Otra vez era de día; otro día vacío, porque sin él no le valía la pena sonreír, siguiendo la rutina a la que ya se había acostumbrado tomó una ducha, se vistió y salió de su casa como un alma en pena caminando hacia su trabajo
Pero hoy algo era diferente, frente a su puerta se encontraba recostado en un pilar su compañero de trabajo
- Oye Iruka... esta última semana has estado muy raro y yo me he cansado de que me evadas
El moreno parecía no entender lo que su compañero le decía, caminó como si allí no hubiera nadie hacia su destino
Las manos de Mizuki le detuvieron zarandeándole los hombros insistentemente
- Iruka, por favor... reacciona, sea lo que sea no merece la pena que estés así
- Tú no lo entiendes
- Si no me lo cuentas por supuesto que no lo voy a entender, vamos a desayunar y hablamos
El moreno trató de negarse pero el peliblanco se negó a rendirse, se colocó detrás de Iruka y le llevó hasta el pilar donde estuvo antes apoyado dejándose caer lentamente al suelo sentando al moreno entre sus piernas y apoyando la cabeza en su hombro
- Desahógate
- No quiero hablar de ello
El abrazo se volvió mas firme y apretado, el moreno empezó a temblar y sus convulsiones mostraron al peliblanco que estaba llorando
Juntó aun mas sus cuerpos y cerró los ojos dejando que el olor del moreno inundara sus sentidos, subió una de sus manos por el pecho del Umino y retiró las lágrimas con delicadeza
El moreno aceptó la suave caricia que la mano de su compañero le entregaba y apoyó en ella su mejilla
Quedaron en esa posición hasta que los sollozos del Umino pararon
- ¿Estas mejor Iruka?
- Gracias Mizuki...
- Por ti lo que sea
Las mejillas del moreno se sonrojaron levemente y Mizuki sonrió levantándose primero para después ayudar al Umino, ya frente a frente, retiró los restos de lágrimas que quedaban en esos bellos ojos y sonrió
Iruka se lanzó a sus brazos y el moreno estrechó sus cuerpos acercando la cara del delfín a la curvatura de su hombro
- No quiero volver a verte llorando Iruka... me duele, al final me hiciste adicto a tu sonrisa y quiero ayudarte... dame una oportunidad para que vuelvas a sonreír de nuevo... prometo que no te arrepentirás
Los cabellos del delfín fueron acariciados por su compañero hasta que algo cohibido colocó las manos en el pecho del peliblanco, una tenue sonrisa de agradecimiento cruzó fugaz por su rostro, se dio la vuelta y caminó hacia la academia...
- A este paso vamos a llegar tarde Mizuki...
El peliblanco corrió alcanzándole y tomando su cintura con una mano caminó junto al dueño de sus fantasías
- ¿Tienes algo que hacer después de clase Iru-chan?
- ¡¡¡ no me llames Iru-chan!!!
- jajaja, perdona pero me gusta como suena, tan dulce como tú...
El sonrojo volvió a hacerse presente en las mejillas del moreno y agachando la mirada algo cohibido caminó junto a su ¿compañero?, no era fácil definir a Mizuki en ese sentido...
Otro atisbo de sonrisa volvió a asomarse en su bronceado rostro e ingresó a su clase algo más animado sin responder a la pregunta del peliblanco
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Mizuki divisó una cabellera rubia y la alcanzó antes de entrar en su clase
- Oye Naruto... ya he hablado con Iruka, no le menciones nada sobre "ese" tema que está muy susceptible... mejor haz como si no supieras nada... yo me encargaré del resto
- Muchas gracias Mizuki-sensei
- Gracias a ti Naruto... gracias a ti
El rubio caminó sonriente hacia su siguiente clase ahora que pensaba que estaba todo arreglado
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Frente a la puerta de su clase se encontraba recostado el peliblanco esperando a que la clase se despejara; cuando vio salir a los últimos alumnos ingresó en la sala y se acercó hacia la mesa del moreno
- Aun no respondiste a mi pregunta Iruka... ¿salimos juntos esta noche o no?
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Un atractivo moreno caminaba tranquilamente por la oscura calle tras un duro auto-entrenamiento que duró hasta la noche cuando unos extraños sonidos llamaron su atención...
Se acercó a la casa de donde provenían, la famosa "casa encantada" se alzaba majestuosa frente a él, parecía como si alguien lo estuviera destrozando todo
Pero eso no iba con él... él estaba por encima de eso que la gente llamaba curiosidad... eso le pegaba mas al dobe
Una media sonrisa se formó en su rostro al recordar a su travieso compañero, sacudió con fuerza la cabeza y siguió su camino sin preocuparse en lo más mínimo por lo que estuviera ocurriendo allí, total, a él no le incumbía