"hmmm..."
Una imagen de una chica pelirroja le apareció en la mente. Le sonreía alegremente, con dulzura. Le saludaba con una mano y con la otra le indicaba que fuera hacia ella.
"hmmm..."
- ¿qué pasa, Sora? ¿es qué no quieres venir conmigo? - le preguntó esa imagen de la chica con cierta preocupación.
"hmmm..."
- vamos, Sora. Ven conmigo...-La chica extendió la mano, como esperando.- ¿a qué esperas?¿es qué quieres que te dé un beso?
- ¡NO!-gritó Sora abriendo los ojos.
Solo había sido un sueño...Solo eso. Maldita sea, no paraba de soñar.
Se quedó ergido en su cama lamentándose haber tenido un sueño así con Kairi y fijó sus ojos claros en la ventana.
- ¡sora, a comer!-gritó su madre al otro lado de la puerta.
- ¡ya voy!-gritó Sora alzándose de la cama.
Pero el pequeño Sora no fue hacia la puerta, sino, se quedó mirando más de cerca la ventana.
¡Habían truenos! ¡sí! ¡eso eran truenos!
- mierda...-murmuró Sora mirando un momento al suelo pensativo.-la balsa...Mañana no podremos irnos.
Es lo último que dijo antes de saltar por la ventana de un salto.
Sora corría por la arena, fría por no tener el calor del sol, agitado, corría cada vez más y más.
- las balsas de Kairi y Riku...-pensó en alto Sora sorprendido.
Ninguna de las balsas de sus amigos estaban allí...
¿qué quería decir eso?
Por un momento pensó...¿y si sus amigos se habían ido sin él?
Sora negó con la cabeza, negando sus propios pensamientos.
Eso no podía ser.
Alzó la mirada azulada hacia arriba y frunció el ceño.
Había una silueta en el archipiélago de la isla.
Era...
Sora empezó a correr hacia el archipiélago más y más, como si su vida dependiera de ello.
Todo eso no le estaba gustando nada...
Todo aquello le estaba dando una mala sensación. Era como si algo negro, oscuro y malvado se estuviera apoderando del ambiente que había en la isla. Como si la isla estuviera siendo tragada por un cúmulo de oscuridad.
Le entraba miedo sin haber razones superficiales, le entraba pavor solo...por esa vibración negativa que sentía.
Sora subió las escalerillas que te hacían subir al alto archipiélago.
- ¡eres tú, Riku!-gritó Sora cuando su cabeza se asomaba por el archipiélago.
Riku, su amigo, estaba cabizbajo. Llevaba la misma ropa de ese día...Una camiseta de tirantes amarilla y unos pantalones azulados.
- ¡Riku!
- ¡Sora!-gritó entonces Riku alzando la cabeza de repente.-Sora...
Sora se acercó a su amigo y este sin preámbulos le dio un fuerte abrazo. Un abrazo que casi le ahogó, que hizo que un cosquilleo le recorriera todo el cuerpo. Sora se enrojeció sin saberlo, notando como los brazos de Riku le rodeaban, le protegían. Dejó caer su cabeza en el pecho del muchacho, como si fuera una almohada blandita para él.
- Riku...-murmuró Sora no sabiendo que decir.
El chico cogió a Sora de los hombros y le miró fijamente.
- Sora...-lentamente Riku posó sus manos en las mejillas del chico y le acariciaba.- quiero que sepas una cosa. Nos separaremos todos, pero por favor, quiero que no me olvides.
- ¿qué?-dijo Sora incrédulo. No había entendido a su amigo.-¿separarnos? ¡¿Y Kairi?!¿dónde está?¡¿dónde está Kairi?!
Sora se alejó de Riku girando la cabeza de lado a lado buscando a su amiga. Riku parecía aún más triste, como si lo que acabara de decir le hubiera roto en dos.
- Kairi está bien, Sora.-intentó calmarle Riku.
Sora le miró un momento, reaccionando a la incompresión con el enfado.
- ¿qué estás diciendo de separarnos, Riku? No me asustes.-le dijo seriamente.
- vamos a separarnos, quizás para siempre. Si te hubiera dado la fruta del Destino...-le dijo Riku.
Pero Sora no le escuchó, miraba de lado a lado. Sin dejar de buscar a su perdida amiga...
- dónde está Kairi...Dónde está Kairi...-no dejaba de repetir, cada vez se alejaba más y más de su amigo.
Sora se giró hacia Riku porque le iba a preguntar de nuevo, pero se sorprendió al ver que Riku estaba desapareciendo.
Una sombra extraña engullía a su amigo, como si estuviera siendo tragado por unas arenas movedizas.
- ¡Riku!-gritó Sora reaccionando.
El pequeño corrió estendiendo el brazo, alzando la mano todo lo que podía. Riku también estendió el brazo. Su mano también estaba alzada.
- no me olvides, Sora. Aunque quizá no vayamos a vernos nunca, yo siempre te voy a...-Riku se paró un momento y dejó de mirar a Sora avergonzado.
- ¡NO, RIKU!-gritó Sora corriendo como podía para alcanzar la mano de su amigo. Estaba más cerca, quedaba poco...-¡DÓNDE VAS, RIKU, NO TE VAYAS!
- Yo siempre te voy a querer, Sora.-terminó la frase Riku y miró de nuevo a los ojos cristalinos de su amigo.- No me olvides, tú.
Los ojos de Sora se abrieron por completo. Se quedó en un trance extraño. Pues su mente se había parado, pero sus pies no paraban de correr. Su mente se había quedado en blanco.
"Yo siempre te voy a querer, Sora", " Yo siempre te voy a querer, Sora" se repetía una y otra vez la voz de su amigo en su cabeza.
Sus pies alcanzaron su objetivo. Tenía a Riku en frente. Alzó un poco más la mano, estendió aún más, como pudo, los dedos de su mano e iba a hacerlo. Sus dedos rozaron las yemas de los dedos de Riku. Se tocaron por dos segundos lo que eran las yemas de los dedos. Pero la mano de Riku desapareció, y con ello todo él.
La oscuridad había tragado a su amigo...
Sora se arrodilló en el suelo con la cabeza gacha.
Sus mejillas ardían y no sabía el por qué. Tampoco sabía...porque sus ojos estaban acuosos y poco a poco dejaban caer finas lágrimas que mojaban la arena. Sus ojos se entrecerraban de dolor.
Acababa de perder a su amigo...No lo vería más...Nunca más tendría Riku a su lado.
- ¡Kairi!-gritó Sora entonces. Se levantó decidido.-¿dónde está Kairi?
Intentó despejar su cabeza. Por un momento debía olvidar todo lo sucedido. Quizás Kairi,...Quizás Kairi aún siguiera viva.
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