Capitulo 2
Park Yoochun siempre conseguía lo que se proponía. Tenía prestigio, tenía el atractivo, ¿qué más podía pedir?
Las chicas morían por él, y como Yoochun era un joven saludable, salía con ellas, pero eran cuestiones de semanas para que las dejase. Era un buen alumno, no brillante pero tenía su mérito. Se podía decir que Yoochun era un joven con suerte, demasiada suerte.
Todo lo contrario de Kim Junsu, quien no poseía ni la cuarta parte del dineral que poseían la mayoría de las familias de sus compañeros y ni siquiera el atractivo, o eso podían decir los demás. A vista de todos, Junsu, era un nerd más dentro de las estructuras de la sociedad, un simple idiota con cerebro. Vivía solo con su madre, quien trabajaba duramente para llevar el dinero a casa, cuestión por la cual la mujer pasaba la mayor parte del tiempo fuera. Había obtenido una beca para su educación cuando era chico, había rendido y entrado por sorteo, eran varios los aspirantes a aquel colegio y las becas pocas, para su madre había significado toda una bendición, aunque para Junsu distaba tanto de serlo, sin embargo no podía decirle aquello a su madre, quien se había esforzado tanto para conseguirla. Debía conformarse, la vida le había dado la espalda pero él tenía que seguir adelante, así de fácil.
Sus ojos le pesaban demasiado, maldijo la hora en la que aquellas lágrimas decidieron rebelarse contra su voluntad y accionar por cuenta propia. Se cambió lentamente no teniendo muchas ganas de asistir a clases, pero responsabilidades eran responsabilidades y algo que Junsu odiaba era la irresponsabilidad.
Como siempre su madre no se encontraba en casa pero le había dejado preparado el desayuno. Luego de alistarse, bajó a la cocina y miró el reloj, estaba en horario, desayunó tranquilamente, levantó su mochila de la silla y emprendió su camino hacia el colegio.
-Este es el último año- repetía una y otra vez como un mantra intentando consolarse a sí mismo.
El otoño estaba cerca, pronto los árboles serían despojados de sus hojas, formando suaves colchones en las veredas y parques.
El pelinegro miraba a través de la ventana. Esta era la última clase, no se había cruzado con Yoochun en todo el día, y daba gracias a dios el no haberlo hecho. Lo único que quería era que el tiempo acelerase su curso, que todo terminara lo más rápido posible. Ese era su único deseo.
De pronto sintió la señal que tanto esperaba, el aviso de que las clases habían terminado por el día. Suspiró aliviado, todos se habían retirado, era el único que quedaba. Tomó sus cosas y caminó hacia la puerta, justo cuando estaba por salir de la sala una mano lo sujetó.
-Shhh-
Sus ojos se encontraron con los del castaño oscuro, quien poseía una leve sonrisa en sus labios.
-¿Qué haces?- le preguntó el pelinegro intentando zafarse de su agarre.
-Vamos a hablar- frunció el ceño.
-Yo no tengo nada de que hablar. Park, esto es ridículo.-
-¿Si?-sujetó con fuerza al menor arrastrándolo hacia dentro nuevamente.
-Soltame- su tono era preciso y firme.
-No hasta que me escuches-se paró en la puerta bloqueando la salida.
-No te quiero escuchar, ya te lo dije, es ridículo. ¿Qué pretendes PARK? ¿Querés que haga tus deberes como en 5º? ¿Querés que te ayude a romper con alguna chica? Lo que sea, no lo voy a hacer y no voy a creer algo tan estúpido y utópico como que yo te gusto- empujó levemente al más alto para despejar la salida sin conseguirlo.
-Te lo dije, no te vas hasta que no me escuches-
Junsu suspiró cruzándose de brazos, miró desafiante a Yoochun y se inclinó a un costado esperando a que el otro hablara, si esa era la única forma de salir, entonces lo escucharía.
-Yo sé que resulta extraño que te lo diga ahora y de esta manera tan repentina cuando siempre tuvimos nuestras diferencias-
Junsu levantó una ceja. Yoochun se aclaró la garganta y miró a un costado obviando el gesto del menor.
-Bueno. . .el caso es que, te guste o no, es la verdad y no pretendo que me creas, pero al menos quería decírtelo.- lo miró sosteniendo firmemente su mirada.
Junsu vio algo en esos ojos marrones que hizo que su corazón se acelerara, de pronto un escalofrío recorrió su cuerpo dejándolo sin palabras. ¿Qué era lo que estaba mal con él? No podía estar cayendo por algo como aquello, no, no, no podía. Sujetó su mochila con fuerza.
-Si terminaste me voy- apartó bruscamente al otro joven y salió prácticamente corriendo de la sala.
Yunho no era la clase de persona que le gustase alardear de sus posesiones, aunque sus padres lo criaron para ser siempre el mejor y ser alguien importante en la sociedad muy poco le importaba, no significaba presión alguna. Eso si, era un joven recto, modesto y algo conservador.
Para ser honesto no recordaba como había iniciado su amistad con Yoochun, tal vez porque sus padres tenían negocios con los Park y le habían sugerido (entre amenazas) que se hiciera amigo del joven hijo de los poderosos empresarios cuando era un niño. Pero esto no significaba que no guardara sentimiento alguno hacia el castaño oscuro, claro que no, no solo era su amigo porque sus padres así lo quisieron, sino porque Yoochun no era del todo una persona despreciable. O por lo menos. . . no todo el tiempo.
Yunho divisó a lo lejos una figura conocida, no porque fuera cercano ni nada por el estilo del joven más bien por otras circunstancias risibles de la vida. Hizo unos pasos intentando alcanzarlo pero desistió al darse cuenta de que no podría hacerlo, de todas maneras, ¿qué podría decirle?
Hola Junsu, yo se que nunca hablamos y que mi mejor amigo te pateó el trasero cuantas veces tuvo la oportunidad pero la verdad es que yo nunca estuve de acuerdo, ¿podríamos ser amigos?
El castaño claro movió la cabeza en señal de negación, bajó la mirada y siguió su camino hacia la salida del colegio. Esta vez no esperaría por Yoochun, no estaba de ánimos para verlo.