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Una sombra entre nosotros... por Kitana

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Notas del capitulo:  

Hola a todos¡¡¡ una disculpa por el retraso y que lo disfruten¡¡

La vida parece tener más recovecos y complicaciones de las que nos gustaría admitir. Esa es la verdad. Aunque a veces solo se debe a nuestra incapacidad de ser honestos con los demás, pero sobre todo con nosotros mismos.

Cuando me casé con Shun lo hice motivado por el deseo de hacer lo correcto, pero ¿acaso lo fue? Si lo hubiera sido ninguno de los dos hubiera sido tan infeliz, porque al menos yo si que lo he sido. Él no era sino la sombra de ese otro al que ame hasta la demencia, con cada fibra de mí ser, olvidando la conciencia, la moral, la noción de lo bueno y lo malo, la razón...

En cierta forma aún le amo, ¿cómo es posible si lleva once años muerto? ¿cómo se puede amar a alguien de esa forma sin su presencia física, sin idealizarlo? Lo amo porque lo conocí como nadie logró conocerlo, ni siquiera el que fue su esposo, el mismo que llegó a su vida solo un par de años antes que yo. Dos años que fueron decisivos cuando se decidió a aceptarlo en matrimonio. Milo es una especie de imán para el resto del mundo, nunca comprendí que fue lo que Camus vio en él, cierto, Milo es uno de esos tipos que simplemente son casi perfectos, pero Camus no era partidario de la perfección.

Ellos no tenían absolutamente nada en común, esa es la verdad. Camus siempre estuvo interesado en el arte, en la literatura y la música. En cambio Milo parecía vivir solo para demostrarle al mundo lo bueno que era como jugador de futbol, lo excelente que era en sus estudios y para presumir sus excelentes notas. Milo siempre fue del tipo atlético al que yo nunca pude pertenecer. Milo era la envidia de media universidad, no solo por su popularidad entre los alumnos de ambos sexos, sino por que él era el único al que Camus había aceptado a su lado. Camus definitivamente era la joya de la corona y Milo lo poseía... en más de una forma.

Camus era codiciado no solo por ser el hermano menor de Mitzumasa Kido, un viejo millonario. Camus era simplemente perfecto, nada en este mundo como sus verdes pupilas, como esa basta melena roja que parecía flotar como un aura a su alrededor. Eso y más era Camus.

Cuando me dijo que había aceptado casarse con Milo me sentí morir de celos y de rabia, pero después de todo, ¿quién era yo para impedirle asegurarse un futuro que a mi lado no tendría? Porque en ese momento yo no podía ofrecerle nada más que amor. Y él no estaba dispuesto a sacrificar su hasta entonces plácida y cómoda forma de vida solo por el amor que me tenía, a decir verdad creo que nunca me amo, ni a él, a ninguno de los dos. Eso nunca lo sabré. Camus se guardaba demasiados secretos.

Asistí a su boda, me presentó a Milo diciendo que yo era su amigo. Y ojala en ese momento me hubiera desaparecido de la tierra. Pero no pude dejar de verlo, era superior a mí la necesidad de mirarme en sus pupilas esmeralda, de aspirar el aroma que de sus largos cabellos brotaba...

Estuvimos viéndonos a escondidas de su esposo por casi dos años... él se embarazó. Me confesó que no tenía idea de si era mío o de Milo. Supe que mentía. Ese niño era mío, las cuentas no fallaban. Milo lo amaba tanto que no consideró siquiera la posibilidad de que ese pequeño no fuera su hijo. Y no lo era. A veces creo que Milo lo hubiera aceptado como suyo solamente porque iba a nacer de Camus. Pero mi hijo no llegó a nacer, murió junto a Camus en una sala de emergencias y yo no pude sino sentir deseos de morir también.

Acudí a su funeral y entonces lo vi, era demasiado impresionante, demasiado hermoso, demasiado parecido a Camus... pero no era Camus, nunca lo fue. Solo era Shun, y eso para mí no fue suficiente.

No pude resistir acercarme a él mientras un destrozado Milo lloraba en silencio abrazando a ese chico tan parecido a Camus no quitaba los ojos de encima del féretro donde Camus y mi hijo descansaban a punto de ser sepultados. Pedí ver una última vez a Camus, no se me negó pues ante el mundo yo ostentaba el fastuoso título de ser su mejor amigo. El propio Milo fue quien levantó la tapa del féretro para permitirme ver a mi ángel yaciendo con las manos sobre su abultado vientre, sin vida, sin aquella luz que de sus ojos brotaba... tuve que reprimirme para no gritar y llorar como un loco, aquél derecho le estaba reservado únicamente a Milo, y Milo no lo desperdició, aparentemente el verlo de nuevo así, sin vida animando ese glorioso cuerpo fue demasiado para él y se arrojó sobre el féretro en medio de una crisis nerviosa, uno de sus primos se inclinó para levantarlo y Milo se deshizo en llanto histérico repitiendo una y otra vez que aquella muerte sin sentido había sido su culpa y de nadie más. Nadie quiso escuchar aquello, en realidad era un sinsentido que Camus hubiera muerto siendo tan joven, llevando una nueva vida en su cuerpo. Pero la culpa no era suya... sino mía... Camus iba a verme cuando ocurrió aquello. Aioros estaba con él por casualidad, pero Camus y yo teníamos una cita esa tarde. Seguíamos viéndonos en el mismo  lugar de siempre cada jueves por la tarde. Por aquellas fechas Camus se conformaba con permanecer en silencio mirándome, escuchándome decirle lo mucho que lo amaba, arrojándole en la cara mil y un argumentos para que dejara a su esposo y comenzáramos de nuevo juntos. Desde que se embarazara ya no hacíamos el amor. Creo que comenzaba a dudar de seguir conmigo, las cosas ya no eran tan fáciles y creo que al fin Milo había terminado ganándome la partida. Nunca lo sabré. Nunca sabré a cual de los dos amaba en verdad.

Mi vida se volvió un desastre después de su muerte... y solo encontré refugio y cierto consuelo en Shun. Su parecido con Camus me hizo pensar que en esos ojos tan verdes como los de mi amor perdido llegaría a hallar el bálsamo que mi sangrante corazón me exigía.

Así que comencé a acercarme a él... me equivoqué... el parecido entre ellos no iba más allá de lo físico. Shun era, siempre ha sido y será una persona sencilla, sin dobleces ni intenciones ocultas... y Camus siempre fue un pozo insondable de secretos y verdades a medias. Nadie sabía a ciencia cierta lo que pasaba por esa cabeza llena de ideas algo disparatadas. Shun es la ingenuidad, la paciencia, la confianza, Camus era la zozobra, la insidiosa espera, el creciente palpitar en mi corazón, todo lo que Shun nunca ha sido pero que Ikky ha conseguido despertar en mí.

Ikky irrumpió en mi vida cuando todo iba de mal en peor. No podía imaginar un ser humano con una vida más miserable que la mía, y entonces él apareció. Y entonces me di cuenta de que poco a poco él iba despertando en mí un cierto interés que iba más allá de la amistad.

Es cierto, nunca amé a Shun, pero eso no significa que no me haya dolido dejarlo en la forma en que lo dejé. Pero no podía más... y además, tenía que hacerlo, Ikky me dio a escoger entre él y Shun... la elección era obvia, al menos para mí. Yo nunca he amado a Shun. Solo me acerqué a él por su condenado parecido con Camus, a ikky me acerqué por su extraña y conflictiva personalidad. Lo cierto es que nunca me imaginé que volvería a enamorarme, ni que sería de alguien que es tan parecido a Camus como lo es Ikky. El parecido entre ellos no es físico, sino que en muchos aspectos son iguales, esa forma de reaccionar, la risa escandalosa, esa manera de mentir descaradamente a pesar de que saben que sabes que mienten, su eterna desfachatez... definitivamente eso fue lo que me cautivo en Ikky, y ¿por qué no decirlo? Lo que me hizo amarlo a él.

Y es por eso que decidí dejarlo todo a pesar de lo que venga, solo pretendo estar con Ikky y olvidarme del mundo, de siete años desperdiciados al lado de alguien a quien solo me unía el deber no el amor. Siempre supo que me casé con él por el niño... en realidad tenía la esperanza de que nuestro hijo se pareciera a él y no a mí, así podría fingir que era el niño que Camus iba a darme antes de morir... pero el niño es tan rubio como yo, tiene mis ojos y en carácter es parecido a Shun, nada hay en él de la persona que me hacía perder la razón.

Conocí a Ikky por Shiryu, él le ofreció trabajo diseñando la nueva imagen de nuestra empresa, se conocen desde niños, pero Shiryu no quiso decirme nada sobre él a pesar de que le pregunté una y otra vez, según me dijo no estaba al tanto de lo que había sido de él en los años que dejaron de verse, pero en realidad creo que mentía.

Comenzamos a vernos solo por cuestiones de trabajo, no sé como ni en que momento me di cuenta de lo atractivo que resultaba para mí. Nos hicimos más y más cercanos hasta que un día él me besó... y yo no lo rechacé... fue un instante el que me tomó darme cuenta de que él era todo lo que yo buscaba y más. Lo amo... o al menos eso es lo que quiero creer.

Pero aún así no puedo dejar de sentir culpa, por Shun, por Darien, por ese hijo que crece en el vientre de mi todavía esposo... no sé que pensar de mí. Solo sé que si un día deje que Milo me arrebatara a Camus, esta vez no voy a dejar que nada ni nadie me arrebate a Ikky.

Es algo tarde, no debería sorprenderme, Ikky no es el ser humano más puntual del planeta sino todo lo contrario. Lo veo entrar en el restaurante con una enorme sonrisa en los labios y un bronceado perfecto.

- Hola.- dice sin dejar de sonreír. Me levanto y lo abrazo, sus manos se posan en mi cintura y siento que me estremezco. - ¿Me extrañaste?

- De sobra sabes que sí.

- Estás aquí, ¿eso significa que lo has dejado? - asiento con la cabeza y entonces su sonrisa se vuelve enorme y deslumbrante.- ¡Excelente! Eso quiere decir que esta noche te tendré solo para mí. - dice y me abraza con fuerza en esos musculosos brazos que la primera vez que vi irremediablemente me hicieron pensar en Milo abrazando a Camus.

Pero mi amante nada tiene que ver con Milo, absolutamente nada. Mi amante no es un hombre enamorado de la vida como lo es Milo, sino un enamorado de la muerte como lo era Camus... mi Camus. Sí, ese era mi Camus, no el ser meloso y dulzón que conociera Milo, del que se enamorara ese rubio insolente. Ikky es tan intoxicante como era Camus, sabe tocar el punto exacto para hacerme enloquecer, para llevarme a la cima del placer o a la sima de la desesperanza... eso es él. Mi delirio, mi locura vuelta carne y por más que lo intenté... no he podido apartarlo de mi mente ni de mi corazón, mucho menos de mi cama.

- ¿Nos vamos ya o prefieres seguir divagando? - dice Ikky, sin dejar de abrazarme me arrastra hacia la salida del lugar. Me dejo llevar, ¿por qué no lo haría? Sin importar si me lleva al infierno yo iré a donde me lleve.

Hemos llegado a su departamento, la sonrisa de Ikky no podría ser más grande. Me toma en brazos apenas instantes después de cerrar la puerta, solo puedo sonreír y disfrutar de las caricias que él me regala. Con el mismo frenesí que la primera vez, Ikky me arranca cada prenda hasta dejarme desnudo y a su merced. Sí... ante él lo pierdo todo, hasta la dignidad...

-Aaaah, ni siquiera te imaginas lo mucho que he esperado por este día, no sabes lo feliz que me has hecho... de verdad no te lo imaginas siquiera. - por un instante la lujuriosa sonrisa en los labios de mi amante se torna macabra, pero de inmediato vuelve a ser solo lujuria. Mis brazos rodean su cuello de piel tostada, mis labios se dirigen a su deliciosa boca. Las caricias que sus manos me prodigan me arrancan suspiros de placer...

- Te amo Ikky...

- Y yo a ti mi precioso cisne... - dice acariciando mi cuello con sus labios.

- Tómame ikky... - le suplico, él sonríe y cumple mi petición, adoro la sensación de su piel contra la mía, de su cuerpo sobre el mío... eso basta para hacerme enloquecer de placer. Y él lo sabe... nuestra batalla de caricias y besos ha comenzado ya, sin importar si venzo o soy derrotado, sé que será una experiencia única...

Ikky se derrama en mi interior, siento su tibia simiente escurrir en mi interior... él me besa y yo simplemente lo abrazo sintiéndome al borde de la locura una vez más. Ikky me acuna en sus brazos, es un gesto tierno, íntimo que jamás había tenido antes. Pero me gusta.

-¿Sabes? Creo que es buen momento para que vivas conmigo.

- Pero... el divorcio aún no es un  hecho...

- ¿Y a quién le importa? Lo único que importa es que me escogiste a mí.

- Sabes que no pudo ser de otra forma.

- No, pudiste tener miedo del que dirán, de que las cosas  no resultaran entre nosotros y preferir quedarte con él por costumbre y apatía a unirte a mí por amor. - dice y me besa una vez más. Me duermo en sus brazos pensando que así es como ha debido ser siempre, sin que yo tenga que salir de su habitación apresuradamente porque Shun está esperándome en casa.

Por la mañana me despierto solo en la cama, a mi lado solo hay una nota que exhibe la enorme caligrafía de Ikky. Hasta en eso son opuestos, la letra de Shun es pequeña, menuda, afilada; en tanto que la de Ikky es verdaderamente enorme y de formas caprichosas. Su nota me avisa que ha ido de compras pues no hay nada comestible en casa.

En casa... ¿hace cuanto tiempo que no me sentía verdaderamente en casa? Años, bastantes años... pero ahora estoy en un lugar al que verdaderamente puedo llamar casa.

Me levanto de la cama y voy a darme una ducha. Mientras me baño repaso cada momento vivido al lado de Ikky, no puedo negarlo, él es todo lo que necesito para vivir.

Cuando termino mi ducha Ikky ya está esperándome con el desayuno.

-¿Qué te parece? - dice dándome a probar un bizcocho. - Rico, ¿cierto?

- Sí, muy rico, ¿tú lo hiciste? - Ikky se ríe a más no poder.

-¡Por supuesto que no! Soy malísimo en la cocina, hasta el agua se me quema, lo compré en el restaurante que está a dos calles de aquí. - dice sonriendo. Bien definitivamente Shun jamás haría eso, él adora cocinar y es muy bueno haciéndolo.

Mientras desayunamos, Ikky me cuenta de lo bien que le fue en ese viaje del que acaba de volver.

- No sabes como te eché de menos. - le digo.

- Me lo imagino, ¡sí no puedes vivir sin mí! - dice y luego ríe a carcajadas, este chico es especial, cualquiera que lo conoce o lo ama o lo odia, con él no hay términos medios. - ¿Quieres que te lleve al trabajo? Así aprovecho y saludo a Shiryu, hace mucho que no paso a verlo.

- De acuerdo, ¿quieres conducir?

- Por supuesto que quiero. - dice y me arrebata las llaves del auto. Tomados de la mano bajamos por mi auto, más tarde iré al hotel en el que me he estado hospedando y recogeré mis cosas, Ikky yo viviremos juntos.

Ikky conduce con una sonrisa en los labios, parece que está muy feliz, yo también lo estoy, no podría ser más feliz.

Quizá lo único que me preocupa es el embarazo de Shun, ¿cómo va a afectarle el que a unos días de nuestra separación yo ya viva con alguien más? Shun tendrá que aceptar que mi felicidad esta al lado de Ikky y no suyo... y supongo que tendré oportunidad de ver a mis hijos en algún momento, Shun no es del tipo vengativo.

Hemos llegado a las oficinas de la empresa. Ikky me besa en los labios a modo de despedida y entonces me dirijo a la oficina, Ikky va a llevarse el auto. Solo puedo decir que lo amo.
Notas finales:

Que opinan de mi evil Hyoga? bueno espero que les guste y perdón por el retraso, bye bye¡¡¡

P.D. ¡la Ciudad universitaria es patrimonio cultural de la humanidad! ¡Arriba la UNAM!!!!


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