Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Una sombra entre nosotros... por Kitana

[Reviews - 101]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

Sentados en primera fila, Milo y yo contemplamos la aparición estelar de mi hijo en la obra de Navidad en su colegio.  Milo esta de lo más emocionado, aplaude como loco y no paró de tomar fotografías. No puedo evitarlo, me siento feliz de tenerlo aquí. Sin él esto no hubiera sido igual.

- ¡Dioses! ¿Lo viste? ¡Fue perfecto! - dice Milo sin dejar de aplaudir ahora que el espectáculo ha terminado. - Debo felicitar al pequeño. - dice y se pone de pie. - Tú quédate aquí y yo lo traigo, ¿de acuerdo? - dice y desaparece sin darme oportunidad de responder.

- Cualquiera diría que uno se acostumbra a que lo deje sin más ni más, pero la verdad es que no. - comenta Kanon refiriéndose a Milo mientras le da la mamila a su bebé. - ¿Ya te invitó a la fiesta de Navidad? No quiero tener que tomar las mismas medidas que en su cumpleaños. Entiendo que no quiera que nadie se entere que ya ha cumplido 35, pero Navidad es Navidad. - dice Kanon.

- Me dijo ayer.

- ¿Nos acompañarán o prefieres ir a casa con Saori y tu padre?- dice Saga mientras lucha por evitar que Alcestes se le escape de los brazos y eche a correr de nuevo.

- Este año no me apetece ir a casa, prefiero estar con ustedes. - les digo con una sonrisa fingida.

-¡Excelente! ¡Dos manos más para ayudar a preparar la cena! - exclama Kanon. - Le diré a Milo que te lleve temprano a casa de mamá, ah pero antes tenemos que ir de compras, espero que decidas venir, Shaina y yo siempre vamos juntos a comprar nuestra ropa y la de los niños, además tenemos que comprar los regalos, ah y también debemos avisarle a Dita, él y el bebé también tienen que ir...

- Querido... cálmate, vas a asustar a Shun. - dice Saga besando a Kanon en la mejilla.

- Lo siento, tú sabes que la navidad me emociona muchísimo, y este año tiene que ser especial. - dice con un brillo travieso en sus ojos. Saga exhala un suspiro.

- Sospecho que el próximo año volveré a ser padre. - susurra.

- No se trata de eso, aunque... ¿quién puede saber?- se besan, sin duda son una pareja hermosa y muy enamorada.

Milo ha vuelto trayendo a Darien y Leo con él.

- ¡Mamí! ¿Me viste? Fue muy bonito, ¿verdad? - dice y se sienta en mis piernas.

- Claro que si mi niño, estuviste genial, eres la ovejita más tierna del mundo.

- ¿De verdad te gustó?

- Mucho.

- Dioses, es hora de ir a casa. - dice Saga sujetando a Alcestes con fuerza, el pequeño no parece estar muy de acuerdo con que su padre lo lleve en brazos. - Alcestes, por Zeus, quédate quieto.

- Si papi. - dice el niño mientras se acomoda mejor en los brazos de Saga y da un bostezo. Se ve tan tierno... Milo solo los mira.

- Saga, ¿quieren comer con nosotros mañana? - dice Milo mientras abraza a Darien y lo coloca en sus hombros.

- ¿Tú invitas?

- Claro, sí.

- Perfecto. Cuenta conmigo. - dice Saga con una sonrisa. - Voy a buscar la camioneta.

- Y yo el auto, ¿te importa si me llevo a Dan, Shunny? - me dice.

- ¿Puedo mami?

- Claro que puedes, solo no te separes de Milo. - Kanon esta airándome de una forma que me hace sentir inquieto. Ellos se han ido dejándonos a mí ya Kanon con Arístides y la pequeña Helena.

- Es maravilloso, ¿verdad? - dice Kanon mientras acuna a Helena en sus brazos. - Siempre dije que Camus no lo merecía. Mi primo es alguien que merece que lo traten como es debido, no en la forma en que lo hacía Camus. - me quedo callado escuchándolo hablar sobre mi tío. - Sé que era tu tío y que no es de buena educación hablar mal de los muertos pero... Camus era un cabrón. - lo miro sorprendido, me han dicho muchas cosas sobre él, pero jamás nadie se  había referido a él en esa forma.  - Tú no lo conociste como nosotros... ni siquiera Milo... puedo decir sin remordimientos que yo odiaba a ese hombre. - no puedo hablar, las palabras se han borrado de mi mente. Kanon se echa a llorar y yo no sé ni que decirle. - Sí te digo esto es porque... porque creo que es tiempo de que él sea feliz, y tú también, no merecías a ese bastardo con el que te casaste sino algo mejor.  No te estoy pidiendo que te lances como un loco a sus brazos, aunque creo que sería interesante. Solo te pido que te fijes en él, en lo que has hecho con él. ¡Le has devuelto la luz a su mirada! Y eso es simplemente maravilloso. No quiero que se pierda de nuevo en el dolor, eso es todo. Ya le dedicó nueve años de su vida a ese, ahora merece que alguien se tome la molestia de fijarse que hay más en él de lo que puede apreciarse a simple vista. - quiero decir algo, pero la intempestiva llegada de Leo y Darien impide que lo haga.

- Mami, mami, vamos. - dice Darien jalando mi mano para hacer que me ponga en pie. Le sonrió, Kanon me mira como indicándome que esta conversación no ha terminado... y en efecto así es.

Mientras camino siendo arrastrado por mí hijo en dirección a la puerta, pienso en Milo. No es la primera vez que me sorprendo a mí mismo haciéndolo.

De hecho, en las últimas semanas es más frecuente, sobre todo después de ese horrible incidente en la casa del amigo de Milo. ¿Cómo imaginarme siquiera que el esposo de ese hombre es el mejor amigo del sujeto por el que mi esposo me dejó? El mundo es un pañuelo sin duda. Milo hizo hasta lo imposible por hacerme sentir mejor esa noche. Él creía que era tristeza, ahora sé que no lo era, solo estaba furioso. Sí, estaba furioso por verlo tan cerca de ese hombre, y no porque sabía que era su amante. Más bien fue porque en estos meses no se ha ocupado de Darien, ni de mí ni de mi embarazo como dijo que haría. Solo he recibido un poco de dinero hace un mes y eso ha sido todo.

De no ser por mi trabajo y el apoyo que Afrodita, Milo y su familia me están dando, no sé que haría. Si fuera por Hyoga, a estas alturas mi hijo y yo viviríamos en la calle.

Van a dar las nueve de la noche. Hemos tenido un día muy ocupado. Me siento tan cansado. Ha sido un día pesado. Por suerte ya terminó. Contemplo una y otra vez a mi hijo sentado en las piernas de Milo escuchando entre bostezos el cuento que Milo está leyéndole. No sé cual de los dos lo está disfrutando más. No puedo evitar comparar una vez más a Milo con Hyoga. Mi esposo siempre alegaba estar demasiado cansado como para hacer algo semejante. Mi esposo, ¿Por cuánto tiempo más seguirá siéndolo? No lo sé. No hay día en que no espere tener noticias suyas pidiéndome el divorcio.

Me encontré con su amante. Nunca imaginé que fuera así. Es uno de esos hombres de aspecto muy masculino y rudo. O lo que es lo mismo, alguien que no tiene absolutamente nada que ver conmigo. Muy diferente a mí... y a Camus. Mi tío no era del tipo masculino y rudo, Camus era la clase de hombre que se deja amar y admirar por el mundo. Me sorprendí bastante al saber esto. Yo juraba que me había dejado por una replica exacta de mi tío.

Como quiera que sea, estoy seguro de que es cuestión de tiempo para que se decida a pedirme el divorcio. Es seguro que querrá casarse con su amante. A él sí lo ama. No puedo negar que me enfureció verlo ahí, tan feliz, tan despreocupado de todo, disfrutando de esa fiesta sin recordar a sus hijos, de mí no me extraña, pero Darien es su hijo.

Yo ya no sé ni lo que siento por él.  Confieso que al principio viví en medio de la angustia de no saber que sería de mí me impidieron pensar siquiera en lo que sentía por él. Siempre supe que no me amaba... pero ahora... empiezo a creer que yo tampoco lo amo ya. Hay alguien que ocupa mis pensamientos y ese alguien ha dejado de ser él.

- Se durmió al fin. - susurra Milo mientras cierra el libro que le ha estado leyendo a Darien. - Lo llevaré a su cama, y después podemos tomar un café, ¿de acuerdo? - solo asiento con la cabeza, Milo me sonríe. Lo veo dirigirse a la habitación de mi niño y depositarlo suavemente en la cama, arroparlo y luego depositar un tierno beso en su frente. - Buenas noches campeón. - susurra antes de salir de la habitación.

Milo se acerca a mí con una sonrisa.

- Ese cuento era mi favorito, como fastidiaba a mi mamá para que me lo leyera cada noche.

- Es una historia muy bonita.

- Si, lo es... - dice con cierta tristeza.

-¿Qué pasa?

- Nada. Solo estoy melancólico. No me hagas caso.

- Vamos Milo, solo dilo.

- OK. Te digo... estoy apenado por lo que pasó en la fiesta... yo no tenía idea de que ese idiota roba maridos y el esposo de Aldebarán se conocieran. No debí llevarte.

- No es culpa tuya, no tenías modo de saberlo.

- De todos modos... discúlpame.

- Si eso te hace sentir mejor... entonces te disculpo Milo.

- De verdad que me hace sentir mejor. Me sentí el peor cretino del universo cuando vi a ese hablar contigo.

- No es tu culpa, además en algún momento tendría que verlos juntos, esta ciudad no es tan grande.

- Dioses... me siento aliviado de que no te haya afectado tanto.

- Créeme que yo también. ¿Tomamos ese café del que hablaste?

- Claro. - dice Milo con una enorme sonrisa. - Por cierto... mi madre y mi hermana conspiraron con Kanon y quieren que los lleve de compras, como Saga y Mu siempre tienen mucho trabajo y yo soy el único espíritu libre de la familia... me toca ser chofer, ¿vienes? Podrías comprarte algo bonito también, y a Darien.

- Claro, Darien y yo estaremos encantados de acompañarte. Pero nosotros pagaremos nuestras compras.

- Eso se oye como que me rescataras de tía Helena y mamá.

- A veces hablas de ellas como si de verdad fueran tus enemigas.

- Lo son de mi salud mental, créeme. - dice y ríe de esa forma tan suya.

Charlamos animadamente por un rato más, Milo se encarga de preparar el café mientras que yo intento no pensar más en Hyoga y en su amante...

Milo al fin se ha despedido. A veces quisiera que no se fuera. Su compañía me hace tanto bien. Me he dado cuenta de que lo que mi madre siempre decía de él es completamente cierto, Milo es sencillamente adorable. No puedo apartar lo que Kanon me dijo de mi mente. ¿Qué fue lo que le hizo Camus a esa familia?  No lo sé... pero debió ser muy malo como para que alguien como Kanon diga que lo odiaba.

Es cierto, cada vez pienso más en Milo... y de una forma en que no estaba acostumbrado a hacerlo. Antes pensaba en él como en una persona sencilla, agradable, con un corazón enorme. Ahora sigo pensándolo, sin embargo no paro de evocar sus rasgos, sus ojos sobre mí y esa forma tan suya de sonreír, en como toma mi mano para ayudarme a poner en pie ahora que mi vientre es enorme. No puedo dejar de repasar las interminables charlas que tenemos en la florería. Es como si todo a mi alrededor estuviera impregnado de su presencia... y no es algo que me disguste.

De alguna manera, ya lo necesito en mi vida... y eso se siente realmente extraño. Me he sorprendido a mí mismo afirmando que es francamente hermoso, demasiado apuesto.

Es hora de dormir, mañana me espera un día terriblemente ocupado. Sin duda es una bendición tener a mi hijo y a gente tan hermosa como Milo a mi lado.

Creí que mi embarazo seria de todo menos feliz, pero entre el trabajo, mi hijo y las tardes con Milo, me he quedado sin tiempo de sufrir la perdida de Hyoga. Hyoga ni siquiera se ha ocupado de mí, ni de Darien... no sé que sería de nosotros sin el trabajo que me encontró Milo.

Afrodita es una persona sumamente especial. Es esa clase de personas en las que puedes llegar a confiar, alguien que te apoyará en todo. Es un gran amigo sin duda. Y esta tan nervioso con el bebé. El primero siempre es tan difícil, uno siempre tiene miedo de equivocarse y lastimarlo. Dita esta muy agradecido por los pocos consejos que le he dado al respecto.

Por la mañana Darien y yo nos levantamos un poco más tarde de lo habitual pues él ya no tiene que ir al colegio, sus vacaciones comenzaron apenas ayer. La hermana de Milo se ofreció a cuidarlo mientras trabajo, pero no quisiera abusar. Ella es bastante agradable y Darien se lleva muy bien con su hijo Kikki.

Mientras me ducho acaricio mi vientre. No puedo evitar pensar en que mis embarazos han sido igualmente solitarios. Al menos esta vez tengo a Darien a mi lado. Una sonrisa se escapa de mis labios al pensar que también tengo a Milo, a Afrodita con sus consejos extraños y también a mi hermana, aunque no pueda venir a visitarme, no deja de escribir y llamarme al menos una vez por semana para saber de mí. Pobre Saori... a veces odia su vida y con razón. Nunca se perdonará por haber permitido que papá le impidiera casarse con el hombre al que amaba, Julián Solo.

 

Darien y yo salimos de casa para dirigirnos a la florería. He tenido que deshacerme de la camioneta, el gasto en gasolina era tremendo y necesito ahorra lo más que pueda para poder costear los gastos que el nacimiento del bebé traerá. Tengo casi cinco meses de embarazo, supongo que las cosas irán mejor en algún momento. Por ahora debo hacer las cosas bien si es que quiero que mi bebé, Darien y yo salgamos adelante.

Ahora más que nunca me arrepiento de haber dejado la universidad. Nunca debí hacerlo, es cierto eso que dicen de que no debe darse nada por sentado. Y yo menos que nadie, no debía dar por sentado que lo mío con Hyoga duraría para siempre.

Es casi medio día, ha sido una mañana ocupada y he estado solo, Afrodita no ha  venido hoy ya que tenía cita con el pediatra de Luigi.

Cerca de la una Milo se aparece por la florería. Se ve nervioso. Tiene en sus manos un diminuto ramo de violetas que se apresura a poner en mis manos.

- Hola Shunny. - dice entrando al local.

- Hola, ¿por qué tan nervioso?

- ¿Yo? No sí no estoy nervioso... es solo que... mejor después te explico.

- De acuerdo. - lo miro sin entender su actitud. Y él no parece tener intenciones de explicarse.

- ¿Estás listo para salir?

- ¿A que te refieres con eso?

- A la comida con Saga y Kanon.- dice mientras con dedos nerviosos se ajusta el nudo de la corbata.

- Tranquilo. - digo y le ayudo con la corbata. - La verdad es que no recuerdo haber sido invitado a ninguna comida.

- De hecho la idea no era que te reunieras con ellos... ayer en el colegio se me ocurrió abrir mi gran boca y decir "Saga, ¿te gustaría comer con nosotros mañana?" y mi primo interpretó el nosotros como tú, Danny y yo, no como mi madre, Shaina y yo, que era como debía ser... me siento tan torpe... empiezo a pensar que crees que te desprecio o algo semejante.

- No, sé que no me desprecias, solo tienes miedo de las reacciones de tu familia, ¿cierto?

- Siempre he dicho que eres un sol... - la sonrisa ha vuelto a sus labios... esos labios que desde hace unos días ansío besar. - Bien, no hay mucho tiempo, así que salgamos de aquí, ¡Darien! - grita y mi niño sale de su escondite para ir a abrazarlo.

- ¡Milo! - grita, ambos sonríen, ellos comparten algo, algo que mi hijo hampas tuvo ni tendrá con su padre... a pesar de todo, esta es una sensación agridulce. Pero me da esperanzas.

Milo me obliga a subir al auto mientras él y Darien se encargan de cerrar la florería. Mi niño... es tan hermoso verlo sonreír de esa manera. Siento a mi bebé patear mi vientre, lo acaricio con suavidad, sé que al bebé le gusta esa clase de atenciones.  Milo y Darien han terminado y están a punto de subir al auto.

- ¿El bebé se está moviendo mami? - dice Darien al notar que me acaricio el vientre.

- Sí, está pateando, ¿quieres sentir? - Darien solo asiente con la cabeza. Milo nos mira con esa extraña expresión, mezcla de melancolía y ensimismamiento.

- Tío Milo, ¿quieres sentir al bebé? - dice Darien girando su carita hacia Milo. Ante el silencio de Milo, Darien toma su mano entra las suyas y la pone sobre mi vientre.

- Es maravilloso... - susurra con una sonrisa triste en los labios al sentir como el pequeño se agita.  Después de una suave caricia a mi hinchado vientre, Milo retira la mano y sonríe, pero es una sonrisa distinta, casi diría que esperanzada. - Es hora de irnos... o comenzaran a decir que me quiero escapar de nuevo. - dice recobrando la actitud serena de siempre.

- Tienes razón. - le digo, es algo extraño... me gustó, me gustó la forma que tuvo de tocarme... es precisamente como siempre he deseado que alguien lo hiciera.

Fue un simple roce, sin embargo, me siento tremendamente turbado... ¿será qué...?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).