Y ahí estaba. Sus ojos recorrieron el cuerpo del rubio lo más disimuladamente que pudo a través de las gafas que llevaba puestas, mientras atinaba a juntar el cigarro que se le había caído. Lo miró con discreción, y se percató que toda la ropa que llevaba era de cuero: tenía un ajustado pantalón negro, y una chaqueta corta que dejaba al descubierto la parte baja de su abdomen, guantes cortos, un rosario en su cuello, y uno en su muñeca.
- Yo venía por el departamento… -murmuró el pelirrojo al ver la mirada fría e inexpresiva del rubio.
- Está bien, pasa…
Mello se corrió de la puerta, dejando pasar al joven que quedó anonadado al ver el ambiente. Era una sala de estar bastante amplia, con un gran sofá en L en el centro, junto con una mesa ratona, y a la derecha tenía una puerta que conducía a la cocina, y enfrente un gran ventanal, mientras que a la izquierda, un pasillo conducía a los dormitorios, y el baño compartido.
- Soy Mello… -dijo el rubio, sacándolo de su ensimismamiento.
- Matt… -respondió- ¿Puedo ver…?
- Sígueme… -le ordenó, y comenzó a mostrarle el apartamento- Es para compartir conmigo, y pido 300 al mes… 50 más si tienes coche y quieres usar el parking que tiene este departamento…
Matt suspiró. Tenía el dinero necesario y el departamento era lo más disimulado para poder seguir con su trabajo, tal como Light le había dicho, sin embargo, el hecho de tener que convivir con ese rubio –el mismo de aquella fiesta de disfraces- lo estaba confundiendo un poco. Sin embargo, no era momento de pensar en esas cosas, primero su trabajo, y luego el resto.
- Está bien, y quiero el estacionamiento… -dijo al fin, mientras el rubio abría el envoltorio de una tableta de chocolates- ¿Cuándo puede mudarme?
- Ahora mismo, si gustas… -el tono de su voz era confiado y seguro, y a pesar de que era más bajo que él, lograba dar una sensación intimidante, que a Matt no le molestaba, sino al contrario- Pero vamos a establecer algunas reglas… -mordió su tableta de chocolate.
- Por mí mejor… Entonces voy a buscar mis cosas y en dos horas vuelvo…
Esas dos horas fueron las peores para él. Fue hacia el departamento de Light, donde estaba viviendo sólo por ese fin de semana, pero al llegar sólo encontró a Mikami, su compañero de cuarto, y terminó recogiendo sus pertenencias sin poder hablar con el castaño.
Cuando llegó al departamento, Mello le abrió la puerta, y lo primero que hizo fue darle una copia de llave: definitivamente él no estaría abriéndole la puerta cada vez que el pelirrojo lo necesitara. Con escasas palabras le dijo que podía usar todo en la casa, menos entrar a su habitación, y usar lo que guardaba en el refrigerador pequeño.
Así pasó casi una semana, donde apenas cruzaban palabras. Matt descubrió que Mello aún asistía a la escuela, y que por lo visto tenía muy buenas notas porque siempre estaba estudiando… mientras él encerrado en la habitación se dedicaba a hackear sistemas, y hacer dinero vendiendo sus servicios de pirata informático. Sin embargo, algo le molestaba: el rubio prácticamente le ignoraba, y seguramente no recordaba lo que había pasado en la dichosa fiesta.
- ¡Maldición! –se quejó mientras pateaba su cama.
Estaba pensando demasiado en eso. ¿Es que acaso ahora se sentía atraído por un chico? Era bastante probable, si bien él siempre había llevado muchas mujeres a su cama, nunca había sentido algo siquiera parecido a lo que sintió esa noche, cuando se besó con el rubio. ¿Podría ser que fuera otra persona? La verdad es que no era posible… era muy improbable que existieran dos chicos tan parecido, con el mismo corte de cabello, e incluso la misma cicatriz en el rostro.
Eso significaba que Light sabía algo, y por eso lo había arrastrado a esa ridícula fiesta disfrazándolo de mujer, y porqué en un acto de “arrepentimiento” le había dado esa dirección. Tenía que agradecérselo: el departamento era perfecto para hacer su trabajo de hacker, y Mello no lo molestaba, y casi que lo ignoraba.
- ¿Por qué eso me molesta tanto?
Se había recostado en su cama, con los brazos cruzados tras su cabeza, y dejando su mente divagar en posibles conclusiones, que la verdad, no satisfacían su curiosidad. Quizás el rubio le llamaba la atención en demasía… y quizás por eso se había encontrado a sí mismo en el baño, mientras se duchaba, satisfaciendo sus propios instintos masculinos, mientras pensaba en Mello.
Estaba completamente sumido en sus pensamientos, cuando escuchó el típico portazo que daba el rubio al llegar sin importarle que fuera tarde. Mas luego, no escuchó los confiados y seguros pasos hacia el baño, sino que éstos más bien parecían erráticos. Matt se sentó en la cama, y se acercó a la puerta, tratando de escuchar los ruidos de la caminata. A decir verdad, y no porque estuviera controlándolo, era demasiado tarde para que un jueves, Mello volviera casi a la noche.
Agudizaste tu oído lo más que pudiste, sólo para escuchar que entraba en el cuarto de baño, volviendo a azotar la puerta, como era típico en él. Era extraño que se duchara a esas horas, y si bien no querías admitir que lo tenías vigilado –consciente o inconscientemente- sabías a la perfección que él solía ducharse por las mañanas, antes de ir a la escuela.
Saliste de tu cuarto hacia la cocina, con el fin de buscar algo para beber, como excusa, mientras tratabas de encontrar algo que te dijera porque estaba tan extraño. No viste nada fuera de lugar, salvo su campera de cuero con capucha colgada del perchero en la sala, así que continuaste con tu rumbo. Pero en el camino, viste algo en el suelo que te llamó la atención.
Miró hacia atrás para cerciorarse de que el rubio no hubiera salido del baño, y se tranquilizó al escuchar el sonido del agua de la ducha, para luego agacharse en cuclillas, y observar con detenimiento el suelo. Se trataba de una pequeña mancha de sangre, donde muy cerca de ella había otra, que parecía venir desde la puerta.
Si bien ellos no eran nada, y ni siquiera cruzaban palabras, casi, Matt se preocupó al ver esas manchas en el suelo. Escuchó que la ducha se cerró, y parándose rápidamente se digirió hacia la cocina, sólo para volver cuando Mello cerraba de un portazo la puerta de su habitación.
- ¿Qué le pasa? –masculló entre dientes, mientras tomaba de un solo trago, para luego encaminarse nuevamente hacia su habitación.
Era ya tarde en la medianoche cuando Matt despertó. Salió de la habitación para ir al baño, pero cuando iba a regresar, sintió un sonido extraño proveniente de la sala. Comenzó a caminar lentamente hacia el living, sólo para percatarse de que esos extraños sonidos eran en realidad, una respiración agitada, y la única persona que estaba durmiendo en el sofá, era nada más y nada menos que Mello.
Quería acercarse, quería estar a su lado, pero sus pies no reaccionaban a moverse del suelo. Desde donde estaba, podía ver la cabeza del rubio descansando en el apoyabrazos, y sentía la agitada respiración… quizás estaba teniendo una pesadilla.
Dio la vuelta caminando con cuidado, hasta pararse al frente del sillón, y poder observar la escena completa. Mello estaba de costado en el sillón, recostado sobre su lado derecho, de modo que Matt podía ver bien la cicatriz en el rostro del chico, que continuaba por su cuello, bajando hasta el nombro, y seguramente en parte del pecho y la espalda. Le sorprendió ver que tenía el antebrazo derecho vendado, y que estaba dormida aún con su ropa de cuero puesta.
Movió la mirada hasta enfocar su rostro, deteniéndose en su boca que, entreabierta, parecía intentar respirar con dificultad. Vio sus ojos cerrados con fuerza, pero inmediatamente volvió a enfocar sus labios rosados, esos que lo habían besado de esa forma que nunca olvidaría. Alzó sus dedos tocando su propia boca, mientras cerraba sus ojos y trataba de imaginar otro beso. Quería volver a sentir esos labios… de eso estaba seguro.
Se arrodilló con cuidado frente al rubio, y se acercó con cuidado hasta sentir la respiración de éste chocar contra su rostro. Realmente esa sensación le gustaba demasiado. Acortó las distancia entre ellos, y rozó sus labios con los de Mello, casi en un beso… definitivamente era el mismo de la fiesta: ese sabor a chocolate en su boca era único, particular… distintivo.
Y ahora no tenía dudas cuando pensaba que realmente quería sentir más de ese sabor, así que esta vez el roce duró más, y fue suave, casi una caricia. Le gustaba demasiado, sí… era hora de que lo reconociera, es que hasta su aroma era de chocolate, era casi perfecto… era lo que él siempre había esperado.
De pronto sintió unos brazos alrededor de su cuello y su cintura, y asustándose por lo que estaba haciendo, se tiró hacia atrás bajando su guardia… Pero ese momento Mello lo aprovechó para mover al pelirrojo con fuerza hasta dejarlo recostado sobre el sofá, quedando él encima.
Matt quedó acostado en el sofá, con Mello encima, quien se apoyaba con sus piernas al lado de las caderas del pelirrojo, y su brazo derecho apoyado al lado del chico, dejando que se vieran los vendajes que tenía. Matt no podía dejar de ver esas turquesas que refulgían frente a él, tan cercanas, y tan lejos al mismo tiempo. Quiso decir algo, no sabían bien qué, pero quiso hablar, mas el rubio lo calló acariciando sus labios, mientras sonreía quedamente.
- ¿Acaso te pensabas, chico novia, que no me iba a dar cuenta de que eras tú el mismo de aquella fiesta? –dijo inspeccionando al pelirrojo bajo su cuerpo, con la mirada.
- ¿Por qué no me lo dijiste antes?
- Porque quería que tú te movieras primero…
- Mello… -el chico de bellas esmeraldas ladeó su rostro, esquivando la mirada del otro- Ambos somos hombres…
- A mí no me molesta… -respondió con total seguridad, mientras con su mano movía el rostro de Matt, para que sus ojos se encontraran- ¿Y a ti… te molesta?
Matt se pensó la respuesta. Realmente no le molestaba en lo absoluto, pero por una vez en su vida no quería que todo terminara como un simple juego… Miró los ojos del rubio, aquellos que lo habían dejado helado en esa fiesta hacía casi dos semanas… y la verdad es que no le importó. Si Mello quería jugar con él, que lo hiciera: él iba a disfrutar ese tiempo como nunca lo había hecho antes.
- No… -le respondió- No me molesta…
El pelirrojo se maravilló al ver la amplia sonrisa que Mello le mostraba, y fue él mismo quien tomando las mejillas del rubio, lo acercó hacia su boca para comenzar a besarse. Fue un beso lento por escasos segundos, pero rápidamente se convirtió un uno salvaje, casi desesperado, donde ambos trataban de encontrar en el otro, la calma que nunca había podido tener. Sus lenguas se exploraban descontroladas, y una sensación de hormigueo había comenzado a hacerse presente en el cuerpo de ambos.
No tardaron mucho en comenzar a quitarse la ropa, mientras los jadeos y los gemidos se hacía cada vez más sonoros. Mello tenía su mano derecha en el cuello del otro, mientras lo besaba de una forma experta, y movía su cuerpo lentamente, ronzando la piel del otro, y haciendo que se despertaran todas las fibras de su piel.
Ya no tenían ropa, así que el rubio comenzó a bajar por el cuerpo el otro, mientras dejaba besos y un rastro de saliva fría, que erizaba la piel del pelirrojo. Cuando llegó a su entrepierna, no tardó un segundo en tragarla entera, haciendo que Matt soltara gemidos cada vez más audibles, que sólo aumentaban el deseo de Mello. Mientras estaba en eso, levantó su mano izquierda, acercándole sus dedos a la boca de Matt, quien lo miró un tanto sorprendido.
- ¿Qué? –preguntó Mello, mientras se lamía la esencia de Matt de la boca- ¿Me vas a decir que nunca lo hiciste con otro hombre?
- No… -respondió Matt, mientras el otro comenzaba a tocar su miembro nuevamente- Sólo ah… con… chicas…
Mello se acercó hacia su boca, sin soltarlo, haciendo que a él mismo comenzara a dolerle cierta parte, por estar aguantando tanto tiempo. Comenzó a besarlo nuevamente, interrumpiendo el beso cuando sintió la mano de Matt acariciando su parte, mientras él le acercaba la mano nuevamente, y el pelirrojo le lamía los dedos lascivamente.
Después de eso, Mello no tardó demasiado en entrar en Matt, mientras éste enlazaba sus caderas con las piernas, al tiempo que con sus brazos lo atraía por la espalda, mientras el rubio calmaba su dolor, al acariciarle la entrepierna. Tampoco pasó demasiado tiempo hasta que, habiendo terminado juntos, Mello se recostó a su lado, apoyándose en él, pues el sofá era bastante ancho.
- Matt… -dijo al fin Mello- Me alegra haber ido a esa fiesta…
- Sí… -respondió el pelirrojo- A mí también…
- Por cierto… -sus ojos turquesa buscaron con intriga casi burlona las esmeraldas del otro, hasta que se encontraron- ¿Cómo fue que terminaste yendo disfrazado de novia?
- Bueno… eso…
Matt comenzó a dudar de si contarle el incidente con Light y Mikami, pero la verdad es que, fuera o no un juego de Mello, no quería ocultarle nada… por una vez en su vida, quería ser absolutamente sincero con alguien.
- La verdad… -suspiró, y se quedó en silencio, pensando las palabras- Todo comenzó cuando tuve que trasladarme a esta ciudad…