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Paso de cebra por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 3: El murmullo de los fantasmas.

 

Por un segundo, cuando piensas que has perdido a alguien el aire te abandona

 

Caes en profundo, a un lugar sin salida y no ves forma de escapar

 

El aire se escapa, la mente se nubla, lloras por dentro y suplicas.

 

Esperas ese pequeño milagro que te haga despertar y saber que…

 

…todo sigue como hasta ahora ha sido.

 

.*.

 

Después del trabajo, Damián fue a recogerle.

 

Lena apenas si había podido decir algo al ingresar al auto. Una sensación de pérdida, lo había sentido durante todo el día, el día anterior también. ¿Es que se había convertido en ese tipo de persona? Sabía las consecuencias de sus actos, le iría mucho peor si confesaba lo que había ocurrido el fin de semana, pero quedarse callado era como sentirse atrapado.

 

En ese tipo de situaciones, las rutinas parecen menos desafortunadas de lo que parecían días atrás.

 

Damián igual de indiferente, tal vez, Lena suspiró con pesadez antes de abrocharse el cinturón y encender la radio.

 

— Apágalo, me duele la cabeza. —

 

— Sí. — Estiró su cuerpo para apagar la música, quedaron en silencio, otra vez. En el trafico de noche. — ¿Olvidaste comprar la despensa? Llegué y no había nada de comer.

 

— No lo olvidé. Ayer… no pude hacerlo.

 

— ¿Y el sábado? — Lena soltó un suspiro, ni siquiera podía molestarse por aquellas palabras, aquella falta de dulzura la recibía como un castigo por lo que había hecho. Entendía todo eso, pero la experiencia propia siempre es mucho más complicada de analizar.

 

— Es que el sábado salí con Manuel y Tea.

 

— Estuvieron tomando. Te he dicho que ellos no me parecen las mejores personas, siempre están metiéndote en problemas.

 

— Damián, discúlpame. — Empezó a decir, preparando el terreno, en la decima avenida, cuatro carriles enormes de autos y el calor de la primavera enrojeciendo sus rostros. Lena tuvo que poner sus manos en sus piernas para intentar darse un poco de valor, respiraba agitado, pero intentaba disimularlo. Al contrario, el desinterés de Damián inundaba el auto, era seguro que estaba cansando de toda aquella rutina.

 

Tal vez ni siquiera le interesaba demasiado.

 

Como fuese, antes de hablar, Lena pensó en lo mucho que le dolería perderlo si no le perdonaba.

 

— El sábado me acosté con alguien. — Su voz insegura. Por fin Damián había centrado toda su atención en él.

 

— ¿De qué hablas? — Lena negó. Soltar una noticia como esa y luego quedarse callado era una estupidez, quería decir algo más, pero estaba mudo de miedo. Le aterraban las consecuencias y reclamos, pero Damián simplemente negó. — No puedo estar más decepcionado de ti porque hace tiempo que no esperaba nada.

 

Con sus ojos oscuros, miró por el retrovisor mientras encendía las intermitentes. En media avenida paró su auto, quitó los seguros automáticos de las puertas.

 

— Damián, por favor… hablemos. Hace tiempo que esto no está bien.

 

— No me interesa. Bájate.

 

— Escúchame por favor. Yo sé que me equivoqué, pero… estaba molesto, no es que me interesen otras personas, lo juro. Había tomado, no es excusa, no estoy diciendo que no sea mi responsabilidad, pero… por favor. No me dejes. — Para ese momento las manos le temblaban a Lena, con el ceño fruncido intentaba no cerrar los ojos porque las lágrimas habían empezado a escurrir de sus mejillas rojas.

 

— Bájate, ni siquiera tengo estomago para seguir viéndote. Bájate… — Tuvo que ser Damián quién desabrochara el cinturón de seguridad de Lena, quién abriera la puerta y le empujara con fuerza hacia el exterior. Hubiese sido más dramático arrojar al suelo su morral, pero no lo hizo así, esperó a que Lena lo tomara para cerrar la puerta del auto y regresar a la ruta de tráfico.

 

No era un ser digno de empatía, la gente en las calles miró la escena con morbo antes de empezar a dispersarse y Lena observó al frente, hasta que las luces intermitentes del versa en el que había viajado, se perdieron con otros autos.

 

Haber dicho la verdad había implicado esa posibilidad, pero había pensado que tal vez iba a tener que dar muchas más explicaciones y pedir disculpas, no tenía derecho a pensar ni siquiera si aquello había sido una salida fácil para Damián porque nadie lo había obligado a nada.

 

Estaba cansado de todo. A pasos lentos se dirigió hacia la estación del metro más cercana, buscó un lugar para sentarse en una de las jardineras, hasta que tuvo el animo suficiente para ponerse de pie otra vez. Podía contarle a alguien, pero estar solo era lo que necesitaba en ese mismo momento.

 

Un minuto, o una hora, o un día de silencio en honor a lo bonito que había tenido con Damián.

 

Llegó al departamento casi a media noche, en el último metro a casa.

 

Entró al departamento y escuchó el sonido del televisor encendido. Confundido intentó recordar si había visto el automóvil en el estacionamiento, pero no recordaba demasiado. Ingresó en busca de nada y encontró a Damián comiendo un emparedado y una taza de café.

 

— ¿Qué… haces aquí? — Preguntó sin creer lo que miraba.

 

— ¿Qué se supone que haga? No puedo dejarte mis cosas para que hagas “no sé qué” con ellas. Pero desde ahora te digo muy claro que no esperes tener ningún tipo de relación conmigo, me quedaré sólo unos días… unas semanas a lo mucho mientras consigo una mudanza y adapto un lugar para mudarme. Lena, no esperes ningún tipo de relación de mi parte. Lo nuestro se fue a la mierda, lo has mandado tú directo.

 

¿Era ese algún tipo de telenovela?

 

Una película romántica en el que tenía que reconquistar a su exnovio en diez días.

 

— Sí. No te preocupes. Sé que fue mi error. Dormiré en la sala.

 

— Creo que es lo mejor. — Damián se puso de pie, dejó su comida a medio comer y se acercó a Lena, una mirada suave muy llena de lástima. — Me estaba esforzando para cumplir nuestras metas. Es una lastima que tú vayas hacia otro lado.

 

¿Era así?

 

Lena bajó la mirada y sonrió. No lo veía desde esa perspectiva, pero no quiso discutir.

 

Había sido un tonto y extrovertido antes, pero… la seguridad de hablar y mantener su punto de vista nunca le hacia ir a un buen sitio. Prefirió asentir y observar a Damián alejarse por segunda vez aquella noche.

 

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«. ·°·~*~Lena perdió su valor'~*~·°·. »
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