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Genius por LasNi

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Notas del capitulo: Gracias por leer! ^___^!

Capítulo 01. Sucesos Extraños


Se despertó temprano a la mañana siguiente. El reloj ni siquiera había sonado, y las agujas marcaban las 6 y 28 minutos exactamente. Suspiró. Debería sonar en 32 minutos, pero no iba a volver a dormirse, así que directamente se levantó. Arregló la habitación, hizo la cama, y dejó al oso, al que en sueños había bautizado como Timmy, encima de la cama, apoyado contra la almohada.


Preparó el desayuno para Lucille y la despertó asu hora para que se preparase para ir al instituto. Ella se puso los patines y él cogió el candado de la bici. Como todas las mañanas, hacían el trayecto hasta el instituto juntos. El día fue agotador, pues tenía las asignaturas más aburridas que Mike podía tener en un solo día. Matemáticas, Física, Historia, Educación Física, Lengua Inglesa y Literatura. Una auténtica mole de aburrimiento que todos los miércoles caía sobre él por su propio peso. Siempre que acababa las clases esperaba a Lucille en la puerta principal, para volver con ella y que no le pasase nada.


- ¿Qué tal te ha ido el día, hermanito?- mientras patinaba al lado de él.


- Aburrido...como todos los miércoles...ya sabes- sonrió.


- Ya sé- rió infantil.


Iban a entrar en la casa cuando se abrió la puerta y salió el tipo que siempre le cambiaba el nombre. Mike suspiró pesadamente y entró en la casa como sino le hubiese visto. Por suerte al ser tan bajito pasaba completamente desapercibido. Para no variar su madre no había hecho nada de comer, y además, ya se había encargado de poner toda la casa patas arriba, aunque Mike prefería no saber cómo o por qué estaba así. La ignorancia era su mejor aliada en ciertas situaciones.


-¿Qué te apetece para comer, Lucy?- le preguntó a su hermana, desde la cocina.


- ¡Espaguetiiiiiiiis! ¡Con mucho tomate, y salchichas!- la chiquilla estaba enamorada de ese plato, especialmente de los que preparaba su querido hermano.


- Ooooka...


Se metió en la cocina, y mientras la pasta se cocía, aprovechó y fue recogiendo todo lo que pudo ir quitando de enmedio. Cuando pasó por delante de la habitación de su madre la vio en ropa interior, tirada de cualquier manera encima del colchón de la cama, y abrazada a una botella de vino. Suspiró. No iba a entrar a quitársela en ese momento, porque entonces iba a tener problemas y antes prefería comer con Lucille y llevarla a sus clases particulares. Después ya vería que hacer con su querida madre.


- ¡Lucy a comer! ¡Ya están los espaguetis!


- ¡Voooooooy!- sonaba desde su habitación, y al momento aparecía por el pasillo sentándose a la mesa.


La comida fue rápida. Después de los espaguetis comieron un poco de fruta. La chiquilla se puso a hacer los deberes mientras hacía tiempo a la hora de irse a clases, y mientras Mike ordenaba la cocina. Le dio tiempo únicamente a quitar los platos del fregador cuando Lucille le avisó de que ya debían marcharse o llegaría tarde. Laacompañó hasta la casa de la profesora. Tendría que ir a recogerla en 3 horas, así que como tampoco tenía prisa, dio un paseo por el parque. Se había llevado la nota de la compra y la cartera, así que entró al supermercado cogiendo un carrito para ir colocando la compra. Fueron un montón de cosas pequeñas las que compró, y acabó por llenar el carrito prácticamente entero. Le pagó a la cajera y metió toda la compra embolsada de nuevo en el carrito. Ni loco iba a llevar todas esas bolsas a mano, podría morirse entonces. Se llevó el carro hasta su piso y lo metió en el ascensor para subir al 2º. Lo dejó en la puerta de la casa y metió todas las bolsas a la entrada. Entonces volvió al supermercado a dejar el carrito.


Pero la sorpresa se la llevó al regresar a casa. La casa estaba completamente recogida. La cocina limpia, las camas hechas, la lavadora y la secadora puestas, la ropa planchada, la cena preparándose... Entró al dormitorio de su madre.


- Madre... Gracias por rec...- no terminó la frase. Un guantazo le hizo callar al girarle la cara.


- ¿¡Quién demonios te crees que eres para traer aquí a tus ligues!?- parecía enfurecida.


- ¿Qué...?- no entendía que estaba sucediendo. ¿A qué se estaba refiriendo?


- ¡Ya sabes a qué me refiero! ¡A ese muchacho moreno que estaba en el comedor hace un momento!- le contestó tan rápidamente que Mike pensó que estaba leyéndole la mente.


- Pero si no había nadie...


- ¡¡NO ME MIENTAS, MICHAEL!!- y de nuevo le dió otro guantazo- ¡SAL DE AQUÍ AHORA MISMO!! ¡¡DESAPARECE!!


Y como si su vida dependiese de ello él lo hizo. Salió de allí veloz, refugiándose en la cocina. Aun le ardía la mejilla en la que le había golpeado, y un par de lágrimas habían aparecido en el rabillo de sus ojos. Se tragó su orgullo y colocó la compra. Su madre seguía refunfuñando en voz lo suficientemente alta como para que todo el edificio se enterase de que Mike era un hijo maleducado e hipócrita que solamente pensaba en si mismo. Aquello le hacía hervir la sangre. Él se desvivía por sacar adelante todo aquello por lo que ella no había luchado nunca, y sin embargo él era el egoista y egocéntrico.


Se había entretenido tanto entre el paseo, el hacer la compra y el colocarla, que tenía que salir ya a recoger a Lucille.


- ¿¿Qué te ha pasado, Mike??- preguntó alarmada al ver la mejilla de su hermano roja y ligeramente inflamada.


- Mamá se levantó peleona hoy...- rió intentando restarle importancia al asunto.


- ¿Te ha vuelto a dar una bofetada?- le rojó la mejilla herida con tanta dulzura... como si se tratase de una muñeca de porcelana que en cualquier momento podía caerse al suelo y romperse en mil pedazos.


- No te preocupes... Vamos a casa anda...


Los dos hermanos regresaron, y tras la cena, mientras ella veía la televisión, Mike terminaba de arreglar todo lo que pudiese de la casa antes de irse a dormir.


- ¡Michael, ven aquí ahora mismo!- gritó su madre cuando él estaba a punto de irse a dormir, cansado.


- Dime...


- Más vale que hagas lo que te digo de ahora en adelante, sino quieres quedarte encerrado en casa de por vida...


- Si, madre...


- ¡No me des la razón como a los locos, Michael!


- No lo hago Ma...- otro guantazo.


Mike no dijo nada. Simplemente salió de allí, silencioso. Fue al cuarto de Lucille, y como todas las noches, la arropó y le dio un beso en la frente, para que descansase.


- Hermanito... ¿qué te pasa?


- Nada... ¿Por qué?


- Porque estás llorando...- le quitó una lágrima que descendía furtiva por su mejilla.


- No es nada pequeña... No te preocupes...- le sonrió tranquilizador- Descansa, ¿vale?


- Valeeee, buenas noches hermanito. ¡Te quiero mucho!- le abrazó.


El rubio recogió un par de cosas más que quedaban por en medio y fue entonces cuando consiguió llegar a su habitación. Puso el despertador en hora, lo activó y preparó sobre el cabecero de la cama la ropa que iba a ponerse al día siguiente. Así podría dormir aunque fuese un poco más. Abrió las sábanas de la cama, cogiendo con cuidado a Timmy y dejándole en su regazo. Lo volvió a colocar en la cama y entonces se desnudó, poniéndose el pijama. Se metió entre las sábanas de franela y se tapó hasta la cabeza, escondiéndose por completo bajo ellas. Apretujó a Timmy entre sus brazos y escuchó esa frase.


- Te Qui e ro, Yo cui da ré de ti


- Gracias...- Mike sonrió amargo. Lo apretujó aun más, hasta la saciedad. Cada vez que el oso susurraba esa frase Mike se estremecía, apretándolo más y más a su pecho.- Odio esta casa...si sigo aquí es por Lucille... ¿sabes...? Ella no tiene la culpa...prefiero que mi madre me regañe y me pegue a mí...con tal de que a ella la deje en paz... Algún día...me iré de aquí, y me la llevaré conmigo...la alejaré de esta casa...de esta pesadilla...- Mike susurraba en voz baja, abrazado al oso, que le escuchaba atentamente.


Se desahogó. Estuvo un buen rato explicando todo lo que tenía pensado hacer. Lloró, como nunca lo había hecho en su vida. Realmente lo necesitaba, solamente que había pocas ocasiones para hacerlo. Lo primero que pensó fue que tenía que buscarse un trabajo a tiempo parcial, por las tardes, o para los fines de semana, pero necesitaba encontrar un trabajo para ir ahorrando su paga todos los meses, y cuando tuviese el dinero suficiente, salir de aquella casa del Infierno.


Mike se durmió con todos esos pensamientos en la cabeza. Timmy suspiró cuando le notó dormido. Se removió ligeramente, y asegurándose de que Mike dormía profundamente, decidió volver a su forma real.


Lentamente sus patas y sus bracitos fueron estirándose. Primero empezaron a desaparecer los pequeños rizos que componían el pelaje del oso. Después, se fue dejando entre ver la piel ligeramente bronceada. De las manos planas del oso aparecieron los dedos, con unas uñas ligeramente alargadas. Luego crecieron las piernas, y poco a poco se fue componiendo el cuerpo de un hombre. Era alto, más que Mike, ya que medía aproximadamente 1 metro y 85 centímetros. Tenía el cabello corto, moreno, hasta la altura de la nuca, con el flequillo marcado alrededor de su frente, llegando hasta la altura de sus profundos ojos dorados.


Miró a Mike tierno y dulcemente le rozó una mejilla con la punta de un dedo. Se estremeció solamente de sentirle pegado a él, y le apartó el flequillo de la cara. Era un muchacho muy valiente. El aguantar todo lo que su madre decía y hacía, el querer proteger a su hermana de todo lo malo... Solamente tenía que esperar el momento adecuado. Le propondría el concederle 3 deseos, pues ese muchacho si parecía necesitarlos. Llevaba poco tiempo con él, pero aun así sabía que no iba a ser egoista o egocéntrico, que pensaría en los demás antes que en sí mismo a la hora de pedir algo.


Se abrazó a él, dejando a Mike acurrucado sobre su pecho. El chiquillo rubio al notarle cerca se abrazó inconscientemente a él, apretándosele. Timmy simplemente sonrió.


- No te preocupes Mike... Yo cuidaré de ti...

Notas finales:

Espero que les haya gustado el capítulo y no les decepcione! ^_^!

kana_chan90: Muchas gracias por tu comentario, la verdad es que me animó a continuar escribiendo! ^___^!

LuSt: La verdad es que son un amor ambos! 


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