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Tan duro como el acero por Kohaku Elric

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Notas del capitulo: Bueno... aquí está el segundo capítulo... Esto cada vez se pone más interesante...

Dolor. Mucho dolor.

Estaba de rodillas y apenas tenía fuerzas para moverse… Unas cuantas gotas de sangre resbalaron desde sus labios hasta estrellarse en el suelo, como un macabro presagio de tormenta.

Una risa despectiva y fría se escuchó a sus espaldas.

- ¿Eso es todo lo que puedes hacer, enano de acero? No creí que en medio año hubieses empeorado tanto en tu forma de luchar… o bien es que no esperabas volver a verme. Ha sido toda una sorpresa para ti, ¿eh, mocoso?

- Eres un… bastardo… - murmuró Edward apretando los dientes debido tanto a la ira como al dolor que recorría todo su cuerpo.

Envy chasqueó la lengua en un gesto de reprobación y comenzó a caminar hacia él.

- Esa no es forma de saludar a un viejo amigo – le recordó el homúnculo asestándole una fuerte patada en el costado que lo lanzó varios metros a un lado.

Ed gritó de dolor y quedó tendido en el suelo, boca arriba, debilitado por los numerosos golpes y mareado por toda la sangre que estaba perdiendo.

Envy se sentó sobre su vientre y con una mano aferró fuertemente su cuello, apretando lentamente los dedos mientras disfrutaba del terror que podía leerse en aquellas pupilas doradas que tanto aborrecía.

- ¿Creías que iba a dejarte en paz, eh? ¿Que iba a quedarme atrapado al otro lado mientras tú vivías aquí felizmente con tu hermanito? ¡Qué necio! ¡Resulta increíble que tremendo estúpido haya sido considerado uno de los mejores alquimistas de todos los tiempos! ¡Eres tan patético que das pena!

Edward intentó reaccionar a las provocaciones intentando hacer chocar las palmas de sus manos para utilizar la alquimia, más el homúnculo fue más rápido y le asestó una brutal bofetada que lo dejó aturdido.

Inclinándose sobre él, Envy comenzó a lamerle el cuello de forma lasciva y grotesca.

- ¡No! – gritó Ed forcejeando con todas sus fuerzas - ¿Qué mierda crees que estás haciendo?

Envy sonrió ampliamente y puso su cara enfrente de la del chico, de manera que sus labios casi podían tocarse. Ed pudo sentir el gélido aliento del homúnculo… el aliento frío y punzante propio de los seres que no poseen un alma que reconforte al cuerpo.

- Te odio, Edward Elric – declaró Envy sin dejar de mirarle fijamente a los ojos -. Quiero que sufras, que sientas dolor, que estés tan desesperado que incluso lo único que desees sea morir… y por eso voy a encargarme de que no olvides este encuentro ni los muchos otros que vendrán después.

- ¡Suéltame, monstruo! – lo insultó Edward intentando escapar.

Envy soltó una risotada antes de clavarle salvajemente los dientes en el hombro izquierdo. El chico de acero chilló de dolor y sintió que sus ojos se le llenaban de lágrimas.

Con la sangre de Ed resbalándole por la boca, Envy le rasgó la camisa con sus afiladas uñas y le abrió varios surcos en el torso desnudo. Ignorando los gritos de dolor del joven alquimista, Envy comenzó a lamer el pecho de Edward mientras que con una mano intentaba desabrocharle los pantalones.

- ¡No! ¡Para, Envy! ¡No sigas! – le suplicó Edward aferrándole la mano que buscaba el botón de sus pantalones -. ¡Depravado! ¡He dicho que pares! ¡Si no te estás quiet…!

Ed se interrumpió a mitad de frase cuando el puño de Envy se estrelló nuevamente contra su rostro, dejándolo casi inconsciente y desprovisto de las pocas fuerzas que le quedaban para intentar defenderse. Sintió que tiraban de su ropa y Envy volvió a morderle con fuerza, esta vez en el costado. Creyendo que todo estaba perdido, cerró los ojos deseando perder de una vez el conocimiento para así no sentir el horrible dolor de lo que aquel desquiciado iba a hacerle. Envy seguía forcejeando con sus pantalones, y soltó un aullido triunfal cuando el botón saltó al fin y sus marcadas caderas quedaron a la vista.

- No… no hagas eso, por favor… - le suplicó el chico rompiendo a llorar -. No… lo… hagas…

- ¡Ne, lloriqueando como una nena! – se mofó el homúnculo jalándole fuertemente de la trenza -. ¡Estás gimoteando como la puta que eres! Ahora voy a ver qué tal eres como puta… ¡y si me gusta lo repetiré hasta que te quedes destrozado!

- ¡No! – gritó Edward con auténtico terror. Jamás en su vida había sentido tanto miedo… - ¡Aru, ayúdame! ¡Ayudadme! ¡Hermano! ¡Aru! ¡Alphonse!

Sobre él, Envy sólo se reía a carcajadas, preparándose para invadirle de aquella manera tan cruel y sádica… la imagen de su querido hermanito desapareció de su mente para dejar lugar a otra, una imagen que nunca creyó que sería lo último que vería en su vida.

- Taisa… - murmuró Ed.

Antes de que la oscuridad lo envolviese todo, Ed creyó escuchar el sonido de un chasquido familiar y el resplandor de unas ardientes llamas que se dirigían hacia ellos…

 

- ¡No! ¡Basta! ¡Para! ¡No sigas!

- ¡Nii-san! ¡Nii-san despierta! ¡Soy yo, Aru!

- ¡Ah! ¿Qué es lo que…?

Aturdido, Edward abrió los ojos y miró a su alrededor. Debía ser de noche, puesto que todo estaba en penumbra salvo una pequeña lamparita encendida en la mesita auxiliar.

- Aru… - suspiró aliviado al reconocer el rostro de su hermano.

- ¡Nii-san! – chilló el menor lanzándole ambos brazos al cuello para abrazarle con fuerza -. ¿Cómo te encuentras? ¡He estado tan preocupado!

Ed acarició el cabello de su hermano con la mano que tenía el automail. Desde que Aru había dejado de ser una armadura le gustaba rozarle, sentirle, recordar la suavidad de su pelo y la calidez de su piel… cuatro años habían sido mucho tiempo. Le hubiese gustado hacerlo con su mano humana, pero tenía el suero inyectado y además sabía que, aunque él no pudiese sentir a su hermano, Al sí sería capaz de notar las caricias que le daba su automail.

- ¿Qué pasó, Aru? – le preguntó de pronto sintiendo un escalofrío.

- Bueno, el coronel Mustang te mandó ir a la sala de archivos a buscar unos informes...

- Sí, ya recuerdo.

- Envy debió atacarte por sorpresa. Yo comencé a preocuparme porque tardabas demasiado, pero el coronel dijo que seguramente lo estabas haciendo aposta para fastidiar, o bien que te habrías colado en algún agujero de la moqueta…

Al escuchar la burla dedicada a su estatura, Ed apretó los puños e imaginó que le soltaba un tremendo derechazo a su taisa baka.

- Al final el coronel decidió salir a buscarte – continuó explicando Al -, y llegó justo a tiempo para salvarte de aquel monstruo.

- ¿Así que fue el taisa… quién me salvó?

- Hai – le confirmó su hermano pequeño.

Edward meditó unos instantes sobre los terribles recuerdos que guardaba de la traumática experiencia. En los últimos instantes antes de perder el conocimiento habría jurado ver unas llamas…

- ¿El taisa… llegó a tiempo? – preguntó mientras una súbita duda le asaltaba acompañada del miedo, un temor que incluía además la humillación y la vergüenza por el sólo hecho de pensar que Envy le hubiese…

- ¡Pues claro! – contestó su hermanito mirándolo con preocupación -. ¡Por eso estás aquí!

Durante unos instantes Ed miró a su hermano sin saber qué decir. Seguramente Aru no sabía lo que aquel monstruo había intentado hacerle, y por su mente tan cándida jamás iba a pasársele semejante idea. Tendría que esperar a preguntárselo al taisa…

Edward sintió que las mejillas le ardían, el cuerpo comenzaba a temblarle y un sudor frío recorría cada centímetro de su cuerpo. Suponiendo que Envy le hubiese violado, ¿Mustang habría sido testigo? ¿Habría visto cómo aquel homúnculo depravado le destrozaba el cuerpo y mancillaba su alma? De ser así Edward no podría mirarle jamás a la cara… la vergüenza le asfixiaría como una mano invisible aplastándole contra el suelo.

Roy… Roy Mustang… su taisa.

Debilitado por el esfuerzo y las recientes heridas, sintió que se mareaba ligeramente y volvió a recostarse sobre la almohada.

- ¿Te encuentras, bien, nii-san?

Ed cerró los ojos mientras aferraba la mano de Al. Quería dormir, dormir y olvidar. Despertar sintiendo que todo aquello sólo había sido una pesadilla…

- No me dejes, Aru, quédate a mi lado – susurró sin fuerzas.

- Sabes que siempre estaré contigo, nii-san – le contestó su hermano pequeño acomodándose junto a él en la cama.

Minutos después, Alphonse abrazaba a su hermano mientras Edward descansaba sobre su pecho. Ambos hermanos se quedaron dormidos enseguida.

Afuera, entre los árboles, una sombra observaba la tierna escena con una sonrisa de profundo desprecio.

- Disfruta mientras puedas... alquimista de acero.

Notas finales:

Intentaré actualizar prontito, muchas gracias por sus reviews, ya están todos contestados  ^^

Matta ne!!


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