Es cierto lo que dicen, nada es comparable al dolor que un ser humano pueda hacerle a otro.
-Otro fatídico día se levantaba, nubes, antes blancas, ahora estaban grises; seguro que hoy iba a llover. Con pasos lentos y arrastrando los pies llegué a clase, como siempre, el primero. Poco a poco los alumnos entraban ignorando mi simple presencia, estoy acostumbrado, aunque ahora que el profesor acaba de entrar, noto la intensa mirada que alguien me regala; puede que sea sólo de odio, pero dentro de mi solitario corazón rezo para que sienta algo más por mí. No quiero girarme y encarame ya que sólo me traería problemas, todos me odian, y aunque desee saber quien me brinda ese cariño desinteresado, no puedo girarme. Una fría brisa acompaña a mi versión de que hoy pasará algo malo, es un mal augurio pero no puedo evitarlo, soy demasiado miedoso. Todos empiezan a murmurar que alguien debería hablar con el director, que esto no podía seguir así...Me dieron ganas de estamparle a alguien mi libro de ciencias por ser unos débiles, después recordé mi posición social y me recriminé mentalmente. Arrastro levemente la silla y me pongo de pie, con mi habitual cara de pura frialdad, camino hasta la puerta y me deslizo hasta el exterior notando esa sensación de constante vigilancia. El pasillo está desierto, al mirar por una ventana veo como empieza a llover y de la clase que acabo de dejar atrás salen más quejas y el grito del profesor no se hizo esperar. Me detengo en seco, el idiota que tenemos por director no va a hacer nada por que vuelva la calefacción, así que vuelvo a clase. De nuevo esa mirada se clavaba en mí, pero no podía levantar la cabeza y ver quien era, me arriesgaba a encontrarme con una mirada de puro odio y ya estaba cansado de verlas. A la hora de la salida me estaban esperando los de siempre, esos chavales que se divierten insultándome. A lo lejos veo como está él, ese muchacho de la última fila que nunca se digna a mirarme, el único que no me mira con odio porque simplemente no me mira; observa con furia a los que en este momento me insultan, yo simplemente le devuelvo la mirada y se da la vuelta para después empezar a correr. No lo conozco muy bien, sólo sé que no habla con la gente, en algo se parece a mí. Al llegar a casa le doy un abrazo a mi hermano, es un poco menor que yo, pero igual de inteligente. Sabe de mis problemas, pero no me obliga a contárselos ya que confía en que algún día yo mismo lo diré. Estás equivocado.
-En estos momentos me encuentro en la terraza del instituto, leyendo una novela de misterio, las que más me gustan pero de mis ojos se escapan unas gotas saladas; unos pasos delatan a alguien detrás de mí y sólo puedo rezar para que sea el conserje que viene a revisar todo. Cuando se paró temblé lentamente, ya que hizo bastante ruido con la puerta de emergencia al cerrarse.
-Dime que te pasa...-es él, el mismo de ayer, el mismo de todos los días.
-No es que te importe, ¿no vas a insultarme como hace le resto? ¿No vas a pegarme por ser débil y estar llorando?-pregunté dolido, en ese momento vi lástima en sus ojos, no, no quiero que nadie me tenga lástima-Lárgate-Tengo miedo porque sigue sin irse-¿Qué es lo que quieres?-noto como en su rostro hay un deje de confusión y cuando vio mis lágrimas se quedó mudo.
-No soy como otro cualquiera, tienes mi apoyo si lo necesitas, tienes mi amistad si la requieres y...-en mi cara lucía un pequeño sonrojo, sólo pude mirarlo esperando la siguiente palabra-y tienes mi cariño si te sientes solo.
-¿Cómo puedes sentir eso por mí? ¿Acaso no ves la realidad? Soy un marginado social, todos se meten conmigo y agradezco el hecho de que te preocupes por mí, pero no necesito nada que venga de otro humano, además esto sólo conseguiría que me hicieran más daño, no quiero saber nada de ti-me costó decir esto ya que era el único ser humano que se había preocupado por mí, él también lloraba pero se fue, dejándome solo de nuevo y llorando amargamente. No volví a clase, pero aún así me dirigí a casa para dar a mi hermano a dar una vuelta, para despejarme. Recuerdo que al salir de una tienda, me abrazó y después sucedió. Un golpe seco, gritos de dolor y sangre vuelven a mi memoria, un cuerpo se deslizaba desde el capó de un coche y mi corazón se paró al ver quien era la persona allí postrada y sangrante. Era él. Vi como mi hermano llamaba una ambulancia y corría hacia él, estaba perdiendo mucha sangre, aún así intentaba mantenerse despierto.
-¿Por qué?-es lo único que pregunté, intentó mirarme y vi como sus ojos iban perdiendo el brillo.
-Porque te amo...-y sus ojos se cerraron, entonces lo supe, era él el que me miraba en clase, el único que llegó a preocuparse por mí a parte de mi hermano. Lágrimas salían de mis ojos sin poderlo evitar. Sólo pude murmurar...
-Yo también te amo-y vi como una sonrisa aparecía en su rostro...