Cuando había acabado esa terrible guerra Draco Malfoy se había hecho el firme propósito de resolver con esa inexperta serenidad de su juventud, el azaroso problema de la fortuna de su familia que se había terminado por perder completamente tras la muerte de su padre. Ansioso de tomar desquite en el juego de la vida, en esa la lucha por la existencia había combatido con su corazón y sentimientos en una tenacidad infatigable para perseguir la fortuna que había perdido.
En su ambición de goces y lujos a los que no deseaba renunciar y con los que había vivido durante toda su vida, a los casi dieciocho años, decidió olvidar sus sueños liberándolos de todo impulso sentimental. Decidió abandonar al chico que había amado durante tres años en secreto y se comprometió con aquella chica que fuera su eterna enamorada en sus años de permanencia en Hogwarts. Pansy Parkinson, esa chica arrogante que siempre se había sentido su dueña finalmente consiguió lo que siempre había sido su mayor deseo, casarse con el otrora "príncipe de Slytherin", además alguien se prestó para ser el intermediario del negociado matrimonio; Severus Snape que tras la muerte de Lucius había tomado al chico bajo su alero y protección fue el principal artífice de la gradual transformación que Draco Malfoy tuvo una vez que abandonó Hogwarts tras el fin de la guerra.
Severus Snape pensaba que la esposa de Draco debía ser rica, el amor no tenía nada que ver en el asunto, lo importante para él consistía en asegurarle un porvenir de comodidad y chiqueza al chico. Para cumplir con estas ambiciones Draco debió separarse de Harry, de poner entre él y su amor larga distancia. Nada debía resistirse en sus ambiciosos planes de riqueza y fortuna, para lo cual debía unir su vida a la de una joven a la que no amaba y que no amaría jamás.
Draco creía que la acción destructora del tiempo y de la distancia, los halagos de la vida elegante irían borrando poco a poco de su corazón la imagen de Harry y su amor. Tras la despedida no volvió a verlo y buscó consejo en Severus, éste al ser consultado por su ahijado en lo que debía en definitiva hacer con su vida cuando el mundo mágico comenzaba a reorganizarse, al momento en que el chico confesó a su padrino el amor secreto que mantenía con el que todos creían su enemigo Harry Potter, Severus no se negó en forma explícita a dar su aprobación, ni tampoco expresó que fuese una locura, pero la revelación le causó enorme sorpresa y con su frialdad habitual guardó silencio en un principio, pero luego dijo a su ahijado que no haría nada por él. Consideraba su amor por Harry lo más degradante y le dijo al chico claramente que no lo permitiría, si gracias a lo que él consideraba una legítima ingerencia basada en el cariño que sentía por Draco y en las protestas de alguien que sólo deseaba su bien y creía tener derechos sobre él, si en sus manos estaba el hecho de que ese amor no continuara dijo a Draco que haría todo lo posible para concretar ese deseo de que ese amor acabara para siempre.
En un principio la oposición suscitada por los sentimientos que Draco sabía que Severus había tenido siempre por Harry, fue superior a lo que el joven se sentía capáz de combatir. Siendo joven y arrogante habría podido resistirse a la mala voluntad de su madre, pero Severus a quien amaba y en quien confiaba desde siempre, pensó el joven que no podía estar aconsejándole en vano o por hacerle mal. Se dejó persuadir de que ese amor era algo erróneo, imprudente y con pocas posibilidades de éxito.
Pero sin el sentimiento que e llevó en un principio a ponerle fin a ese amor, el miedo, la inseguridad y sobretodo el pensamiento de que en el fondo le hacía un bien a Harry, le habría sido imposible renunciar al chico de ojos esmeraldas, aquel pensamiento fue su mayor consuelo en la congoja del adiós... adiós definitivo; fue necesario que recurriera a toda su fuerza de voluntad para hacer frente a las objeciones que sin quedar convencido y sin querer ceder en lo más mínimo Harry le levantara sin ningún pudor, creyendo en un principio que su renuncia era forzada.
Sólo un mes después de la ruptura Draco anunciaba su matrimonio con Pansy, la chica que lo salvaría de la ruina, Harry al enterarse del compromiso simplemente se hizo a un lado y decidió voltear la página de ese amor desafortuando. Pero un día Draco llegó hasta el departamento que Harry había alquilado en el centro de Lóndres donde vivía solo. Al verlo llegar ahí el chico de ojos esmeraldas fue invadido por una súbita y loca alegría, creyendo que el chico rubio regresaba a su lado arrepentido, pero el mismo Draco se encargó de sacarlo rápidamente de su error al decirle que sólo deseaba despedirse porque la semana siguiente se casaría con su prometida.
Ante aquella noticia una sensación de vanidad herida primero inundó a Harry, tan aguda como el contacto de un latigazo, rosó primero su piel, luego su alma, después vino la explosión del joven de cablellos negros, el estallido del deseo irrealizado y al parecer inútil que le azotaba la piel, no podía evitar rememorar sus noches de amor junto al chico rubió, dándolas por únicas, por irremplazables. Luego en sus visiones de romántica imaginación, trasnformaba impulsos secretos e inconcientes del sensualismo que había aprendido junto al chico, pero su ideal era destrozado y sintió de sí mismo una imnensa compación, la tensión nerviosa del momento fue demasiada y rompió a llorar sin ningún pudor, el sentimiento se desbordaba por sobre la vanidad herida, se imponía sobre el orgullo.
Sólo en ese momento Draco se sintió invadido por una inmensa piedad, piedad sin límites al ver a ese chico llamado por todos el salvador del mundo mágico embargado en llanto; por última vez lo estrechó entre sus brazos y ese día se dieron el último beso, beso de amargura, beso de agonía, pero ardiente y apasionado como si fuese una concentración de aquel amor, luego se fue de su lado despidiéndose hasta siempre.... sólo tres días después de ese hecho Harry se depedía de sus amigos y abordaba un automóvil que lo llevaría al Aeropuerto con un destino tan desconocido para él como para sus dos mejores amigos.