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Castigo Divino por Mascayeta

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Miyagi se paró frente al apartamento que le regaló a Risako para que pudiesen empezar su vida de casados. Ese mismo día la Alpha rompió el compromiso, y él le dijo que hiciera lo que quisiera con ese lugar.


No regresó allí en seis años, se dedicó a su trabajo y a viajar por las diferentes Reservas recogiendo información sobre los asesinatos sistemáticos que se estaban dando. Sin embargo, cuando la señora Takatsuki lo citó para pedirle localizar a la hembra, no pudo negarse.


Metió la llave en la cerradura abriendo con calma y haciendo el menor ruido posible. El calor propio de la fecha era atenuado por el aire acondicionado que ronroneaba en el fondo de la vivienda.


En la cocina los platos en el fregadero y el mercado en la nevera demostraron que su corazonada era correcta.


—Acompáñame a almorzar ya que estás aquí —pronunció Risako que lo veía desde la sala.


Aceptó la invitación con la condición de que hablarán de lo sucedido. La castaña asintió para comenzar a preparar los alimentos, con monosílabos contestó las preguntas del pelinegro, quien cansado de los efugios sacó el semanario de la Manada, en la portada estaba la fotografía de ella y el Alpha que era el padre del cachorro que semanas atrás perdió.


—Tus padres están preocupados por tu desaparición, ellos en compañía de Mino publicaron la fotografía —la loba se sorprendió por la información—. Él les comentó todo el mes antes de que fueras a la Reserva, esperaban que tuvieses la entereza para decirles del embarazo.


Risako observó la imagen, se secó las manos sentándose frente a su antiguo novio, cogió aire para narrar su versión de la historia desde el rompimiento de la promesa de matrimonio. 


Fue así como habló del día que conoció a Chinatsu en una reunión de Tecnologías y Energía, era la hija del dueño de la empresa más rentable del momento y con sucursales en las grandes capitales del mundo. Al morir la heredera Yoshino, la Alpha decidió vivir sin ataduras, lástima que los planes le cambiaron al conocer a Mino y compartir con su sobrino, ellos le brindaron un poco de la felicidad de vivir en una familia relativamente "funcional".


—Pude negarme al compromiso con Haruhiko, pero cuando colocaba las posibilidades en la balanza, un periodista de la editorial de Isaka y que cubría las noticias del Consejo de Mayores, nunca se compararía al heredero de quien lo lideraría.


Escucharla decir eso le comprobó a Miyagi que no se escondía para sobrellevar su dolor, sino para diseñar su estrategia y posicionarse nuevamente ante el señor Takatsuki y el Consejo, incluso juraría que buscaría la forma de reconquistar al hibrido Usami. De igual manera, confirmó que no se equivocó al dejarla partir y tampoco cuando se encontró con Mino y le recomendó alejarse y rehacer su vida. Agradeció la ayuda de Ryuuichirou con el traslado y el facilitarle los medios para que Kanade y su sobrino estuviesen bien lejos de Risako.


El pelinegro se acercó a las ollas para comprobar que la cocción de los alimentos, los cuales sirvió y comieron en silencio; al final de la tarde Yô se despidió no sin antes pedirle que se comunicará con sus padres.


—¿Me odias? —cuestionó la Alpha procurando convencer al mensajero de la tristeza y remordimiento que la embargaba, y liberando sus feromonas indicándole que estaba disponible. Las que detuvo al escuchar la respuesta.


—Nunca te he odiado —respondió Miyagi encendiendo un cigarrillo, al soltar el humo, la miró para terminar su frase—: Te desprecio. Detesto la capacidad que tienes para mentir y utilizar a las personas que pueden servirte por posición social como Chinatsu o poder como Haruhiko.


No hizo más comentarios, y tampoco espero respuesta, en la calle Miyagi juzgó que se había quitado un peso de encima al decir esas palabras. 


Caminó por las calles de Tokio rumbo al apartamento de Takano, recapacitando en lo vivido desde la llegada del Resguardo, el próximo viaje a Grecia para Aíma y el relevo de poderes, tan ensimismado estaba en sus pensamientos que no notó a la persona que se dirigía hacia él hablando descuidadamente por celular. El reflejo hizo que lo cogiera evitando la caída cuando chocaron.


El rostro Ritsu simuló sorpresa, tal como lo había preparado continuó con la supuesta conversación enfatizando el nombre de Nao, un subalterno de Miyagi, y con un poco de verguenza confirmandole que esa noche quizás complacería su deseo de estar juntos ya que su celo estaba por presentarse.


Fue lo último que pudo decir antes de que Yô le arrebatara el teléfono guardándolo en su saco y arrastrarlo al hotel más cercano; apenas si pudieron cerrar la puerta y Miyagi ya devoraba su boca. La chaqueta fue quitada con rapidez mientras Onodera trataba de seguir el ritmo al hombre que parecía no darle tregua para quejarse. De repente su rostro fue sostenido con rudeza, obligándolo a mirar los ojos tornasolados del Alpha.


Ricchan pensó en lo dicho por Kyo, solo los descendientes de Arcas mostraban ese color cuando llegaba su celo, la mezcla de Tabaco y Menta se acentuó generando que su Estro también se presentara.


—Eres mío, ¡dilo! —el Nephrite se sintió cohibido por el aura del lobo delante suyo, el calor lo invadió por completo y su Omega se mostró totalmente seductor frente al Alpha.


Los ojos aceituna pasaron a verde esmeralda en respuesta a la orden, lo que causó satisfacción el Miyagi, quien arrancó la camisa del castaño. Los colmillos del pelinegro se asomaron y en su mirada brillo la lujuria al notar en el cuello del Omega la gargantilla en cuero que su manada utilizada como señal de compromiso, pero lo mejor era ver su nombre en el broche.


—Mataré a Kyo por darte tantas pistas.


—Después de este regalo, ¿aún piensas en otro Omega?


La mano que apretó el miembro del Nephrite fue la respuesta, el fluido que salió de su esfínter sirvió como lubricante para mejorar la sensibilidad de la masturbación que Miyagi le ofrecía. Cuando percibió que las feromonas de ambos estaban entremezcladas, fue llevado a la cama.


Yô se desnudó bajo la atenta mirada de su pareja, luego se acercó y deslizó su lengua por el torso de Ritsu, apretando entre sus dientes uno de los rosados pezones, el joven emitió un quejido que fue tapado con sus manos por la vergüenza de expresar todo el goce que su sensei le producía.


—Creo que debo castigarte por no dejarme conocer tu placer —sostuvo con una mano las muñecas del castaño sobre la cabeza de este fijándolas contra el colchón—, desde que mostraste tu aura y luciste mis colores, tu cuerpo me pertenece, al colocarte ese collar uniste tu alma a la mía.


El Alpha volvió a morder la tetilla y repartió pequeños besos por los abdominales para engullir el goteante miembro que estaba tan necesitado de liberación como el suyo, sabía que ese regodeo podría no repetirse si la situación empeoraba en Aíma, por eso lo disfrutaría al máximo conteniéndose de no marcarlo, aunque su instinto lo pedía a gritos desde la noche de la cacería.


El delicioso gemido que emitió Ritsu cambio el rumbo de su caricia hacia la entrada que se comprimió ante el suave toque. Sin dudarlo más Miyagi se introdujo entre el culo del castaño disfrutando la calidez de la cavidad, su lobo gruñía satisfecho por la sumisión del que se movía debajo suyo.


Con la intención de Miyagi de disfrutar más la experiencia, soltó los brazos que de inmediato rodearon su cuello. Onodera aún no perdía por completo la conciencia por las feromonas del pelinegro y el celo, recordó la advertencia de Kyo: "no podía permitir que Miyagi probara su sangre y tampoco su semilla", pero muy por el contrario, él debía dejar el mayor número de marcas en el cuerpo del Alpha, indicándole que los Omegas en tiempos pasados lo hacían para demostrar el vínculo con sus parejas, y también para protegerlos de ataques espírituales en las pruebas que a veces debían enfrentar. 


Verdad o mentira, Ritsu trabajó a su favor la pequeña ventaja que su Alpha le daba, con sus brazos lo acercó para besarlo, al mismo tiempo pasó sus piernas por la cadera del ojiazul y arqueando su espalda para una mayor proximidad entre sus cuerpos, estrujó el miembro en su interior.


Miyagi se irguió gruñendo por el estimulo recibido, instante que aprovechó Onodera para dar vuelta a la posición y quedar controlando la penetración que le hacían. Su lobo cada vez más luchaba por salir y esto lo demostró cuando con lascivia mordió la piel expuesta de Miyagi, que lo retuvo consintiéndole cortos empujes, para después no dejarlo mover.


—¡Ruega! —el Omega se negó aferrando a su presa entre sus nalgas y con sus brazos—. ¿Quién diría que el inocente Oda sabría jugar rudo?


Miyagi se enterró dentro del Nephrite y este lo tomó por completo. Las embestidas fueron a un ritmo bestial y enloquecedor en el sitio de máxima sensibilidad de Onodera que respondía rasguñando su espalda y mordiendo sus hombros. Cuando supo que estaba pronto a liberarse, el descendiente de Arcas buscó la nuca de su Omega y mordió con fuerza el collar, creando el nudo en la medida que eyaculaba en el interior de aquel que en el vientre de los dos se liberaba.


Los brillantes ojos de Ritsu mostraron una faceta que podría jurar Miyagi, el mismo Nephrite desconocía que poseía,  la seductora imagen hicieron pensar al pelinegro que ese sería su mejor celo, y deseaba con fuerza que no fuera el último. La cálida lengua de quien había entrado por completo a su celo, se deslizó por la barbilla del Alpha, que se extasió en la caricia, una que le abrió la puerta al total placer envuelto en rosas bañadas del más dulce de los caramelos.


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