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Aka to Shiro por Lima369

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– Lo lamento pero yo no hago magia –. Aquellas palabras hicieron enfurecer a la mujer – si es que se podía aún más.

– ¿Qué estás diciendo? –. La sonora voz de aquella peliblanca con mirada asesina de abrigos de pieles bultosas pero hermosas y con un vestido azul tal largo que cubría sus zapatos resonó en el lugar.

– Lo lamento su majestad, pero yo no estoy a cargo de nada de lo que pasa o deja de pasar en ese lugar. Simplemente me dedico a tomar los frutos y traerlos ante usted. No puedo hacer que crezcan mágicamente, debo esperar a que ellos lo hagan para entonces poder hacer mi trabajo.

– No te hagas el graciosito conmigo –. Le miraba fúrica. – tú debes serme leal y lo sabes, es más, me lo debes porque sin mí no serías nada ¿Me escuchas? No serías nada más que una basura sin vida ni motivo para vivir.

"Se equivoca, sin usted lo sería todo, sería libre, tendría a mi madre, yo... sería feliz"

"¿Que no sería nada dice? Ha usted y su patético mundo no serían nada sin mí, usted depende de lo que yo haga y de las decisiones que yo tome ¿Por eso me intimida? ¿Para hacerme creer que usted es el centro del universo? ¿Para que crea que le debo lealtad por dejarme vivir hace tantos años? ¿Para verme desde arriba sabiendo que yo soy quien controla todo?"

Aquellas palabras resonaron en su mente mientras miraba a la mujer y recordaba su pasado, aquel que le atormentaba hasta en sus sueños y no le dejaba vivir en paz ni con una pizca de tranquilidad. Y poco faltó para que le gritara todo aquello en la cara, para que aquellas palabras escaparan de sus labios, sin embargo logró controlarse y en lugar de eso respondió:

– El trato era traer los suministros necesarios para 20 días y el que usted no sepa administrar lo que yo traigo no es mi problema. Rompió el contrato majestad, así que debe estar consciente de que en la frontera no queda nada para traer, todo se acabó y tengo que esperar al menos 20 días para poder traer la próxima carga. Es lo único que puedo prometer.

– Muy bien niñato. Espero esta vez sí lo cumplas y no andes de holgazán por ahí que entonces prometo que te mato–. La mujer subió en su carroza y se fue junto a sus guardias, desapareciendo al poco tiempo y fue ahí cuando el joven explotó.

– ¡Vieja bruja! ¿¡Te atreves a decir que me matarás!? ¡Quiero ver que lo intentes! –. Decía mientras pateaba la nieve a su alrededor, descargando su impotencia de esa manera, y es que él no sentía ira de la forma en que le traban si no en la manera en que él se dejaba sin poder hacer nada al respecto. Le enojaba no poder ser fuerte, no poder... hacer nada y por eso iba tantas veces a la frontera, ahí no había quien le dijera que debía y no debía hacer.

Él lo único que quería era... Escapar.

Sonrisas... el pelinegro no dejaba de dar sonrisas.

Abrazaba a todos, sonreía todo el tiempo, convivía con su familia. Se podía decir que todo era perfecto.

Y como no si estaba enamorado.

Todos notaron la diferencia cuando llegó aquel día después de ir a donde el rey y entregarle el "pedido"

/Flash Back/

– ¡Hola a todos! –. Gritó apenas entró en casa – ¡Ya llegué!­ –. Fue a sentarse en el comedor junto a toda su familia a quien miraba con una gran, hermosa y radiante sonrisa y aunque esta fuera correspondida con una mirada confusa y atónita y, como siempre se negó a decir que le ocurría, no quería hacer escándalo y mucho menos cuando supieran de que se trataba.

/End Flash Back/

El chico no solía comportarse así, él era serio con sus padres y sus hermanos, él no acostumbraba a comer en familia, siempre que él estaba en casa se encerraba en su cuarto y estaba solo, solamente hablaba con su primo Reita y ahora él era quien más se preocupaba por eso pues el pelinegro no siempre se mostraba feliz, en algunas ocasiones estaba ansioso por salir e irse por provisiones, en otras se mostraba nostálgico y... en algunas otras simplemente estaba triste y miraba por la ventana.

Desde el día en que el chico cambió había dejado de hablar con su primo y nadie más que él lo notó. Lo veía desde la puerta de la recamara, lo escuchaba llorar y preguntarse en voz muy baja si realmente merecía sufrir así.

– Aoi... ¿Qué te pasa? –. Por primera vez decidió encararlo, saber porque estaba así, triste siempre que estaba solo. – Sabes que sea lo que sea puedes confiar en mí. Te lo he dicho cientos de veces y no me voy a cansar –. La pequeña sonrisa de confianza hizo que el chico limpiara sus lágrimas.

– Reita... ¿Me quieres?

Aquella pregunta llegó de sorpresa.

– Claro que sí. Te quiero mucho y lo sabes, tu eres un primo un amigo... mi hermano. Sabes que siempre voy a quererte. Pero... ¿Por qué me preguntas eso?

– Recuerdas la vez que llorabas porque terminaste con esa noviecilla tuya que no recuerdo como se llamaba –. Dijo todo mirando hacia el frente, a través de la ventana. –Me dijiste que el dolor que sentías de ya no poder volver a verla de la misma manera era insoportable. Me dijiste que siempre la extrañarías, me dijiste que el amor era un sentimiento cruel que podría lastimarme. En ese momento no entendía nada de lo que me estabas diciendo, pero ahora comprendo a lo que te referías–. Por primera vez volteo a verlo. –Estoy enamorado... de alguien que ni siquiera sé si existe realmente.

– ¿¡QUÉ!? –. Fue lo único que pudo decir ante aquellas cosas. – ¿Cómo que no sabes de quien te enamoraste?

– No... ­–. Sollozaba en voz apenas audible. – Sólo... recuerdo que lo vi. Del otro lado del río había alguien, y ese alguien era hermoso, era guapísimo.

–Pero... estaba del otro lado del río, es imposible que algo pueda pasar entre ustedes.

–Lo sé. Y es por eso que sufro. Porque lo amo. Lo amo de verdad y no podré tenerlo nunca junto a mí–. Escondió su rostro, sintiéndose más destrozado al admitirlo.

– Cálmate. A lo mejor no es amor lo que sientes...

– Claro que lo es. Sé que es tonto decirlo tan pronto pero de verdad que lo amo. Lo siento y sé que el día que lo vuelva a ver lo voy a afirmar nuevamente. Lo quiero. Quiero tenerlo junto a mí.

Suspiro. Es lo único que pudo dar.

– No quiero que te lastimes de esa manera, a mí también me duele. Es más te prometo una cosa si tu dejas de atormentarte así. Te prometo que yo te ayudaré a encontrarlo y a hacer que te ame–.

El más pequeño sonrío.

–Gracias Reita–. Le abrazó–. Ya no me importa si nadie me apoya o no con que tú lo hagas me es suficiente. Te diré un secreto... lo amo tanto que no me importaría irme de aquí para poder estar con él. Yo... escaparía de mi vida.

 

 


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