Capitulo diez: Motivos para que papá se enojara…
Lucius y Severus tomaron sus trasladores, llevando entre sus brazos a esos dos “inconscientes” ex-Gryffindor.
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Los tres únicos presentes en aquella habitación, seguían en un mutismo escalofriante, Harry no quería decir nada que lo pudiera perjudicar aun mas con su padre; mientras que Draco no sabía muy bien que decir o hacer, no creía que el Señor Tenebroso, estuviera muy feliz si le decía lo que había pasado; por otro lado Tom, estaba entre gritarle a ese par para que le dijeran que había pasado o matar a ese rubio-Sí, porque a pesar de la máscara sabía que se trataba de Draco Malfoy- por estar sobre su hijo, y ni siquiera se levantaba.
– ¡Levántense ahora!– rugió el Lord.
Ambos chicos obedecieron inmediatamente la orden del Lord, quien se veía bastante enojado.
– ¿¡Qué es lo que paso!? – preguntó furioso Voldemort.
Pero ambos jóvenes no sabían que decir, por un lado Draco podía quejarse de la incompetencia de ese idiota, que se había quedado completamente inmóvil delante del enemigo, aunque fueran Remus y el estúpido de Black, pero estaba seguro que no iba a salir bien librado. Por otro lado Harry, no sabía que decirle a su padre, sabía que se iba a molestar en sobre manera por su forma de actuar, o en su caso su nula actuación…
Y pues… la verdad es que Tom no era una persona muy paciente, es mas se podría llegar a creer que tenia nula paciencia, por lo que el mutismo de esos dos, ya lo tenían completamente fastidiado. Por lo que en dos grandes zancadas, quedo a pocos centímetros de su hijo, sin importarle que estuviera Draco Malfoy en la misma habitación, o mejor dicho olvidando su presencia, Tom retiró bruscamente la máscara de Harry.
En el momento en que se descubría el rostro tras la máscara de aprendiz del Lord Oscuro, tres mortífagos llegaban gracias al traslador. Todos se quedaron completamente mudos y pasmados, al ver que nada más y nada menos, era el mismísimo salvador del mundo mágico, quien se encontraba bajo esa mascara. Draco no reaccionaba, millones de pensamientos se arremolinaban en su cerebro, sin poder llegar a ninguna salida; algo así sentían los demás al descubrir, que Harry Potter estaba junto a Lord Voldemort, como su… ¿aliado?
Tom veía fijamente hacia los ojos de su hijo, tan parecidos a los suyos, pero al mismo había una gran diferencia, su hijo no había pasado por tantas cosas como él, sobre todo en el manejo de la magia oscura. Se concentró, ahora que Harry había aprendido a mejorar su Oclumancia, le era un poco más difícil entrar en su mente, no imposible, después de todo el era el mejor en Legirimancia.
Harry sabía que su padre trataba de entrar en su mente, aun sabiendo de antemano que Tom acabaría entrando en su cabeza, forzó sus barreras, nunca le agradaría que se metieran en su mente; pero aun así, su intento por algo de privacidad fue completamente ignorada y su padre entró en su mente buscando el recuerdo de la batalla.
A Tom no le gustó para nada lo que estaba viendo en la mente de su hijo, no podía creer lo irresponsable que podía llegar a ser. No lo consentía y no le agrado para nada el fiasco de su primera misión, ya sabía él que era muy pronto, para que Harry fuera a algún encargo, en que estaba pensando al escuchar a la pelirroja esa y a Nagini, definitivamente no las volvería a escuchar; es que no veían que Harry era un maldito Gryffindor hasta la médula, que jamás lastimaría a sus amigos o conocidos…
– ¡EN QU… ESTABAS PENSANDO!– gritó completamente enfadado, agarrando firmemente ambos brazos de su hijo, controlándose para no zarandearlo y sus ojos estaban palpitando entre verde y rojo.
En ese momento aparecieron tanto Lucius y Severus, con sus respectivos Gryffindor aun desmayados; ninguno de los que estaba en la habitación hizo notar su llegada. Lucius y Severus sólo se quedaron como espectadores, como lo eran los otros chicos, aun cuando para los dos adultos, era entendible el comportamiento de Lord Voldemort.
Harry quedo desconcertado, no sabía cómo reaccionar ante lo que pasaba, por una parte estaba molesto porque Tom le gritara y lo tratara así, pero por otro lado se sentía… ¿bien? Porque estaba más que claro que en aquellos ojos que estaban entre el verde y el rojo, había mucha preocupación por él, no solo por ser simplemente el Gran Harry Potter, el niño que vivió o el pobrecito y huérfano que nadie quiere de Harry, sino por él, por ser su familiar, por ser su hijo…
– ¡Habla maldita sea! – estaba demasiado nervioso, aunque él jamás lo admitirá, como para que ahora a su hijo le diera por quedarse mudo, se preguntó si había visto mal lo que había visto en la mente de su hijo y quizás le habían lanzado algún hechizo para que se quedara mudo.
Aun cuando Harry estaba aun acostumbrándose a la repentina preocupación paternal de Tom hacia él, debía decir que no estaba con el mejor ánimo como para que le gritaran y recriminaran; aun estaba palpable en su mente, el estar en un enfrentamiento con dos personas muy importantes para él, que de un modo u otro, eran considerados enemigos, que algún día quizás deberían enfrentarse… era todo, todo demasiado confuso, complicado… eran tantas cosas que cargar, tanto en que pensar… ser el niño-que-vivo, ser la esperanza del mundo mágico, mundo que siempre lo ha atacado de una u otra forma, de pasar a ser el hijo de su enemigo, de que su madre no era su madre sino la protectora de su familia, de que su papá pudiera estar vivo, de pensar en una nueva traición, de que Remus y su padrino no lo comprendieran y le dieran la espalda, de que sus amigos, no lo fueran y todo lo que vivió con ellos era solo una mentira… todo… todo… era demasiado.
– ¡¿Qué es lo que querías que hiciera?! – gritó enojado – ¡¿Qué esperabas que hiciera?! – Volvió a decir, sin esperar respuestas – ¿Que los maldijera? ¿Los atacara?... ¿Lastimarlos? ¡Pues no! No pude, no pude, no puedo…–susurró como un mantra, cerrando sus ojos y dejando que sus lágrimas cayeran por sus mejillas.
Tom quedó pasmado al ver aquellas lagrimas de su hijo, no supo que debía hacer, quizás debía llamar a Nagini o esa pelirroja… pero al pensar en ella hizo una ligera mueca; sin saber de dónde le nació aquello, torpemente pasó sus brazos por los hombros de su hijo, estrechándole en un abrazo, atrayéndolo a su pecho. El chico se sorprendió, pero no dijo nada y tampoco se apartó, dejo que sus lagrimas cayeran, sin sentirse avergonzado por ponerse a llorar como un niño de cinco años, se olvidó donde estaba, de la gente que le rodeaba, excepto por quien le abrazaba.
El Señor Tenebroso, que no se veía muy tenebroso en ese momento, levantó su mirada, dándose cuenta en ese momento de todos los presentes que se encontraban, mirándole asombrado y en shock o por lo menos los más jóvenes.
–Váyanse, luego serán informados de los pasos a seguir – aunque no miró a nadie en particular, era claro que iba mas dirigido a sus dos amigos.
Lucius y Severus asintieron inmediatamente, mientras que los cuatro chicos aun seguían pasmados, en sus lugares.
– Draco, Pansy, Theodore, Blaise – llamó Severus a los jóvenes, que por fin parecían reaccionar – Andando. – les ordeno.
Rápidamente tres de ellos fueron saliendo apresuradamente, sólo un rubio estaba indeciso, su mirada gris no se despegaba del chico que el Señor Tenebroso abrazaba, no quería irse, no sin saber exactamente qué pasaba.
– Hijo – llamo firmemente Lucius.
Draco no podía desobedecer a su padre, así que salió de la habitación, sin mirar atrás.
Tom vio aquella actitud de Malfoy junior, pero no le dio mayor importancia, al sentir como su hijo dejaba de llorar, ambos se separaron del abrazo, ya que Harry también había terminado abrazando a su padre sin darse cuenta. Se quedaron observando, ambos con sus miradas verdes, se sentían completamente incómodos, por aquella muestra de afecto, un silencio tenso se extendió por la habitación.
– ¡Harry! – dijeron tres voces.
Por la puerta lateral, que daba a una pequeña habitación como una oficina, salieron unos preocupados Nagini, Lily y Naito. Los tres se acercaron al chico, para ver como se encontraba, ya que habían escuchado lo que habían dicho, pero no habían querido interferir, solo habían escuchado la conversación que habían tenido, así que no sabían quiénes eran los que habían estado presentes en el lugar, aunque suponían que debían ser los chicos de Slytherin, Malfoy y Snape, que eran los únicos que tenían entrada liberada a ese lugar de la mansión.
Tom suspiró, dejando que esas dos mujeres siguieran con sus preguntas, reclamos, lagrimas, aprensiones y otras barbaridades, mientras que Naito no dejaba de abrazar a Harry, aferrándose a su cuello, como si estuviera en su forma de serpiente.
– Entonces… – habló seriamente la pelirroja, provocando que todos se tranquilizaran – Sirius y Remus están aquí – afirmo más que preguntó.
Tom sentado en su silla, asintió distraídamente, pensando en sus siguientes movimientos, tenía que pensar en todas las posibilidades y oportunidades de tener buenas jugadas, al parecer sus planes se iban a tener que adelantar, no afectaría mucho a lo que en un principio tenía pensado, pero aun así, no le gustaba cuando las cosas no salían como él las planeaba en un comienzo.
– ¿Qué harás Tom? – le preguntó Nagini interesada.
El mencionado frunció el ceño antes de hablar. – Le diré a Lucius y Severus, que le digan a Lupin y Black que están en mi mansión y que le explicaran algunas cosas, antes de que te presentes ante ellos – le dijo lo último mirando hacia la pelirroja.
– Creo que cuando me vean se van a dar un buen susto – susurró con diversión, formándose una malévola sonrisa.
– Debiste ir a Slytherin – le dijo con diversión Nagini.
La fénix le miro divertida, sonriéndole de lado, sin refutar o parecer molesta por lo que había dicho la mujer de cabello blanco.
– Pero – Harry habló algo titubeante – creen que... – bajó su mirada apretando sus puños fuertemente –... creen que Remus y Sirius entiendan… estén de nuestro lado… que en realidad no saben nada – susurró lo último.
Lily se levantó del asiento en que estaba y se arrodilló frente al hijo de su protegido – Yo conozco muy bien a esos dos… – le habló suavemente, mientras Harry levantaba su mirada y enfocaba su vista sobre aquellos ojos verdes que se parecían a los suyos, pero no tanto como los de su padre – y ellos jamás dejarían a un amigo, ellos querían mucho a tu papá y a ti te adoran, ellos entenderán Harry – le habló completamente segura de lo que decía – Y estarán contigo.– le dijo con una sonrisa en sus finos labios.
Harry asintió con una leve sonrisa, aun no estaba seguro, pero le confortaba bastante lo que le había dicho Lily.
– Bien creo que le diré a Severus y Lucius los cambios de planes – farfulló Tom antes de salir del lugar.
–Y yo creo que empezare a meditar como le diré a Remus y a Sirius que estoy viva – dijo animadamente la pelirroja, mientras salía junto a Nagini.
–Ya se nos ocurrirá algo interesante – susurró malignamente.
Ambas se rieron perversamente, antes de salir de la habitación, dejando a dos chicos pasmados e incrédulos, al ver la forma de actuar de esas dos.
– ¿Vamos a ducharnos? – le preguntó animado Naito.
Harry asintió, completamente agotado, sabiendo que una relajante ducha sería lo mejor, para quitarse el estrés y todo aquello que le preocupaba.
– Creo que si ponemos esas espumas de colores seria más divertido – le habló entusiasmo el chico de cabello blanco, mientras lo abrazaba fuertemente.
– Podríamos intentarlo – le sonrió al ver como su guardián lo abrazaba, aunque Naito no le dijera, sabía que se había preocupado por él cuando había estado en aquella batalla.
No se conocían hace mucho, pero Naito ya le había tomado mucho cariño a Harry, no sólo porque fuera su protegido, había casos en que el guardián de una familia, no sentía gran aprecio por quien debía proteger y lo hacía por deber; pero Harry era fácil de querer y Naito lo veía como un hermano pequeño a quien cuidar, aun cuando Harry no era tan pequeño que él físicamente hablando porque en edad, eso era muy diferente.
Salieron del lugar, para ir a la habitación de Harry, ya que ahora la compartían, no era molestia para el azabache, ya que su cama era enorme según él, además que Naito solía dormir en su forma de serpiente; entre risas y una charla tranquila se perdieron en uno de los pasillos.
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Draco se encontraba sentado en uno de los sillones de la sala, con su mano sobre su mentón, mirando distraídamente por la ventana; estaba completamente ensimismado, no ponía atención a sus amigos, solo estaba concentrado en sus divagaciones. Repitiendo una y otra vez, la imagen del Lord y de Harry, ambos abrazados, la palpable preocupación del señor Oscuro por el niño-que-vivo; ¿Qué podía significar aquello? No podía dar con la respuesta y sus suposiciones eran cada vez más descabelladas, sin contar que no le agradaban para nada. Era absurdo, todo aquello iba más allá de su lógica, se martirizaba a cada momento, con lo que podía significar ese abrazo, esa preocupación… era como si tuvieran un lazo, un lazo demasiado fuerte, mucho más de lo que quizás pudiera imaginar y eso… Eso le carcomía la cabeza y sus sentimientos, porque no podía ser verdad, lo que su razonamiento le decía lo más lógico que significaba esa demostración de afecto que había visto de parte de Harry y el Lord.
Pansy iba a acercarse hacia su rubio amigo, pero una mano en su hombro le hizo detenerse, se dio media vuelta y vio a su amigo Blaise con un semblante serio, que muy pocas veces dejaba ver.
–Déjalo por ahora – le habló suavemente.
Pansy aun renuente asintió en silencio – Iré a darme una ducha… –susurró aun cuando fue más para ella que para su amigo, este le escuchó.
La única chica del grupo, abrió una de las puertas que había en la sala, que eran cuatro en total. El Lord los había colocado a todos juntos, estaban en uno de los pasillos, cerca de las habitaciones del Señor Oscuro; el lugar era acogedor, para ser la residencia de Voldemort, el lugar donde dormían, constaba de una sala de estar, con varios sillones, una chimenea y un estante con varios libros, se parecía a la sala común de Slytherin pero más pequeña; en la pared de al fondo estaban las cuatro puertas, que daba hacia la habitación de cada uno, que constaba de una cama de dos plazas, un escritorio, un closet y baño.
Blaise fue también a su habitación para darse un baño, iba entrando a su dormitorio, cuando Theo salía del suyo ya duchado y con otra ropa puesta, entre sus manos traía un libro, así que se sentó en un sillón cerca de la otra ventaba que estaba en la sala, algo alejado de su amigo rubio, que aun seguía inmutable en su posición. Theo miro de reojo a su amigo, antes de suspirar y sumergirse en su libro.
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Mientras tanto en otra habitación, un lobito y un perrito se iban despertando luego de un enérvate.
Continuara…
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