ademán que la dejó perpleja. El anciano pidió a la autoridad hacer lectura de lo decidido por el Wizengamot.

«En uso de las facultades extraordinarias de libre nombramiento y remoción de personal en casos de fraude o qué demuestran extralimitación de los deberes laborales, se informa a Hermione Jane Granger-Weasley, que queda despedida de su cargo como asistente del excelentísimo

Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, quien ejerce como Lord Gaunt, ordenando su salida inmediata del recinto y permitiendo que sólo en calidad de ciudadana del mundo mágico, asista al Ministerio de así requerirse.

Se le acusa de abuso de poder y calumnia ejercida en la persona de Harry James Potter Evans, futuro lord de las nobles y antiguas casas Malfoy y Black».

La Alpha firmó sin hacer preguntas el pergamino que le pasaban, los hilos blancos del contrato vinculante que tenía con Dumbledore se deshicieron.

Se retiró sin mirar atrás por la salida al mundo muggle, caminó sin importar el celular que repicaba en su cartera mencionando el nombre de quién quería comunicarse.

Acababa de echarla sin escuchar lo que sucedió. ¿Para qué deseaba hablar con ella?

En el punto más cercano de Aparición, Hermione destruyó el móvil antes de ir a su destino.

 

 

A la hora convenida Harry se encontró con dos noticias igual de desagradables, quedaría libre de cualquier cargo si pagaba los impuestos que su supuesta empresa debía por los años de funcionamiento, y la segunda, que Draco Malfoy fue declarado como culpable por los crímenes de su padre, en especial por el cometido en contra de Severus Snape Prince, dándole la responsabilidad de capturar al mortífago, lo que por conquista lo convertía en el heredero Malfoy, Black y Lestrange.

—Harry, mi muchacho, vamos a hablar.

El azabache asintió dejándose abrazar por su abuelastro.

 

 

En una casa oculta bajo Fidelio, un Omega detuvo su trabajo tan pronto sintió las barreras vibrar por el intempestivo intruso, que por la expresión en su rostro, pudo predecir que las cosas no salieron como esperaban.

Una simple frase fue suficiente para saber que el tiempo de anonimato había llegado a su fin. Dennis Creevy solicitó a uno de los elfos preparar la mesa para la cena, se dispuso a conversar con la recién llegada de lo ocurrido.

El frío que comenzó a llenar la habitación les avisó que el otro habitante de la casa había escuchado.

Ahí, un poco más delgado y con la misma actitud soberbia, Lucius Malfoy caminó hacia Hermione que lo saludó de acuerdo con su rango, ganando una sonrisa del platinado.

El tiempo de estar escondido había finalizado, no iba a permitir que su familia volviese a sufrir, y si debía aliarse con enemigos lo haría.

—Ya sabes que hacer, mañana la casa Malfoy regresa a la vida.


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