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Mercy rain por kozzha

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            Después de estar toda la mañana y parte del medio día en cama. Shuichi decidió darse un baño para despejarse de la pereza que lo había invadido.  Con sumo cuidado se enderezó y se dirigió al baño con pasos lentos, pues no  deseaba lastimarse su cuello. Miró la bañera de soslayo e hizo un puchero; los deliciosos baños en la tina tendrían que esperar por un largo tiempo, tiempo en el que el moreno se  repondría de sus heridas.  

 

            Con lentitud se desvistió y abrió el grifo del agua caliente de la ducha. Aquella vez, Shu no se tardó en bañarse.

 

 

 

 

Capítulo 19

Una loca noche de hombres.

 

 

 

            Llevaba largo rato esperando a Tamaki, quien se había ofrecido en ayudarle con los vendajes de sus costillas lesionadas. Lanzó un suspiro con desgano.

 

            El aporreo de la puerta le hizo sonreír.

 

            -Ya era hora-masculló Hisoka quien cubierto tan sólo con sus calzoncillos, abrió la puerta-Llevo una hora esperándo...-no terminó la frase pues quien estaba frente a él era  la persona  a la que menos deseaba ver: Shuichi-Oh...senpai-tragó saliva.

 

            -¿Vine en mal momento?-dijo con una ceja arqueada, señalado la ropa interior del menor.

 

            -No...claro...claro que no...-balbuceó con nerviosismo-Adelante-Shindo entró y con cuidado se sentó en el cómodo sofá.

 

            Ono quiso arrodillarse y ofrecerle una disculpa al mayor, argumentando que era el ser más despreciable por haber roto la promesa que había forjado con el cantante durante su estancia en el hospital.  

 

            -Me da mucho gusto que ya estés con nosotros-la voz de Shu le hizo salir de sus cavilaciones.

 

            -Si...gracias-rió nervioso.

 

            -Y siento mucho el no haber ido a visitarte días atrás pero...tú sabes...-resopló.

 

            -Sí...no te preocupes senpai.

 

            Hisoka tomó asiento junto al mayor.

 

            -Por cierto...¿No tienes frío?

 

            -¿Eh?-Hisoka miró a Shu, quien señalaba de nuevo su ropa interior-Un poco,  pero es que...estoy esperando al señor Tamaki para que me ayude con los vendajes.

 

            -Oh...ahora entiendo...

 

            -Y llevo más de una hora esperándolo.

 

            -Me ofrecería a ayudarte pero con ésta cosa...-Shu señaló su collarín.

 

            -Descuida...

 

            El par permaneció en silencio. Shu trató de recordar la razón por la cuál había ido a ver al guitarrista, mientras que Ono se atormentaba mentalmente.

 

            Unos fuertes golpes provocaron que los chicos dieran un respingo.

 

            Shu se ofreció en abrir.

 

            -Ya estoy aquí Chibi-saludó Tamaki-Oh...Shu, eres tú...-el esposo de Dresde entró a la habitación.

 

            -Tardó mucho señor Tamaki-le recriminó Ono.

 

            -Lo siento Chibi-se acercó al moreno y acarició su cabello-he estado un poco ocupado.

 

            -No me diga Chibi, por si no se ha dado cuenta soy más alto que usted-masculló Soka, alejándose de Hiroki.

 

            -Pero...si eres tan sólo un capullo...eres un Chibi capullo-habló con ojos brillosos el Dj.

 

            Shu apretó los labios para no reírse, mientras Hisoka se ponía rojo del coraje y le tendía con brusquedad los vendajes al señor.

 

            -Eres como el hijo que nunca tuve-suspiró Tamaki, mientras vendaba el torso del jovencito. Shu al mirar al par recordó la razón del por qué estaba ahí.

 

            -Conmovedor lo que dices Tamaki; pero, cambiando de tema-terció Shindo-tenemos que irnos antes de las ocho para llegar a tiempo a la despedida. Hisoka, tu también estás invitado.

 

            -¿A dónde?

 

            -Al club nudista...digo...-se aclaró la garganta-a la despedida de soltero de mi amigo Hiro-musitó Shu. Ya en el camino le explicaría bien las cosas al menor.

 

            -Oh...es cierto-Tamaki abrochó la venda del chico, dando por terminada su labor-No voy a poder ir.

 

            -¿Cómo?

 

            -Ah...bueno...lo que pasa es que...hice una reservación para la noche y así podré  reconciliarme con mi Dresde-la voz se le cortó, al recordar la discusión de la mañana.

 

            -¿Se pelearon?-preguntaron al unísono Hisoka y Shu, incrédulos.

 

            -No me obliguen a entrar en detalles pero...tan sólo recordar aquél incidente...se me pone la piel de gallina.

 

            -Que exagerado eres-farfulló Shuichi.

 

            -¿Dresde se enojó? Pero si es un ángel-terció Ono, mientras trataba de ponerse el pantalón.

 

            -¡Exagerado!-exclamó Tamaki-Se ve que no la conocen-miró a Hisoka-y si...se enoja y no parece un ángel- Tamaki se rascó el cuello, nervioso-Por eso quiero reconciliarme con ella...

 

            -Está bien.-Shu suspiró. Su única esperanza era Hisoka-Tú si tienes que acompañarme-le instó al chico, quien se encontraba en una dura batalla contra su playera.

 

            -Si...si senpai...-accedió el chico, pues el sentimiento de culpa le impedía decir "no" -pero, ¿Podría ayudarme con mi playera?-se quejó el menor.

 

            Tamaki, quien era el más cercano le ayudó a vertirse.

 

 

 

            Le dio la última calada al cigarro. Dejó la colilla en un atiborrado cenicero y tomó la lata de cerveza que estaba a la mano, se la empinó y notó que estaba vacía.

 

            -No puede ser-murmuró con voz rasposa Yuki, agitando cada una de las latas que estaban sobre su escritorio-Ya se acabaron-dijo en un hilillo de voz-Bueno...no todo está perdido-con la mano temblorosa sacó del bolsillo de su pantalón la cajetilla de cigarros; la cuál, para su desgracia, también estaba vacía-No...no...no...-apretó su cabeza.

 

            Cansado de ver jugar en el Wii a su sobrino, Yuki decidió encerrarse en su estudio, para poder pensar y ver la manera en la que podría hacer regresar a Shuichi. Pero desafortunadamente,  parecía que Tatsuha y Kaname se habían puesto de acuerdo para hacer todo el ruido posible y provocarle un fuerte dolor de cabeza al rubio impidiéndole concentrarse.

 

            Tatsuha, quien al parecer tenía problemas de desamor. Se había encerrado en su habitación y había puesto la música a todo volumen; pero no cualquier tipo música, oh no, música de despechados. Mientras tanto; Kaname, hastiado de jugar Wii y de saltar en los sillones, había conectado el karaoke de tío Tatsuha y se encontrada cantando, mejor dicho, gritando a todo pulmón canciones de moda, bueno...si a eso que el niño balbuceaba se le podía llamar "canciones". Y para empeorar las cosas, Nyankotaro, quien había regresado de su paseo, motivado ante la conmovedora interpretación del niño, maullaba siguiendo, o intentando seguir el ritmo de las canciones.

 

            -Me van a volver loco-farfulló Yuki, cubriéndose los oídos.

 

 

 

            Shuichi se miró al espejo y se dio algunos retoques con el maquillaje en polvo, el cuál le servía para cubrir los moretones que aún no desaparecían. Satisfecho de lo que veía frente a él, cerró el polvo compacto y acomodó su flequillo. Ignoró el atuendo colorido que llevaba puesto. Comenzaba a acostumbrarse de nuevo a los colores llamativos, no le quedaba de otra.

 

            Afortunadamente no iba a ir solo al festejo y lo mejor de todo es que iba acompañado de Hisoka, quien sin intención de hacerlo, provocaba miedo con su mirada fría.

 

            -Así Sakuma no querrá acercarse a mí-musitó Shu, pues la verdad es que no deseaba repetir lo del día anterior.

 

            Se puso un poco de loción, tomó su sudadera y salió de la habitación.

 

 

 

            Y el concierto seguía en casa de Yuki, quien no dejaba mirar su reloj de pulsera.

 

            -Falta poco Eiri...falta poco...-se repetía, tratando de distraerse un poco, mientras llegaba la solución a sus problemas.

 

            No pasaron ni dos minutos cuando, entre todo el escándalo, se oyó el timbre. De un salto se puso de pie y salió a grande zancadas de su estudio, el cuál se encontrada debajo de la escalera. Cruzó la estancia, pasando de largo a su sobrino quien parecía que estaba comiéndose el micrófono de lo cerca que lo tenía.

 

            Abrió la puerta y lanzó un suspiro de alivio.

 

            -Buenas tardes señor Usegui-saludó con voz fuerte un joven que iba uniformado con una playera que tenía escrito "Restaurante Keromi"-aquí tiene su pedido-le tendió una gran bolsa.

 

            -¿A los onigiris rellenos de anguila les dibujaron caritas?-gritó  Eiri para hacerse oír, recibiendo el pedido.

 

            -Sí señor- el joven sacó un papel-aquí tiene su factura.

 

            -Bien-el rubio dejó el pedido en la mesa del recibidor-¿Y él otro encargo?

 

            El joven empleado miró serio al escritor. Sacó de su espalda otra bolsa.

 

            -Aquí están sus dos six de cerveza en lata, dos cajetillas de cigarros, un jugo de uva, una lata de "Gato feliz" y...la pequeña botella de vodka.

 

            -Bien...-Yuki torció la boca en forma de sonrisa.

 

            -Aquí tiene el ticket del súper-Eiri aceptó la bolsa y la dejó junto a la otra.

 

            -Muy buen trabajo-sacó su billetera y sin importarle la gran cantidad de dinero que sacó, se lo tendió al joven, que hasta pálido se puso al ver la gran suma.

 

            -Señor...

 

            -Quédate con el cambio-y sin más, Eiri cerró.

 

            Tomó las dos bolsas y miró él porta llaves que colgaba  en el recibidor, tomó las llaves del auto y otras, las guardo el bolsillo trasero del pantalón. Entró a la estancia y sin más desconectó el karaoke. Kaname le miró molesto.

 

            -A comer-le ordenó el rubio.

 

            -No quiero-refutó el niño, cruzándose de brazos.

 

            Yuki arqueó una ceja, no estaba de humor como para discutir y mucho menos con un niño.

 

            -Bien...entonces yo me comeré los onigiris con caritas que encargué para ti-y sin más se fue hacia la cocina.

 

            -¿Cómo?-Kaname soltó el micrófono y siguió a su tío. Nyankotaro atraído por el olor de la comida, les siguió-Y, ¿Están rellenos de anguila?-preguntó.

 

            Yuki sonrió victorioso, al escuchar los pasitos de su sobrino.

 

            -Si...

 

            -¡Wiiiiiiii!

 

            El escritor dejó una de las bolsas en la mesa, sentó a Kaname y le tendió el paquete de oniguiris.

 

            -¡Tienen cara de gatito!-exclamó el niño fascinado.

 

            Yuki se fue hacia  la barra, donde se encontraba el fregadero, la arrocera y el horno. Sacó el contenido de la  otra bolsa.

 

            -¿Quieres jugo de uva?

 

            -Si.

 

            Yuki sacó de la alacena un vaso de plástico decorado con huellitas de gato. Vertió jugo y después un poco de vodka.

 

            -Aquí tienes.

 

            Kaname dejó el onigiri que comía y se bebió de un solo trago el jugo para sorpresa del mayor.

 

            -Que rico.

 

            Nyankotaro miró a Yuki y relamió sus bigotes.

 

            -También hay para ti-  regresó a la barra y vertió el contenido de "Gato feliz" en un plato y también le puso un toque de vodka.  Dejó el plato en el suelo, a lado de la mesa. El minino maulló agradecido.

 

            Miró a su sobrino quien ya se había comido dos onigiris.

 

            -¿Más jugo?-le preguntó.

 

            -¡Si!- el rubio preparó el mismo coctel. Tomó otra charola  de comida y miró hacia el techo.

 

            -Ahora regreso, tu sigue comiendo- Kaname asintió, mientras bebía del jugo.

 

            Subió las escaleras de dos en dos, caminó hacia el otro extremo del pasillo y ya estando enfrente de la habitación de donde provenía aquella melancólica música, sacó uno de los llaveros, buscó la llave indicada y abrió la puerta.  Entró a la habitación en penumbras, encendió la luz y un bulto en la cama se removió, buscó el enchufe y cuando lo encontró, desconectó el estero.

 

            Tatsuha salió de entre las cobijas y bufó:

 

            -Hey, ¿Qué te sucede?

 

            -Suficiente-Yuki le tendió la charola de comida. Le aventó las llaves del auto y sacó su billetera de nuevo, sacó todo el dinero que quedaba y se lo dio a un incrédulo moreno-Te presto mi auto todo el fin de semana, pero con la condición de que ya no escuches esa molesta música y que estés listo en media hora para irte a tu asunto "ese"-se giró para salir de la habitación-¡Oh!-dio media vuelta y encaró a su hermano-Y si no te acabas todo lo que hay en la charola y no estás listo en media hora, juro que no sales y te encierro, ¿Entiendes?-le instó.

 

             Tat tragó saliva.

 

            -Si señor-murmuró.

 

            -Bien-Yuki salió de aquella habitación con cara de satisfacción.

 

            Media hora después...

 

            Tatsuha salía disparado de su habitación, bajó como alma que lleva el diablo las escaleras.

 

            -Ya me voy...-gritó al cruzar la estancia, pero se regresó en reversa y con curiosidad miró la escena que se presentaba en la sala.

 

            Frente a él, en el sofá más grande de la sala Kaname y el gato dormían a pierna suelta y en medio de ellos, Yuki bebía tranquilamente una lata de cerveza, el rubio alzó la vista y sin decir palabra alguna le señaló la puerta.

 

            Tat no chistó y salió corriendo de la casa.

 

            -Por fin en paz-musitó un feliz Yuki.

 

 

 

            Poco a poco fue recuperando la consciencia  y se dio cuenta de que  tenía los ojos vendados y las manos atadas a la espalda. Aún aturdido por el golpe, no reaccionó ante la situación en la que se encontraba.

 

            -Dios...-se quejó, al intentar moverse y acomodarse a una mejor posición-¿Dónde estoy?-preguntó pero no recibió respuesta. Al reaccionar se altero y comenzó a  gritar. Sentía una gran desesperación al escuchar ruido a todo su alrededor y sentir que se movía.

 

            -Oh...ya se despertó-escuchó una voz de hombre que se le hizo familiar.

 

            -Amordázalo Fujisaki.-ordenó otro hombre, que por su peculiar acento extranjero, Nakano lo reconoció al instante.

 

            -¿Cómo? ¿K? ¿Suguru?-preguntó, incrédulo.

 

            -Oh shit... -y soltó una carcajada el norteamericano.

 

            -¡Lo siento Hiro! K me obligó-chilló Fujisaki.

 

            -Pero...¿Qué demonios les pasa?-vociferó colérico Hiro, tratando de enderezarse.

 

            -Cálmate Nakano-dijo serio K-En un momento más sabrás.

 

            -Están locos-farfulló.

 

            Sin previo aviso, el auto frenó y el pobre guitarrista fue a dar por allá.

 

            -Ou...sorry-se disculpó K.

 

            Mr. K y Suguru salieron del vehículo.

 

            -¡Juro que los mataré!-les amenazó el pelirrojo.

 

            -Seh...-K sacó del auto al secuestrado y lo cargo en su hombro, como saco de papas.

 

            -Suéltame-gritó el guitarrista.

 

            -En un momento.

 

            -Juro que les irá muy mal....a los dos...

 

            -Hiro-chilló con nerviosismo Suguru, siguiendo al extranjero.

           

            El pelirrojo sintió que el rubio subía unas escaleras y al poco tiempo, lo bajó y por fin pudo tocar piso. K le desató las manos, pero no dejó que se escapara, por lo que lo tomó con fuerza de los hombros,  Nakano se puso más intranquilo al escuchar más susurros en el lugar.

 

            -Todo listo-musitó Fujisaki. Le arrancó la venda de los ojos y...

 

            -¡Sorpresa!-gritaron los ahí presentes. Hiro cayó de sentón ante el susto.

 

            K carcajeó y Fujisaki le ayudó a ponerse de pie.

 

            -Pero que...-pestañeó el pelirrojo, sin comprender del todo lo que estaba sucediendo. Mucha de la gente ahí presente no la conocía.

 

            -Es tu noche boy...-K le frotó la espalda y le guiñó el ojo. Shuichi se acercó para saludarlo pero...

 

            -Vamos Hiro-Fujisaki lo empujó hacia el centro del lugar, donde había una plataforma y un tubo en medio.  Lo hicieron sentarse en un sillón de peluche. Las luces se apagaron y una voz que surgió de la nada anunció:

 

            -Que el show comience.

 

            Y en un abrir y cerrar de ojos, el lugar se había llenado de mujeres en lencería y en la plataforma, una extranjera vestida de colegiala bailaba sensualmente, mirando a un abochornado Hiro.

 

            -Oh...ya entiendo...-murmuró, tragando saliva al ver que un par de enormes pechos se acercaba a  su cara.

 

            Tatsuha miraba desde un rincón del club con recelo, esperando en que momento aparecería Ryuichi.

 

            Un par de jóvenes con cara de lujuria se acercaron al monje.

 

            -Gracias Usegui...-dijo uno de ellos, al que casi se le caía la saliva de lo deseoso que estaba.

 

            -Muchas gracias, esto es el paraíso.

 

            -No hay de qué-Tat forzó una media sonrisa.

 

            Una chica pasó junto al trío y los chicos sin más la siguieron.

 

            Vio que el loco de la pistola (Mr. K) se acercaba a él y se irguió.

 

            -Ya cumplí con mi trato-musitó.

 

            El rubio miró a varios chicos quienes acosaban a las jóvenes nudistas.

 

            -Jóvenes deseosos...perfect...good boy. Te haz salvado.

 

            -O.K. Creo que eso es todo-y sin más se encaminó hacia la salida.

 

            -Un momento...-el norteamericano sacó la pistola y encañonó al chico-No te puedes ir...necesito de tus aptitudes.

 

            El monje resopló.

 

            -Lo siento, pero hoy no ando de humor para ser un pervertido irreverente.

 

            -No me importa...te vas a quedar o...

 

            Tat pensó en las opciones que tenía: quedarse ahí y disfrutar del momento, regresar a su casa y toparse con un malhumorado Eiri que posiblemente lo encerraría  o vagar por la ciudad como judío errante.

 

            -Bien.-Tat le encaró-ya que insistes, me quedaré- se acomodó la chamarra que llevaba puesta y se fue hacia la barra de bebidas del lugar.

 

            Mientras tanto, en el otro extremo del club, Shuichi y Hisoka miraban pasar a las lindas chicas.

 

            -Hiromi se infartará si se entera de donde estamos-musitó Ono, con los ojos abiertos como un par de platos.

 

            -Pero tú no dirás nada, ¿Verdad?-le instó Shu.

 

            -No, lo prometo.

 

            -Bien-Shindo miraba por todos lados, esperando ver  a Sakuma, pero afortunadamente el castaño no se encontraba ahí-Espero que no venga-murmuró el cantante. Desvió sus ojos violetas hacia el centro, donde la colegiala ya se había quitado su pequeño uniforme, quedando sólo en una coqueta tanga y rozaba su trasero con la entrepierna de un tenso Hiro. Shu sonrió-¿No te gusta alguna Hisoka?-ante la pregunta, el jovencito se puso rojo.

 

            -¿Por qué?-respondió alterado-¿Por qué preguntas?-rió nervioso.

 

            -Pues para que te diviertas un poco...-Shu arqueó una ceja.

 

            -Ah...no gracias...yo...no...-negó con la cabeza-no hay ninguna de mi tipo-esto último lo susurró.

 

            -Oh...¿Y cuáles son de tú tipo?-preguntó curioso.

 

            -Ah...pues...este...-tragó saliva-tengo que ir al sanitario-y antes de que Shu objetara, el chico ya había desaparecido.  

 

            Shindo torció la boca. Miró en su derredor y resopló.

 

            -No...tampoco son de mi tipo-musitó al ver a las chicas, las cuáles  en su mayoría eran extranjeras de senos enormes-Me gustan las mujeres con senos medianos como...-a la mente se le vino una imagen de Hiromi en bikini-oh...no...creo que necesito un trago-se dirigió hacia la barra.

 

            Tomó asiento junto a  Tat y pidió una cerveza.

 

            -A que se debe que tú, siendo un Usegui, estés bebiendo solo-preguntó Shu.

 

            -No estoy de humor-respondió escueto.

 

            -Está bien-recibió su tarro de cerveza y le dio un gran sorbo. No insistió con Tatsuha.

 

            -¿Y tú? No deberías de estar disfrutando del momento.

 

            -Ando con los mismos ánimos que tú.

 

             Permanecieron callados, pues no tenían más que decir.

 

            Tat miró de reojo a Shu y quiso preguntarle sobre Ryuichi,  pero no se atrevió; mientras que, por su parte Shindo no sabía de que manera consolar a Tatsuha, pues sabía perfectamente  la razón principal por la que Sakuma había rechazado al monje.

 

            -Hey Shindo-K se acercó al par-¿Qué haces ahí?

 

            -K...yo...

 

            -Ya te conseguí a una chica, es perfecta para ti- al cantante no le dio tiempo de refutar, pues cuando reaccionó ya estaba sentado en un sillón de felpa color amarillo chillante y una mujer rubia y de ojos azules le bailaba seductoramente.

 

            -¿Cómo te llamas corazón?-le ronroneó al oído, para después lamerlo.

 

            -Ah...yo...-Shu se tensó-Shu...Shu...Shuichi...-gimió.

 

 

 

            Veinte minutos después...

           

            Shuichi caminaba de nuevo hacia la barra. El cabello lo tenía alborotado, su rostro y  su collarín llenos de lápiz labial.

 

            Notó que en la barra ya no estaba Tatsuha. Suspiró y sacó un cigarro, iba a encenderlo cuando el barman se lo quitó y le señaló el letrero de "No fumar"

 

            -Bien-masculló. Se puso de pie y esquivando a la gente, se encaminó hacia la salida. Durante el camino buscó a Hisoka, pero no hubo  rastro de él-Cuando me acabe mi cigarro lo busco-musitó. Pasó junto a una puerta que decía "Prohibido el paso" y estaba a unos pasos de estar en las escaleras que lo llevaban a la salida cuando sintió que alguien lo halaba hacia el interior de la habitación prohibida que estaba a orcuras-¡Oye!-reclamó

 

            -Shhh...-la luz se encendió y frente a él estaba Hiro, con el mismo aspecto que el moreno. Shu miró a su alrededor y por las cajas de licor y demás cosas, se percató de que era la bodega del club.

 

            -Hiro-musitó-Pero...

 

            -No puedo Shu-suspiró-Soy hombre de una sola mujer-hizo un puchero.

 

            -Lo entiendo-le frotó la espalda a su amigo-Yo que soy un hombre soltero, me cuesta trabajo.

 

            -Es lo que veo-dijo con sarcasmo, al ver las marcas que el chico tenía.

 

            -Fue K-vociferó-Y la verdad fue horrible. Daphne me dejó cuando más excitado estaba...aunque...se me quitó por completo el dolor de cuello-se rascó la cabeza-que curioso.

 

            -Claro-rió Nakano.

 

            -Hey...

 

            -Sabía que no te iba a gustar. Te gustan las mujeres con senos medianos.

 

            -Tú si sabes.

 

            -Como tú amiga...-Hiro le miró con ojos pícaros.

 

            -Oh...no...ya vas a empezar.

 

            -Y que tal-le codeó-¿Ya la invitaste a la boda?

 

            -Si...

 

            -Eso está bien Shu.

 

            -Pues...

 

            -No dudes, Eiri ya quedó en el pasado, la vida sigue.

 

            -Si... pero...

 

            -¿No me digas que te gusta su hermano?-Hiro le miró con ojos incrédulos.

 

            -¿Hisoka?...-se rascó la cabeza-¡Hisoka!...No-exclamó Shu-¿Estás loco?

 

            -Pues es que siendo sincero, cuando le conocí y vi el parecido que tenía con Eiri respecto a sus ojos y lo serio que se veía, creí que ustedes tenían algo.

 

            -¿Con Hisoka?-repitió atónito.

 

            -Si...pero al momento que intercambié palabras con él deseché esa duda. Nada que ver con Eiri.

 

            -Con Hisoka-insistió  el chico-Pero estás loco, es un chibi capullo.

 

            -¿Cómo?-preguntó Nakano.

 

            -Nada, olvídalo- Shu desvió la mirada, el  pelirrojo miró con el rabillo del ojo a su amigo y lo notó sonrojado.

 

            -Tú también lo comparaste con Eiri-le señaló.

 

            -¡Si!-vociferó Shu halándose los cabellos-Si lo hice... y me gustó desde que lo vi, por que según yo se parecía a Yuki-Shu se puso más rojo-Pero...sólo fue por un corto tiempo...algunas semanas...un mes...y después ya no...por que como siempre dice Tamaki...es un chibi capullo. ¿Sabías que nunca ha tenido novia?

 

            -Ya veo...-Nakano se frotó la barbilla analizando lo que decía su amigo-O sea que ya no te gusta.

 

            -¡No! De hecho el tan sólo pensar en él de esa manera ha provocado que se me quitara lo excitado-se apretó la cabeza con sus manos-Siento que estoy cometiendo incesto.- Hiro rió.

 

            -¿Y sientes que cometes incesto con Hiromi?

 

            Shu le miró serio e iba a decir algo, cuando la puerta se abrió.

 

            -Ahí estas Nakano-dijo Mr. K-Aún no termina la fiesta-habló de un brazo a Hiro y lo sacó de la bodega.

 

            -No K...yo no puedo...

 

            -No seas tímido, sé que te mueres de ganas de que las chicas te bailen sólo a ti-y se llevó a rastras a un resignado Hiro.

 

            -Shu...-le suplicó su amigo, pero el chico no pudo hacer nada. Miró su cajetilla de cigarros y resopló.

 

            -Será mejor que busque a Hisoka...-y siguió el camino que K y Hiro habían marcado.  

 

            Encontró al jovencito Ono sentado en un oscuro rincón cerca del baño.

 

            -Hisoka.-Shu se acercó y notó que el chico había sido víctima de una mujer nudista-¿Estás bien?-le preguntó, pues el menor se veía pálido.

 

            -Si...-musitó, tenso.

 

            Shu miró su reloj y notó que pasaba de la media noche.

 

            -Ya es tarde, será mejor que nos vayamos.

 

            -Si...pero...-Shu notó que el chico se ponía rojo-Tengo un pequeño problema-murmuró.

 

            -¿Cuál?

 

            Hisoka bajó la mirada y Shu vio que el chico cubría su entrepierna  con su mano sana.

 

            -Oh...claro-Ono se puso más rojo-No te preocupes...es algo normal y más a tú edad-le trató de consolar Shindo pero empeoró la cosas. Miró a su alrededor y notó que el sanitario estaba a un metro aproximadamente-Hisoka.-se acercó al chico-¿Crees poder caminar hacia el sanitario?

 

            -¿Eh-Ono alzó la mirada y vio a su amigo señalar una puerta negra que decía "Caballeros"-Creo que si pero...

 

            -Yo te cubro.

 

            Ono se puso de pie y con pasos cortos  pero rápidos se encaminó al baño, mientras que Shindo le cubría y silbaba como si nada. Sintió un alivio al ver que el baño estaba vacío y sabiendo que estaba en territorio seguro, Hisoka se encerró en un cubículo.

 

            -Cuida que nadie entre-le pidió a Shu.

 

            -Claro.-el mayor hizo caso omiso y se puso a quitarse los residuos de labial rojo.

 

            La puerta se abrió, dando paso a un sonriente Tat, quien  paró en seco al ver a Shu ahí.

 

            -Shuichi-vocifero.

 

            -Vaya...te fue bien-dijo Shu, mirando de pies a cabeza al monje.

 

            -¿Quién entró?-preguntó Hisoka.

 

            -Descuida, es Tatsuha. Dedícate a lo tuyo y relájate.

 

            -¿Está estreñido?-preguntó Tat con intención de desviar el tema.

 

            -No. Tiene un problemita-dijo en un susurro, señalando hacia abajo.

 

            -Oh...

 

            -Pueden dejar de susurrar, no me dejan concentrarme. Ya tengo suficiente trabajo con hacerlo con la izquierda y ustedes que no ayudan.-farfulló el menor.

 

            -Lo siento-musitó Shu.

 

            -¿Necesitas ayuda?-preguntó Tat.

 

            -¡No!-vociferó molesto Ono. Shu le miró.

 

            -Yo sólo decía-se encogió de hombros Usegui. Miró el lugar y sonrió-Un baño como estos es muy bueno para tener sexo, ¿No crees?-le preguntó a Shu.

 

            -Prefiero la piscina-dijo Shu.

 

            -¡Una piscina!

 

            -Si...en la noche...-Shu cerró sus ojos-cuando todos ya están en sus habitaciones. Nadar desnudos y después...hacerlo hasta que el cuerpo se entuma-suspiró y a su mente se vino un viejo recuerdo, cuando él y Yuki aún eran pareja.

 

             Sucedió en una gira de Bad luck. El escritor había alcanzado a Shu en el hotel, dándole una gran sorpresa al cantante. Después de cenar a la luz de la luna. La pareja se había aventurado a nadar desnuda en la oscura piscina. Cuando menos lo pensó, Yuki ya se encontraba haciéndole el amor de una manera muy delicada. De hecho, aún podía recordar la sensación placentera del miembro del rubio dentro de él  y el delicioso masaje que el agua le provocaba.

 

            -Si...-suspiró lento Shu para después reaccionar y abrir los ojos de sopetón, topándose con las miradas de Tat y Hisoka. -Ya...ya... ¿Terminaste?-tartamudeó, abochornado.

 

            -Sus murmullos cortaron mi inspiración-masculló Ono.

 

            -Lo siento...yo...-miró su reloj de pulsera-Ya es hora de irnos-y sin más salió el baño.

 

            Tat y Hisoka le siguieron.

 

            Al salir del sanitario se encontraron con una magnifica escena: Suguru, completamente ebrio y en ropa interior, bailaba el tubo siendo aplaudido por el resto de los chicos, incluso las bailarinas le aplaudían divertidas. 

 

            -Que genial-rió Tat.

 

            Shu y Hisoka se hicieron de la vista gorda y con pasos sigilosos se dirigieron hacia la salida.

 

            -Esperen-les gritó Tat quien los siguió-Yo los llevo al hotel.

 

            -¿Traes auto?-preguntó Shu, deteniéndose a unos pasos de la escalera.

 

            -Si, mi hermano me lo prestó-el cantante apretó los labios y miró a Hisoka, quien se encontraba  más pálido.

 

            -Está bien.

 

            En ese momento  Hiro apareció de la nada.

 

            -Llévenme con ustedes-suplicó.

 

            -Si-aceptó Tatsuha.

 

            Siguieron en hilera al monje. Ya en el estacionamiento, Shu buscó el auto, creyendo que era el mismo que el escritor tenía dos años atrás. Sintió un vacío al ver que su ex pareja había cambiado de vehículo.

 

            -¿Quieres que te deje a ti primero?-le preguntó Tat al pelirrojo.

 

            -Si, por favor.

 

            -Bien.

 

            Shu tomó el asiento del copiloto, mientras que Hiro y Hisoka se sentaron en la parte de atrás.

 

            Durante el camino, el cuarteto permaneció en silencio. Shu al igual que Hiroshi, se quitaban la marca del delito: el labial; mientras que Hisoka, con ojos entornados, miraba por la ventana y Tat permanecía concentrado en su labor de conductor.

 

            Dejaron a Hiro en la puerta del edificio en donde vivía. Agradeció a Tatsuha por el gran favor.

 

            -Siento haberte tratado mal en todo éste tiempo-se disculpó el pelirrojo-Veo que no eres nada parecido a tú hermano.

                       

            Usegui tan sólo sonrió y le deseó suerte.

 

            Cuando llegaron al hotel Hilton, Hisoka ya había caído rendido en brazos de Morfeo.

 

            -Hey...Hisoka-insistió Shu, moviendo al joven para que despertara.

 

            -No...no quiero comer más albóndigas-susurró entre sueños Ono.

 

            -Yo me encargo Shu-Tat sacó con cuidado al menor y lo tomó en brazos. Inconscientemente Ono se acurrucó en el regazo de Usegui. Shu cerró la puerta trasera y guió a Tatsuha hacia la habitación del joven.

 

            Cuando el moreno quiso recostar al jovencito, éste aún dormido se aferró al cuello del monje provocando que el chico cayera en la cama también

 

            -Bonny Babú-murmuró Hisoka con una sonrisa, abrazando a Tatsuha como si  fuera un muñeco de felpa.

 

            -¿Bonny? ¿Babú?-preguntó Tat mirando a Shu.

 

            -No tengo ni idea quien sea- dijo Shu, con la ceja arqueada.

 

            Tat se enderezó y se soltó del amarre del chico. Le acomodó de tal manera que no se lastimara sus costillas ni su  mano enyesada. Al ver que el chico dormía plácidamente, el par salió de la habitación.

 

            -Curioso-dijo Tat-Eiri cuando duerme susurra...

           

            -Pikachu-le interrumpió Shu.

 

            -Si-rió Usegui, pero ante la mirada del mayor, guardó silencio-Lo siento.

 

            -No importa.-Shu siguió de largo-¿Tienes que llegar temprano a casa?

 

            -¿Eh?...Ah...pues-el menor de los Usegui siguió al cantante-Creo que Eiri dio a entender que no me quería en casa el fin de semana-se rascó la cabeza.

 

            El cantante detuvo su andar, sintió que el estómago se le estrujaba ante lo que  el menor había dicho.

 

            -Ya veo...-Shindo apretó los labios-Entonces...Sígueme-tomó de la mano al menor y lo guío hacia la planta baja, para ser más exacta al pequeño bar del hotel.

 

            Pidió una botella de Tequila, le sirvió una copa a Tat y otra para él.

 

            -Bebe-le ordenó.

 

            -¿Qué es?-miró con desconfianza el líquido ámbar.

 

            -Medicina para el corazón-susurró Shu en un hilillo de voz.

 

 


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