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Mercy rain por kozzha

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Notas del capitulo:

Por fin he terminado éste capi!!!
O lo terminaba...o lo terminaba -.- jajaja.
Muchas gracias a toda la linda gente que sigue leyendo mi fic, sé que muchas dejaron de hacerlo desde el capi 10 pues no fue mucho de su agrado, pero que puedo hacer???

Ah!! por cierto. Si quieren conocer a los hermanos Ono, o darse una ida de mas o menos como son, aquí les dejo el link.

http://www.metroflog.com/Kozzha

Espero y éste nuevo capi si les guste.
besos
que estén bien




-¿Tienes lo que te pedí?-fue lo que preguntó en forma de saludo Touma, al ver al hombre frente a él.

-Me costó un poco de trabajo, pero si-el sujeto tomó asiento y dejó un fólder amarillo sobre la mesa, para después encender un cigarrillo-Hasta el final hay unas fotos del chico.

Seguchi estaba a punto de abrir el fólder, cuando una joven mesera se acercó a tomar la orden.

-Buenas tardes…

-Dos cafés-contestó el rubio rápido.

-Está bien-. Al ver que la chica se alejaba, el productor aprovechó para leer la información que el hombre le había conseguido. Arqueó una ceja y con tono incrédulo comentó:

-¿Un mocoso de diecisiete años fue el que causó tantos problemas?-siguió leyendo y al ver que era tan poca información miró al investigador-¿Nada más esto?

-Como ya le había dicho, me costó mucho trabajo conseguir esa información en tan poco tiempo.

-Bueno, al menos se quien es ese chiquillo entrometido-sacó las fotos que el hombre le había dicho y las observó-Así que éste es Hisoka Ono-. En la primera se podía apreciar a Hisoka en un escenario tocando la guitarra, en la siguiente era la portada de una revista en la que se encontraba en compañía de Shu; la tercera y última llamó la atención del rubio empresario, pues el joven Ono se encontraba con su hermana. En la foto Hiromi sacaba la lengua y Soka reía ampliamente, enseñando su linda dentadura-¿Quién es la chica que está con él?-le mostró la foto al investigador.

-Es su hermana, se llama Hiromi Ono y es la bajista de la banda que encabeza Shindo Shuichi.

-Así que ella es su hermana-observó a Hiromi-Ya veo-en el rostro de Touma se formó una sonrisa maquiavélica.




Capítulo 12
Un ultimátum necesario.




Hiromi y él caminaban por la explanada del zócalo capitalino de México. Como era costumbre; al salir de clases, Hiromi pasaba por Soka a la secundaria y juntos se iban a vagar por el centro mientras degustaban de un refrescante helado. El par platicaba de trivialidades mientras observaban a las palomas que bajaban a tierra firme para ver que comer.

A su alrededor yacían varios edificaciones coloniales-recordatorio del choque de razas que el país había sufrido al ser conquistado- y edificios que al par de hermanos les gustaba admirar.

-Ya es hora de ir a casa-comentó Hiromi, observando su reloj-Nana ha de estar esperándonos para comer-. Hisoka asintió y tomó de la mano a su hermana. Caminaron hacia la avenida Veinte de Noviembre. En el trayecto, el menor se tropezó a causa de sus cintillas desatadas, bufando se hincó e hizo un intento por atarlas, mientras trataba de ignorar la risilla de su hermana. Al terminar su labor, se enderezó y notó que ya no se encontraba en el centro histórico; si no en un gran parque lleno de árboles y aún peor, Hiromi había desaparecido. Asustado miró a su alrededor en busca de su hermana.

-¡Hiromi!-vociferó desesperado, al no dar con su mayor.

El sol se había metido haciendo que el lugar se viera tenebroso. Caminó inseguro por un sendero zigzagueante, deteniendo su andar al ver a unos metros más allá, a un joven golpeando sin piedad a otro. No podía apreciar muy bien de quien se trataba, pero el atacante se le hizo muy conocido, como también la ropa que llevaba puesta.

Gran fue su sorpresa al acercarse un poco más y darse cuenta que era el mismo quien golpeaba sin piedad a la otra persona.

-No puede ser…-musitó atónito.

-¡Basta Hisoka!-la voz de su hermana se oyó a su espalda, se giró y a quien encontró de lugar de la soprano fue a Shu, con la cara deformada por los golpes y los ojos desorbitados.

-Touma Seguchi me contrató-se oyó la voz débil de la víctima de Ono.

-Touma Seguchi…-repitió el chico. El parque se desvaneció y el suelo se fue quebrando, haciendo que el guitarrista cayera al vacío.

Abrió los ojos de sopetón, sintió que el estómago lo tenía en la garganta a causa de la drástica caída que había sufrido. Tanteó a su alrededor y suspiró tranquilo. Se encontraba en medio de la cama del hospital. Había sido un sueño, tan sólo un sueño.

-Touma Seguchi-volvió a decir-¿Quién demonios es?

Aquél nombre le daba vueltas en su cabeza, pues era el mismo nombre que entre sueños había murmurado Shuichi.

-Que sueño tan raro-musitó. Alzó su mano enyesada y la observo entre la oscuridad que reinaba en la habitación. Había algo en su subconsciente que le decía que lo que había visto fue más que un sueño extraño.

Cerró los ojos dispuesto a regresar al mundo de los sueños pero en cambio, sintió una mezcla de adrenalina mezclada con la furia y como su mano golpeaba el rostro de alguien una y otra vez. La escena del sueño se hizo más clara y por fin logró comprender todo. Volvió a abrir los ojos-No…esto no fue un simple sueño…esto…esto en verdad sucedió, no fuimos asaltados…-murmuró-pero…-giró su cabeza hacia la cama contigua, en donde su amigo dormía plácidamente-…entonces, ¿Por qué Shuichi mintió?

Siguió dándole vueltas al asunto una y otra vez, tratando de encontrar una respuesta satisfactoria hasta que vencido de todo eso, se dejó envolver por los brazos de Morfeo una vez más.




Miraba con ojos cansados por la ventanilla del auto, su mandíbula se encontraba tensa; mientras que su corazón latía agitado. Una que otra vez cerraba los ojos presa del agotamiento, pero la angustia de la incertidumbre respecto a Shuichi le hacía regresar al mundo real. Se despabiló y observó su reloj de pulsera; el cuál marcaba las cuatro de la madrugada menos doce minutos.

-¿Cuánto falta para llegar a la capital?-le preguntó con voz ronca al chofer.

-Como más de media hora señor.

-Bien…-se recargó en el frío cristal de la ventanilla y siguió observando lo poco que se podría apreciar del paisaje-Shuichi…-musitó.




Tatsuha se removía inquieto entre sueños.

-No Ryu…por favor…No me dejes…yo…yo te amo-sollozaba aún dormido-te lo suplico…no te vayas…¡Ryuichi!-de sopetón abrió los ojos y observó a su alrededor. Lanzó un suspiro mientras se limpiaba las lágrimas-Tan sólo fue un sueño-musito, haciéndose ovillo entre las cobijas-sólo un mal sueño…

Unos ruidos provenientes de la planta baja lo hicieron salir de sus cavilaciones. Se enderezó y con un hilillo de voz pronunció:

-¿Nyankotaro?-para su desgracia, el minino se encontraba perdidamente dormido en un rincón de la amplia cama del monje.

Y los ruidos siguieron en aumento. De un salto se puso de pie. Recordó el incidente de Shu y el miedo lo invadió.
-¿A caso será el mismo ladrón que atacó a Shu?-se preguntó el joven, muerto de miedo. A hurtadillas y tanteando entre la oscuridad llegó hasta su vestidor, en donde se adentró y buscó de entre las cajas y valijas. Sonrió aliviado cuando sintió la madera maciza del bat de baseball que había comprado tiempo atrás. Se enderezó y armándose de valor, salió de su habitación con el bat en alto.

Cruzó todo el pasillo hasta llegar a las escaleras, ya ahí, se percató que el intruso se encontraba en la cocina, tragó saliva y bajo cautelosamente las escaleras. Ya cuando estuvo a unos pasos de la cocina, las piernas le flaquearon y maldijo a su hermano por dejarlo solo en aquella gran casona.

A pesar de su estatura, complexión y de ser el hermano de Eiri (el experto en eso del ámbito de las peleas), Tatsuha era la persona más torpe en el mundo respecto a lo de la defensa personal, para ser más exacta, era el que salía con los ojos morados en las peleas; por tal motivo es que el chico había comprado el bat.

Apretó el bat con sus dos manos y con decisión, se acercó aún más. La luz de la habitación estaba encendida, no había error, alguien se encontraba ahí. Inspiró y sin más rodeos, se adentró a la cocina.

-¡Alto ahí ladrón!-instó, en posición de batear.

-¡Pero que demonios!-Yuki se atragantó con un pedazo de queso ante la repentina aparición de su hermano.

-¿Eiri?-el menor parpadeó incrédulo, bajando la guardia. El rubio dio un gran trago al café, para que el trozo de queso atorado se le bajara.

-Quien más mocoso.

-Pero…-miró el estado en que su mayor se encontraba y continuó, serio-ya te enteraste de lo de Shuichi.

-Por supuesto, no creas que dejé a un lado mis valiosas horas de descanso por ti.

-El se encuentra bien y fuera de peligro-aliviado de que el extraño fuera su hermano, el moreno se dejó caer en el frío piso; pues la mayoría de los muebles aún seguían empaquetados-creo que debo de decir que está perfectamente bien, con ese genio que se carga-el chico rió. Eiri observó con ojos escrutadores al menor quien tenía los ojos rojos-Por cierto, la primera visita es a las siete, aún es temprano, lo mejor es que tomes una pequeña siesta.

-No podré conciliar el sueño hasta asegurarme con mis propios ojos del estado de Shuichi.

-Ok-bostezó-como quieras, yo iré a dormir otro rato más. Avísame cuando te vayas para ir contigo-Tat se puso de pie y se dispuso a salir de la cocina pero…

-¿Por qué estuviste llorando?-soltó el rubio.

El menor de los Usegui se tensó.

-¿Llorando?-rió nervioso-yo no estuve llorando, tengo los ojos rojos e hinchados por que no he podido dormir bien por las tareas de la universidad, tú sabes.

-Si…claro-musitó Yuki, no muy convencido.



Se encontraba perdidamente dormido cuando la enfermera de la mañana lo despertó al encender la luz de la habitación.

-Buenos días joven Shindo-saludó la chica. El cantante refunfuñó aún somnoliento, mientras limpiaba un pequeño hilillo de saliva de la comisura de su labio-Soy Mitsu y seré su enfermera del turno de la mañana-se presentó la chica. Mitsu era una jovencita de aproximadamente veintidós años, de rostro apacible y dulce, nada desagradable para el criterio del cantante.

-Si…-balbuceó el chico, aún somnoliento.

-Le revisaré su presión y glucosa.

-Lo que quieras-comentó el chico indiferente. En eso se encontraba Mitsu cuando la puerta se abrió, dando paso a otra enferma joven y mucho más bonita, quien al ver a Shu se sonrojó de sobremanera.

-¿En que te ayudo amiga?-tartamudeó la chica, nerviosa al ver a su ídolo frente a ella.

-Revisa al paciente de a lado.

-Cla…claro-la joven empujó su carrito hacia la cama de Hisoka, quien aún en brazos de Morfeo, roncaba a todo pulmón.

-Muy bien joven Shuichi, tiene muy bien su presión y su glucosa está a un nivel normal.

-Gracias-bostezó. La enfermera retiró el suero del chico, argumentando que ya no era necesario.

Después de darle su medicina por medio de la vía oral, el par de enfermeras salieron, no si antes informarles que regresarían en unos minutos.

Al poco rato, las amigas regresaron cada quien con su carrito pero ahora éstos cargaban con bandejas grandes de agua.

Mitsu corrió la cortina y se quedó atendiendo a Hisoka; mientras que la otra enfermera, de nombre Rei, preparaba todo lo necesario para el aseo de su ídolo Shindo Shuichi.

Rei retiró las frazadas que cubrían al chico.

-Es hora de su baño-comentó la chica, más roja que un tomate.

-¿Cómo?-se apresuró a decir el cantante, más despierto que nada. La chica tomó una de las piernas del joven y comenzó a frotarla con una pequeña esponja.

-Si tiene una molestia, hágame el favor de informarme-Shu asintió, abochornado.

Todo iba perfecto hasta que…

-¡Donde estás tocando!-vociferó Hisoka, al otro lado de la cortina.

-Necesito hacerle un aseo completo-decía Mistu.

-¿Aseo completo?-repitió Shindo, sin comprender hasta que sintió la esponja en su genital-Waaaaa.

-Waaaa-gritó también Rei, asustada-Lo…lo siento, ¿Lo lastimé?

-N…no…-Shu se cubrió con sus manos su parte baja, abochornado.

-Sé que es incómodo pero…pero es parte de mi trabajo, prometo hacerlo lo más rápido-comentó la chica, igual de roja que el joven.

-Está bien-suspiró resignado el chico. Después de eso, su humor pasó de estar abochornado a terriblemente molesto.

Cuando las enfermeras terminaron el aseo de los pacientes, los cambiaron de bata y cambiaron la ropa de la cama, salieron, no si antes despedirse con una leve inclinación.

Shuichi bufaba molesto, mientras que Ono, rojo como el tomate, se repetía una y otra vez que una chica lo había visto desnudo.

Al poco rato de aquél percance, el resto de la banda Delerium y el manager hicieron acto de presencia.

Hiromi le había llevado a su hermano varias revistas de música para que se entretuviera; mientras que a Shu le llevaba su PC portátil, para que no desquitara su aburrimiento con Hisoka.

-No soy un ogro niña-se quejó el chico.

Mientras el cuarteto hablaba de tonterías, James hablaba por el celular con un desconocido. Al cortar la llamada dijo…

-Me han informado que ya encontraron evidencia del asalto.

-¿Cómo?-corearon los chicos.

-Así es…la maleta que llevaba consigo Shu, ya la encontraron.

-Eso es bueno, pues ya estamos más cerca del culpable-comentó Dresde.

-¿No te da gusto?-terció Hiromi, mirando a un tenso cantante.

-Si, claro-comentó parco Shu , desviando la mirada, siendo observado por los ojos escrutadores de Hisoka.

-Bueno, es momento de irnos chicas-ordenó el gringo.

-Ñaaa…no quiero-hizo un puchero Hiromi-quiero quedarme con mi Manis y con Shu.

-Sabes que no se puede hacer eso-dijo James.

-Pero…pero…

-Tenemos que pasar al departamento de policía, dar otra conferencia más e ir a las entrevistas que tenemos pendientes respecto a la gira. Aparte, ellos necesitan descansar.

-Mmmm…está bien-la soprano se cruzó de brazos-Entrevistas y entrevistas, ya estoy harta de las entrevistas-se dirigió a la salida, seguida de la inglesa Ash.

-Ay…que vamos a hacer con esta niña-suspiró el manager, siguiendo al par de chicas-¡Ah! Por cierto-se regresó-Shu, comunícate lo antes posible con Rage, está como histérica.

-Ah…¿Por qué tenías que informarle de esto?-se quejó el chico.

-Por que es la jefa, ¿Se te olvida?

-Nos vemos Manis-dijo Hiromi desde la puerta-cuidas de Shu.

-Si hermana.

Dresde les mandó besos al aire al par de chicos y James les ordenó que se portaran bien.

-Ja…como si pudiéramos portarnos mal en estas condiciones-resopló Shindo.




Dresde, James y Hiromi salieron del hospital y se montaron en la camioneta. Todo movimiento que la chica hizo fue observado por un sujeto, quien al ver que la camioneta donde la cantante se encontraba arrancaba, éste se montó en su moto y se dispuso a seguir al vehículo.




Resignado a no poder probar bocado alguno, Hisoka dejó los palillos y observó por el rabillo del ojo a su senpai, quien degustaba tranquilamente su desayuno. Dudó por un momento, creyendo que no era oportuno, pero después de meditarlo varias veces decidió hacer aquella pregunta que deambulaba por su cabeza desde hace varias horas.

-Shuichi…¿Quién es Seguchi Touma?-ante la pregunta tan inesperada, el cantante se tensó y dejó de lado su comida.

-¿Qué dices?-Shu se enderezó y quedó sentado en una esquina de la cama.

-¿Qué quién es ese tal Touma Seguchi?

-Pero…¿Cómo…

-Ese nombre fue el que murmuraste cuando tenías tu pesadilla-ante eso, el mayor se relajó un poco.

-Ese hombre se cree el maldito dueño del universo, es lo más despreciable que puede existir en la faz de la tierra-comentó con sumo rencor y coraje.

-Entonces…no entiendo… si es de lo peor ese hombre, ¿Por qué lo defiendes?

-¡Defenderlo!-exclamó ofendido el pelinegro.

-Vamos Shu, no te hagas el que no entiende-Hisoka miró con sus ojos fríos a su amigo-sé muy bien que mentiste respecto al asalto.

-¡Un momento! ¿Y tu como sabes que miento? Si tú tienes lagunas mentales…-comentó, alterado.

-Eso fue ayer…pero…ahora…el rompecabezas está completo…sé muy bien lo que sucedió el Domingo-Shindo apretó la mandíbula-Touma Seguchi te mando a golpear…-de un salto, el mayor se puso de pie y se acercó a Soka, tomó el rostro del menor entre sus manos y ejerciendo fuerza dijo:

-Júrame que no le dirás a nadie esto que sabes…-masculló, en tono amenazador.

-Oye…no me aprietes la cara-se quejó Ono, tratando de quitarse las manos de su senpai.

-¡Júralo!-vociferó el joven-Por favor…-le miró con ojos suplicantes-por el bien de todos…no le digas a nadie esto…

-Senpai…-Shu dejó de ejercer presión en el rostro del guitarrista y bajó la cabeza-lo prometo-comentó el chico.

-Gracias…




Yuki y su hermano entraron a la sala de espera, en donde se encontraban Nakano, su prometida y la madre de Shuichi esperando a que la hora de visita llegara.

El mejor amigo de Shindo se enfureció al ver a Yuki ahí.

-¿A que viniste?-le encaró.

-No tengo por qué darte explicaciones, mocoso.-comentó el rubio. Nakano se enfureció y estuvo apunto de golpear al rubio, pero Usami lo impidió.

-Hiro, amor…tranquilízate-comentó Usami tomando de la mano al pelirrojo.

-Joven Yuki-terció la señora Shindo, acercándose a éste-Me da mucho gusto que esté aquí-hizo una leve reverencia, para sorpresa de todos.

-¿Cómo está?-preguntó el escritor.

-Estable, sus heridas son menores.

Por el altavoz se dio anuncio de que la hora de visita había iniciado.

-Joven Yuki, pase a ver a mi hijo-le ordenó la mujer.

-Pero señora Shindo…-terció Hiro, incrédulo.

-Conozco muy bien a mi hijo, y aunque no lo admita…le va alegrar el verlo. Sólo le pido que sea paciente con él, sabe usted que es muy terco.

-Gracias-Yuki hizo una reverencia y se encaminó junto a Tatsuha hacia la habitación de su ex amante.

-¿Por qué lo hizo?-preguntó Nakano.

-Por que quiero a mi Shuichi de regreso.

Eiri detuvo su andar cuando estuvo frente a la puerta de la habitación, miró a Tat quien le daba ánimos. Tragó saliva, tomó el pomo y lo giró. Shuichi leía una de las revistas de su compañero, el cuál se encontraba ausente pues lo habían llevado a estudios. El cantante dejó de poner atención a la revista cuando oyó que la puerta se cerraba.

Y después de varios días, la pareja de oro se reencontraba de nuevo. El rubio sintió un vacío al ver la cara magullada de su niño.

-¿Qué demonios haces aquí?-le espetó Shuichi.

-Vine a ver como estabas.

-Ja…como si eso te importara a ti.

-Claro que me importa-Yuki caminó hacia la cama de su ex amante.

-¡No te acerques!-le lanzó la revista. Eiri la esquivó.

-Tranquilízate, no pienso hacerte nada-dijo en tono pastoso.

-¿Más de lo que ya hiciste?…por tu culpa estoy aquí-le recriminó.

-¿Qué dices?-Eiri se acercó un poco más.

-Te dije que no te acerques-le gritó, lanzándole todo lo que tenía a su alcance-Por tú maldita culpa estoy aquí…ya déjame en paz…que no entiendes que te odio…-gritaba una y otra vez Shuichi, desesperado-Tú eres el culpable de mi desdicha, tu y nadie más.

Ante tales gritos, un par de enfermeros y Mitsu hicieron acto de presencia, inmovilizaron a un histérico Shuichi, quien no dejaba de repetir: “Por tú culpa estoy aquí”

-Llama a la doctora-le ordenó uno de ellos a Mitsu.

-¡Suéltenme!-gritaba Shu, forcejeando con los hombres. Yuki tan sólo se limitaba a ver con preocupación a su niño.

La doctora junto con Mitsu, entraron a la habitación.

-¿Qué sucede?-preguntó Naoko.

-Tiene una crisis-dijo uno de los enfermeros. Naoko sacó de su bata una inyección.

-Sácalo de aquí-ordenó Naoko.

Mitsu se acercó a un atónito Yuki.

-Espere afuera por favor.

El escritor aún ido obedeció y se quedó observando la puerta cerrada.

-¿Eiri?-Tatsuha se acercó a su hermano-¿Qué pasó? ¿Estas bien?-preguntó el moreno, al ver en el estado en que se encontraba Yuki

Cuando se escuchó que los gritos cedían, la doctora Naoko Taki y los enfermeros salieron de la habitación.

-¿Cómo está?- le preguntó el rubio a Taki.

-Bien, lo tuvimos que sedar. -Yuki bajó la cabeza-Descuide, es normal que a los pacientes les den crisis, no es fácil estar en un hospital y mucho menos en el estado en que el joven Shindo llegó-comentó la mujer, frotando la espalda del mayor, en forma de apoyo. La enfermera Rei apareció con un semblante agitado, se acercó a la doctora a la que le susurró varias cosas.

-Tengo que dejarlos-se apresuró a decir-puede entrar a ver al paciente, pero sólo por unos minutos.

-Gracias.

-Con permiso-hizo una reverencia y a grandes zancadas, tanto Rei como ella se fueron hacia el otro extremo del pasillo.

Tat y Eiri entraron a la habitación. Yuki apretó los labios al ver a su niño dormido. Se acercó y acarició su rostro.

-Perdóname…-tomó un de las manos del chico y la besó-lo siento tanto…

Unos minutos después, Tat y Yuki salían de la habitación. El monje trató de animar a un cabizbajo rubio y después de varios intentos, lo convenció de ir a tomar aire. Pero como el rubio no estaba de muchos ánimos para volver a enfrentar a Nakano, optaron por subir a la azotea del lugar.

Cuando llegaron ahí, se toparon con Hisoka.

-¿No deberías de estar en tu habitación?-preguntó el monje a Ono, quien se tensó al ver al par de hermanos.

-No le digan a nadie que estoy aquí-suplicó.

-O…vaya…o sea que te escapaste.

Eiri se erizó al ver a aquél mocoso, apretó los puños e hizo un gran esfuerzo por ignorarlo.

-Te doy lo que me pidas, pero no me delates.

-Tentador-rió Tat, regocijándose-¡Ah! Es cierto…Eiri…si quieres saber que fue lo que sucedió exactamente, aquí tienes al testigo principal-señaló a Soka-Gracias a él, Shu no sufrió tantas heridas. Así que dale las gracias.

Eiri recorrió de pies a cabeza al chico que lo observaba con recelo.

-Vamos, cuéntale lo que paso-le dijo Tat.

-No…

-Si nos cuentas lo que sucedió, no te delataremos-terció Yuki, ahora sí, interesado en el jovencito. Soka tragó saliva.

-Fue el Domingo por la tarde, yo había salido a pasear un rato pero me perdí…en el camino me topé a Shu quien había regresado de la casa de sus padres…

-Ve al grano mocoso-ordenó Yuki.

-Perdón…íbamos de regreso al hotel cuando Shuichi se adelantó, cuando logré alcanzarlo, un sujeto lo estaba golpeando sin piedad…así que hice lo posible por quitárselo de encima. Me encontraba golpeándolo cuando el sujeto mencionó a ese tal Touma Se…-Hisoka calló de sopetón, palideció y se cubrió la boca al darse cuenta de lo que había dicho. Se puso nervioso al ver la reacción de los hermanos cuando escucharon el nombre de “Touma”-Bueno…-tragó saliva-creo que es momento de regresar a mi habitación-giró sobre sus talones y apenas dio un paso cuando la gran mano de Yuki se cerró en uno de sus brazos, impidiéndole escapar.

-¿Qué acabas de decir?-masculló el rubio, halando al chico hacía él.

-Na…nada…

-No me mientas mocoso-le instó, sacudiéndolo.

-Ahhh…duele…-gimió el chico, al sentir como el escritor apretaba una de sus heridas del brazo.

-Hermano, lo estas lastimando.

-Cállate Tatsuha…vamos mocoso, dime lo que sabes-lo volvió a zarandear.

-No sé nada…

-Mentira.

-Lo juro.

-Si no me dices, te romperé la otra mano.

Hisoka apretó la mandíbula y miró con sus ojos fríos a Yuki.

-A mi no me amenaces-le retó.

-Oh…vaya…-Yuki torció la boca-¿Así que el mocoso me está retando?-soltó al chico y en un rápido movimiento tomo el brazo derecho del menor y se lo torció.

-Ahhhh…suéltame-gimió de dolor el mestizo.

-Eiri, déjalo-pidió el monje.

-Que no te metas Tatsuha. Dime que es lo que sabes, ¿Qué tiene que ver Seguchi en todo esto?

-No…no lo diré…lo juré…-Hisoka se retorcía de dolor.

-Bien-torció aún más el brazo del chico quien dio un grito desgarrador-es tú última oportunidad o tu brazo se disloca.

-Eiri… por favor…el chico está herido-el rubio ignoró a su hermano y torció aún más el brazo de Ono.

-El extraño dijo que Touma Seguchi lo había mandado-gritó el guitarrista, desesperado.

Al escuchar esto, el escritor sintió una oleada de ira. Todo el cuerpo se le erizó, apretó la mandíbula y sin mucha delicadeza soltó a Hisoka quien azotó en el duro suelo. Como alma que lleva el diablo, Yuki caminó hacia las escaleras, encolerizado.

-Eiri, espera.- su hermano menor trató de alcanzarlo pero detuvo su andar cuando escuchó los sollozos de Hisoka, quien trataba de ponerse de pie. A zancadas se regresó hacía donde estaba el chico-Lo siento…-musitó, tratando de ayudarlo.

-No me toques-gimió el moreno, empujando con la poca fuerza que le quedaba al monje.

-Necesito que te vea la doctora-con un movimiento rápido y ágil, Usegui tomó en brazos al chico, quien entre sollozos repetía una y otra vez “Mi brazo”




Tatsuha llegó a la casa, topándose con que Yuki había desecho todas la valijas.

-¿Cómo está el mocoso?-preguntó el rubio, rasgando una de las tantas cajas.

-¿Hisoka? Está bien, por suerte no le dislocaste el brazo.

-Bien…

-Eiri…-pronunció dubitativo el monje, al ver el semblante tranquilo de su hermano.

-Sabes donde quedó la caja dorada en donde…

-¿Guardas tu revolver?

-Así es.

-Está en la caja fuerte, me pediste que la guardara ahí cuando saliste para Kioto.

-Oh…es cierto-Yuki se encaminó hacia una habitación de debajo de la escalera, que por su distribución quedaba perfectamente para una biblioteca. Metió la clave y al abrir la puerta, vislumbró la brillante caja, con una sonrisa torcida tomó la caja y cerró la puerta. Cuando regresó a la estancia, Tatsuha, quien se veía sumamente nervioso preguntó.

-¿Qué piensas hacer hermano?

-No preguntes aún y sígueme.

El monje obedeció y siguió a su hermano. El par se montó en el vehículo del rubio.




Seguchi regresaba de ver al sicólogo que estaba tratando a su pequeño hijo. Entró al estacionamiento privado de su empresa. Antes de bajar de su vehículo, su celular sonó.

-¿Diga?

-Señor…no he podido cumplir con la misión.

-¿Por qué?

-Porque la mocosa en ningún momento se ha quedado sola, siempre va en compañía de un hombre norteamericano de mediana edad y una mujer rubia y extremadamente alta.

-Ya veo…-Seguchi apeó del auto y se topó con Eiri y Tatsuha.

-Luego hablamos-cortó la comunicación-Eiri…haz regresado-sonrió como si nada el productor.

-Así es-musitó el escritor.

-¿A que se debe tu visita?

-Me gustaría que diéramos un paseo, ¿Qué opinas?-hizo una sonrisa media torcida.

-¿Ahora?

-¿Por qué no?

-Bueno…-Touma se iba a subir a su auto.

-Prefiero que sea en el mío.

-Está bien.

Los tres se montaron en el auto de Yuki, Tatsuha se encontraba en el lugar del copiloto; mientras que Touma en el asiento de atrás.

El semblante fingidamente relajado de Yuki y el rostro tenso del monje, hicieron que el empresario comenzara a sospechar.

-Y, exactamente; ¿A dónde vamos?-preguntó con su típico tono dulce.

-Al hospital metropolitano de Tokio-respondió Yuki, como si nada- a que le ofrezcas una disculpa a Shuichi.

-¿Cómo?-la sonrisa se le borró del rostro-¿Por qué debería de pedirle disculpas a ese mocoso?

-Porque tu fuiste el que lo mandaste golpear y por tu culpa, él y su amigo están en el hospital.

Touma palideció.

-¿Me creerías capaz de hacer algo así?-dijo en tono ofendido.

-De eso y más.

-Pues me niego, no tengo que ofrecerle ninguna disculpa a ese mocoso idiota-musitó, indignado.

-Está bien-Yuki dio un volantazo y cambió de dirección. Ante la maniobra tan brusca, el empresario cayó de costado sobre el asiento.

-¡Pero que te sucede Eiri!-vociferó nervioso.

-Nada…que ahora si vamos a dar un paseo-hizo de nuevo aquella risilla torcida que le provocó un escalofrío a Touma.




Después de varios minutos conduciendo, Yuki frenó drásticamente. Tatsuha y el rubio apearon del vehículo.

-Vamos Seguchi, baja-le ordenó Eiri. Touma obedeció y bajó también. Observó a su alrededor las edificaciones que los rodeaban, las cuáles se encontraban en muy mal estado.

-¿Qué hacemos en un barrio burakumin?-preguntó.

-Nada…Tan sólo darte tiempo para que recapacites y te des cuenta de que lo mejor es disculparte con Shuichi y prometer no volver a hacerlo.

Tatsuha observó preocupado a su hermano, pues no se esperaba aquella reacción tan tranquila.

-Ya te dije que no fui yo…pero debo de admitir que me alegro que le sucediera eso-rió Seguchi.

-Vaya…¿Te parece divertido?-rió también el escritor-Ok, Tatsuha, inmovilízalo.

El monje obedeció sin chistar, sin comprender aún las intenciones de su hermano. Por su parte, Eiri vació los bolsillos de su cuñado y los lanzó lejos.

-¿Pero que demonios haces Eiri?-vociferó el hombre-Tatsuha, suéltame.

-No lo sueltes-le ordenó su hermano. El moreno asintió. Yuki sacó de su saco unas tijeras y en un abrir y cerrar de ojos, hizo jirones la ropa del empresario.

-¡¿Estás loco!?-gritó el mayor, forcejeando con el monje.

-Ya suéltalo.

Cuando sus brazos estuvieron libres, Touma se cubrió la entrepierna, pues se había quedado completamente desnudo.

-Pero en que estás pensado-le recriminó el mayor.

-Eiri…-musitó el menor.

-Súbete al auto.

-Pero…

-¡Que te subas!-sin chistar, el monje obedeció.

-Sólo te diré una cosa, Seguchi…-toda la ira contenida reapareció, haciendo que en sus ojos se viera un brillo especial. Agarró del pelo a su cuñado quien gimió de dolor. Sacó el revolver y rozó con la punta de éste al rostro del rubio productor, quien lo miraba con ojos desorbitados-Si vuelves a tocar a Shuichi o a sus seres queridos, juro que terminarás como Yuki Kitasawa.

Touma dio un grito ahogado. Yuki lo soltó, guardó su revolver y se subió al auto. El cuñado reaccionó cuando escuchó el motor rugir.

-Espera Eiri…no me dejes aquí-pidió, pero el vehículo ya había arrancado-¡Eiri!


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