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Castigo Divino por Mascayeta

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—¿Qué deseas hija de Hiperión?


Los presentes no daban crédito a lo que veían, el frágil cuerpo del menor de los Takatsuki resplandecía en el fuego propio del Titán que tantos temían por ser conocido como alguien vengativo y cruel.


—Tu hijo castigó a quien lo puso a prueba dos veces, primero con uno de los herederos de Licosura, y luego con el hijo de Calisto.


Cronos observó con desprecio a la raza de lobos que allí se encontraban, para volver la atención a la mujer frente a él.


—Conoces el precio, de manera voluntaria por quien los ama y por la sangre desaparecida.


Selene sonrió para comenzar a nombrar lo que el Titán solicitaba como la ofrenda.


—El cuerpo del que dio su sangre para revivirte —Kirishima se acercó llevando en brazos a Yokozawa, que con dificultad respiraba. El Ojos Dorados besó la frente de su destinado, por segunda vez perdía a su ser amado.


—Un humano que voluntariamente ofrece su vida —Iokawa se hincó al lado del Omega que yacía inmóvil en el suelo.


Henmi agradeció cuando el hombre lo miró para declararle el sentimiento que desde años atrás le profesaba. Una frase que Tsumori leyó en los labios de su amigo y confidente, quiso intervenir, pero Yasuda lo detuvo apretándole el hombro, no podían obstaculizar la ceremonia, además, le señaló la escena que demostró a Yasushi que la profecía implicaba sacrificio para todos.


Las palabras de Selene sorprendieron a Takahiro que sintió la mano de Akihiko en la suya.


—La vida de quien sobrevivió por los lobos —Usagi lo acompañó hasta donde se encontraban los otros dos, Misaki lloraba en silencio sin acercarse al Delta.


El mayor de los Takahashi vio a su hermano y quedó tranquilo, se encontraba Ijuuin, demostrándole que no se equivocó cuando percibió el olor en la mañana, así que el compromiso fue un montaje para poder asegurar su asistencia. Hiroki y Takano se inclinaron la cabeza ante Takahiro para indicarle que era el momento y confirmarle que ellos sabrían protegerlo.


—¡Despierten! ¡Esto significa nuestro fin! ¡Nuestro dominio sobre los humanos y otras razas se acabará!


El grito desesperado de Shinoda interrumpió el ritual, ninguno de los que estaban en el altar lo paró cuando sacó arma para dirigirse hacia el Titán, el aura de Cronos rodeaba a Shinobu, así que, si disparaba al chico, el padre de Zeus desaparecería. Tantos años de buscar el poder, y ahora que lo tenía por encima de cualquiera, no iba a permitir que una tonta profecía destruyera sus planes.


Él se lo merecía por todos los desprecios que recibió a pesar de ser el primogénito, por tener que ceder siempre ante su hermano, Shinoda consideraba que era mejor, entonces ¿Por qué siempre preferían a Tsumori?


No alcanzó a disparar, el dolor de algo que atravesó su costado obligó a que volteara para conocer a su agresor. Los ojos escarlatas del Gamma le miraron con dureza, una mueca de resignación para escuchar las palabras de la última ofrenda.


—La sangre del traidor dada por el que se creía extinto.


El ojiverde cayó frente al gigante que caminaba detrás de Takatsuki en su forma real.


—Entonces que así sea —dijo Cronos levantando la guadaña que de inmediato cortó el aire despidiendo una gran llama que obligó a los presentes a cerrar los ojos por el temor a ser carbonizados, el calor llenó el lugar, el grito de miedo por parte de algunos se disipó en el aire.


 Luego de unos segundos que parecieron eternos, el silencio...


 


La brisa fría de los primeros días de diciembre hizo presencia en el lugar donde los hijos de Licaón celebraban el Aíma, en un año donde las Luna Azul y la Luna Roja se habían dado con un mes de diferencia en una época extraña para ambas, ya que la primera normalmente ocurría a finales del invierno dando la bienvenida a la primavera y la segunda a finales del verano. Tal vez esa era la señal de que ese año las cosas cambiarían, el sonido de las trompetas anunciando el momento esperado por los herederos al poder de la Manada, hicieron que los ojos de los que estaban al frente del tabernáculo fueran abiertos con extrañeza.


Allí se encontraba el Supremo de la Confederación con los representantes de cada Consejo a la espalda. A pesar de que todo parecía normal, cada uno en su interior sabía que algo había cambiado, pero no comprendían a ciencia cierta qué.


Las parejas fueron pasando y la marca se hizo pública, los lobos presentes aullaban a por la proclamación, dando la bienvenida a la nueva generación. Al llegar al Sur, los ojos de Tsumori se posaron en su esposo, y pidió que se le permitiera la renovación de los votos, pero de manera correcta.


El cuello expuesto de Henmi fue mordido por Yasushi que, utilizando su voz, pidió perdón por el daño causado y prometió fidelidad incluso después de la muerte.


El Nephrite se apartó para depositar un tierno beso en los labios de su destinado, él también lo hizo, prometiéndole permanecer a su lado como debió ser desde el principio, ocupando el lugar del esposo del líder de los Ojos Rojos del Sur.


—Por último, este año es especial para los herederos de Oriente, que tienen dos descendientes.


Frente al lobo se ubicaron Miyagi y Yasuda por los Ojos Amarillos, Takano y Kirishima por los Ojos Dorados y Haruhiko y Akihiko por los Ojos Rojos. Los murmullos por la no presencia de los hijos de Takatsuki, fueron calladas por la voz del Líder Supremo.


—Aunque después deben informar quien de ustedes asumirá la representación de su Clan, ahora es el instante de afianzar el futuro de la Manada.


Los primeros fueron los descendientes de Arcas, William Moriarty y el señor Onodera entregaron a a los Omega, la felicidad de Louis conmovió a su hermano, el Alpha le preguntó con una expresión que pocas veces le regalaba al Gamma.


«¿Esto es lo que quieres?», el ojiescarlata menor asintió. Un simple abrazo y pasó a donde su destinado le esperaba. Yasuda le sonrió satisfecho, desde la perdida de su hijo era la primera vez que se sentía completo, todo gracias a ese engreído Gamma.


Por su parte, Miyagi abrió los brazos para recibir a un desinhibido Ritsu que no le importó morder el cuello de su Alpha en la medida que este depositaba su marca.


—Gracias mi Oda —le dijo Yô consciente que podría disfrutar de la vida sin la esclavitud que su sensei sin querer le había impuesto el día que le salvó la vida.


Los siguientes fueron los Ojos Dorados.


Takano recibió a Hiroki de Fuyuhiko Usami, aunque no pudo cumplirle la promesa hecha en Belewe, el Caramel demostró que era tan fuerte y digno de su nueva posición como Bibliotecario de Licosura, que podría incluso luchar no solo por su vida sino también por la de los que quería.


Con picardía el Ojos Dorado aprovechó por primera vez a utilizar su voz con Kamijou, que se sonrojó de inmediato al escuchar la propuesta.


—¡Baka! Ni loco haría eso —la risotada fue generalizada. Pero el beso de Takano venció las defensas para responder a la propuesta de una manera intima donde solo ellos podían saber la promesa que desde sus quince años se hicieron cuando Hiroki ayudó a pasar uno de los celos a Takano.


«Siempre estaré para ti, porque lo nuestro va más allá de lo físico, es una unión especial».


Kirishima se quedó inmóvil en su sitio con la cabeza agachada, los otros no tenían recuerdos de lo ocurrido tan solo unas horas antes en ese lugar, sin embargo, los que de alguna manera fueron participes de la situación, sí.


El agarre de Hiyori hizo que su padre caminara hacia el Líder y pronunciará lo que de alguna manera ya se suponía, y a lo que Masamune accedió sin problema. Si la castaña se desarrollaba como loba, tomaría el lugar en el consejo cuando llegase el momento, si no el cargo sería para el descendiente de su hermano, bien fuese Alpha, Omega o cualquier otra de las jerarquías.


El turno fue para Fuyuhiko, ante el Supremo los hermanos se hicieron presentes sin pareja, conocían el deseo de su padre de que alguno de ellos asumiera el poder, pero sus destinados al igual que el Kirishima habían desaparecido, por eso agradecieron proclamando que era su deseo que el lugar de honor lo tuviese por primera vez el sobreviviente de los Ojos Grises y su pareja.


La sonrisa del Líder fue de satisfacción, felicitando al pelinegro por la crianza dada a los Ojos Rojos, así por primera vez en siglos dos Omegas dirigirían el destino de la Manada de Oriente: Ijuuin Kyo y su pareja Misaki Takahashi.


Los aplausos retumbaron en la antigua zona de sacrificio. El Supremo apaciguó la multitud mirando la luna que comenzaba a esconderse.


—Hoy inicia una nueva era para nosotros descendientes de Licaón. Siento lástima por los que nunca entendieron la Profecía —pronunció el Alpha con tristeza—, siempre seremos lobos, pero con el poder de decidir nuestro camino, el Castigo de la sed y el hambre por la carne humana ha desaparecido... con lo sucedido esta noche, hemos renacido.


Aíma había finalizado.


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