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Una sombra entre nosotros... por Kitana

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Notas del capitulo: Hola¡¡¡ al fin me he puesto al día con esta historia, espero que les guste, bye¡¡¡
 

Mi cuerpo aún tiembla de dolor y enfado, ¿cómo ha podido hacerme esto? ¿Cómo? Se supone que es mi padre y debe apoyarme... pero me da la espalda, ¿cómo puede ser tan cruel? Salgo del despacho de mi padre y camino lentamente intentando calmarme para ir por Darien.

- Darien, es hora de irnos. - digo mientras finjo una sonrisa. Mi hijo viene hacia mi con su cachorro persiguiéndole... ¿qué va a ser de nosotros? - Vamos Darien, es hora de ir a casa. - le digo, mi niño toma a Snow  en brazos y me sigue a la puerta. - Vamos cariño, tenemos mucho que hacer en casa.

- Sí mami, ¿no me voy a despedir de mi abuelito?

- No hijo, tu abuelo esta muy ocupado ahora. - le digo intentando ocultar lo mejor que puedo mi dolor. Tomo la manita de mi hijo entre la mía y lo guío a través de este jardín en el que solía jugar cuando solo era un niño.

Salimos a la calle. Darien no deja de contarme lo maravilloso que es Milo, mi niño... a veces no sabe lo que dice.

- ¿Sabes mami? Lucy tiene un papá nuevo, y dice que es mucho mejor que su otro papá, lo quiere mucho y dice que él la lleva a jugar al parque todos los sábados. ¿Crees que Milo querría ser mi nuevo papá? - me dice con toda la  inocencia de sus siete años, solo le sonrío.

- Cariño esas cosas no son tan fáciles, además tú ya tienes un papá.

- Pero él no me quiere... - dice Darien bajando su carita. ¿Cómo puede ser tan evidente para él algo semejante?

- No digas eso, papá te quiere.

- ¿Y entonces porque se fue de la casa? Marcel, mi compañero de banca dice que su papá se fue porque ya no los quería a él y a su mamá, ella se lo dijo.

- Bueno yo... ¿te parece si hablamos de eso después? Tenemos muchas cosas pendientes en casa. - le digo intentando apartar de su mente esas ideas que no están muy lejos de la verdad para mi desgracia.

Hemos vuelto a nuestro departamento, mientras Darien hace su tarea yo me ocupo en pensar como vamos a resolver esta situación ahora. Creí que mi padre me ayudaría pero se ha negado... ¿cómo pudo hacerme esto? Él fue quien insistió más en que no debía casarme con Hyoga y ahora que necesito que me apoye simplemente me dice que no debí casarme.

Alguien está llamando a la puerta. Limpio cuidadosamente mi rostro y voy a abrir. Es Shaka, mi vecino.

- Hola Shunny, ¿me harías un enorme favor?

- Claro, dime, ¿en que te puedo ayudar?

- Necesito con urgencia que vengas a mi casa y resuelvas el desastre que forme en la cocina... soy tan malo para estas cosas y el hermano de  Aioria viene y yo quería que todo fuera especial pero se quemó...

- No te preocupes, ya veremos como se soluciona esto. - intento sonreír pero Shaka solo me mira.

- Lo siento, soy un tonto, un gran tonto, se nota que no estás en el mejor momento y yo vengo a molestarte con mis cosas. Perdona, no era mi intención.

- No te preocupes, además... mantenerme ocupado me ayudará a no pensar en... esas cosas. - le digo intentando sonreír. - Llamaré a Darien y en un momento vamos a tu departamento.

- Gracias Shunny, eres un ángel. - dice y sonríe.

Me dirijo a la habitación de mi pequeño, esta terminando con su tarea... mi niño, es idéntico a su padre.

- Hola peque, ¿me acompañas al departamento de Shaka?

- Sí mami... - dice y me mira, esos hermosos ojitos azules están llenos de preocupación.

- ¿Qué pasa Darien?

- Nada... es que tío Milo dijo que vendría a comer y aún no llega.

- ¿Y cuando te dijo eso?

- Me mandó una nota con Leo. - dice mi niño con esa sonrisa traviesa tan suya.

- A mi no me dijo nada.

- Es que era sorpresa.

- Ah ya veo, quizá llegue más tarde, aún es temprano. - despeino un poco la cabecita de mi hijo y le sonrío.

- Mami, ¿te vas a poner gordo? - dice Darien mirándome con curiosidad.

- ¿Por qué me preguntas eso?

- Porque Leo me dijo que cuando su hermanito iba a nacer su mami se puso muy gordo.

- Pues si me voy a poner un poquito gordo, pero solo será hasta que el bebé nazca.

- ¿Y será un niño como yo?

- Eso no lo sé peque, pero en cuanto lo sepa te lo diré.

- Pero papá no lo va a querer como a nosotros... ¿verdad mami? - dice con sus ojitos llenos de tristeza.

- Cariño, eso no lo sé... y ahora vamonos o Shaka se va a desmayar allá afuera. - le digo, no quiero hablar de esto, no quiero hablarlo con nadie y mucho menos con él. No logro entender como es que él ni siquiera se preocupa por sus hijos, porque nunca se esforzó por acercarse a Darien.

Mientras Shaka y Darien ven televisión yo me ocupo de preparar algo decente con lo que se ha salvado de Shaka. Finalmente consigo armar una comida lo suficientemente impresionante para que el hermano de Aioria quede satisfecho.

- Shunny, definitivamente te adoro, ¿te quedas a comer?

- No, creo que tendremos visitas, así que será en otra ocasión.- le digo, tomo a Darien de la mano y salimos. De pie junto a la puerta de nuestro departamento se encuentra Milo. Tiene esa expresión en el rostro, esa que Camus aseguraba era su cara de "estoy planeando algo."

- ¡¡Tío Milo¡¡ - grita mi hijo antes de salir disparado a abrazar a Milo. Milo solo sonríe.

- Chicos excelentes noticias.

- ¿De que hablas Milo?

- De que ya tienes trabajo, y un trabajo muy entretenido a decir verdad. ¿Podemos entrar? Tengo los pies deshechos, Shiana me obligó a acompañarla de compras.- dice Milo con una sonrisa despreocupada.

-Oh si lo siento... - murmuro mientras mi niño toma la mano de Milo para arrastrarlo al interior del departamento. Entramos en el departamento. Milo se deja caer en un sillón sin más ceremonia.

- Bien Shunny la verdad es que me costó un poquitín de esfuerzo pero lo logré, ¡ya tienes trabajo!- dice Milo con una enorme sonrisa.

- ¿Y se puede saber en qué?

- En una florería, pero no es cualquier florería, ¿sabes? Es la mejor florería de la ciudad y se especializa en arreglos raros. No me preguntes más, mejor vamos para que conozcas a tus compañeros de trabajo, ¿me dirás que sí?

- Milo, de verdad que no sé que haría sin ti... - no puedo más, ha sido demasiado para un solo día y me pongo a llorar.

- Shunny por los dioses... ¿qué te pasa?

- Hace un rato fui a hablar con papá... me ha vuelto completamente la espalda. Le pedí ayuda y me la negó, dijo que todo esto era culpa mía por haberme casado con Hyoga a sabiendas de que no sentía nada por mí.

- Perdona que te lo diga, pero tu padre es un idiota aún más grande de lo que recuerdo que solía ser. Si no mal recuerdo, él era el que más se oponía a que te casarás con ese ruso, así como se oponía a que Camus y yo nos casáramos. Mi querido ex cuñado es un poco idiota.

- Milo, es mi padre, aunque no sea el más brillante de los hombres, es mi padre.

- Tienes razón, lo siento, bueno, ¿nos vamos ya?- dice y se pone de pie.

Abandonamos el edificio, Dan no ha querido quedarse en casa, Milo actúa con él como siempre quise que Hyoga actuara con él. Carga a Darien sobre su espalda y ambos ríen de una forma que me hace olvidar todo lo malo que esta sucediendo en mi vida. Definitivamente Milo no pudo escoger un mejor momento para volver a aparecer en mi horizonte, no sé que haría sin él.

Subimos al auto de Milo, siempre le han gustado los autos lujosos y este no es la excepción, un mercedes negro, realmente precioso. Darien ha decidido sentarse al lado de Milo, mi tío está fascinado con la curiosidad del pequeño. No puedo olvidar la última vez que mi niño intentó hacer lo mismo con su padre, Hyoga le ordenó que se sentara atrás y no lo molestara. Darien no volvió a intentar acercársele mientras conducía... Milo ha comprendido que los autos despiertan la curiosidad de mi niño, y lejos de desalentarlo, parece feliz de que Darien comparta una de sus aficiones.

- Y así es como pasas de segunda a tercera, ¿lo entendiste Danny? - dice Milo, Darien solo asiente con una enorme sonrisa en sus labios.

- ¿Falta mucho para llegar Milo? - pregunto.

- Oh no, de hecho es allá, en la esquina. - dice señalando un local de aspecto bastante exótico. - Que no te asuste la fachada... es que Afrodita tiene unos gustos algo... exóticos. - dice Milo algo apenado.

- ¿Quién es Afrodita?

- Él es el viudo de mi mejor amigo. Es una gran persona... solo que tiene un carácter algo difícil, ¿sabes? Y por sí fuera poco está embarazado, y esta deprimido porque su esposo falleció hace poco y necesita toda la ayuda del mundo ahora que ha comenzado ese negocio nuevo. Pero no te dejes llevar por las apariencias, Afrodita es una persona bastante decidida a pesar de ser bastante pero bastante infantil.

- Entiendo... se parece a Kanon. - murmuro, Milo voltea a mirarme y dice:

- ¡Exacto eso es lo que yo pienso! - no deja de sonreír. - Te llevarás bien con él, además supongo que entenderás lo duro que será para él este embarazo no teniendo a Luigi junto a él. Mi pobre amigo... es una pena que haya muerto. - dice Milo con cierta tristeza. - Por favor no se lo menciones a Afrodita, él esta demasiado sensible todavía respecto a ese asunto, aunque ya hayan pasado dos meses. Si te soy sincero, fue por ellos que volví, no tenía la menor intención de volver... - dice Milo.

- No te preocupes, no mencionaré el asunto. - le sonrío. Hemos llegado hasta la tienda, creo que no será nada fácil pero conseguiré adaptarme a esta nueva situación. Debo hacerlo, no solo por mí sino por mis hijos, especialmente por este pequeño que crece en mi vientre.

Los tres bajamos del auto, Milo parece nervioso. No sé por qué, tal vez está ocultando algo más. Milo nunca lo dice todo, ya debería haber aprendido eso.

Al entrar al lugar suena el tintineo de una campana y un suave perfume de rosas penetra por cada poro de mi piel, es un aroma no solo delicioso, es... tranquilizante.

-Dita, ¿estás aquí? - dice Milo. De repente, de detrás de un enorme arreglo de rosas sale un muchacho como de la edad de Milo, muy rubio y que le sonríe.

- Milo, llegas temprano... para variar. - Milo se sonroja un poco y se acerca hasta donde está su amigo.

- Deja que te ayude Dita, tú no deberías esforzarte tanto. - dice Milo tomando de los brazos de Afrodita un enorme jarrón que no parece pesado.

- Eres un exagerado, te aseguro que no me va a pasar nada ni a mí ni al bebé por levantar esa cosa del suelo. Solo es un jarrón Milo.

- Si pero se ve pesado.

- Solo se ve pesado, no está pesado. - dice Afrodita sin dejar de mirar a Milo con gesto algo molesto.

- Está bien, lo siento súper mamá... - dice Milo en tono burlón.

- Mejor cállate antes de que me den ganas de golpearte Milo Scouros.

- Lo lamento, no volverá a pasar... súper mamá. - Afrodita termina por reírse, es un hombre muy hermoso, de eso no cabe duda. Tiene los ojos de un azul muy particular. Es una persona muy hermosa, tanto que es capaz de poner nervioso a Milo, ¿será que él le gusta? No lo creo, Milo en general no se muestra así con nadie a menos que sepa de algo que lastima a la persona en cuestión. Así que debe haber algo de lo que no quiere que Afrodita se entere.

- ¿Tienes un bebé ahí dentro? - dice mi niño clavando sus sorprendidos ojitos en el abultado vientre de Afrodita, el rubio lo mira y sonríe.

- Sí, ¿quieres tocarlo? - Darien asiente con la cabeza. Afrodita toma la temblorosa mano de mi niño con suavidad y la coloca sobre su vientre, Darien voltea a mirarme muy sorprendido.

- ¡Mami se está moviendo raro!- dice un poco asustado.

- Peque no te asustes, el bebé se está moviendo, eso es muy normal, también tú lo hacías cuando vivías en mi panza. - le digo, Darien voltea a ver a Afrodita.

- ¿Y te duele? - Afrodita sonríe y despeina la cabellera rubia de mi hijo.

- No, claro que no, aunque la verdad si siento muy raro. - dice Afrodita sonriendo. - ¿Cómo te llamas? - dice mirando a Darien.

- Me llamo Darien Olenko, y él es mi mami, se llama Shun y también va a tener un bebe como tú, solo que él todavía no se pone gordo. - dice Darien, me siento un poco apenado, solo que la hermosa sonrisa de Afrodita me dice que no ha sido tan mal recibido su comentario.

- No te preocupes, no hace falta que nadie me lo diga, cada vez que me veo en el espejo por las mañanas me doy cuenta de que parezco un cerdito en dos patas. - dice Afrodita sonriendo. - Pero supongo que la idea de que pronto tendré a mi bebé en brazos es suficiente como para olvidarme de que hace meses perdí la cintura. - dice el hermoso Afrodita acariciando su vientre. - ¿Cuándo nace el tuyo Shun?

- Eh pues en siete meses.

- Ah... aún recuerdo cuando me podía ver los pies... - dice con gesto dramático.

- No seas exagerado Dita, ni que estuvieras tan gordo, para embarazados obesos Kanon, era más fácil saltarlo que darle la vuelta. - dice Milo sin poder contener la risa.

- Ya te oí. - dice una voz bastante grave seguida del tintineo de la campana. - Y eso no es cierto, no me puse tan gordo como dices. - es Kanon y le dirige una mirada asesina a Milo. - Solo vine a saludar. - dice y sonríe.- Hola a todos, excepto a ti. - dice señalando a Milo.

- Hola Kanon, ¿cómo está el bebé?- le digo.

- Oh muy bien, Saga se quedó a cuidar a los niños para que yo pudiera desestresarme un poco, tres niños y un recién nacido son una verdadera tortura.- dice y se sienta en la única silla que hay a la vista. - Además tenía que venir a ver que tan gordo se ha puesto Afrodita. - El rubio le dedica una mueca burlona y enseguida va a abrazarlo. - Vamos, no te pongas así, ya sabes que es sarcasmo amoroso, como el que uso con Saga.

- Sí como no... - dice Afrodita con cara de niño caprichoso.

Pasamos la tarde conversando, la mayor parte de la conversación gira alrededor de los bochornosos de la infancia y adolescencia de Milo, estos dos saben demasiadas cosas de Milo y las están usando para avergonzarlo, y de que manera. Milo ya no sabe detrás de que mueble esconderse para evitar que Afrodita y Kanon sigan contando cada detalle bochornoso que recuerdan de él.

- Creo que ya es hora de irnos, se está haciendo tarde y el niño debe estar cansado. - dice Milo aún sonrojado por la anécdota de su primera cita con un chico.

- Está bien, huye como el cobarde que eres. - dice Kanon entre risas.

- Despídete Darien.- le digo a mi niño, él abraza y besa a Afrodita y a Kanon.

- Adiós señor Afrodita. - dice Darien.

- Nada de señor Afrodita, soy tu tío Dita.- el rubio besa la mejilla de Darien que se acerca a Kanon sin dejar de sonreír.

- Y yo soy el tío Kanon, y Leo es mi hijo, así que desde ahora él es tu primo también.

- Gracias por todo Afrodita.

- Ay no me des las gracias, solo hago lo mejor que puedo, además no se lo digas a Milo, pero si me hace falta ayuda.- dice mientras caminamos a la salida. Los dos reímos. Mi hijo de nuevo viaja en los brazos de Milo, creo que se están encariñando demasiado el uno con el otro. Milo es el padre que mi hijo siempre quiso y mi Darien es el hijo que hasta ahora se le ha negado a Milo.


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