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Entre sombras de Sospecha por maryluz_mty

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Pairings: 1x2
Category: Shonen Ai, AU.
Raiting: PG-13.
Disclaimer: Yo no poseo a los personajes de GW, esta solo es una historia de fanáticos para fanáticos.
Warnings: Religión. El tema de la religión es tratado en este fic yaoi, ya que hay sacerdotes. Si alguien tiene problemas con algo de esto, les pido por favor, no lo lean.

-- Dialogo -
“Pensamientos “

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

CAPITULO 2

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

Trowa Barton estaba acostumbrado a recibir cadáveres, no por nada era el médico forense del distrito. Su seriedad se complementaba bastante con el silencio del lugar. Su única compañía era los muertos. Pero no en esta ocasión. Uno de los nuevos agentes del FBI había llegado hacía escasos minutos preguntando por su jefe, sin embargo, el Inspector Heero Yuy aun no se presentaba para recibir sus comentarios sobre el cadáver que recibiera la noche anterior. Y cuando condujo al joven rubio al interior del lugar y trato de explicarle como pensaba que habían sucedido las cosas, el niño rubio había salido corriendo rumbo al baño.

Pocas cosas le hacían sonreír rodeado de tanta muerte, pero el hecho de que ese jovencito vomitara en su baño, le había causado gracia.

Toco a la puerta al no escuchar ruidos dentro. Seguramente el niño rubio ya no tenía nada más en el estomago que devolver.

-- ¿Te encuentras bien? – cuestiono detrás de la puerta, cuando vio como esta se abrió y el pequeño rubio aparecía por ella más pálido que sus “eternos clientes” (los muertos).

-- Lo lamento, lo lamento mucho – dijo totalmente ruborizado.

Ver el adorable sonrojo que pintaba la blanca piel de sus mejillas, le hizo guardar silencio. El chico frente a él parecía un niño, un adorable niño rubio. Pero sabía que si era agente del FBI por lo menos debería tener 20 años, entonces solo era un par de años menor que él.

-- No se lo digas a mi jefe, por favor – dijo suplicante, levantando su mirada. Pudo entonces perderse en esos ojos color aqua, que parecían sumirle en un sueño lleno de color.

-- No le diré nada – aseguro desviando la mirada sintiéndose algo extraño.

-- ¡Gracias! – dijo esbozando la más encantadora de las sonrisas y haciéndolo ruborizar un poco.

¿Pero que le estaba pasando? Ese chico rubio le había echo estremecer con su mirada y su sonrisa. El no era de los que se ruborizaban y sin embargo lo había hecho cuando el chico le había sonreído. Su trabajo era abrir el cuerpo de los muertos y averiguar el verdadero motivo de su muerte. Quizá era por eso que las actitudes amables del chico frente a él le habían afectado tanto.

-- La muerte del hombre que me trajeron esta mañana es muy confusa – dijo de pronto desviando la vista del chico frente a él, intentando desviar sus pensamientos de nuevo hacía el trabajo.

Quatre parpadeo nervioso, ese tipo de lugares le ponían la piel de gallina y hablar de los muertos le aterraba. Quizá ese sexto sentido que tenía era lo que le hacía sentirse asustado en ese tipo de lugares. Desde niño sentía lo que otros sentían y en la morgue o una funeraria ese tipo de sensaciones las sentía más fuertes y le hacían estremecer.

-- Podríamos… podríamos esperar a mi jefe para que le de ese tipo de detalles – Tartamudeo el rubio de forma avergonzada – yo… yo no…

-- ¿Le temes a los muertos? – cuestiono el moreno de ojos verdes arqueando una ceja haciendo que el rubio se sintiera avergonzado de su propia reacción.

-- Soy policía y debería estar acostumbrado a esto, pero no puedo yo... yo...

-- Si quieres, esperamos a tu jefe para darle todos los detalles – Quatre levanto la vista para ver a aquel médico forense que estaba a su lado haciéndole sonrojar. Debería tener más control sobre sus emociones, pero le resultaba imposible. El chico que estaba junto a él era sumamente atractivo y le ponía nervioso.

-- Por favor – musito – Estaré afuera

-- Le acompaño – Quatre levanto la vista de forma confundida, entonces el forense se dio prisa en aclarar – Mis amigos no hablan mucho, además no van a irse – dijo apuntando las enormes gavetas que contenían a los muertos. Quatre sonrió ante la broma y dejó que el joven le acompañara.

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

Heero subió a su auto de forma excitada. Acababa de salir del arzobispado con toda la información sobre el seminarista Duo Maxwell. Al parecer el chico no era ninguna blanca paloma. El sobre manila que descansaba en el asiento del copiloto le hacía estremecer. Quería llegar pronto a su oficina y ponerse a estudiar cada dato que estaba en aquel informe personal. Así que llamó a Quatre por el celular y le pidió que obtuviera todos los detalles sobre la muerte del hombre de la noche anterior, por escrito, con el forense. Lo necesitaba para compararlo con el anterior muerto, y lo vería por la mañana.

Pegó en la pizarra de corcho cada foto de ese chico. Se había tomado la molestia de despegarlas de las hojas de reportes. El seminarista no parecía ser alguien serio, ya que cuando menciono su nombre, lo primero que pregunto el sacerdote que le atendió fue: ¿Ahora que hizo y cuanto nos va a costar?

¡Vaya cosas!. Duo Maxwell era un huérfano criado por curas. Toda su vida había sido enseñado en una escuela católica y a las 10 años entro al seminario sin haber probado jamás la vida civil. Ese niño no sabía lo que eran las fiestas, los juegos o las chicas. Podía entender ahora porque siempre estaba metido en problemas. Cuando la iglesia lo mando por primera vez a ayudar a un cura, tenía 16 años. Su primera idea fue meter música a la iglesia, solo que contrató a un grupo de rock pesado, los feligreses se enojaron y mandaron a todos a la cárcel por escandalosos, incluido al seminarista Maxwell.

El siguiente problema: Una manifestación contra la tienda de víveres del barrio, la cual acaparaba toda la leche y la vendía muy por arriba de su precio normal. La manifestación resultó mal, la tienda fue saqueada y todos terminaron en la cárcel, de nuevo. Sin embargo la manifestación dio resultado, multaron al propietario de la tienda y constantemente se vigilaba que se dieran los productos a buenos precios.

El siguiente: Llegó un herido a la iglesia y el seminarista Maxwell lo atendió. Le dio de comer, lo vistió. Pero resulto ser un ladrón buscado por la policía. Cuando la policía llego, Duo se negó a entregarlo y le hizo escapar por la ventana del claustro. El seminarista fue acusado de complicidad y encerrado, otra vez. Sin embargo el ladrón se entrego al saber al seminarista en la cárcel y se supo entonces que solo había robado una hogaza de pan para su hijo hambriento.

Y el resto de los arrestos eran muy parecidos; quizá el seminarista Maxwell se metía en tantos problemas debido a su buen corazón o ¿Solo sería una fachada para ocultar verdaderos crímenes?

De eso ya se encargaría de averiguarlo él.

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

Quatre atravesó el pasillo de la oficina de su jefe cargando con los datos de la autopsia del último cadáver. Heero le había pedido que se los llevara a primera hora de la mañana, pero ya sabía que para el inspector Yuy, primera hora significaba las 7:00 am.

Aun recordaba la noche anterior con el forense, Trowa Bartón, según le había informado. Se había sentido a gusto platicando con él, pero su mirada esmeralda le ponía nervioso, ya que cada vez que volteaba a verle, este le estaba mirando fijamente haciéndole acelerar el corazón.

Detuvo sus pasos al acercarse a la oficina de su jefe, tenía que calmarse o el inspector Yuy se daría cuenta que algo le ocurría. ¿Cómo era posible que esa mirada le perturbara tanto? Le había hecho sentirse aun más extraño que estar en la morgue rodeado de cadáveres. Por lo menos esos ojos verdes, y su pequeña platica con el forense, le habían distraído sus sentidos de los muertos y eso si podría agradecérselo.

Escucho algo que se caía y se dio prisa en correr hasta el escritorio de Heero. Se detuvo de nuevo cuando un lápiz llegó rodando hasta él. Se agacho para tomarlo, seguramente su jefe lo había dejado caer al estar revisando papeles, pero al acercarse, una sonrisa curvo sus labios. ¡Jamás había visto así al inspector Yuy!

Heero estaba totalmente recargado en el sillón del escritorio, con ambos brazos caídos a sus lados y los ojos cerrados. Estaba dormido. Sabía que a veces se quedaba a dormir en la oficina, pero nunca lo había visto dormir en ella. Se acercó de forma silenciosa para dejar el sobre encima del escritorio y cuando se volteo para alejarse vio todas las notas que el inspector había hecho sobre el caso. Pero lo que mas había llamado su atención fueron las fotos del seminarista Maxwell.

-- ¿Qué hacen aquí estas fotos? - Se pregunto en voz baja tocando una de ellas.

-- Son las del principal sospechoso – La voz de su jefe le hizo darse la vuelta de forma acelerada. No esperaba que Heero se hubiese despertado y le observara con esos ojos inquisidores que sabía podían casi leerle el pensamiento – Y si, si creo que pueda ser él – dijo adelantándose a su pregunta para después tomar el sobre que había dejado sobre su escritorio y ponerse a leer el informe del forense.

-- ¿De donde obtuviste toda esta información? – dijo Quatre leyendo todas las notas que había hecho Heero.

-- En el arzobispado me dieron el expediente personal de ese seminarista. Lo demás lo obtuve directamente de la base de datos de la policía. El perfil psicológico de este chico puede ser el del asesino que estamos buscando – Quatre se giro para verlo con los ojos sumamente abiertos.

-- ¿Un sacerdote? – cuestiono sin dar crédito a lo que su jefe decía. Heero elevo la vista para clavarla de forma molesta en la color aqua.

-- Aun no es un sacerdote, solo es un seminarista y además, no sería la primera vez que un clérigo cometa un crimen de esta naturaleza – dijo regresando su vista al informe enviado por el forense, para después comenzar a compararlo con los crímenes anteriores.

Quatre no podía entender esas palabras de su jefe. Tenía algún tiempo de trabajar con él, desde que había salido de la academia y había aprendido a reconocer sus actitudes, por eso sabía que ahora su jefe estaba enojado. ¿Pero enojado por que? ¿Por qué el seminarista podría ser el asesino que buscaba? ¿O por que ese chico había logrado romper con facilidad esa barrera invisible que usaba con todos?

-- Lo mismo –murmuro Heero viendo cada reporte. Quatre entonces tomo asiento para ver lo que Heero le señalaba – el asesino vació los cuerpos de sangre poco antes de que murieran de un ataque al corazón, o lo que es lo mismo, de miedo.

-- ¿Miedo? Creo que si fuese un vampiro lo que vieron yo también moriría de miedo – Heero se levantó del escritorio tomando los reportes haciendo que Quatre le siguiera a la carrera.

-- No es un vampiro – dijo mientras abría las puertas de la oficina para salir al interior – es un humano y vamos a hora mismo a entrevistarnos con él.

Quatre lo siguió a la carrera, sabía de antemano que no habría nada que dijera que pudiera convencerlo de lo contrario. El inspector Heero Yuy pocas veces se equivocaba al emitir su juicio, pero estaba casi seguro que en esta ocasión Heero estaba cometiendo un terrible error.

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

Debería haber adivinado que los fines de semana las misas eran más concurridas que entre semana. Por eso ahora se encontraba sentado en una de las últimas bancas de aquel lúgubre lugar, escuchando un sermón que parecía estar dado en latín o algún idioma parecido ya que no lograba entenderlo. Quizá era la mala acústica del lugar o el pésimo sonido de las bocinas. Ahora podía entender porque la gente ni siquiera entraba, escuchar misa o no escucharla era lo mismo, aun que si no la escuchaban sus oídos no sufrían por semejante ruido.

-- Muchas gracias Agente Yuy – esa voz melodiosa lo saco de concentración y le hizo girar la vista a su costado. Aquella luz en esa mirada violeta le hizo sentirse extraño. No entendía porque le daba las gracias, hasta que vio una pequeña canasta siendo movida frente a sí y el sonido del “clack, clack” de las monedas al golpearse unas a otras llegó hasta sus oídos. Claro, debía haberlo adivinado, era la hora de las ofrendas. Así que saco un billete de la bolsa de su pantalón y lo dejo en aquella canastilla de mimbre con unos cuantos centavos dentro - Oh, es usted muy caritativo y amable, no sabe cuanto se lo agradecemos – dijo el seminarista al ver un billete de 100 dls. Lo tomó de forma rápida de la canasta y lo metió a la bolsa de la sotana ante la vista asombrada del agente. Eso se podría considerar un robo, hasta que Duo hablo – No es bueno dejar tentaciones a la vista de tanto necesitado, agente Yuy. Si usted viene a visitarnos con un regalo tan magnifico como este, debería entrar a la sacristía y dárselo personalmente al padre Roberts – Heero frunció el ceño de forma molesta. De nueva cuenta el seminarista burlaba sus defensas de una manera en la que no lo esperaba. Le había regañado de una forma amable, pero al fin y al cabo le había regañado.

No había podido responderle nada, solo clavo su vista cobalto sobre su figura sonriente, tratando de adivinar algún doble motivo en ese comportamiento afable y alegre. Lo vio alejarse con la canasta de mimbre en la mano, con esa sonrisa tatuada en los labios, logrando arrancar esas monedas, que tanto le hacía falta a la iglesia para su mantenimiento, a los feligreses que, seguramente, acudían domingo a domingo nada más a verle.

-- Pero que tonterías estoy pensando - Sacudió la cabeza de forma severa cuando ese estúpido pensamiento cruzó por su cabeza haciéndole sentir algo molesto.

-- No es él Inspector – dijo Quatre en voz baja haciendo que Heero le viera solo de reojo. Frunció de nuevo el ceño y salió de forma rápida dejando a Quatre sentado en aquella banca al final del recinto.

Heero caminó de forma rápida alejándose de la iglesia. Quería entrevistarse con el padre Roberts, no con el seminarista Maxwell, pero su subconsciente le había traicionado diciendo que iban a ver al sospechoso.

No era una persona que reaccionara por emociones, todo lo calculaba finamente, jamás decía algo de lo que no estaba 100% seguro y sin embargo, con este chico, con este seminarista, reaccionaba como si fuese un simple principiante, un policía inexperto que se dejaba arrastrar por un mal presentimiento.

Y para colmo de males, se había sentido algo molesto por haber sacado conjeturas con respecto a la gente que acudía a esa iglesia. ¿A él que diablos le importaban los motivos por los que los feligreses acudían a ese lugar?

Llegó sin darse cuenta hasta la casa de una de las testigos y tocó a la puerta, lo mejor era alejar esos estúpidos pensamientos llenando su cabeza con trabajo. Pudo ver como la cortina de la ventana principal se abría un poco y después se cerraba para casi en seguida escuchar como varios cerrojos eran abiertos y la puerta se abría por fin dejando ver a una mujer asustada, cubierta de cadenas con crucifijos y rosarios enrollados en las muñecas. El aroma inconfundible del ajo llenó sus fosas nasales haciéndole despertar, por fin, de sus locas fantasías. Entonces pudo darse cuenta de todo aquello que no había visto cuando llego por estar inmerso en sus locos pensamientos: la puerta de aquella casa había sido recientemente remodelada, habían un par de cerraduras nuevas que brillaban al verse reflejado el sol sobre ellas, la antigua cerradura (oxidada por el tiempo) seguía en su lugar, pero se notaba que no había sido usada recientemente. El continuo movimiento de una cadena al ser raspada sobre la madera medio raída de la puerta principal, le indicaba que había un cerrojo nuevo, tipo pasador, en el interior de la misma.

¿Por qué tanta seguridad de forma tan repentina?

-- Es usted de nuevo. ¿Ya atraparon al vampiro? – preguntó esperanzada. Heero suspiro de forma pesada y sacudió la cabeza en negativa. Ahora entendía esa extrema seguridad – Oh – solo pudo decir de forma decepcionada la mujer – Yo esperaba que ya le hubiesen atrapado, pero era de esperarse que aun no lo hicieran, ya que, siendo un vampiro se esfuma convertido en murciélago. Seguramente duerme de día en un ataúd lleno de tierra de panteón, así que deberán buscar en algún lugar abandonado o...

-- Por favor señora, solo he venido a preguntarle si reconocería al hombre que dio muerte al vagabundo – Ya se había cansado de escuchar las fantasías de la mujer. Así que se fue directo al grano. Quizá si la mujer viera una foto del seminarista envuelto en penumbras pudiera identificarlo. Pero la mujer solo se encogió de hombros y comenzó a temblar.

-- No, no, no podría. Estaba tan asustada, solo le vi esos horribles ojos rojos y la sangre escurriendo por sus colmillos.

-- ¿Esta segura que eran ojos rojos? ¿No serían violetas?

-- No – la mujer aseguro sacudiendo la cabeza - estoy totalmente segura de que eran rojos. Un rojo que me daba miedo, me dejo paralizada, no podía ni hablar. Yo quería gritar, pero mi voz no salió. Solo pude buscar entre mis ropas este crucifijo – dijo mostrándoselo – y al parecer fue lo que lo alejó de mi.

-- Claro – dijo Heero sin realmente creerlo - ¿Algo mas que pueda decirme del hombre?

-- Nada que no haya dicho ya. ¡Es un vampiro! – aseguro.

-- Gracias por su tiempo – dijo Heero de forma fría dándose vuelta y regresando a la iglesia totalmente frustrado. Al parecer la mujer había caído en la paranoia y dada la ignorancia era muy probable que creyera en los personajes de ciencia ficción credos por la literatura.

Ni siquiera sabía porque seguía creyendo que el seminarista era su sospechoso numero uno, no había absolutamente nada que le incriminara, el echo de que hubiese venido de una de las iglesias donde ocurrió otro de los crímenes y llegara a una nueva donde al poco tiempo ocurriera un crimen semejante podría ser solo una casualidad.

Pero él no creía en casualidades... y eso es lo que le llevaba a sospechar.

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

Quatre no se animó a seguir a su jefe fuera de la iglesia, prefirió esperar a que el enojo se le pasara y ahora estaba fuera del recinto esperándole. La iglesia estaba descuidada y en mal estado no cabía duda de que necesitaban grandes cantidades de dinero para dejarla en buen funcionamiento de nuevo. Aun se preguntaba como era que el padre Roberts y el seminarista Maxwell daban alimento y cobijo a los vagabundos y pobres del barrio.

Heero llegó de nuevo a la iglesia y con la sola mirada le indico a su compañero que debían marcharse. Quatre le entendió de inmediato y se apresuro a alejarse del lugar. No quería ni peguntarle que había hecho o a donde había ido cuando salió del lugar, esperaba que él le dijera si es que había averiguado algo.

-- ¡Espere!, ¡espere agente Yuy! – el grito de alguien que se aproximaba corriendo les hizo detenerse a ambos. Quatre vio con sorpresa como el seminarista Maxwell se acercaba a ambos corriendo y con la respiración acelerada.

Heero se giró para ver que iba a decirle en esta ocasión esta persona que desde que le conocía le había desconcertado e intrigado. Le vio detenerse delante de él y agacharse para apoyar sus manos contra sus rodillas para recuperar el aire que la carrera le había quitado. Su larga trenza se le vino al frente en un movimiento suave y sensual y ligeros mechones se habían salido de su lugar haciendo que enmarcaran su rostro de forma jovial. Cuando se enderezo, su sonrisa adornaba de nuevo su rostro haciendo que cerrara los ojos con alegría y un extraño sentimiento se apoderara del agente frente a él.

Heero abrió de forma enorme los ojos sintiendo una extraña calidez envolverle la mano al ser tomada por otra mano delgada y suave que dejaba sobre su palma un pedazo de cartón con una imagen de un santo impresa en ella.

-- No tenemos forma de pagarle por su donativo. Por eso le regalo esta estampita de nuestro santo patrón – dijo soltando la mano del agente y haciendo que el frío se apoderara de nuevo de él. Heero ni siquiera vio aquella imagen, solo frunció el ceño y se la regreso.

-- Yo no creo en esas cosas – dijo de forma fría, evocando una barrera invisible entre él y esa persona que le hacía sobresaltar sin proponérselo. El seminarista pareció desilusionado. Era increíble como con tan solo ver esos ojos violetas, uno podía leer en su interior como si estuviera hablando. ¿Pero eso sería realmente cierto? ¿No tendría tan bien ensayado su papel de sacerdote que hasta él mismo se lo creía? ¿Y si sufría de una doble personalidad?

-- Pero es para su protección, agente Yuy – insistió volviendo a ofrecerle la estampita, pero la mueca en el rostro de Heero le hizo bajar la mano.

-- La única protección que necesito esta aquí – dijo tocando el mango de la pistola que traía bajo el saco, al ver que el seminarista no parecía entender, se lo abrió un poco dejándole ver el arma, Duo pareció alarmado.

-- ¡Por favor no la saque! – dijo el seminarista algo asustado - ¡Esas cosas las carga el diablo!

-- Tiene razón en asustarse – dijo el agente cerrándose el saco – una sola bala, en el lugar correcto, puede arrancarle la vida de tajo. Pero una pistola no es el arma más peligrosa en estos momentos, ¿Verdad seminarista Maxwell? – Duo dudo un poco, pero no dijo nada, solo bajó la vista.

Heero elevo su mano por impulso hasta depositarla en la barbilla del joven frente a él. Sintió la tibia piel de aquel chico entre sus manos, esa calidez comenzó a recorrerle desde los dedos hasta alcanzar de forma rápida la palma, el brazo y comenzar a recorrerle el cuerpo. Se quedo inmóvil por lo que creyó habían sido horas, pero solo habían pasado unos segundos. Jamás había sentido algo por el estilo y decidió tomar las riendas de su cuerpo y de su sentir. Una vez controlado todo de nuevo se obligo a apretar un poco para obligarle a levantar la vista y que aquellos ojos violetas se centraran en nadie más que en él.

-- ¿No es verdad que hay armas más peligrosas que una de fuego? - volvió a cuestionarle con una mueca en el rostro que bien podría considerarse una sonrisa sarcástica. Duo retrocedió para apartarse soltándose de aquella mano firme que regreso a los costados del cuerpo del agente.

-- Supongo que lo dice por el hombre que mató al Nejo... – Heero solo bajo la vista sin borrar esa mueca de su rostro. No, no se estaba refiriendo a eso. Pero al ver como los blancos dedos del seminarista apretaban la estampita que tenía en su mano recordó algo que había olvidado por completo.

-- Me... – dijo extendiendo la mano haciendo que Duo se extrañara un poco al ver como el agente extendía la mano para recibir aquella estampa que había rechazado minutos antes. Heero la tomo con la punta de los dedos y la volteo. Del lado contrario no había nada impreso, solo estaba en blanco. Así que la guardo en la bolsa del saco.

-- Gracias por el donativo y por aceptar la imagen – dijo Duo sonriendo.

-- Las gracias se las doy a usted – dijo el agente depositando su mirada cobalto en aquellos ojos violetas de forma fija – No sabe lo que esto significa para mi, seminarista Maxwell.

-- No, por favor, dígame solo Duo – se apresuro a pedirle, pero el agente Yuy sacudió la cabeza de forma negativa.

-- No puedo llamarle por su nombre de pila – Duo pareció extrañarse un poco.

-- ¿Por qué no? – cuestiono con curiosidad.

-- Porque estaríamos intimando y un agente como yo no puede tener ningún lazo con un sospechoso de asesinato como usted

-- ¿Qué? ¡Yo no asesine a nadie!, Yo no podría, soy un sacerdote... – la indignación que vio en aquellas facciones casi le hace sonreír. Parecía un niño pequeño a quien le estaban prohibiendo ver su programa favorito de la tele. Pero no estaba seguro si todo ese comportamiento era solo teatro o si realmente así era él.

-- Usted solo es un aspirante a Sacerdote – le aclaro - y no es una blanca paloma – Duo frunció el ceño y contesto a la acusación.

-- ¿Y quien si lo es? Por lo menos yo trato de hacer un bien, ayudar a quien lo necesita.

-- ¿De que forma? ¿Mintiendo? – cuestiono el agente tratando de obtener algo de información.

-- ¡Yo jamás miento! – aseguro, pero el agente Yuy sabía que todo el mundo miente y hasta el momento nunca se había equivocado.

-- Por supuesto y yo soy un santo – le aseguro de forma sarcástica.

-- Quizá deberíamos canonizarlo – dijo Duo entre dientes de forma igualmente sarcástica

-- ¿Por qué no? Solo dígame a donde le mando la documentación de mis milagros – dijo dándose la vuelta para alejarse del lugar sin darle oportunidad de decir nada más al seminarista.

Quatre había permanecido ajeno a la discusión entre su jefe y el seminarista, pero había escuchado todo. No había entendido mucho, pero lo único que sabía era que Heero estaba actuando de una forma en la que jamás lo había visto actuar. Si lo consideraba sospechoso, ¿Por qué simplemente no lo arrestaba? Claro, no tenía ninguna prueba... aun.

-- ¿Por qué le soy tan antipático al agente Yuy? – le escucho preguntar al seminarista. Quatre le sonrió en respuesta y contesto a su pregunta, aun que sabía que no debía hacerlo.

-- Es porque usted le hace reaccionar como nadie más ha podido hacerlo – Duo clavo sus orbes violetas en las color aqua del rubio sin comprender – Si. Heero mantiene ante todos una pared invisible recubierta de frialdad. Nunca se deja sorprender y presume de ser sumamente observador. Y sin embargo usted... – dijo viéndolo ampliando más su sonrisa – le a sorprendido varias veces con la guardia baja, estoy seguro que sin proponérselo y eso ha hecho que el agente Yuy este más al pendiente de usted que de cualquier otro.

-- Pero me cree sospechoso de la muerte del Nejo – dijo Duo sin comprender lo que el agente Winner le estaba diciendo.

-- Eso es algo que ni yo comprendo – dijo Quatre encogiéndose de hombros.

-- Pero yo le aseguro...

-- Yo le creo – le interrumpió Quatre viendo como Heero se había parado en el portón de la iglesia y le observaba con el ceño fruncido. Quatre regreso su vista al seminarista y le sonrió ampliamente – ¿No se dice que el que nada debe nada teme? - Duo asintió viendo como el agente Yuy metía la mano a la bolsa del saco y obtenía un cigarro de él – Entonces no debe temer, ¿verdad?

-- Verdad – dijo Duo sonriéndole al agente.

Quatre se alejó agitando la mano para despedirse del seminarista. Pudo ver como varios niños se acercaron a él y este les sonrió y se agacho para estar a la altura de ellos. Le vio sonreír y jugar con ellos. No cabía duda, por lo menos para él era claro, que el seminarista Duo Maxwell no podía ser culpable.

-- Lleva esto al laboratorio – la fría voz de Heero le hizo desviar la mirada de la imagen del seminarista para centrarse en lo que Heero le mostraba. El agente Yuy traía en las manos la estampa que el seminarista le había dado minutos antes, cubierta con un pañuelo – haz que saquen todas las huellas que haya aquí y que las comparen con la que encontramos cerca del muerto.

-- Pero Inspector... – trato Quatre de protestar, pero la fría mirada de su jefe le hizo callar de
forma abrupta.

-- No voy a descansar hasta que detenga a este asesino en serie. Y si, como sospecho, es el seminarista Maxwell, debo darme prisa antes de que cometa otro asesinato. Así es que date prisa Quatre.

Quatre asintió ante la orden de su jefe y salió casi corriendo hasta su auto para ir rumbo al laboratorio. Sabía que Heero no se detendría hasta que capturara a ese asesino. Con lo único que no estaba de acuerdo, era en que fuese el seminarista Maxwell.


Heero giró la vista al sentir que alguien le observaba. Aun estaba a las afueras de la iglesia y al voltear se topo con la mirada violeta del seminarista fija en él. Le observaba de forma extraña, como queriendo adivinar sus pensamientos. Una sensación extraña le invadió al sentirse sumergir en esa mirada cristalina. Era como estar inmerso en un hechizo lanzado por alguna bruja, por el mismísimo diablo vestido de sotana que le estaba viendo. Sintió su corazón acelerarse y se molestó consigo mismo por sentirse de esa forma.

Arrojó el cigarro al suelo y se dio la vuelta para alejarse del lugar como alma que lleva el diablo.

Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

-- ¡Duo!, ¡Duo Maxwell! – aquella voz hizo que Duo dejara de observar al agente Yuy que recién se marchaba del portón de la iglesia y giro la vista para toparse con unos ojos verde claro que le sonreían. Camino de forma rápida hasta la parte techada de la iglesia y sonrió a su vez a aquella persona que le llamaba.


-- ¡Hola Erick! Me alegra mucho que tus quemaduras estén mejor y que hayas podido echarnos la mano en la misa de esta mañana – Erick sonrió levantando la manga del traje de monaguillo que aun llevaba puesto para dejar ver como aquellas quemaduras parecían estar cicatrizando más que bien.

-- Le agradezco por ayudarme y vestirme, además de darme algo de comida – aseguro el hombre blanco, rubio y joven que estaba delante del seminarista. Sus ojos verdes brillaron al ver aquella sonrisa siendo dirigida a él – Y si puedo pagar mi estancia con un poco de trabajo, lo haré con gusto – Duo abrió los ojos y de forma sería replico.

-- No es necesario que trabajes, aun estas convaleciente. Nosotros cuidaremos de ti hasta que tus heridas sanen completamente y puedes quedarte en el refugió todo el tiempo que requieras.

-- Gracias Duo – dijo el joven con una sonrisa luminosa.

-- No tienes de que agradecer, solo cuídate, no te expongas al sol si eres alérgico a él. Tu y yo sufrimos del mismo mal – dijo Duo soltando la carcajada – Yo tampoco puedo exponerme al solo si no quiero desaparecer como bruja de cuento – volvió a reír – Y que ni me escuche la policía, creerán que yo soy el vampiro – dijo entre carcajadas haciendo que en la cara de Erick se dibujara una mueca en forma de sonrisa.

-- ¿Vampiro? – cuestiono de forma divertida siguiendo la broma del seminarista. Duo no dejo de reír ante lo que él mismo había dicho – Podría ser – el seminarista dejo de reír y le vio de forma seria – Todos los vampiros se caracterizar por algo que usted cumple a la perfección – la expresión de Duo se hizo aun más seria.

-- ¿Cuál? – pregunto con interés.

-- Todos son hermosos, como usted...

Heero abrió mucho los ojos al escuchar la conversación que el seminarista había sostenido con aquel que parecía ser un monaguillo demasiado crecido. Se había regresado para hablar con el padre Roberts, que se suponía era a quien iba a ver desde un principio, cuando oyó lo que ambos jóvenes conversaban.

¿Un vampiro?

¡Eso era imposible!

Sin embargo y como buen lector que era, en alguna parte había leído lo referente a los vampiros y aun podía recordar lo siguiente:

“Que se entienda también que todos aquellos mortales que reciban los Dones Oscuros deberían ser hermosos en persona para que así el insulto que se hace a Dios sea mayor cuando se lleve a cabo el "Truco".

¿Hermosos?

-- Si, para que negarlo, Duo Maxwell es mucho más que hermoso – se dijo Heero observando a aquel personaje que veía con cierta seriedad al joven frente a él. Como si con aquellas palabras hubiese descubierto su secreto.

¿Existían realmente los vampiros?

¿Sería Duo Maxwell uno de ellos?

Heero se volvió a dar la vuelta para alejarse de la iglesia y de ese seminarista. Jamás había sido creyente de nada, era un hombre de ciencia, un escéptico por naturaleza. Por eso no creía en ningún dios, ni el diablo o los fantasma. No iba a venir a ahora a creer en los vampiros y las momias, era estar cayendo en la paranoia que parecía sufrir la gente de aquel barrio. Porque había escuchado dentro de la iglesia, cuando se sorprendió escuchando la misa del padre Roberts, que el incidente del Nejo había traído más gente a la iglesia y casi todos creían que el Nejo había sido asesinado por un vampiro.

Pero el estaba seguro de que no...

Bueno, casi seguro...

O, nada seguro ya...

-- ¡Maldita sea, seminarista Maxwell! – gruño Heero para si mismo metiendo el acelerador hasta el fondo para alejarse del lugar que estaba comenzando a meter dudad a su razonamiento siempre lógico.


Sssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss

Continuara...
Notas finales: Gracias por los reviews y a todos aquellos que lo han leido. Es dificil responder mensajes, incluso actualizar en esta web, peor tratare de subir puntualmente el fic, aun que en eso me lleve varias horas y de responder a los reviews que me dejen. El proximo capitulo, lo tendran el siguiente miercoles.

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