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No alcanza el tiempo... por green romance

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Notas del capitulo: cha cha cha chan!!!!!! jejeje he regresado!!! waa aqui esta la tercera parte de la historia, es así como el climax. ustedes que creen q pase? jajajja pues muy pronto lo sabran con la ultima parte q stoi scribiendo, asi que disfrutenlo. weno este capitulo va dedicado a todos los q me han apoyado con sus coments y sus historias, neta gracias por todo. gozenlo. ha tambn asi como q l titulo general de la historia q s "el primer viaje" no me gusto mucho asi que q pus si tienen una idea de cual podria ser pus dejenmela en un coment, la mas original sera la q pondre va? pus weno comienzen a leer jajajaja.
 

Todo fue algo extraño, ya que a pesar de lo ocurrido a penas unos momentos antes nadie comentó nada. Los niños mantenían la mirada perdida en un camino infinitamente solo donde no habitaba nadie más que ellos y por más inusual que pudiese sonar,  no expresaban cosa alguna aunque muy en el fondo ambos querían estallar como una estrella.

Por una razón que aún hoy ignoro, su aspiración era no hacer notar su potente euforia, ahogaron muy profundamente su desesperado deseo por comenzar a tocar de nuevo el sabor de sus labios. Creían que el color de la piel que probaron y que ahora se encontraba encriptado dentro de su memoria se diluiría poco a poco si no lo poseían de nuevo, la adicción a ese embriagante y espeso aroma de perfumado sudor que brotaba una y otra vez de su exquisito cuerpo les quemaba por dentro. Y se lo guardaron todo, con el único fin de seguir viviendo en el placentero juego de la locura.

Una calle los llevó a la otra y esta a otra, desfilaron como dos soles en medio de la noche. Tenían tanta felicidad guardada y se sentían tan plenos, que no valía la pena hacer nada mas que existir en aquel momento. Caminaron hasta llegar a donde Tai vive, él abrió la puerta sin querer hacerlo de verdad, giro la cabeza y miró a su alrededor, pudo ver las paredes de cristal que en tan solo algunos momentos lo separarían de su amigo, vio las nítidas luces que contrastaban con todo lo obscuro y también pudo ver una cara que jamás podría olvidar. Así que cerró los ojos, llenó sus pulmones con todo el aire que pudo, memorizó el camino del erizante escalofrío que le recorrió su cuerpo, escucho atentamente cualquier sonido del mundo y entregó su cuerpo completamente a la apreciación  de lo fantástico e inimaginable que era aquel instante.

-¿Qué sucede Tai?-

El castaño dio un suspiro, abrió los ojos y dijo lentamente. -Nada es solo que... no quiero dejar ir este momento.-

Matt comprendió lo que Tai había querido expresar. ¿Cada cuando nos llega la oportunidad de sentir que estamos al fin completos por el simple hecho de estar en el tiempo y espacio correcto con la única persona especial a nuestro lado? Así que al igual que su amado niño, cerró sus ojos y disfrutó lo más que pudo cada aspecto de lo que vivía. Velozmente todos los sonidos, luces, ideas, sensaciones, esencias, sabores y placeres que captó fueron llevados  a su recuerdo. Dentro de él todo corría y se revolcaba en una larga autopsita de descargas e impulsos eléctricos, la cual, fue bruscamente paralizada cuando algo húmedo, suave y carnoso acaricio su boca.

Matt, que se encontraba ocupado tratando de salvar todo lo que pudiese de aquel instante en su memoria fue interrumpido estrepitosamente por un pequeño, delicado y tierno beso. Abrió sus ojos y pudo sentir como en la cara del otro niño emergía del polvo nocturno una traviesa sonrisa.

-Te veré mañana.- Esto fue lo único que dijo, y con toda la felicidad posible escondida tras una bella cara, se dio la vuelta y camino hacia el elevador que lo llevaría a su departamento.

-Si, esta bien.- Su compañero quedó inmóvil, todo el frenético ir y venir de su mente quedo cuajado y se retiro del lugar pensando únicamente en una persona, en un niño, en su amor eterno.

Esa noche después de un rato, pero apenas unos segundos antes de que las manecillas del reloj colgado en la pared marcasen las doce, entró una llamada al celular que Matt había olvidado sacar del bolso del pantalón que se encontraba tirado sobre el frio piso de su cuarto. Al escuchar su sonido corrió con los pies descalzos para poder ver quien era, no le costo trabajo alguno levantarse ya que no podía dormir, así que buscó desesperadamente entre la ropa amontonada para no perder la llamada y pudo ver que en la pantalla del teléfono se había iluminado el nombre de la persona con quien había deseado poder soñar.

-¿Hola?- Preguntó con un tono emocional.

-Hola Matt, perdón por llamarte a esta hora pero...-

-No, no te preocupes, que pasa, ¿Todo está bien?-

-Si claro es solo que no podía dormir.-

-¿por qué?-

-No lo se, es muy raro.- Y si era muy raro debido a que Tai siempre era el primero en querer dormir y el ultimo en querer trabajar.

-Bueno debe de haber una razón.- respondió Matt.

-Mmmm tal ves si la hay, bueno es que paso algo, pero es muy tonto.-

-No digas eso, nada de lo que dices es tonto, haber cuéntame.-

-Está bien, es que... desde que te fuiste no he podido dejar de pensar en ti... Como desearía que estuvieras aquí.-

Esta ultima frase, emulsionada con su dulce voz, derritió todo lo consiente que había dentro de Matt, una vez más se derramó furiosamente la locura de amarlo hasta la muerte e irrigó con esta todos sus nervios los cuales reaccionaron con eléctricas vibraciones, sabía que nadie jamás lo había hecho sentir tan especial. Cada cosa que Tai realizaba era como la espina de una verde enredadera que se iba aferrando poco a poco en la vida del niño que lo amaba  y, a pesar de que toda cosa indicara que sus caminos no podrían ser miscibles, con rosas violeta llegaba a visitarlo noche tras noche bajo su ventana. Su cuerpo no sabía que hacer, si llorar, gritar, morir o correr. Lo único que hiso fue seguir hablando para que dentro de otro mundo pudieran estar juntos.

-¿Y que me harías si estuviera allí?-

-No lo se, supongo que todo si el tiempo me alcanza. Primero te vería a los ojos para emocionarme, acariciaría tu cuerpo con miles de palabras, jugaría acostado en tu pancita a esconderme de todo lo que me asusta y... no se muchas cosas más, pero eso si, al final me enroscaría en tus brazos para vivir por siempre a tu lado y aunque lo quisieras o lo quisiera no te abandonaría ni un solo segundo.-

-¿Y por qué no me dejarías aunque lo quisieras?-

-Porque estoy completamente seguro de algo.-

-¿De qué?-

-Pues... de que... te amo.-

-...Hay... yo también te amo Tai y mucho, sabes se me ocurrió algo para que podamos estar juntos en las noches.-

-¿De veras?-

-Si, hay que inventar un lugar al que solo podamos entrar tú y yo. Y como este lugar va a estar en nuestra imaginación, nadie nos va a poder molestar.-

-Pero como le voy a hacer para entrar ó para verte ó tocarte, si es solo mi imaginación...-

Era evidente que a Tai se le dificultaba un poco mas creer en cosas como estas. Para él, la magia de estar en vida y poder con ello crear cuanta cosa se desee con solo creer que es posible, le sonaba a tontería o demencia. Se le olvidaba que una parte de el podía seguir siendo como un niño y viajar a otro mundo sin salir del suyo.

-Solo debes quererlo, mira has lo que te voy a decir.-

-Pero...-

-Por favor.- Suplicó Matt.

-Esta bien, dime que hacer.-

-Mira: primero quiero que cierres los ojos e imagínate que estas en un espacio negro, muy negro.-

-Está bien, ya lo hice.-

-Bueno ahora fíjate bien, en ese espacio negro comienzas a ver como va saliendo del suelo un pasto color verde obscuro...-

Al terminar de decir esto, Tai pudo ver como difícilmente de la negra nada comenzaron a salir desproporcionadamente pequeños tallos verdes que llenaron aquel lugar. Y no solo eso, aquella imagen lo remontó a otra memoria en la que la delicada hierba de los jardines era adornada por diminutas flores de diamante que destellaban como estrellas en el aire boreal, le dieron tanta alegría en algún momento que fueron estas mismas quienes ahora crecían ahí, le fascinó tanto que esto fuera posible, que empezó a jugar con las nuevas posibilidades ofrecidas. De toda su vida sacó objetos que lo encantaron en algún punto, que lo hicieron sentirse como en un cuento. Trajo de regreso la arboleda del parque en el que solía jugar de pequeño con su madre, tomó el riachuelo del bosque en el que se perdió un día hace largo tiempo, llegaron las rocas calizas cubiertas por musgo del lejano océano y por ultimo el rabioso sol rojo que lo acompañó por siempre se escurrió melancólicamente en las grequeadas ramas de este nuevo lugar que ahora era únicamente suyo y de su amor.

-wow.- Dijo.

-¿Ya lo has logrado verdad?-

-Si, es hermoso.-

-Bueno ahora imagina que ahí hay un árbol gigante, muy, muy alto, con raíces profundas y tronco ancho, tan grande que dentro de él hay espacio para una casita en la que yo estoy dentro, esperándote. Busca la puerta y entra.-

Tai rodeó a aquel coloso dando varios pasos. Le parecía que cada vez que avanzaba el tronco se hacia mas grande, pero al final pudo ver como en la corteza se esculpía un sencillo pórtico, se acerco a él y encontró una manija de latón viejo, la tocó y le dio vuelta. Lentamente la puerta se abrió mientras que un crujido anunciaba que alguien entraba a la casa. Su interior era alumbrado por la luz de un fuego que se sentía rabioso, había un aroma entre barro o tierra empapada y humo blanco, en una esquina yacía una cama bastante acolchonada en la que se encontraba Matt sentado de piernas cruzadas.

-Hola Matt.-

-Ya me encontraste verdad.-

-Si.- respondió Tai que seguía físicamente en su habitación con los ojos cerrados

-Ven, duermete con migo.-

Y así fue, se movió entre la desbordada irrealidad de aquel lugar para quedar a un lado de su amigo. Llegó frente a la cama y puso sus brazos en ella, los estiró para tratar de alcanzarlo pero no pudo ya que esta se extendía a medida que Tai se acercaba, pero no lo detuvo se hecho a gatear y sintió como su cuerpo se hundía entre las cobijas. Era como jugar en las nubes y por fin después de algún tiempo lo alcanzo. Se lanzo a sus brazos y acarició su cabeza con la del otro, sintió su perfume que le desgarró el cuerpo con tanta dulzura que no quería separarse jamás. Quedaron en un cielo que poco a poco se convirtió en sueño.

Aquel lunes de junio dos niños aprendieron a amarse, entendieron que el amor no necesita de muchas cosas, y que la única condición que pueden pedir nuestros sentidos, es que no exista condición alguna hacia nuestro cariño, ya que así podemos amar a alguien por quien real mente es y no a alguien que solo nos aparenta ser.

Llego un nuevo día al planeta y como siempre, las cosas en él retomaron su interminable camino. Los obreros se dirigían a las fabricas, los ferrocarriles cobraron movimiento, despertaron los jardines y todas las maquinas de la urbe fueron encendidas. Mientras esto ocurría, Matt llegaba a su salón se clases, se recostó como todas las mañanas sobre su pupitre y espero a que todos llegaran, aunque claro solo aguardaba el arribo del pequeño Tai.

Sus compañeros llegaban y saludaban, el ruido se acrecentaba, el calor humano se condensaba, y al fin, junto con la profesora, llegó el niño castaño. Como la maestra había entrado a mismo tiempo, Tai no tuvo oportunidad de saludar a Matt como hubiese anhelado, pero bastó con una bella sonrisa que escondía un beso y una cálida agitación de su mano en el aire, para expresarle cuan feliz estaba de verlo.

Se dirigió a su pupitre para dejar todo el montón de cosas que venía cargando y una vez que se sentó, giró su cabeza hacia el lugar de Matt, ahí su mirada se encontró con la del otro, y se contaron con tiernos gestos sordos y palabras invisibles cuanto se querían y cuan doloroso fue haberse extrañado. El encanto de volver a encontrarse y ver el rostro de lo que mas querían en el universo, causó que no sintieran cuan rápido corría el tiempo, y en un abrir y cerrar de ojos, se había extinguido de alguna forma la mitad de su día. Y en sus miradas las chispas incandescentes color plata calcomieron al océano, transformándolo en cascada.

Pasadas las primeras horas llegó el descanso con un color verde salvaje, en el cual Tai debía ir a jugar con su equipo, ya que de otro modo los de quinto grado les ganarían el pase a la final de la liga escolar en la que participaban todos los grupos de la escuela. Matt se encontraba consiente de ello así que le pidió a Tai que fuera a jugar y que anotara muchos goles mientras que él devolvía un material que había sacado de la biblioteca y terminaba su trabajo que debía entregar a la siguiente hora ya, que por no estar en el equipo de futbol, no le habían dado prorroga para entregar su tarea.

Al bajar las escaleras y después de correr por un rato, Tai pudo ver en los campos de bruñidos pastos, que no había partido alguno, así que se dedicó a buscar a algún compañero suyo.

-¡Oye! ¿Qué pasó, por qué no hay partido?-

-¿Cómo es que no te enteraste Tai? Hoy no tenemos partido.-

-¿Por qué?

-Pues lo pospusieron para pasado mañana por que hoy los de quinto tuvieron su visita al museo de ciencia.-

-¡Claro!, soy un tonto por no haberlo recordado, y entonces ya no tengo que hacer nada aquí ¿verdad?-

-No Tai, pero recuerda que el jueves jugaremos.-

-Si, no te preocupes, gracias.-

-Por nada.-

Y mientras terminaban de hablar, Tai se encarreró hacia la biblioteca para buscar a Matt.

No pudo haber sido mejor, ya que la verdad no quería estar en el partido, se deseaba encontrar junto a su enamorado. Tras andar por los pasillos coloreados de sol ámbar, llegó al edificio donde se suponía estaría Matt, pero por más que lo buscó no lo pudo encontrar debido a que el otro había decidido ir primero por algo de comer a la cafetería.

Diablos, ¿Donde estas Matt?, bueno creo que seguiré buscándolo. Pensó Tai, y por algunos minutos deambuló por el cualquier parte para ver si localizaba a su amigo, pero por azares del destino, sus caminos en aquel receso jamás coincidieron. Al ver que resultaría casi imposible encontrarlo, se dirigió a su salón para descansar un poco y a esperar a que Matt regresara. Se dirigió al aula y a medida que caminaba recordó una actividad que siempre disfrutaron juntos. Consistía en tomar la lonchera, mochila, lapicera o cualquier pertenencia de su amigo y esconderla hasta que el otro la encontrase; esto lo jugaron desde el primer año que estuvieron juntos en la escuela, y resultaba muy entretenido ya que siempre se negaban mutuamente la participación en aquel acto, pero al final del día, cuando se daban por vencidos se devolvían las cosas y todo quedaba como un simple e inocente juego.

-Hace mucho que no jugamos a esto.- Se dijo el niño. Así que se dirigió a donde se sentaba Matt y tomo su mochila, dio algunas vueltas para encontrar el escondite perfecto, el cual, apareció en la parte trasera del salón. Ahí se encontraban los lockers y se dispuso a meterlo en uno que se encontrase vacío, pero como no había ninguno que estuviera libre, terminó escondiéndola en el suyo. Se puso cuerpo se puso feliz ya que recordó lo mucho que le gustaba a Matt aquel juego, y pensó que hoy no seria la excepción.

Al no tener nada mejor que hacer y para no darle motivo de sospecha a su amigo, se retiro del  salón y comenzó a vagar por toda la escuela. Lejos de ahí un alumno corría desesperadamente a toda prisa, era Matt que había perdido ya la mitad del descanso en la cafetería.

-Tengo que ir por mi USB al salón para poder terminar el trabajo a tiempo o si no reprobare el bimestre.- pensó afligido. Subió las escaleras de frio concreto grisáceo, casi tropieza con el ultimo escalón y con mucho esfuerzo llego hasta su banca jadeando del cansancio que le había ocasionado su recorrido, solo para encontrarse con una horrible escena. Su mochila había desaparecido y si no la encontraba todo se le caía abajo, ya que esta era su ultima oportunidad de salvar la materia. Busco como loco en todo el salón, movió hasta la ultima chamarra y examino todas las bancas pero no aparecía. Su aflicción fue tanta que sintió una desagradable opresión en el pecho, él sabia lo mucho que se había esforzado en terminar este trabajo, y que ahora no apareciese le resultaba devastador, pero antes de dejarse caer al abismo del pesimismo, decidió preguntar si alguien la había visto o tomado por equivocación. Salió al patio con un cuerpo que se sentía duro y nervioso, recorrió la escuela preguntando a sus compañeros de clases si alguien la había visto o tomado, pero de todos obtuvo como respuesta un seco no. Su camino lo llevo hasta donde se encontraba Tai, esto lo tranquilizo un poco ya con solo tenerlo cerca, nada, ni siquiera el coloso desgarre de la desdicha podía sucumbirlo. Así que se dispuso a calmarse un poco para no alarmar a su amigo que lucia tan bello con el viento boreal acariciando su delicada piel. Arrancó con sus pulmones un tajo de aire, y grito fuertemente sintiéndose extraño, como una mescla de agua y aceite:

-¡Tai!-

-Hola Matt ¿Qué sucede?-

-Nada es solo que ando buscando mi mochila, ¿no la has visto?-

-No- le dijo con una sonrisa.

-Es que la necesi...-

En ese momento Tai sabía que si Matt continuaba hablando, él sucumbiría ante su petición y terminaría devolviendo aquel objeto, lo cual, significaría el fin del juego. Además Matt no parecía estar muy alterado, se veía algo cansado y todo, pero de seguro era por haberse desvelado en la noche. Así que interrumpió de manera despreciativa e indiferente para huir del lugar y no hablar más con él, todo para que siguiera el juego.

-Oye luego hablamos, me encuentro algo ocupado. Ha y suerte con lo de tu mochila.-

La frase dejo atónito a Matt, y peor aún fue ver aquella expresión que le regaló su compañero. Toda la dulzura y calor que sentía cuando lo miraba cambió bruscamente pero sin aparentar haberlo hecho. Era como si todo su cariño sabor mediterráneo, siguiera ahí, latiendo e irradiando su perfecta forma de ser, solo que esta vez parecía haber sido guardado en un viejo frasco cuyas paredes de cristal manchado no dejaban ver nada humano de su preciado contenido que no seria compartido nunca más.

La sensible barrera que hasta aquel momento había contenido sus lágrimas se desmorono como la arena de un melancólico río perdido. Su día no podría ser peor, corrió a los baños y entro en uno de sus cubículos donde se sentó y comenzó a llorar intensamente, se preguntaba por qué todo había cambiado en un instante, por qué su mundo y su vida volvían a ser tan solos y desafortunados cuando parecían comenzar a ser bellos, por qué Tai había contestado así, por qué no pudo ser lo suficientemente bueno para conservar el cariño que algún día le entregó aquel niño de piel bronceada.

 Eran muchas cosas las cosas dentro de su pequeña cabeza que le oprimían el pensamiento, ya nada se podía hacer, tal vez simplemente su destino era ser el desafortunado, débil y miserable niño que nadie quiere; daba igual, si no tenia a Tai, nada le importaría ya.

Luego de un lardo rato pudo salir del baño aun sollozando, el patio se encontraba desierto ya que el receso había terminado mucho tiempo atrás. Ya no podía entrar a clase y obviamente no entregaría su trabajo, pero sabía que tenía que encontrar su mochila  y ya no le restaba otra alternativa, se vio en la necesidad de ir a la dirección. Les conto todo lo que había pasado, desde que entró a su salón hasta que salió del baño, por supuesto que no menciono jamás lo de Tai ya que era algo muy personal. Le dijeron que ya no se preocupara, que irían a buscarla y que por lo mientras el podía quedarse en el patio para tranquilizarse.

Dentro de la clase, Tai se encontraba algo angustiado ya que Matt no había entrado después del recreo, le pregunto a sus compañeros si lo habían visto pero nadie le pudo dar respuesta. La situación fue tan estresante que le causo un dolor de cabeza y como la clase se encontraba algo aburrida, se dispuso a salir con el pretexto de que quería ir al baño.

Caminó fuera del edificio y vagó por todos lados. Fue a la solitaria biblioteca, a las canchas que estaban siendo cubiertas por la caprichosa ventisca salada, al gimnasio, a todos lados sin encontrar rastro de Matt y no ocurrió hasta cuando se paro en los salones de primaria que pudo ver a lo lejos a su amigo. Se encontraba sentado en la fuente de los jardines, tenia la mirada baja y se le notaba la tristeza, estaba platicando con otro alumno de preparatoria que se sentó a su lado.

El luminoso fulgor del cian que coloreaba el cielo, iluminaba aquella escena que causaba intriga y un extraño odio hacia quien se encontraba con su amor. Y estas sensaciones se agudizaron cuando aquel individuo dio un abrazo a Matt, quien correspondió recargando su cabeza sobre el hombro del otro. No soportó verlos, el colérico desgarre que le ocasionó tal escena, le llenó el pecho de un acido químico verde que oprimía su palpitar y le otorgaba con cada latido una sensación de pánico que se acrecentaba horriblemente.

Los pasos que cargaban su magnánima depresión lo llevaron lentamente de regreso al aula, le faltaba solo un poco para llegar. Mientras, en su mente llovían las lágrimas de su quebrado amor. Quería decirle a aquel que no conocía, que dejara a Matt en paz, que Matt no lo necesitaba porque ya lo tenía a él, y él debía ser quien consolase al rubio ya que era únicamente suyo.

Poco antes de toparse con la puerta del salón levanto un poco su mirada para evitar que se le notara la tristeza, sus mejillas y nariz se habían sonrojado un poco pero aun así casi no habían pistas evidentes de lo sucedido. Llegó y empujo la puerta, pudo notar que todos se encontraban en silencio y casi inmóviles, movió su cabeza y pudo ver al director.

-Tai, donde has estado.- dijo una vos grave y fría.

-En la enfermería, es que me he sentido mal.-

-¿Y tú pase?-

-Ehh...- no sabía que responder, no tenia pase porque había salido solo a caminar.

-Veo que no tienes un pase, bueno entonces podrías decirme que es esto que encontramos en tu locker.- Y levantó del escritorio la mochila de Matt.-Esta mochila fue reportada como robada, hazme favor de acompañarme a la dirección.

No supo que hacer, se quedo petrificado y solo movía los ojos para ver la expresión que daban sus demás compañeros, todos habían quedado atónitos ya que jamás imaginaron que Tai le habría hecho tal cosa a Matt, pero la evidencia era bastante solida como para pensar lo contrario. El director pasó junto a él.

-Acompáñame.-

Tai se asustó pero no podía hacer nada, así que obedeció tal orden y bajaron hasta la oficina.

Dentro de ella, aquel hombre corpulento y de aspecto rígido, le dio una regañiza tan severa, que lo único que ocasionó fue que Tai se sintiera más culpable, la responsabilidad de cargar con un hecho que jamás había sido planeado con la intención que todos creían, no cabía en él. Fue amenazado con ser expulsado de la escuela y además de ser remitido a las autoridades, ya que de acuerdo con el director, así comenzaban a operar los futuros delincuentes. …l solo le suplicaba a su cuerpo que no sucumbiera ante la agresión de las palabras que se le imponían, todo debía ser un mal sueño, una pesadilla que terminaría pronto. Una gota húmeda en su rostro lo regresó a la tierra, haciéndole saber que aquello no era un sueño. Volvió a ser un pequeño niño asustado.

Lo que viene después de este acontecimiento es como la doliente historia de cualquier otra amistad rota.

 

 

 

Notas finales: porfa sigan dejando sus coments, si les gusto o no para mejorar y tambn sus ideas de titulos gracias por gastar su tiempo leyendome =D

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