Repercusión
Por Juxian Tang
Esta historia es para Blue, con mucho amor.
Raoul
¿Alguna vez te perdonaré? Sé que no necesitas mi perdón, así como nunca necesitaste mi consejo cuando estabas vivo. Puedo imaginar la ligereza de tus manos que agarraban mi cabello, poniéndolo detrás de mi cara -- un roce de tu suave mejilla contra la mía y tu tranquila, aterciopelada voz en mi oído:
"¿Qué te hace pensar que me importa, Raoul?"
Tu voz, tu tacto igualmente frío, recordándome la pared de hielo con que solías protegerte cuando te parecía que estaba yendo demasiado lejos, empujándome insistentemente. Tu frialdad siempre me desanimaba, haciéndome sentir débil e incómodo. Pero te diré algo, Iason, no hay nada que no daría por ver de nueva cuenta ese distanciamiento en tus ojos, la compresión de tus labios diciendo ‘no otra vez'. Daría cualquier cosa por verte con vida una vez más, por hablar contigo.
Bueno, estoy hablando contigo. No, no veo un fantasma --y no estoy loco. Pero mientras camino alrededor de la mesa de billar, golpeando sin puntería las bolas, te digo lo mucho que te extraño, y cómo el vacío que dejaste en mi vida no puede ser llenado por nadie más. Te digo que Júpiter también te extraña -- siempre puedo sentirlo en el toque de su tenue mano sobre mi mejilla. Te digo como nadie puede reemplazarte exitosamente en tu trabajo a pesar de que todos lo hemos intentado.
Pero no digo lo que de verdad quiero decir. No te pregunto cómo pudiste renunciar a tu vida, tu posición, nuestra amistad por un capricho de un despreciable ser, alguien que es menos que un humano, alguien que debió adorarte pero jamás la hizo. No te pregunto si has visto hasta dónde te ha llevado tu decisión, si te has dado cuenta de cómo te ha arruinado el camino que tomaste. Te equivocaste, Iason, y moriste por ello.
Entonces, ¿por qué sigo pensando en eso? ¿Por qué algunas veces, por un segundo, me pregunto si algo por lo que valía la pena que murieras pudo ser de verdad correcto? Y qué si extraño esto en mi vida -- ya que mi vida nunca ha estado tan vacía.
Sé que ahí, debajo de tu glacial apariencia, debió haber una llama -- sólo que nunca me dejaste entrar. Yo tampoco quería. Pero ahora, sin ti, sigo pensando en ello; siento que estoy intentando encontrar algo -- algo que probablemente ni siquiera está ahí.
No puedo perdonarte por hacerme pensar y dejarme sin respuestas; dejándome solo.
Bueno, de hecho, ya no estoy solo. Encontré a alguien con quien hablar, alguien que está dispuesto a hablar de ti tanto como yo, que tiene muchos recuerdos para compartir y algunos de ellos gratos. Alguien que no tenía lugar en el mundo de fuego en que viviste y moriste. Alguien que también te extraña.
Continuará...