CAPÍTULO 2.-
Supo que había hecho un buen trabajo casi de inmediato, cuando descubrió que el dueño no había regresado en toda la noche y que cuando al fin hizo acto de presencia llevaba un arraigado y penetrante olor a sake y a mujeres.
Su “paga” por supuesto, consistió en algo apenas necesario, pero que excedía por mucho lo que las otras okamas ganaban en un mes.
No pudo dormir en el día, como acostumbraba, algo le espantó el sueño de forma magistral, se quedó pensando mirando por la ventana.
Antes de que atardeciera salió del local en silencio y se dirigió al arroyo. Se relajó por unos segundos, era un lugar hermoso con flores de sakura que abrían apenas. Y el estaba ahí, con unas lágrimas que nunca supo cuando cayeron, pero que ahí estaban ya secas. Metió la mano dentro del bolsillo de su ropa y extrajo un fajo de dinero…lo miró por unos segundos.
Estaba enrollado fuertemente, no cabía en la palma de su mano.
-¡NO LO QUIERO!!!!-
Gritó a todo pulmón a la nada, a la naturaleza, al río. Lo apretó en el puño y lo lanzó con fuerza al agua, algunos no llegaron y se fueron con el viento.
Otros se quedaron ahí, dando vueltas silenciosas en la débil corriente del agua.
Y Lee los miró con odio, ese dinero no era parte de la paga que “le tocaba”, ese dinero era el que Gaara le dejó al lado del futón cuando despertó en la mañana.
Si hubiera sido otra persona, cualquier otro ser en el universo lo habría tomado y habría comprado su propia libertad, pero no Gaara. No quería dinero de Gaara…no lo deseba, lo aborrecía y le estrujaba las entrañas como si quisiera hacerle escupir el corazón.
No quería sentirse comprado por él.
Cuado regresó del arroyo se puso una camisa de franela, unos pantalones que Iruka-sensei le había cosido y remendado una y otra vez y salió al pasillo a ayudar a las otras okamas en la limpieza.
Se encontró con Kiba y con Chouji y sin dirigirles la palabra, solo asintiendo como un saludo, tomó un trapo que encontró por ahí y comenzó a pulir el suelo de madera.
No pasó ni cinco minutos antes de que los dos chicos se pusieran al lado de él y lo acosaran con preguntas.
-¿Qué demonios hiciste, Lee???- preguntó Kiba apoyándose del trapeador que tenía en una mano para no quedar totalmente sentado en el suelo.- No habíamos visto a Orochimaru-sama tan feliz nunca…incluso nos aumento un poco la paga…-
Lee no dijo nada, continuó moviéndose de adelante hacia atrás para quitar una mancha especialmente pegada. Kiba a veces lo molestaba con sus preguntas sin sentido y sin fin, ¿Cómo se supone que el iba a saber porque el dueño estaba tan feliz?? El solo cumplió con su trabajo de la mejor forma posible, no se necesitaban más detalles.
-Solo trabajé…-
Chouji lo miró con reproche, pero un reproche que rallaba en la preocupación. El no era ningún psicólogo ni nada, pero había algo diferente en Lee esa tarde.
-¿Te hizo algo el noble??-
-No, no me hizo nada...-
Y Chouji notó la rapidez de la respuesta. Miró a Lee con una ceja levantada y media sonrisa, el pelinegro volteó por inercia al darse cuenta de lo que había pasado.
-¿Tuvieron mucho sexo??- dijo Kiba acercándose un poco más al espacio personal de Lee, casi acosándolo.
Por primera vez en toda la plática Lee dejó de pasar el trapo por el suelo, miró al Inozuka de forma violenta y apretó los dientes.
-No…no me hizo nada…- repitió con lentitud y enojo.- si tanto les interesa…solo…- volteó nuevamente, comenzando otra vez a limpiar la mancha que desde hacer varios minutos se había borrado.- me pidió que lo abrazara…-
-¿Así le llaman ahora los nobles??- dijo Kiba mofándose, si, claro!! Podía ser un idiota pero no un imbécil, era obvio que Lee mentía y no encontraba la razón, estaba entre okamas, ahí nadie le iba a recriminar el tener sexo por dinero.-
Chouji lo miró con reproche y le indicó con la vista que se estaba acercando al límite de Lee, que mejor lo dejara por la paz.
-Ok, está bien, supongamos que te creo…- dijo Kiba cuando entendió la indirecta.- Pero solo por eso dejó esa jugosísima paga a Orochimaru-sama??? Por un abrazo??-
Lee subió los hombros, recalcando que no tenía la respuesta a esa pregunta. El tampoco se explicaba como era posible que alguien tan poderoso solo necesitara eso. Un abrazo que duró toda la noche.
-Bueno, al menos no te pasó como a Haku.- dijo Chouji sonriendo y acomodándole los cabellos detrás de la oreja como un gesto de ternura.-
-A Haku?? Que le pasó??....-
-¿No te enteraste??- preguntó Kiba subiendo la voz. Chouji le hecho un Shh potente. Indicándole que Haku estaba limpiando la misma habitación pero en una esquina apartada.-
-No…que sucedió??- recalcó Lee mientras se agachaba un poco, a fin de cerrar la platica lo más que se pudiera, Chouji y Kiba también se agacharon.
-¿Nunca te has preguntado por que siempre lleva esa máscara??-
Fue entonces que Lee lo notó en todo su esplendor, Haku era una Okama que pese a su corta edad ya era uno de los más prometedores en el negocio, usaba de las telas más caras, el maquillaje más fino e incluso tenía a su servicio a las okamas más jóvenes, aquellos que estaban en periodo de entrenamiento y que aún no podían recibir clientes.
Lo malo era su edad, era demasiado joven para ser considerado “mercancía de calidad” así que Orochimaru-sama tenía que resignarse a ver como los clientes vulgares y que llegaban entrada la noche oliendo a orines y alcohol se lo llevaban para devolverlo magullado y con una posible marca que bajaría su precio cuando al fin alcanzara el siguiente nivel. En esos momentos Orochimaru estallaba en ira.
Cuando Lee llegó con Kiba y Chouji, Haku ya llevaba meses trabajando ahí, y siempre con la máscara, era obvio que los otros dos si lo habían encontrado raro, pero el por su parte nunca le puso la atención necesaria. Cuando estaba a su lado era como lo más normal del mundo, como si la mascara y el se complementaran y tuvieran que estar juntos, así como el kimono, la máscara de Haku estaba hermosamente decorada y no hacía más que volverlo una okama misterioso, dulce, atrayente y casi prohibido.
-Un cliente le destrozó el rostro a puñetazos el primer día que trabajo…- finalizó Chouji con seriedad.
Lee se quedó estupefacto….
-Dicen que aterró al cliente…- continuó Kiba con una seriedad y firmeza que Lee nunca le había visto.- Haku poseía una belleza extrema…casi demoníaca.-
Rock levantó el rostro, para dirigir la mirada al delicado cuerpo de Haku, el siempre vestía con colores claros, veía el cabello en su espalda moverse con un afable vaivén y ahí, decorando todo, el hilito que gritaba a los cuatro vientos sobre la máscara que Haku llevaba. Era obvio el porque siguió trabajando pese a la condición de su rostro.
-Tiene prohibido quitársela…-
Y esa noche, al dar exactamente las tres de la mañana, su sombra nuevamente cruzó el umbral de la puerta.
Orochimaru-sama, como siempre, lo atendió de forma que excedía a la amabilidad y le preguntó con una voz entre melosa y avariciosa cual Okama prefería esta noche.
Gaara recorrió sin interés los rostros de los jovencitos marginados. Le parecieron todos iguales, mediocres, sin alma y sin vida.
-¿Dónde se encuentra Lee??- preguntó sin rodeos.-
Y el ambiente en el recibir se silenció, las demás okamas abrieron los ojos llenos de estupefacción, Orochimaru tragó en seco y por segundos no dijo nada. ¿Cómo es que ese noble sabía el nombre de Lee? ¿Por qué seguía pidiéndolo, a sabiendas de que había variadas y mucho mejores elecciones?
-Esta noche no lo puede atender…pero permítame sugerirle a nuestra nueva okama buchou Kan…-
-Quiero a Lee…¿Dónde esta?-
Orochimaru sintió el peso de su mirada sobre todo el cuerpo, apretándole cada articulación y cerrando sus pulmones, no pudo respirar por tortuosos segundos. No podía darle a Lee, no por ahora, pero el dinero del noble parecía resonar en sus bolsillos, sus “contribuciones” eran bastas y abundantes, una cantidad difícil de ignorar.
-Por ahora esta ocupado, pero parece que en una media hora estará libre…- dijo Orochimaru derrotado, al ver que el noble no iba a tomar a ninguna otra okama que no fuera Lee. Y justo en el momento, como si se hubiera planeado con anticipación, un grito agudo partió el ambiente de forma pesada, las okamas se tensaron.-…si desea esperarlo…-
Gaara tomó del cuello de la ropa a Orochimaru, lo miró con odio. Ese grito había sido de Lee, lo reconoció al instante!
-En qué habitación se encuentra??!!!-
Todas las okamas se levantaron al ver como el noble zarandeaba a Orochimaru de un lado a otro, el dueño temblaba sin entender la reacción de Gaara, ni siquiera la simple pregunta.
-Está en la segunda habitación del pasillo a la derecha!.- gritó finalmente Chouji, impulsado por el rostro preocupado que puso el noble al escuchar el grito.-
Gaara lanzó a Orochimaru lo más lejos que pudo, este chocó contra unas sillas y todos escucharon el crack que hizo su pierna al doblarse hacia atrás y tocarle prácticamente la nuca.
Lee no podía respirar, no podía ver y ahora era obligado a sentir. Una mano fuerte le tapaba la boca para evitar que gritara de nuevo, pero era tan grande que también tapaba su nariz. Las lágrimas de dolor empañaban su vista, solo era capaz de reconocer el tapizado de la habitación que de envestida en envestida se acercaba una y otra vez.
El cliente era el doble de él, su peso le partía las caderas y su asqueroso miembro salía de su cuerpo lubricado con la sangre de su interior.
Llevaba hora y media en eso, tenía el cuerpo decorado con un liquido perluzco que escurría entre sus curvas, partes rojas y mordidas, un poco de sangre de un diente que se enterró muy profundo, y las manos atadas en su espalda con un trozo de tela. Los pies fuertemente tensados.
Se sentía usado, asqueroso y usado!. Por primera vez un cliente en verdad fue capaz de robarse hasta la más mínima gota de alma en su cuerpo, solo quería desaparecer y dejar de sufrir ese terrible dolor en su cadera que parecía quebrarse a la mitad, quería respirar.
Escuchó lejano el sonido de la puerta, lloró de forma abundante, por fin…por fin!!! Se terminaba la tortura, seguramente el tiempo había pasado y ya era hora de que el cliente lo dejara en paz, casi sintió el deseo de agradecerle a Orochimaru por aparecer.
La mano se aflojó y le permitió respirar, atenuando el pitido de presión que había estado escuchando desde hace rato, estaba a punto de levantarse cuando un liquido caliente le cayó en la espalda.
Quiso creer que se trataba de la repugnante semilla del cliente, pero era una cantidad inaudita, bañó sus muslos, se combinó con el líquido blanco, a través de su flácido miembro y entre la oscuridad de las articulaciones.
Y le siguió un grito…
Lee volteó asustado, justo a tiempo para ver como el cliente se llevaba las manos a la garganta donde un corte profundo se robaba cada gota de sangre que tuviera en el cuerpo. Pero fue demasiado tarde, demasiado rápido su cuerpo se drenó y cayó al suelo en cuestión de segundos con un fuerte sonido que retumbó por todo el establecimiento.
Lee se arrastró como pudo a una esquina, evitando que el charco del líquido escarlata lo tocara. Se llevó las manos al rostro y lo miró horrorizado, el cliente estaba muerto…
O al menos eso creyó…
Gaara no se tentó el corazón al ver al malnacido aún retorcerse en el suelo, aferrándose a una vida a la cual no era merecedor. Levantó la katana nuevamente y con un sonoro silbido cortó el ambiente y la insertó en la espalda del hombre, hasta llegar a su corazón.
Movió el filo de adelante hacia atrás cortando costillas y partiendo esa bomba sanguínea de lado a lado.
Había tocado su propiedad, se atrevió a corromper a su “Lee”, a su okama de loto.
Lee estaba demasiado sorprendido como para adivinar que era lo que había pasado, solo sintió el jalón de su cuerpo siendo levantado del suelo y entonces regresó a la realidad,
Ahí estaba Gaara, mirándolo con calidez y aprensión, de una forma tan penetrante y sublime, con su aroma de manzanilla y café. Y no lo pensó, se lanzó a sus brazos y lo abrazó con fuerza mientras apretaba la tela de su espalda, llorando como no lo había hecho en todo el tiempo que estuvo ahí.
Le limpió el cuerpo de todo rastro del líquido blanco y de sangre. Le arrancó el kimono antiguo y le puso encima una especie de gabardina que ese día llevaba.
Finalmente lo subió a su espalda...
Cuando estuvo arriba, Gaara se sintió extraño, diferente. Lee no pesaba, era como parte de él, el calor de Lee era abrumador, su respiración acompasada chocando contra su oreja, sus hebras negras haciéndole cosquillas en la nuca y sus brazos que se cerraba alrededor de su cuello, sedientos de cariño y aceptación.
No miró atrás mientras salían del establecimiento, no despertó a Lee aunque las okamas quisieron acercarse a él, solo dejó una bolsa con dinero a los pies (rotos je) del dueño y se fue para no volver.
Chouji y Kiba salieron para traer de vuelta a Lee, no confiaban para nada en los clientes adinerados, tenían la certeza de que Rock amanecería muerto a las orillas del arrollo, posiblemente mutilado.
Apenas dieron unos pasos a la calle oscura cuando vieron la sombra ya muy apartada que se alejaba despacio del lugar, cargando su tenue bulto tibio cubierto por una tela azul oscuro.
Nunca volvieron a saber de Lee…