El Uchiha caminaba con Naruto tras él, los ruidos cada vez sonaban más cercanos. Los dos muchachos hicieron gala de su condición de aprendices de ninja colándose sigilosamente y acercándose al foco de tal estruendo
La puerta estaba entreabierta y una sombra oscura lanzaba los libros de la alta y ahora desordenada habitación rugiendo palabras malsonantes. Ambos muchachos se quedaron estáticos atisbando por el hueco de la puerta.
La sombra se detuvo y caminó hacia el escritorio permitiendo a los jóvenes vislumbrar, gracias a la luz del candelabro encendido, quien era la causa de tanto jaleo. Los cabellos color plata permanecían alzados, sin ocultar los heterogéneos ojos que dominaban la expresión del causante del ruido, el resto del rostro estaba cubierto ocultando la boca y parte de la nariz, el cuerpo se mantenía velado por el uniforme de jounin propio de la Hoja
El Uchiha se extrañó al sentir la mano de Naruto tomando la propia y rogándole con la mirada que le siguiera, Sasuke siguió las indicaciones del rubio hasta que ambos se hallaron frente a un enorme cuadro.
Naruto abrió los ojos como platos y cayó al suelo de rodillas
- Oi, que ocurre usuratonkachi, ¿para que me traes aquí?… no hay nada
- Ese es el problema teme – susurró el rubio – en ese cuadro estaba la imagen del tío que se está cargando la biblioteca –
- Ya claro, y Shikamaru es hiperactivo no te jode –
- Te lo digo enserio –
El rostro serio y decidido de Naruto pareció convencer al moreno que le tomó del brazo para caminar juntos fuera de la casa
- En ese caso, habrá que investigarlo dobe -
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Terminó de rehacerse la coleta tras la ducha caliente que relajó sus agradecidos músculos, subió a su cuatro con una toalla anudada a la cintura, tenía tiempo de sobra antes de la llegada de Mizuki. Aun no sabía por qué demonios había acabado aceptando salir con el insistente peliblanco pero tal vez ese podría ser el bálsamo que curara la profunda herida que el Hatake había ahondado en su interior.
Hacía tanto tiempo que no se sentía tan triste, la muerte de sus padres ya logró cavar un profundo socavón en su corazón y en su alma y la primera y única vez que trata de reponerse por completo de ello, la única vez que trata de volver a abrir su corazón y su alma para rendirse por completo al cálido sentimiento que tanto necesita, no logra si no hacer mas profundo el dolor y acrecentar la herida.
Se auto regañó por volver a pensar en aquellos ojos tan distintos entre sí provocando que una lágrima se inmolara de sus ojos, estaba tan cansado de llorar esa causa perdida; Kakashi no le amaba y él no dejaba de recordarle ni por un momento. ¡Era tan injusto!
Siempre adoró a Naruto como a un hijo, y reconocía que gracias a él, el dolor pareció menguar pero en el fondo sabía que jamás desaparecería, el dolor era parte de su vida desde muy pequeño y lo sería hasta la hora de su muerte pero jamás lo lograba asimilar del todo. Esta vez pensaba que realmente había esperanzas para su magullado corazón
Suspiró hastiado al sentir el reguero de lágrimas sobre su desnuda piel, las retiró con el dorso de la mano y caminó hacia su armario en busca de algo de ropa apropiada para la cita que no tardaría en recogerle
Sonrió al espejo ocultando lo que realmente sentía, esa máscara que encubría el dolor que cargaba a sus espaldas le acompañaría siempre. El pequeño rubio se estaba convirtiendo en un reflejo de él mismo, sonriendo a las adversidades y dejando el dolor para compartirlo únicamente con la profunda soledad
Pero su pequeño alumno tenía una posibilidad de ser feliz junto a aquel chico que había sufrido también el arduo castigo que es la soledad, mañana ya se encargaría de ver si el joven moreno podría hacer feliz a su pequeño, ya era tiempo de preocuparse por su propia dicha
Ya vestido para la ocasión con una ajustada camisa negra y unos pantalones del mismo color bajó las escaleras acercándose a la puerta al sentir cercano el chackra de su compañero de trabajo, abrió la puerta haciendo gala de su mejor sonrisa y girando la cabeza extrañado por la actitud del peliblanco
Mizuki permanecía completamente quieto observando al Umino de arriba abajo
- Te ves increíble - logró articular provocando un sonrojo en el rostro del que iba a ser su acompañante esa noche – en serio -
Iruka caminó pasando al lado del peliblanco que aun permanecía estático observando los movimientos del moreno
- ¿Te vas a quedar ahí toda la noche? – preguntó hastiado y sonrojado el apuesto delfín – Muévete de una vez -
Asintió ante la exigencia del Umino
- Con lo guapo que estas me puedes pedir cualquier cosa que lo cumpliré encantado Iru-chan -
- Entonces cállate y camina – respondió aun mas sonrojado el moreno - ¡¡y no me llames Iru-chan!!
- A tus órdenes delfín –
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El moreno comenzó a ordenar sus pensamientos, el hombre de la casa encantada portaba en Sharingan en su ojo izquierdo y eso solo era propio de la familia Uchiha al ser una técnica de barrera de sangre, al menos tenían algo por lo que empezar a buscar. Los leves temblores del cuerpo que permanecía a su lado le despertaron de sus cavilaciones.
Se acercó inconscientemente al de piel morena y abrazó el cuerpo por detrás de forma protectora
- ¿Qué demonios haces teme? – reaccionó Naruto ante tal contacto
- Estas helado – argumentó el más alto recriminándose sus actos
Al sentir el movimiento de los brazos del Uchiha tratar de retirarse de su cuerpo con reticencia, los músculos del rubio se relajaron eliminando la tensión acumulada tras la pequeña incursión en la casa. Se acurrucó en el cuerpo de su compañero y se dejó envolver por los fuertes brazos colocando sus bronceadas manos sobre las pálidas extremidades del moreno, recostando su cabeza para apoyarse en su hombro
- Oi, Sasuke-teme… ¿Quién puede ser ese tipo?
- No lo se, pero debe haber alguna forma de averiguarlo dobe – respondió apretando aun más al rubio hacia sí
Se sentía bien, tanto tiempo alejado de todo contacto afectivo había hecho mella en su corazón convirtiéndolo en un ser frío y ávido de venganza hacia aquel que le había negado el crecer arropado por su familia.
Lo que no entendía es como podía sonreír el rubio. Sonrió abochornado al darse cuenta de que la fuerza de voluntad, la entereza y el alma de su pequeño zorrito eran mucho más fuertes que las suyas. No se podía echar de menos lo que nunca se ha conocido y Naruto no tenía familia. Apretó los dientes rabioso por el mal trato que recibía el muchacho y por su pasividad ante los que le dañaban.
El abrazo se volvió mas profundo tratando así de trasmitir al kitsune apoyo y cariño, algo que solo alguien en una situación similar podía darle. El de piel morena aceptó gustoso la muestra de afecto que recibía por primera vez de alguien que no era Iruka y, pese a sentirse extraño porque ese calor humano que se le tornaba tan necesario viniera del Uchiha, respondió dándose la vuelta y agradeciendo el trato con un dulce beso en la mejilla
Los ojos del moreno se perdieron en las dulces orbes azules que le contemplaban acompañadas por la eterna y cálida sonrisa del rubio.
Los labios de ambos se acercaron demandantes de recibir la cálida sensación que recordaban, trasmitían los del otro y se fundieron en un beso dulce que se fue tornando húmedo a medida que la presión entre sus cuerpos aumentaba por la imperiosa necesidad de sentir el calor del otro que se había instaurado en sus cuerpos.
Reaccionando al fin antes sus actos, ambos se apartaron fuertemente sonrojados y con una cálida sensación por todo el cuerpo que les exigía más, algo que les negó su fuerte orgullo obligándoles a actuar como si eso jamás hubiera ocurrido
- Yo me voy a mi casa, deberíamos preguntar mañana a Shikamaru si sabe algo de la identidad del hombre del cuadro
- Estoy de acuerdo teme, hasta mañana –
- Hasta mañana dobe –
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Iruka miró hacia arriba, “Resutoran oishii”, el reluciente neón se alzaba majestuoso sobre la puerta del restaurante más famoso y con mejores críticas de toda Konoha. Mizuki le tendió su mano invitando al Umino a cruzar el umbral junto a él
El maître les atendió nada más cruzar la puerta y, tras confirmar la reserva, les acompañó a una elegante mesa al lado de una ventana tras la que se veía un lago iluminado por la hermosa y atrayente luna llena que presidía la oscura noche
La sonrisa de Mizuki le obligaba a mantener la suya propia y ocultar tras su máscara la culpabilidad que rondaba su mente desde hacía ya rato; estaba dándole falsas esperanzas al peliblanco, el amaba a Kakashi y por mucho que no quisiera que fuera así no tenía nada que hacer; los sentimientos son incontrolables; y, al igual que no puedes dejar de amar a una persona, no logras amar a quien quieres
Aun y con eso se negaba a salir de allí y abandonarse a la soledad, sus encuentros con el Hatake sólo habían logrado que la imperiosa necesidad de alejarse de la soledad que yacía en él desde que tenía uso de razón despertara tras su largo letargo quitándole la poca paz interior que le quedaba
No era justo para ninguno de los dos lo que estaba haciendo, pero no podía volver a estar solo otra vez, no después de notar al Hatake recorrer cada centímetro de su piel haciéndole estremecer, no después de escuchar su nombre de la boca del atractivo peliplata, no después de sentir su aliento nublar sus sentidos, no después de haberse sentido amado, aunque solo resultara ser una mera ilusión
Sus pedidos llegaron a la mesa abriendo el apetito de ambos muchachos. El moreno se auto recriminó el pensar en el atractivo peliplata teniendo a Mizuki delante y trató de disfrutar de la compañía del peliblanco.
La conversación se tornó increíblemente amena durante el transcurso de la cena y la sobremesa se alargó más de lo que ambos creyeron posible
La compañía del que antes creía un idiota pervertido le resultaba fascinante haciéndole, después de mucho tiempo, disfrutar de la compañía de alguien “real” que no fuese Naruto
Abandonaron el restaurante encaminándose a la casa del moreno, la conversación logró que dejara de pensar, al menos por un rato, en los dispares ojos que se habían adueñado de él por completo y más pronto de lo deseado llegaron a la casa del delfín
- Ha sido muy divertido, reconozco que no me lo esperaba… Gracias Mizuki -
- Por ti lo que sea mi dulce delfín -
Lejos de lo esperado un dulce beso en la mejilla fue toda la despedida del peliblanco haciendo al Umino sonrojarse y entrar en su casa con una opinión distinta del muchacho, justo como Mizuki había maquinado. Antes de obtener su premio, debía cortejarlo y siendo el moreno tan casto, esa era la mejor forma de hacer que acabara cayendo en sus redes sin remisión