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Castigo Divino por Mascayeta

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Tsumori daba vueltas frente a la habitación de Henmi sin saber qué decisión tomar. Desde que llegaron hacía quince días lo dejó al cuidado del ama de llaves de la casa, pero la terquedad del Nephrite lo tenía en un estado de desnutrición alarmante.

Cuando descendieron en la Reserva del Sur, él encerró a su pareja en la Villa que compraron cuando asumió como representante de la manada del Sur; no lo quería lejos y mucho menos al alcance de los Rebeldes. Yasushi luego se fue a la Casa de Gobierno y preparó el arribó de Hiroki y su madre, de igual manera siguió el plan echando a rodar la historia de que su esposo estaba gravemente herido por lo ocurrido en Belewe y posiblemente moriría.

Por alguna razón, los Omegas eran capaces de liberar al Alpha de su lazo y prever quien sería la nueva pareja de su destinado; así que fue muy fácil que el pueblo triste por la suerte del Nephrite lo acompañaron en su dolor, facilitando las cosas al darle la bienvenida al Caramel que lo remplazaría. Confiado en que Henmi estaba bien, continuó su trabajo ajeno de lo que su personal le ocultaba, tal vez la casualidad actuó a su favor y tuvo que regresar a la Villa para recoger unos documentos, al ingresar a la habitación que alguna vez compartieron, nunca pensó hallar al Omega en esa situación.

De inmediato tomó medidas que incluyeron el despido de los criados,y  se comunicó con la única persona que sabía no lo defraudaría y que podría recuperar la salud del ojimarrón. 

En la alcoba el médico auscultó a su paciente con sumo cuidado, el gesto de desagrado cuando vio el cuello de Henmi fue ocultado por el leve movimiento que hizo quien postrado en cama parecía estar dispuesto a dejarse morir. Como pudo el menor negó con la cabeza, Kazuma también lo había notado, la marca sangrante le quemaba, a su alrededor la carne se tornaba violácea y parecía extenderse en dirección a la espalda y los hombros.

Colocó la bolsa de suero con antibiótico y un sedante que evitaría que el joven se quitara la sonda. Al salir observó lo perturbado de Yasushi.

—Está muriendo, rompiste el lazo a pesar de ser tu destinado —Iokawa lo miró con rabia, conocía la historia de ellos y no consideraba que esa muerte fuera digna para el Omega.

El silencio de su amigo le provocó un dolor en el alma, cuando lo conoció junto con su secreto, se dedicó a estudiarlos, a aprender cada vez más de los descendientes de Licaón, y podía decir que era uno de los pocos humanos especializados en los hombres lobo.

—Esta noche me quedaré para saber tu decisión, la septicemia lo matará lentamente... con tu permiso o no, le quitaré ese sufrimiento.

Tsumori aceptó, el médico dio media vuelta para comunicarse con la clínica donde laboraba y avisar de su ausencia. En la medida que se alejaba Shio, el rubio entró a la habitación de su pareja. La respiración lenta de Henmi daba constancia de su estado, acarició su cabello notando el estado cadavérico en que se encontraba; aproximándose a su oído le susurró una promesa, el gemido del Omega le apartó para retomar su postura cínica, la leve sonrisa en la cara del pelinegro le demostró que su lobo estaba en vigilia y escuchó el mensaje.

Esa noche después de volver de la Reserva de Oriente, Tsumori pudo dormir en paz sosteniendo la mano de su esposo y amante.

Por su parte Hiroki trataba de abrir la puerta de la habitación donde estaba el único teléfono satelital que le permitiría notificar a sus amigos como estaba. El sonido de la chapa cediendo le alegró, debía ser cauteloso, aunque su objetivo era otro, la curiosidad le ganó y empezó a revisar los documentos sobre el escritorio.

Nada fuera de lo común, parecía una copia del despacho de Fuyuhiko en la época que él y Akihiko jugaban de niños. Abrió una de las gavetas encontrándose con una cajilla de seguridad, la cerradura electrónica pidió una clave, pensó unos minutos y tecleó su propio nombre, el pitido de equivocado fue acompañado de la advertencia de una segunda oportunidad. Tsumori era egocéntrico, así que probó escribiendo las letras del apellido del rubio, otro error y una última probabilidad, aunque lo dudó nada tenía que perder. Al introducir la vocal final, el color verde iluminó la pantalla en silencio.

Sacó los pergaminos extendiéndolos sobre la mesa, la historia de Licosura, las profecías, la procedencia de los guardianes y su función reposaban en una lengua antigua que, por su afición a la literatura y la educación que le proporcionó su madre, había aprendido a leer. Mentalmente agradeció por primera vez algo de lo que le obligó hacer su progenitora le sirviera, los pasos en el corredor le obligaron a apagar la lamparilla y guardar todo en su lugar. Escondido dentro del baño privado, vio a los Deltas revisar el lugar discutiendo sobre los ruidos que oyeron minutos atrás.

Uno de los lobos abrió la puerta de su guarida recorriendo con la linterna el lugar, cuando estaba por ver en la parte posterior del madero, el otro centinela le llamó, con resignación el hombre cerró sin darle más importancia. Pasaron veinte minutos antes de que Hiroki tomará fuerza para salir, dudaba de todo y perfectamente dos puertas pueden cerrarse para despistar a quien se cree está husmeando, fue al teléfono y marcó el número de Usagi, la voz del Alpha sonó tan aliviada cuando reconoció que su amigo estaba bien, el peliplata aceptó las indicaciones del Caramel sin interrumpirlo.

Se despidieron sabiendo del peligro de extender la conversación, al dejar el celular en su bolsillo, Akihiko se encaminó hacia donde su padre. Desde que habían regresado del Resguardo, la Confederación parecía un hervidero de chismes y conspiraciones, ya no se podía saber quién era aliado o enemigo.

Entre los Mayores se rotaban el poder, pero en el grupo actual solo Takatsuki y Fuyuhiko tenían hijos Alpha. Se había pensado en colocar a un Omega y romper con las tradiciones, pero Ryuuichirou se negó debido al trabajo en la Editorial que su madre le heredó; Ritsu ante la posibilidad de matrimonio declinó de inmediato, no amaba a An Kohinata y era la única opción posible para obtener la estabilidad de pareja que requería la Confederación por la promesa de que su linaje se mantendría con la descendencia de sus líderes.

Por tal motivo, la alianza entre Haruhiko y Risako daría persistencia al Oriente y evitaría cualquier enfrentamiento entre los clanes por el dominio. No obstante, cuando la Alpha perdió el cachorro y se supo que estaba embarazada de otro que no era su prometido, esto modificó los planes del Consejo y los tenía al borde de una rebelión. Eso y que los rumores sobre la emboscada, la desaparición de Hiroki y la posibilidad de que el Elegido hubiese llegado para convertir en una realidad la Profecía, generaban a partes iguales miedo y desazón por lo que pudiese pasar con los hijos de Licosura.

— Este año es importante porque los clanes pasamos el mando a nuestros herederos —pronunció Fuyuhiko al escuchar el plan orquestado por su hijo y Hiroki—. Si la batalla es Aíma, necesitas una pareja, espero elijas correctamente.

Akihiko sonrió, claro que lo haría, lo único era convencerlo de que no le quedaba otra opción por el bien de la Manada.


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