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Aka to Shiro por Lima369

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Muy temprano en la mañana los rayos del sol llegaron hasta el pequeño y delicado rostro del príncipe.

El chico peliblanco abrió sus ojos y notó que había dormido desde el día anterior en la tarde-noche, debía levantarse ya si no quería problemas.

Se sentó algo perezoso en la cama y sintió un peso caer en sus piernas.

Era un libro.

El libro que había estado leyendo el día anterior.

El libro era de un color verde obscuro, dándole un acabo bastante elegante, tenía algo maltratados los bordes por el uso, estaba lleno de manchitas pequeñas y de una tonalidad verdosa más clara de lo que era antes y... por alguna extraña razón no decía el título de la historia por ninguna parte. Nunca se había fijado en aquel detalle hasta que se tomó la libertad de admirar ese libro y, siendo sinceros, le extrañaba muchísimo aquello, sin embargo lo dejó de lado y siguió su lectura:

"– Takao... hay algo que quiero decirte, algo muy importante –.

– ¿Qué ocurre Aika? –. La miró fijamente.

– Yo soy un hada –. Takao la miró, queriendo que eso fuera una broma, pero al ver la seriedad en los ojos de la chica todo rastro de duda se borró y decidió aceptarlo.

– Te creo, aunque es muy difícil hacerlo yo te creo y siempre voy a quererte –. Con aquellas palabras vino un abrazo y el primer beso de aquella pareja. Sin embargo la emoción los segó a ambos y la chica terminó por olvidar la parte más importante de lo que quería hablarle. Su madre.

El tiempo siguió corriendo y Satori comenzó a pelear con su hermano por su falta de interés que mostraba hacia todo y hacia a todos, por el hecho de haberse descuidado de sus actividades y de que ya ni siquiera podían verse a la hora de comida cono acostumbraban a hacer. Pero eso poco le importó, siguió viendo a Aika a pesar de todo.

Un día, ella dejó de ir al lugar de sus "reuniones", algunas veces se aparecía a su lado varios minutos después de que él había llegado y terminaba yéndose apenas podía hacerlo. Después dejaron de verse y todo volvió a ser como antes.

Takao definitivamente extrañaba a la chica, por eso fue a buscarla uno de esos días. Se internó en el bosque con la esperanza de encontrarse con el hada, pero lo único que encontró fue a una anciana de avanzada edad que recogía moras de un pequeño arbusto. Se acercó a ella y la ayudó con lo que hacía.

La señora comenzó a hablar con él y al entrar en confianza el chico le contó que se veía con el hada y que la extrañaba muchísimo. Fue en ese momento cuando la ancianita se transformó en un hada tan o más hermosa de lo que era Aika y, furiosa, la gran hada le dijo:

– Te arrepentirás de haber sido quien sacó a esa mujer de la prisión en que la tenía, te arrepentirás de haberla visto como una oportunidad de amar. Haré que lamentes haberla conocido –.

Y con esas palabras se esfumó de ahí.

Takao sin entender mucho, se fue corriendo a casa en busca de su pequeño hermanito. Sin embargo, lo único que encontró fue la pena y aprensión en su pecho al ver que su pequeño hermano yacía en el suelo, sumergido en un profundo sueño del que no despertaría nunca y tras él, estaba el hada, sentada, acariciando el cabello del chico.

­– Te dije que lo lamentarías –. Luego se esfumó entre el aire, dejando pequeños brillitos entre el espacio de la habitación y una ligera sensación de miedo en el cuerpo ajeno.

En ese momento Takao corrió hacia su hermano y lo abrazó son fuerza. Lo recostó en la cama y dejó muchísimas flores alrededor de él, sabía que no estaba muerto tanto como que nunca más despertaría y terminaría por morir tarde o temprano.

Al haber perdido todo se dedicó a buscar a su amada Aika, creyendo, que únicamente de ese modo, llegaría a ser feliz, pero por más que buscaba por todas partes, lo único que lograba encontrar eran sombras que escapaban y corrían de él, alejándose, como su huyeran.

Muchos años después de entablarse en la búsqueda sin parar logró encontrar a el hada, pero, no fue como esperaba, en lugar de ser abrazado como había esperado durante el paso del tiempo ella le pedía y rogaba de mil maneras que se fuera, que le dejara tranquila, que se buscara a alguien más. Eso le dejó descolocado, pero seguía acercándose a ella, seguía rogándole que estuvieran juntos, seguía pidiéndole que no le dejara solo. Con tanta insistencia y resistencia a quedarse completamente solo tomó a la chica por un hombro e impidió que se alejara aún más de él.

Gran error.

Aquella gran hada volvió a aparecer tras la chica y bruscamente la tiró al suelo, separándola de él.

– Después de mi advertencia ¿aún no logras entender? –.

Volvió a esfumarse, pero esta vez llevo a ambos, chico y hada, con ella hasta una montaña realmente alejada de todo lo que antes ellos pudieron haber recorrido. Estando ahí. La mujer encerró al hada en una prisión de hielo, congelando todo su cuerpo, perdiendo esperanza de que ella alguna vez pudiera regresar, de que alguna vez pudiera volver a sonreír, a moverse, a vivir...

– Gracias a ti ella vivirá aislada de todo y terminará muriendo entre el hielo. Gracias a todas tus impertinencias. Ojalá al ver que sufre tú también lo hagas –. Lo tomó del hombro y se lo llevó lejos de ahí, de regreso en el pueblo pero a las afueras de este para no llamar la atención. Tomo el cuerpo de su hermano entre su magia y volvió a llevarse a ambos a aquel río en que ambos se habían conocido.

Colocó una extraña corona alrededor de la cabeza de su pequeño hermano y esta comenzó a enraizar en la tierra, corría por todos lados y de apoco se lleva a su hermano.

Intentó correr hacia él.

Intentó ayudarlo.

Intento sacarlo de dónde estaba.

Pero... no pudo moverse de su lugar.

Momentos después de que estuvo bajo la tierra volvió a emerger y su cuerpo quedó inerte, su cabello era de color blanco y su piel extremadamente pálida.

– Su alma quedó enterrada en este lugar –, comenzó a explicar. – Estará condenado a sufrir por siempre y a no ser querido ni amado por nadie, renacerá en diferentes cuerpos y vidas y se verá obligado a ayudarte en tu travesía para encontrar tu otro yo... del otro lado del río –. Señaló dicho lugar.

Miró fijamente al chico.

– Ahora es tu turno –.

Con su magia, dividió el cuerpo del chico; en una de las partes quedó todo el calor del chico, su carisma, su alegría, sus lindas sonrisas y en la otra dejó la seriedad que se tomaba para hacer las cosas, las miradas frías que daba cuando estaba molesto, ese carácter frío que le acompañaba cuando las cosas no salían como las esperaba. Lo condenó a vivir separado, de modo que nadie nunca pudiera estar cerca no del uno ni del otro pues sus personalidades eran realmente devastadoras para las personas, no existía nadie nunca que pudiera soportarles tanto tiempo, a excepción de ese pequeño niño cuya alma era el único capaz de estar cerca de alguno de los dos.

Ambos chicos cayeron inertes e inconscientes al suelo, y el hada tomó a uno de ellos y lo llevó hasta el otro lado del río, adentrándolo tanto que ya no existiría retorno, lo mismo hizo con el otro, pero lo llevó en sentido contrario.

Después de eso regresó al río y miró a Satori tendido en el suelo. Elevó sus manos al aire y esparció por todo el lugar una pequeña brisa que durmió a todos los habitantes del reino, después los llevó hasta donde había dejado aquellos dos seres que había separado de su anterior cuerpo. Y dotó de características especiales a cada uno de los habitantes, los hizo adaptarse al lugar en el que posteriormente vivirían.

Volteó su mirada nuevamente al rostro del chico.

– Tú serás su salvación – susurró a su oído –, serás el único que puede venir a este lugar sin sufrir daños, sólo debes acostumbrarte al cambio antes –.

Con su magia aumentó la distancia entre las orillas del río, lo hizo ser caudaloso y feroz, de modo que nadie nunca pudiera cruzarlo; de un lado de este hizo que el clima fuese hostil, sin vida, lleno de calor y lava, del otro hizo que la nieve cubriera todo y el fío inundara el ambiente.

– Si de verdad amabas a tu hermano debes demostrarlo ayudándole a recuperar su otra parte, eres el único que puede hacer algo así –.

Tomo al chico con su magia y lo hizo flotar tras ella, lo internó en el bosque.

– Te condenaré a vivir aquí, junto al hermano que más querías, debes ayudarle a él. No creo que el otro tenga problemas.

Después de eso desapareció y dejó todo en manos de un pequeño niño, frágil e indefenso."

El rostro del joven príncipe estaba distorsionado.

Se encontraba aterrado por todo lo que había leído.

Ahora todo podía tener sentido para él.

El desprecio de su madre. La cercanía con el castaño. El extraño que había visto del otro lado del río.

Un momento...

¿¡QUÉ!?

¿Había dicho... el extraño del otro lado del río?

 


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