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Mercy rain por kozzha

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Notas del capitulo:

Hola.

Como están?

Espero y bien.

Pues en éste capítulo me centré más en la pareja principal y en como va su relación. Tenía planedo hacerlo en el cap pasado, pero creo que la página no me hubiera permitido subirlo jajaja, p eso lo dividí. ya saben como soy ¬¬.

En éste cap no aparece Tooru ;).

Se abren nueva interrogantes.

Tatsuha se entera de los chocolates afrodisiacos de Tooru.

Hisoka enfermo y triste.

Yuki amoroso y viviendo una estilo de vida SALUDABLE jajaja.  

Un Shu inquieto por cierta actitud del rubio.

Buenas noticias para éste par y pues unas que otras risas, pq en  la vida no sólo hay sufrimiento.

Espero y sea de su agrado.

Y respecto a la situación de Tatsuha y Hisoka, creo que no hay mejor canción que la de Hello Goodbye por the beatles.

besos mil.

 

Entró al apartamento encorvada, ojerosa y agotada. Sacó del bolso especial a su perrita y la dejó en el suelo. Se quitó los zapatos con pesadez y los botó.  

-Estoy en casa-musitó con voz ronca, al no recibir respuesta tan sólo se encogió de hombros y caminó hacia la cocina. De camino a casa, Hiromi había comprado el almuerzo esperando que su hermano comiera con ella, pero al ver el apartamento tan sólo a esa hora la chica concluyó que tal vez éste se había quedado en casa Tatsuha-Al menos debió de haberme avisado-masculló sacando la orden de onigiris.

Barbacoa apareció con las orejas haca atrás, rascó la pierna de su dueña y ladró para llamar su atención.

-¿Quieres nena?-dijo Hiromi, engullendo un trozo de onigiri. Hiromi le tendió un trozo pero ésta lo olio, chilló y volvió a rascar la pierna de la chica, inquieta-¿No te gustó?-la perrita volvió  a ladrar y salió corriendo de la cocina. Hiromi no le dio mucha importancia y siguió comiendo, pero los chillidos agudos de su perrita le hicieron ir a ver qué era lo que  la inquietaba. Guiada por los chillidos de esta, Ono llegó a la sala. Barbacoa le chillaba a un bulto que estaba cerca del ventanal-¿Hisoka?-preguntó la chica al ver a su hermano tirado ahí. Caminó con sigilo hacia él-¿Estás bien?-la chica se hincó y vio a su hermano inconsciente, con el rostro magullado y tiritando de frío-¡Por dios Hisoka! Pero que ha pasado-la chica tentó su frente y verificó su sospecha.-¡No puede ser!-como pudo llevó a su hermano hacia la habitación.

Desesperada de no poderle quitar la ropa, terminó por cortarla con unas tijeras. Mientras iba de un lado a otro, buscando con que bajar la fiebre de su hermano, Barbacoa chillaba a los pies de la cama de éste, el teléfono del lugar no dejaba de sonar, haciendo que la mujer comenzara a ponerse histérica. Las veces que contestaba, del otro lado cortaban la llamada.

Al ver que todo lo que hacía no ayudaba  a que la fiebre bajara,  terminó llamando a James por medio de si celular, pues había desconectado el teléfono. Pasó como media hora para que James apareciera con el doctor asignado, el mismo que había acompañado a Hisoka al viaje a Okinawa.  

-Él va  a estar bien-le dijo  James a Hiromi con intención de calmar a la chica quién  se paseaba de un lado a otro mientras esperaba a que el doctor revisara a su hermano.

-Pero es que no tengo ni idea de qué carajos le sucedió.

James torció la boca y se encogió de hombros.

Cuando el doctor apareció en la sala, Hiromi le abordó con miles de preguntas. El hombre les informó que la causa de la fiebre había sido por una fuerte infección en las vías respiratorias. Había inyectado al chiquillo para que la fiebre desapareciera. Le tendió la receta con la lista de los medicamentos y le dio las indicaciones. 

-¿Y los golpes?-se apresuró en decir Ono.

-Son superficiales…le he recetado un antiinflamatorio y analgésico.

-Muchas gracias doctor-la chica hizo una inclinación.

-Iré a dejar al doctor y a surtir la receta, ¿O.K.?-le dijo James a la chica.

-Sí.

 

 

 

Capítulo 49.

Una extraña mirada.

 

 

Shuichi miró en el amplio vestidor las prendas oscuras. Demasiado negro le estaba hartando, miró hacia el otro lado en donde las prendas contrastaban con lo frío y triste del negro. Por más que él insistía, Yuki se había negado en tirar aquellas prendas llamativas las cuáles eran las que había usado Shindo años atrás. Torció la boca no muy convencido, tampoco deseaba vestirse tan extravagante, esa faceta ya había pasado. Frustrado al ver que no tenía muchas opciones tomó lo primero que se encontró y se visitó. Miró su reflejo en el espejo de cuerpo completo, se hizo a un lado el incómodo flequillo que cubría sus ojos y negó con la cabeza.

-Es momento de hacer algo con esto-le dijo al jovencito de ojos violetas frente a él que agarraba un mechón del flequillo.

 -Shuichi, ya está el desayuno-se escuchó el grito del rubio. Shu se acomodó el cabello y salió del vestidor, cruzó la amplia recámara y salió de ésta. Bajó rápido las escaleras  y caminó a zancadas hacia la cocina en donde le esperaba Yuki con el desayuno listo.  

-Buenos días-le saludó Shu dándole un beso en los labios.

-Buen día-correspondió al gesto el rubio. El moreno tomó asiento frente a su novio y le miró sonriente.

-¿Cómo te fue?

-Bien. He aumentado un poco más de tiempo a la rutina y ya no me agito tanto.

-Qué bien-sonrió Shu y tomó sus palillos para comer.

-Espero y sea de tu agrado el desayuno, un conocido del gimnasio me dio unas cuantas recetas. Shuichi miró los distintos platillos, tragó saliva y fingió una sonrisa-Se ve delicioso…-musitó mientras que por su mente pensaba en la palabra “desabrido”. Yuki sonrió orgulloso, la pareja dio las gracias por los alimentos y comenzó a comer.

-¿Qué hay para beber?-preguntó Shu, haciendo un esfuerzo por tratar de tragar aquél arroz integral.

-Agua natural.

-¿Otra vez?

 -¿Quieres que te prepare otra cosa?

-No…déjalo-forzó una sonrisa-beberé un poco de jugo.

-Bien…

Shuichi no podía quejarse de ésta nueva actitud de Eiri, pues en parte él era responsable de ese cambio. En varias ocasiones-mientras hacían el amor-Shuichi había hecho un gran esfuerzo por no reírse al ver la curiosa barriga de su novio, incluso varias veces no lo soportó más y terminó haciéndole trompetillas a éste, matando así el encanto del momento.

Aunque sonara absurdo, Shu extrañaba al Yuki glotón y adicto a las cervezas. Alzó la mirada para ver a su novio y se llevó una gran sorpresa al ver que éste le miraba de una manera extraña.

-¿Su…sucede algo?-balbuceó.

-No…nada…-musitó el escritor sin despegar la mirada de su novio.

-Bien.-Shu asintió y siguió comiendo tratando de buscarle sabor a esa comida.

-¿Tienes planes hoy?-preguntó Eiri.  

-¿Eh? Pues no…yo…

-Yo tengo cosas que hacer con Mizuki…me temo que no voy a poder comer contigo.

-Oh…ya veo-asintió Shu-Claro, no te preocupes-sonrió-¿Ya tienes planeado retomar la escritura?

-No…

-¿Entonces?

-Es algo personal.

-Personal…-el estómago se le estrujó y le costó trabajo tragar-Claro…-Shu apretó los labios.

Terminaron de desayunar y mientras que Eiri se duchaba, Shindo lavaba los trastos sucios.

-Algo personal…-dijo al aire, inquieto-¿No se supone que soy su novio? Qué es eso personal que no quiere que me entere.

Con una sonrisa fingida, Shuichi fue como despidió a Yuki cuando éste salía de casa en compañía de Kana.

Inquieto por las palabras de Yuki, Shuichi se paseó por toda la gran casa.

-¿Qué es eso personal Nyankotaro?-le preguntó al gato negro, que lo estaba siguiendo en su recorrido por el lugar. El minino le respondió con un largo maullido-Tienes razón…no debería de preocuparme por eso…Yuki me ama.-el gato volvió a maullar-Gracias nene-se hincó y acarició al gato.

 

 

-Listo-dijo con orgullo Hiromi. Se había pasado toda la mañana haciendo de comer a su hermano y por fin había logrado hacer ese famoso consomé de pollo al estilo de mamá.-Y ahora  a ver qué tal me quedó-puso un poco en un tazón y sorbió. Hizo viscos y sufrió de unas arcadas, de inmediato se fue hacia el sanitario a vaciar su estómago. Se enjuagó la boca y regresó a la cocina-Bien. Dicen que el ajo es uno de los mejores antibióticos naturales-tomó un tazón nuevo y sirvió el intento de consomé-Por fortuna manis ha perdido el sentido del gusto por la infección así que no creo que haya inconveniente-le puso un poco de  verduras cortadas de manera rústica, dejó el tazón en una bandeja y tomó otro; en ese sirvió un poco de arroz que parecía engrudo. Preparó un poco de té y fue hacia el refrigerador para ver si las gelatinas que había preparado ya habían cuajado. Torció la boca al ver que éstas aún seguían líquidas y tenían una peculiar nata blanca encima-Creo que aún no están-cerró  el refrigerador. Tomó la bandeja y salió de la cocina hacia la habitación de Hisoka. Barbacoa que estaba recostada a los pies de la cama, movió la cola al ver a la chica entrar a la habitación. Hiromi dejó la bandeja en la mesita de noche y movió con cuidado a su hermano-Manis, despierta…-le susurró.

Hisoka se movió pero no abrió los ojos.

-Anda hermano. Sé que quieres seguir durmiendo pero tienes que comer algo, si no, nunca te vas a  aliviar y tendrás una terrible gastritis-la chica insistió.

Ono abrió los ojos lentamente, aún somnoliento-a causa de los medicamentos- se enderezó  con debilidad, siendo ayudado por la mayor. Hiromi acomodó varios cojines en el respaldo para que su hermano estuviera cómodo.

-Te hice un caldito de pollo como el de mamá-sonrió la chica, tomando asiento en la orilla de la cama, junto a su hermano. Dejó la bandeja en la mesita de noche.-¿Quieres que te dé en la boquita?-Hisoka sólo asintió.

Hiromi le dio con temor la horrorosa mezcla pero al ver que el chiquillo no se quejaba, le hizo que se comiera todo. Insistió en que se comiera el arroz, pero Hisoka con la voz mormada argumentó que ya estaba lleno.

-Al menos bebe el té.- el chico sin chistar obedeció y lo bebió de un solo sorbo-Bien-se puso de pie y tomó la bandeja-En dos horas vendré a darte tus medicinas, ¿Ne?

Hisoka sólo asintió, adormecido y se volvió a recostar.

Hiromi salió de la habitación y soltó un hondo suspiro. Le inquietaba saber que era lo que le había sucedido a su hermano, pero en el estado en el que se encontraba no creía que fuera prudente preguntarle, sólo quedaba esperar a que él mismo se lo contara, si es que así lo deseaba.

Y así pasaron los primeros  días de Noviembre en los cuales Hisoka permanecía la mayor parte del tiempo dormido y tan sólo despertaba para hacer sus necesidades y comer un poco.  

Para el martes, Hiromi se vio obligada a regresar a trabajar, siendo recibida con la gran sorpresa de que Shuichi había decidido cortarse el cabello. El par se había encontrado en la entrada de la disquera.

-¡Pero si yo soy la que ha fracasado en el amor!-había dicho la soprano al ver a su amigo con su nuevo look.

-¿No me veo bien?-preguntó Shu, cubriéndose la cabeza.

-No…no es eso…-sin poderlo evitar, Hiromi se sonrojó. El nuevo corte de Shu le favorecía mucho. Había eliminado el molesto flequillo que impedía apreciar las atractivas facciones del cantante. Aquél corte degrafilado le favorecía demasiado al joven, haciéndolo verse varonil.

-El fleco ya me estaba fastidiando y el sábado no tenía nada que hacer, así que fui a la estética-se justificó Shu.

-Te vez bien-habló por fin Hiromi.

-Gracias.

-Supongo que a Eiri le gustaste más-Ono oprimió el botón del ascensor.

-Oh…si claro, Eiri-Shu apretó los labios al recordar el extraño comportamiento que estaba teniendo su novio desde el sábado. Y sobre todo, esas extrañas miradas que le lanzaba el rubio.

-¿Todo bien?-le miró con suspicacia Ono.

-¡Sí! Claro…¿Por qué tendríamos que estar mal?-sonrió Shu. El ascensor abrió sus puertas y el par entró.

-No lo sé… tu cara no se ve muy animada que digamos.

-No es nada-suspiró.

-Bien.

-¿Y cómo sigue Hisoka?-dijo Shu con la intención  de desviar el tema.

-Ya está un poco mejor-suspiró Hiromi-sólo que aún no logro saber qué fue lo que le sucedió.

-¿Y si le preguntas a Tatsuha?

-Ya lo había pensado-la chica se peinó el cabello largo con una mano-Le marcaré a su celular en cuanto tengamos una descanso-resopló.

-Eso depende de los gemelos Chiba-se encorvó Shu.  

-Agh…ya ni me digas-chasqueó la lengua la jovencita.

 

 

Miró a su amor platónico, tan cercano y lejano a la vez. No supo si fue a causa del alcohol o a aquellos ojos oscuros que le miraban lo que provocó aquella acción inesperada. Como si fuera presa de un hechizo; Hisoka caminó hacia Tatsuha, le tomó del rostro y unió sus labios a los del mayor en un casto beso.

Usegui abrió los ojos de sorpresa ante la inesperada acción de su amigo pero no se separó del menor. Cerró los ojos y disfrutó de los labios del chiquillo, que intentaban moverse para profundizar el beso.

-Hisoka-susurró el monje cuando el otro se alejó de él.

-¡Lo siento!-se apresuró en decir el mestizo y se llevó una mano a la boca-Yo…yo no sé por qué lo hice…-se sonrojó y miró a todos lados, haciendo  lo posible por no ver esos preciosos ojos oscuros-Creo que he bebido mucho…-caminó hacia atrás con la intención de escapar pero la mano de Tatsuha se lo impidió. Le haló hacia él, quedando a pocos centímetros de cerca uno del otro-Tat…suha…-susurró Ono.

Abrió sus ojos lentamente y miró el techo de su habitación. Ahora comprendía todo. Él había provocado la molestia de Tatsuha con aquél inesperado beso. No había razón para juzgar a Tatsuha, su reacción había sido la esperada. Imaginó como se pudo haber sentido el monje después de eso, tal vez hasta se sintió traicionado, creyendo que él mestizo le quería como amigo cuando en realidad tenía sentimientos más profundos por él, un hombre.

Su corazón se le estrujó, aquellas palabras que le había dicho habían sido muy duras, pero eran la cruda realidad y eso es lo que más dolía. Se giró con lentitud y miró con ojos vacíos una de las esquinas de su habitación en donde reposaba el gran oso que se había ganado en el programa “Trapitos al sol” y encima de éste estaba el conejo de felpa que Tatsuha había ganado para él aquél día que les había invitado al parque de diversiones a su hermana y a él.  

Se puso de pie y caminó con paso débil hacia el conejo, lo tomó entre sus brazos y lloró.

-Perdóname Tatsuha.

 

 

Aunque resultaba doloroso, sabía perfectamente que la decisión que había tomado había sido la correcta. Amaba tanto a Hisoka que no deseaba que nadie le hiciera daño. Después de aquella plática con Tooru, Tatsuha lo había comprendido todo; aquella mujer era tan parecida a su ex cuñado Touma, que de tan sólo pensar en lo que pasaba por esa cabecita le hacía estremecerse. Siendo así, era de esperarse que decidiera alejar de cualquier manera a Ono de su vida. No deseaba que aquel jovencito inocente sufriera lo que Shuichi había sufrido por Eiri y menos aún, cuando Hisoka no tenía ese tipo de sentimientos hacia él.

Sin poder concentrarse en clases, el monje decidió irse temprano a casa, ignorando las quejas de sus amigos. Lo único que había agradecido es que en esos días Tooru no le había llamado. Así podría estar solo con su dolor. Como había estado haciendo desde aquél sábado por la mañana, en cuanto entró a su apartamento caminó directo hacia el teléfono, tecleó aquel número tan familiar para él y esperó con la esperanza de escucharle. Al cuarto tono se oyó la voz mormada de un joven.

-¿Diga?

El corazón de Tatsuha sufrió de un vuelco y se agitó de tal manera que temió que la persona del otro lado pudiera escucharlo.

-¿Diga?-volvió a repetir con voz apagada.

Era la primera vez que le escuchaba después de seis días pues siempre que marcaba, Hiromi era la que contestaba. Apretó los labios y varias lágrimas salieron de sus ojos negros.

-¿Quién habla?-Hisoka desesperado por no escuchar respuesta cortó la comunicación.

Tatsuha se dejó caer lentamente hasta quedar de rodillas sobre el suelo aún con el teléfono en mano y lloró en silencio.

Para el viernes, Hisoka temiendo volverse loco decidió ir a trabajar a la disquera. Esperó a que su hermana se fuera para meterse a duchar. Ignorando las molestias de la infección en la garganta y los golpes, el chico se alistó no sin antes despedirse de Barbacoa.

-Pórtate bien nena.

Se calzó los tenis, se cerró la sudadera y se cubrió con la capucha de ésta la cabeza. En el camino se compró un cubre bocas. Cuando llegó a la sala de grabación la primera que lo recibió fue Suzuki, quién alegre le preguntaba como seguía  de salud, estaba por responder cuando Tamaki y Hiromi lo regañaron.

-¿Estás loco?-le espetó el dj.

-¿Quieres morirte?-continuó Hiromi.

-Ya me siento bien-musitó ceñudo Hisoka.

-¡Claro que no!-corearon los dos.

-No es conveniente que trabajes en estas condiciones chibi-terció Dresde-es por tu bien-le frotó la espalda.

-Dresde tiene razón Hisoka-habló James, quién regresaba de una junta.

-Pero…¿Al menos puedo quedarme?

-Si Hiromi lo autoriza-dijo Tamaki.

-¿Trajiste tus medicamentos?-le preguntó su hermana ceñuda.

-Si-mintió éste.

La soprano se cruzó de brazos y chasqueó la lengua.

-Está bien.

Para medio día, Hisoka se arrepintió de haber ido a trabajar, las molestias de la infección le hacía tener los oídos sensibles, por lo que las voces de los gemelos Chiba le resultaban irritantes y no sólo eso, le dolía la cabeza, se sentía mareado y débil. Su estado de ánimo tampoco mejoró mucho pues al ver a todos tan animados y en compañía de alguien  le  resultó molesto. Aquel día fue de los pocos en que los problemáticos gemelos habían estado tranquilos y no habían causado ninguna molestia; como premio a eso, los productores y Tamki les habían dejado el resto de la tarde libre, misma que habían aprovechado para seguir charlando en la sala de grabaciones.

Hastiado de todo eso y sin muchas ganas de seguir estando en aquél lugar Ono se puso de pie y  tomó sus cosas dispuesto a irse a casa, Hiromi notó la repentina acción de su hermano y le siguió hacia el pasillo.

-Manis, ¿Te sientes mal?

-Sólo un poco cansado-musitó haciendo un gran esfuerzo por mantener el equilibrio. 

-Espérame  aquí, deja voy por mis cosas.

-No es necesario-detuvo su andar y negó con la cabeza-Puedo regresar a casa solo-el jovencito  se desabrochó la sudadera. Comenzaba a sentirse sofocado.

-Pero, te noto un poco pálido-le dijo con preocupación.

-No es nada, tan sólo es el cansancio-mintió.

Hiromi le miró con suspicacia.  

-En serio…no es nada…-Hisoka continuó su camino hacia el ascensor y oprimió el botó de éste. Las puertas se abrieron y Hisoka, seguido por Hiromi subieron al ascensor.

-Esperen-la voz de Shuichi hizo que Hiromi detuviera la puerta que estaba por cerrarse-Gracias-dijo Shu, agitado-¿Ustedes también se van?

-Si-respondió tajante Hisoka, recargado en una de las paredes del ascensor.

-Está cansado, sólo le acompañaré a que tome un taxi.

-Si quieres le puedo decir a Eiri que te lleve a tu casa, me está esperando en el vestíbulo-le sugirió.

-No, gracias- dijo Hisoka e hizo un esfuerzo por mantenerse de pie.

-¿En serio? Te noto un poco pálido.

-No es nada.

Cuando llegaron a la planta baja, Hisoka salió del ascensor sin siquiera esperar a su hermana.

-Espera Hisoka-escuchó la voz de su hermana a sus espaldas, pero el chiquillo le ignoró.

Cada vez se sentía más mareado, incluso sus ojos luchaba por mantenerse abiertos. Las personas a su alrededor perdían formar y parecían espectros, dio un paso más y su cuerpo colapsó.

 

 

Aquella tarde del viernes, Noriko dejo salir a Nakano y a Fujisaki temprano. La razón había sido para que Hiro pudiera estar más tiempo con su esposa Ayaka, quién estaba en la casa de los Usami en Kioto recibiendo los cuidados de su madre.  

Suguru acompañó a su amigo a la estación del Shinkansen para que éste pudiera llegar a tiempo para pasar el fin de semana con su linda esposa.

-Saludos a Ayaka-así fue como Suguru se despidió de su amigo.

En el camino a casa, compró la cena la cuál consistía en dos órdenes de kushiage de pescado y arroz al vapor. Estando en su apartamento encendió la computadora y mientras ésta se cargaba, comenzó a comer. Esperaba poder hablar con su novia por medio de Skype.

Se desanimó un poco al ver que Rei no estaba conectada y sacó como conclusión de que tal vez estaría aun en la universidad, sabiendo perfectamente que la joven era muy estudiosa. Aprovechando que tenía la PC encendida, revisó su correo electrónico. Vaya sorpresa que se llevó al ver un correo de su primo Touma. Dubitativo miró la pantalla. Después de tanto tiempo, Touma se comunicaba con él, algo que le sorprendía, sabiendo de antemano que nunca se habían llevado del todo bien.

 

 

Hiromi abrió la puerta y le cedió el paso a Yuki, quién llevaba en brazos a Ono desmayado, Shuichi entró detrás de ellos.

Ono guio al rubio hacia la habitación de Hisoka, en donde el rubio le recostó.

-Iré por la medicina-dijo Hiromi acelerada.

Mientras que la chiquilla buscaba la medicina, Shu y Yuki se dedicaban a desvestir al jovencito. Entre la desesperación a Hiromi se le cayeron las píldoras al suelo, siendo lamidas una que otra por Barbacoa.

-No niña-le instó Ono a la perrita. Las recogió todas y las tiró al cesto. Se enderezó y corrió hacia la habitación de su hermano.

-Tengo que ir a la farmacia, por favor cuiden de él-sin más la chica salió del apartamento.

Shuichi no perdió el tiempo  y fue en busca de unos paños húmedos para tratar de bajar la fiebre del jovencito y mientras el cantante buscaba las cosas, Yuki esperaba a que el termómetro midiera la temperatura corporal del mestizo.  Cuando el pitido se oyó, el rubio lo quitó de abajo del brazo del joven y frunció el ceño.

-39.4 °C

Hisoka lentamente abrió los ojos y miró a Yuki. Entre sus delirios a causa de la fiebre confundió al escritor con su hermano.

-Tat…Tatsuha-musitó.

-Yo no…

-Tu cabello-alzó con debilidad su mano para tocar a Yuki, pero éste se lo impidió.

-Te digo que yo…

-¿Sigues enojado conmigo…?

Yuki chasqueó la lengua pero no dijo nada.

-Perdóname…-Hisoka apretó la mano de Yuki-Yo…yo…-varias lágrimas salieron de los ojos grises del chiquillo-yo….yo te amo…

Eiri abrió los ojos de sorpresa ante la confesión del menor. El jovencito comenzó a llorar aún más, desesperado.

-Perdóname…-repitió.

Eiri apretó los labios y acomodó la mano caliente y trémula del jovencito entre las suyas.

-Te perdono…-dijo sin más.

Hisoka sonrió débilmente para volver a perder la consciencia.

-Listo-Shuichi apareció en la habitación provocando que Yuki diera un respingo e inmediatamente soltara la mano del joven desmayado-fue todo un lío encontrar un pequeño balde y paños, en verdad que este par de hermanos son…puff-resopló.

Yuki se hizo a un lado para  que Shuchi dejara la bandeja en la mesita de noche y comenzara a poner los paños húmedos en la frente y vientre del menor.

Cuando Hiromi llegó, la fiebre había bajado muy poco. Con ayuda de Eiri, la jovencita le dio la medicina al moreno.

Shuichi y su novio salieron del apartamento de los Ono cuando la fiebre desapareció del cuerpo de Hisoka.

Para el fin de semana, Hisoka permaneció en cama.

 

 

 

Shuichi aún dormido se giró sobre la cama quedando frente a frente con su novio, quién llevaba tiempo despierto. Eiri le miró y acarició el rostro de su pequeño. El moreno se removió, murmuró algo y abrió los ojos lentamente. Encontrándose con aquella extraña mirada.

-¿Qué sucede?-preguntó con voz ronca, aún somnoliento.

-Nada…-y como había pasado en  las ocasiones pasadas, Yuki daba  la misma respuesta.

Shindo apretó los labios y se giró dándole la espalda.

-¿No puedes dormir?-preguntó.

-No…-Eiri acarició la estrecha espalda de su novio.

-¿Quieres hablar sobre lo que te inquieta?

-No hay nada que me inquiete.

-Entonces, ¿Qué es lo que tienes?-masculló.

-Nada…

Shu  tensó la mandíbula y no dijo más.  

 

 

Botó el libro de Política económica lejos de ahí, lanzó un alarido de frustración y pataleó como cual bebé haciendo un berrinche. Por  más que trataba de concentrarse en hacer los deberes de la universidad, simplemente no podía. Miró en su derredor y chasqueó la lengua, todo seguía igual de cómo habían estado las cosas después de Hisoka saliera de su apartamento. Incluso el chocolate que Tooru había intentado darle antes de que Ono llegara, todo seguía igual.

Aquél ambiente no era sano para él y eso lo sabía; por lo que decidió salir de casa para distraerse un poco. Pensó en visitar a varios amigos, pero como iba analizando las cosas iba descartando opciones hasta que le quedó sólo una, ir a ver a Eiri. El hablar con su hermano siempre le había aclarado el pensamiento. Con esa idea en mente, Tatsuha tomó las llaves del auto y la bolsa de chocolates que Tooru le había comprado-por si Eiri se ponía rejego-y salió de su apartamento.

Mientras tanto, en casa de Eiri y Shuichi. El rubio miraba con el ceño fruncido un pequeño trozo de pastel que Shuichi había dejado para él, frente a él, Nyankotaro se relamía los bigotes. El pobre hombre estaba sufriendo una dura batalla interna entre caer en la tentación o seguir con esa gran fuerza de voluntad.

-¡Agh! Shuichi-se llevó las manos a la cabeza-¿Cómo pudiste hacerme esto?-vociferó.

Un día antes- en X.M.R.- habían festejado el cumpleaños de Tomoya. Cuando Shuichi probó aquel pastel  sintió que estaba en el paraíso y no dudo dos veces en pedir una rebanada más para llevar, cosa que también hizo Hiromi, pensando en Hisoka quién aún seguía convaleciente.

Por el festejo, el jovencito había llegado muy tarde a casa,  encontrándose con la mala noticia de que Yuki ya se había ido a la cama. Decepcionado guardó la rebanada de pastel en el refrigerador con una nota que decía:

“Para Eiri”.

Esa mañana, antes de partir al trabajo, Shuichi le había dicho que había una pequeña sorpresita en la repisa de hasta abajo del refrigerador.

-¿Eh? Pero si no vi nada-le había dicho Yuki.

-Está envuelto en papel de color rosa-le guiñó el ojo y salió de casa.

La curiosidad le había ganado por lo que tan sólo Shu cerró la puerta, Yuki corrió hacia la cocina a buscar la dichosa sorpresa.

Y así fue como es que había llegado a esa gran encrucijada el joven escritor. Llevaba más de tres horas mirando aquella suculenta rebanada de pastel. Volvió a tragar saliva.

-Sólo será una probadita-se dijo a su mismo con el tenedor en alto. Insertó el cubierto en una esquina del pastel y estaba por engullir aquél trozo cuando el timbre sonó. Del susto soltó el tenedor que cayó al suelo, Nyankotaro aprovechó esa oportunidad y comió el pequeño trozo. Eiri chasqueó la lengua y fue hacia la puerta principal para ver quién le había interrumpido.

-Tatsuha-masculló Yuki.

-Hola hermano-le saludó sin mucho ánimo, desconcertando al mayor-¿Interrumpo algo?

-Pues…no…-suspiró Eiri, dándole paso al moreno.

-Te traje unos chocolates-le tendió la bolsa. Eiri la recibió gustoso.

Tatsuha se descalzó y caminó hacia la sala con paso cansado, seguido por Eiri que le miraba con los ojos entornados. Tomó asiento en uno de los grandes sillones y lanzó un doloroso suspiro. Yuki no pudo evitar recordar las palabras que había dicho un delirante Hisoka.

-¿Todo bien?-le preguntó serio, sentándose enfrente a su hermano.

-Si-mintió.

-No te veo muy convencido con tu respuesta.

-Estoy bien Eiri, sólo quería despejar la mente un poco y…

-Claro…Entiendo-asintió. No deseaba inmiscuirse en los asuntos de su hermano menor.

Tatsuha preguntó sobre cómo iba  su relación con Shuichi y su hermano le comentó de los planes que tenía a futuro con su novio.

-Me da tanto gusto que las cosas entre ustedes se hayan aclarado-murmuró alicaído el monje.

-¿Y tú?

-Yo…estoy bien…-fingió una sonrisa-La universidad me tiene muy ocupado así que no tengo tiempo de pensar en otras cosas-miró su reloj y se puso de pie-Wow, es tarde y yo no he terminado de hacer el proyecto…-caminó a zancadas hacia el recibidor y se calzó los zapatos, el escritor le siguió-me dio gusto hablar contigo…

-Hey, espera…

-Ya me siento más despejado pata continuar con ese proyecto.

-Hey mocoso…

-Disfruta de los chocolates-le guiñó el ojo y salió deprisa de la casa del mayor.

-Espera…-Tatsuha dejó con las palabras en la boca a su hermano.

Desconcertado por la actitud del menor, Yuki regresó sobre sus pasos y tomó asiento en el mismo sillón en donde había estado minutos atrás. Observó pensativo la llamativa bolsa de chocolates y tragó saliva.

-¡Agh! ¡Tatsuha!-ahora tenía un nuevo dilema: o él pastel o los chocolates.

 

 

Cansado de jugar a los videojuegos toda la mañana y parte de la tarde, Ryuichi decidió revisar algunas cosas en la PC. Tarareaba una canción mientras esperaba a que el servidor abriera la página del correo electrónico. Había estado vendiendo algunas de sus pertenencias por lo que estaba esperando una respuesta ante la oferta que había dado. Se llevó una gran sorpresa al ver un correo electrónico de Touma.

 

 

Shuichi llegó a casa pasadas de las siete, como Hisoka aún seguía en recuperación, no podían avanzar mucho en las grabaciones por lo que les daban la oportunidad de salir un poco más temprano. Ese día, el joven cantante había decidió enfrentar a su novio y saber de una maldita vez que era lo que le estaba sucediendo y por qué razón le miraba de esa manera tan…extraña.

-Ánimo Shu-se dijo a sí mismo antes de entrar a la casa. Abrió la puerta de ésta y entró con seguridad-ya estoy en casa, Eiri-se quitó los zapatos y cruzó el gran recibidor. Llegando al pasillo sintió que alguien le tomaba por la espalda. El pobre jovencito lanzó un grito ahogado.

-Shuichi-ronroneó Yuki en el oído de su novio.

-Eiri…-musitó con voz a cuello.

El rubio desgarró la playera de Shu-para sorpresa de éste-y mientras mordisqueaba el delicado cuello del cantante una de sus manos acariciaba un pezón, mientras que la otra frotaba con desesperación el miembro de Shindo.

-¡Eiri!-vociferó Shu-Es…Espera-el chico forcejeó.

-¡No puedo!-dijo el mayor, giró a su novio y le besó con rudeza.

Shuichi desconcertado con la actitud tan rara de Yuki intentó zafarse pero la fuerza del rubio era aún mayor.

El rubio terminó de desvestirlo y sin previo aviso metió dos dedos en la entrada de Shu, mientras se masturbaba con la otra mano.

-Ah…no…espera…-gimió Shu.

-Te digo que no puedo-masculló con desesperación Yuki.

Besó con fuerza a Shindo cuando sintió eyacular. Para su frustración, su pene aún seguía erecto y la excitación aún no desaparecía.

-Maldición-masculló. Sacó los dedos de la entrada de Shu y se acomodó para penetrarlo. Shuichi soltó un gran gemido cuando sintió el duro miembro de Yuki entrar hasta el fondo de sus entrañas.

-Ngh…Ei…Eiri-gimió el chico, sin comprender del todo la situación.

-Lo siento mucho Shu pero…-le dijo mientras lo embestía-no sé qué es lo que me pasa.

-Ahh…más…más lento…por…por favor…-pidió entre gemidos el joven cantante.

-No puedo…-y le siguió embistiendo con rudeza.

Poseyó de manera salvaje aquel frágil cuerpo hasta que Shuichi perdió la consciencia. Desesperado de que a pesar de todo su pene seguía erecto, tomó una ducha de agua fría, mientras que su novio descansaba en la amplia cama. Tuvo que masturbarse dos veces más mientras el agua fría caía sobre su cuerpo para que por fin, su pene se volviera flácido de nuevo.

Confundido salió de la ducha, se secó y se envolvió la toalla en la cintura. Salió del cuarto de baño. Miró con preocupación a su novio inconsciente y se acercó con sigilo hacia él. Le besó en los labios y acarició con delicadeza.

-Perdóname…-le susurró.

Se recostó junto a él y ahora, que tenía la mente despejada comenzó a repasar todo lo que había hecho antes de sentir esos terribles deseos carnales. Abrió los ojos de sorpresa al recordar que había entrado en un dilema al tener que  elegir entre el pastel o los chocolates, siendo los chocolates los ganadores-pues tenían menos calorías que la rebanada de pastel- y sin sentir culpa, el rubio se había comido cinco chocolates. Sintiéndose extraño al poco tiempo.

-Tatsuha-masculló colérico el rubio.

A la mañana siguiente, Shuichi no se presentó a trabajar a causa de un pequeño contratiempo.

 

 

 

Estaba por subir a su auto aquella mañana del viernes, cuando sintió que alguien le pegaba en la cabeza con el puño.

-Ouch-se quejó y se giró para encarar a su agresor-Eiri…-musitó Tatsuha, a ver a su hermano encabritado. Le miró de pies a cabeza y vio que le rubio llevaba puesta la ropa deportiva-¿Listo para el gym?-preguntó.

-Cállate maldito mocoso-farfulló el rubio, tomó de la playera a su hermano y lo azotó contra el auto.

-Ouch…espera Eiri, ¿Qué te sucede?-vociferó Tatsuha.

-Tú y tus malditos chocolates casi provocan que…-apretó los labios y sacudió su cabeza tratando de alejar los malos pensamientos.

-¿Qué tenían los chocolates?-trató de zafarse del agarre del mayor.

-¡Y aún lo preguntas!-tomó de la mandíbula a su hermano y la apretó.

-Agh…Eiri…espera-forcejeó.

-Tus chocolates resultaron estar rellenos de un afrodisiaco-el moreno abrió los ojos de sorpresa,  soltó la mano de su hermano que le apretaba la mandíbula.

-Tooru…

-¿Y esa mocosa qué tiene que ver?

-Ella…ella me regaló esos chocolates…

-¿Cómo?-Yuki soltó a su hermano ante la reacción que éste había tenido al saber del contenido de los chocolates. Tatsuha se dejó caer de rodillas, pálido y se llevó las manos a la cabeza.

-Yo estuve a punto de…-murmuró.

-¿De qué carajos hablas?-Yuki le tomó de la ropa y le obligó a que se pusiera de pie.

-Lo…lo siento hermano…yo…yo no tenía idea de que esos chocolates…-balbuceó.

-¿Qué relación tienes con Tooru?-le preguntó el rubio.

Yuki recordó que en la pasada fiesta de Mika, él y la chica habían llegado juntos.

-Ninguna…-aprovechó que Yuki estaba desconcertado por lo que se zafó del agarre, le empujó y se montó con rapidez en su auto-Lo siento hermano pero llegaré tarde a la universidad- y sin perder la oportunidad arrancó y el auto se alejó dejando en su camino una pequeña nube de humo.  

Cuando llegó a la universidad, pasando de largo a sus amigos corrió hacia el sanitario de hombres y vació el contenido de su estómago en el retrete más cercano. Agotado por las violentas arcadas, Tatsuha se dejó caer en el suelo y se apretó la cabeza. Cada vez confirmaba más en que la decisión que había tomado respecto a Hisoka había sido la correcta. Había subestimado a Tooru.

 

 

 

Por fortuna, Shuichi había tomado con buena actitud aquél incidente que Yuki juró y juró que no se volvería a repetir.

-No los tiraste, ¿Verdad?-le preguntó el chiquillo, cuando Yuki le explicó todo.

-No…-respondió un poco sonrojado el rubio.

-Nos podrían servir de algo.

-Eso también pensé…

Lo que había sucedido un día anterior había provocado que Yuki fuese más atento con Shuichi, al que llenó de mimos durante el fin de semana mientras el cantante se recuperaba. Pero eso no evitó que el rubio le siguiera mirando de esa manera.

Para la siguiente semana, no sólo eran las miradas extrañas de Yuki lo que le inquietaban, sino que también las repentinas salidas de su novio sin avisarle siquiera a donde iba y no sólo eso, varias veces-mientras dormía-había sentido como el rubio tocaba con sumo cuidado sus dedos de la mano izquierda, como si midiera algo.

Desesperado ante la desconcertante actitud del rubio, Shuichi se despertó ese lunes veintitrés de noviembre con idea de enfrentar a su novio.

-Sólo espero que antes no tengamos sexo salvaje cómo la otra vez-le dijo a su reflejo en el espejo, remembrando la vez en que Yuki había comido los chocolates con afrodisiaco.

Se alistó y con paso firme bajó las escaleras. Como ya era costumbre, Eiri le esperaba para desayunar juntos.

-Buen día-le saludó él.

-Necesito hablar contigo-dijo serio Shu, sin darle un beso a su novio y tomando asiento frente a éste.

-Yo también…-dijo Eiri.

Shu se sintió nervioso y temió lo peor. Se mordió el labio inferior.  

-Me gustaría que pidieras permiso para salir antes de las siete-continuó Yuki, tomando un trozo de tofu asado.

-¿Eh?-musitó con desconcierto el chiquillo. Pestañeó varias veces y trató de analizar lo que el rubio había dicho-¿Eso es lo que me querías decir?

-Sí.- Yuki engulló otro trozo de tofu-Y tú, ¿De que querías hablar?-musitó con la boca llena.

-Ah…pues…-se aclaró la garganta-Que tal vez sería bueno que…-Nyankotaro apareció en la cocina, subió de un salto a la mesa, olfateó la comida y lanzó un largo bostezo-Que le consigamos un hermanito a Nyankotaro…

Eiri abrió los ojos, sonrió y le miró con esos preciosos ojos amarillos.

-No me veas así…-pensó Shu, quién se sentía confundido ante esa mirada extraña.

-Dudo mucho que Nyankotaro desee un hermanito-acarició al gato que maulló feliz-su personalidad es de hijo único.

-Si…creo que tienes razón-musitó cabizbajo.

-Anda, come que esto frío no sabe igual.

Shu asintió y comió en silencio mientras que Eiri le observaba feliz.

Ese día, Yuki se ofreció en ir a dejar a Shindo a la disquera.

-¿Quieres que pase por ti?-le preguntó Eiri, cuando Shu apeó del vehículo.

-¿Sería mucha molestia?-hizo un puchero.

-Para nada.

-Entonces si…

-Paso por ti a las seis.

-Sip-cerró la puerta no sin antes mandarle un beso volador al rubio.

Shu sonrió como bobo mientras veía como se alejaba el auto de su novio.

-Es cierto…-Shu se rascó la cabeza-no le pregunté por qué quiere que nos veamos a las seis.

Para esa semana, Hisoka se había incorporado al proyecto de Tamaki, alegrando la vida a todos, pues sin él, el trabajo se estaba atrasando.

Aunque su semblante se veía mejor y los moretones se estaban desvaneciendo. Hisoka se veía diferente, algo que no pasó desapercibido por sus amigos. El chiquillo se le veía taciturno, en sus ojos-generalmente inexpresivos-se les podía apreciar un dejo de dolor en ellos. Y en vez de dar un paso hacia adelante respecto a su personalidad, el chico parecía como que había retrocedido haciendo que fuese más retraído de lo que ya era. Sólo hablaba lo necesario y en los momentos de descanso se iba a un rincón.

Hiromi había hecho todo lo posible  por localizar  a Tatsuha y tratar de averiguar qué era lo que le sucedía a su hermano, pero el moreno nunca le contestaba las llamadas por lo que había decidido en ir a buscarle a su apartamento ese mismo día al salir del trabajo.

 

 

Soltó tremenda carcajada que estuvo a punto de caerse de la silla.

-Oh no…esto en verdad que…-Alicia se enjugó unas lágrimas y se abanicó con una de sus manos.

-No me causa gracia, enana…-musitó Yuki, mirando por la pantalla del Skype a la joven intérprete.

-Lo siento mucho Eiri pero es que…-trató de aguantar la risa-El sólo pensar que casi partes en dos a Shuichi por unos chocolates…-y sin poder evitarlo volvió a reír-eso te pasa por ser un goloso…-y rio aún más.

-No es gracioso-vociferó Eiri sonrojado-Casi desgarro esa parte de Shu y pero aún…por poco y le pierdo a él…-se llevó las manos a la cabeza, atormentando con la simple idea de ser abandonado por el moreno.

-Y todo por unos chocolates…-se mofó Karma.

-¿Comiste mucha azúcar?-le preguntó  con una ceja arqueada.

-¡Sí!-exclamó feliz la chica-Fue el cumpleaños del sobrino de Pampi y me mandaron una gran bolsa de dulces-se acercó más a la pantalla y susurró- me los he comido tooodos.

-Lo supuse-resopló Eiri.

-Na…eso no importa-la chica hablaba como si estuviera ebria-Cuéntame sobre tu plan, Romeo-le guiñó el ojo.

-Pues…estoy en espera de que den casi las seis para pasar por él a su trabajo.

-¿Y luego?-la chica abrió los ojos, expectante.

-Pues iremos a cenar…

Alicia sonrió,  contagiando a Eiri quien también sonrió.

-Vas con todo, mi querido gruñón.

-Si…-suspiró-Creo que si voy con todo-y se rascó la oreja en un gesto de nerviosismo.

-¿Le amas?-musitó la chica conmovida.

-Bastante…por eso no me canso de mirarlo.

Alicia soltó tremendo gritó que hizo que su hermana se despertara y fuera a reclamarle por su escándalo. La diferencia horaria entre esos dos países eran de muchas horas, por lo que mientras Eiri disfrutaba de la tarde, Karma tendría que estar en cama durmiendo.

Después de escuchar el curioso rapapolvo que la hermana le daba a su amiga, Eiri y Alicia retomaron su conversación.

-Te deseo la mejor de las suertes Eiri, que a mi parecer no la necesitas.

-Gracias enana.

-Me temo que tengo que dejarte-hizo un puchero-Son la una  de la mañana.

-Entiendo-asintió el rubio.

-Aunque no tengo sueño a causa de los dulces-sacó la lengua.

-¿Que vamos a hacer contigo?-negó con la cabeza y se cruzó de brazos.

-Amarme-canturreó la chica-Nos vemos mi querido gruñón. Besos mil-le mandó varios besos al aire y se desconectó.

Eiri soltó una risilla, miró el reloj de pulsera y suspiró. Ahora sólo quedaba esperar para pasar por él.

Cuando vio el auto del rubio estacionarse frente a la entrada de la empresa, su corazón se agitó. Eiri apeó del vehículo y abrió la puerta del copiloto para que su novio subiera al auto.

-¿Listo?-le preguntó Yuki, ya estando los dos dentro del vehículo.

-¿A dónde vamos a ir?-preguntó con ilusión.

-A cenar.

-Oh…-los ánimos de Shu se fueron por los suelos y suplicó de que no fuera a uno de esos restaurantes de comida macrobiótica como la que últimamente preparaba Yuki-¿Y se puede saber  a dónde?-musitó desilusionado.

-Al restaurante del hotel Mikuni.

-¿En serio? Pero…es muy lujoso y…-se encogió en el asiento.

-No debes de preocuparte de nada.

-Pero es que yo no tengo ropa para ese tipo de lugares y…

-Si eso es lo que te inquieta, ya lo tengo solucionado.

-¿De verdad?-el brillo en los ojos de Shu regresó.

-Así es.

-Oh bueno…entonces...-sonrió feliz-Está bien.

Llegaron a casa para cambiarse y mientras Shu se duchaba, Yuki se cambiaba la ropa. Shuichi se quedó boquiabierto cuando salió de la ducha y vio a su novio vestido con un smoking. Tal vez no estaba muy de acuerdo con el nuevo estilo de vida que había adoptado el rubio pero ahora que le veía ahí parado, peleándose con la corbata de moño, Shuichi admitió que esa nueva vida le había favorecido bastante a su novio. Eiri ya había bajado de peso y su cuerpo comenzaba a tonificarse, no faltaba mucho para que regresara a su complexión natural. Su cutis se le veía fresco y terso. Y aunque pareciera irónico, el escritor se veía más joven ahora a sus veintiocho años que cuando éste tenía veintidós.

-Bendita dieta macrobiótica-musitó Shu, mordiéndose los labios.

El rubio al sentir la presencia del menor en la habitación, le pidió de favor que le ayudara con la maldita corbata.

-¿Es muy necesario que vayamos a cenar?-le ronroneó al mayor.

-Me temo que si-sonrió Yuki y le dio un pequeño beso en los labios-Te espero abajo, no tardes-salió de la habitación.

Shu bufó con frustración y fue por el smoking que Yuki le había comprado.

Ya estando en el restaurante, Shuichi se sintió incómodo por el ambiente y por más que Yuki le dijera que actuara con naturalidad, éste se tensaba aún más.

-No estoy acostumbrado a esto-le susurró, cubriendo la mitad de su rostro con el carta del restaurante.

-Pues deberías de acostumbrarte-le imitó en el tono de voz el rubio-Porque no será la primera vez que vengas a un lugar así.

Shu se sonrojó y no dijo más.

-Señor Uesugi-el mesero se acercó y le mostró la botella de vino tinto- Château Lafite Rothschild…-Yuki miró la botella y asintió. El mesero abrió la botella, sirvió un poco en la copa y el rubio cató el vino. El rubio cerró los ojos y disfrutó del delicioso sabor del vino.

-Perfecto.

El mesero sirvió un poco más en la copa de Yuki para después servir en la de un boquiabierto Shu. Dejó la botella en una esquina de la mesa y con una inclinación se alejó de ahí.

-¿Cómo sabes que no es veneno?-le volvió a susurrar el chiquillo-Mamá siempre me ha dicho que si no puedo pronunciarlo, mejor no lo coma.

-Porque ya he probado ese vino-y volvió a imitar a su novio-No es necesario que susurres y…no le hagas coso a tu mamá.

Shu hizo un puchero.

-Deberías probarlo-le señaló la copa de vino.

-Bueno-el moreno se encogió de hombros y le dio un pequeño sorbo. El sabor no era el mejor, pero tampoco estaba tan mal, a comparación de las bebidas extrañas que luego preparaba su novio-Nada mal-fue su crítica. Yuki esbozó una sonrisa.

Shindo al no entender bien la carta del restaurante, le pidió ayuda a Yuki para que le explicara. Comieron en silencio y de vez en cuando Shu comentaba algo respecto al trabajo, mientras que el ambiente era amenizado por la suave melodía de un piano. En el lugar había pocos comensales, pues era un lunes. Eso había ayudado un poco a Shu, quien no se había sentido tan incómodo ante la poca gente ahí presente.

-¿Deseas un postre?-le preguntó Yuki cuando el mesero retiró los platos.

-¿Puedo?-preguntó Shu, limpiándose los labios con la servilleta de tela.

-No seas ridículo.

-Sí, sí quiero.

Alzó la mano y llamó al mesero quién en tres zancadas ya estaba cerca de la mesa.

-¿Podría traerme la carta de los postres?

-Por supuesto-el hombre se inclinó y fue rápido por la orden.

Yuki miró a Shu y le acarició el rostro.

-¿Te he dicho lo mucho que me gusta tu nuevo corte?

-Si…diario-sonrió Shu.

El rubio le quedó observando por largo rato al chico, quién incómodo bajó la mirada.

-No otra vez…-pensó-No esa mirada  otra vez…- se mordió el labio. Su corazón se agitó y deseó que Yuki le quitara los ojos de encima, pero éste al parecer no tenía intenciones de hacerlo-No me mires así…me inquietas…

-Señor-el mesero llamó la atención del rubio, gesto que agradeció Shu. El rubio tomó la carta y se la dio a Shu, éste solo asintió y cubrió si rostro con ella. Yuki sonrió divertido.

-¿Qué piensas elegir?

-Nada…-musitó decepcionado, descubriendo su rostro.

-¿Y eso?

-Es que aquí no hay helado.

-Oh…ya veo-Yuki asintió y frunció el ceño.

-Lo…lo siento.

-No tienes por qué ofrecer disculpas Shu-volvió a llamar al mesero y le  ordenó que consiguieran un helado de fresa para el joven, mientras que él pidió una terrina de castañas con chocolate amargo.

-Creo que por un día que me coma un pequeño postre no va  a pasar nada, ¿Ne?-le dijo a su novio, cuando el mesero se alejó. Shu sonrió.

-En serio Eiri, no es necesario lo del helado.

-Insisto…

Mientras esperaban los postres, Yuki volvió a mirarle con esos ojos.

-¿Por qué me  miras así?-se animó a decir Shu, abochornado.

-¿A qué te refieres?-preguntó sorprendido Yuki.

-Tu mirada, la misma de ahorita…¿Por qué?-balbuceó el chiquillo.

-¿Eso te molesta?

-No precisamente…sólo que…es incómodo…-el chico se encogió de hombros-nunca me habías mirado así y…

-Y…

-Siento que me derrito-murmuró cabizbajo, haciendo todo lo posible por cubrir su evidente sonrojo. El rubio sonrió complacido, con una de sus manos tomó la barbilla de Shu y le obligó a mirarle.

-Te miro así porque te amo.

-Disculpen-el mesero les interrumpió, un poco incómodo.

-Gracias-Yuki soltó la barbilla de su novio y se acomodó la servilleta de tela en su regazo; mientras Shu bajó la cabeza rojo como un tomate. El mesero puso las dos órdenes de postres y se retiró en silencio.

-Anda, come-le dijo Yuki como si nada.  

Shindo sólo asintió. Alzó la vista, cogió la cuchara y tomó un poco del gran helado de fresa. El rubio miró expectante todos los movimientos de su novio. Le sonrió cuando éste se llevaba la cuchara a su boca. Shu saboreó el helado y correspondió a la sonrisa del rubio, para inmediatamente abrir los ojos de sorpresa  y llevarse sus manos al cuello con desesperación.

-¿Shuichi?-Yuki se puso de pie y se acercó al chiquillo que se estaba ahogando. La gente de alrededor comenzó a gritar por ayudar, mientras que los meseros se acercaban a la pareja. Yuki alzó a su novio y se posicionó detrás de él para poder hacerle la maniobra de Heimlich. Al tercer intentó, el objeto que estaba ahogando al jovencito salió disparado a unos metros lejos de ahí-¿Estás bien?-le preguntó sumamente angustiado. Shuichi con los ojos desorbitados y llorosos sólo asintió-Bien-suspiró con alivio el otro. Caminó en busca del objeto responsable de aquella alarmante situación y lo encontró resplandeciendo a unos centímetros de una mesa vacía. Lo tomó con su servilleta de tela y lo limpió. Regreso sobre sus pasos, seguido por la mirada curiosa de los ahí presentes.-No era como yo lo esperaba pero qué más da-musitó Eiri, hincándose frente a un agitado moreno-Shindo Shuichi-tomó la mano izquierda del chiquillo quién se puso pálido-¿Te gustaría casarte conmigo?-y le mostró el anillo que minutos atrás se había atorado en su garganta. La gente comenzó a cuchichear.

El cantante abrió la boca de la impresión, pero no dijo nada. Se había quedado sin palabras.

-¡Dile que sí!-vocifero con entusiasmo una anciana que estaba cerca de ahí. Los demás comensales rieron.

-Yo…-unas lágrimas salieron de los hermosos ojos amatistas-Yo…si…acepto-y sin darle tiempo a Eiri para que le pusiera el anillo, se abalanzó hacia  él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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