Llegó la hora de la cena sin mas incidentes que una guerra de migas de pan entre varios alumnos, antes de empezar a engullir todo lo que en la hermosa mesa se divisaba. Como era natural, hasta que los profesores no llegaban a la mesa, nadie empezaba el festín, la educación ante todo. Una vez llegado los profesores, y por supuesto nuestro magnánimo director, todo transcurrió normalmente y sin nada fuera de lo normal. En serio, ¿creéis que todo transcurrió sin nada fuera de lo normal?¡Venga, hombre por favor!. Por supuesto que si observamos bien, en ese momento se podía ver que algo se cocía en el ambiente. En la mesa de profesores sin ir mas lejos se podía observar que Alastor Moody no apartaba la vista de McGonagall, y si ésta le miraba Alastor no dudaba en hacerle gestos picantes y sugerentes, a lo que la “inocente” McGonagall le respondía, siempre asegurándose de que nadie mas la miraba, con otros gestos semejantes como introducirse las fresas con nata del postre de manera sensual, chupándose el dedo manchado de salsa de manera lasciva etc.
Pero para nuestro viejo verde particular....esto quiero decir, para el gran Albus Dumbledore, no se le escapaba ninguno de estos detalles. No mostraba señal de darse cuenta de lo que pasaba en el gran comedor, pero dentro de él se podía escuchar una risita picarona “Je,je,je...esta noche va a ser movidita. Creo que voy a dar un paseo por el castillo esta noche y tal vez descubra cosas interesantes”-pensaba Albus mientras por debajo de la mesa se frotaba las manos sin cesar, cuyo gesto aceleró aún mas si cabe, cuando descubrió que las únicas miraditas del comedor no eran solo las Alastor y McGonagall. ¿queréis saber de quienes eran?
En la otra esquina de la mesa de profesores, se encontraba nuestro profesor de pociones, que por cierto iba la mar de cuco con sus nuevas túnicas negras y su pelo sedoso debido a un nuevo champú que le recomendó su amigo Lucius para ser mas glamuroso y a la vez poder ligarse a alguien para por lo menos echar una canita al aire porque llevaba ya tiempo sin eh....bueno pues eso. Severus no apartaba la vista de la mesa Griffindor, y su mirada aunque era seria como de costumbre no era tan fría como habitualmente, al menos eso le pareció al bueno de Dumbledore. Incluso podía decirse que de ve en cuando se podía entrever una pequeña sonrisa. A Albus Dumbledore, no se le escapó y por supuesto tenía que averiguar quién era el receptor de aquella mirada. No tardó mucho en saberlo, en cuanto dirigió su mirada a la mesa Griffindor, descubrió a un Harry con la mirada perdida hacia la mesa de profesores, justo en la dirección donde se encontraba Severus Snape .Harry miraba hacia donde se encontraba Severus sin pestañear mientras se introducía los alimentos muy lentamente y pensaba “Me está sonriendo Snape o me lo parece a mi?, Ay madre! Como sea verdad...las clases de pociones no volverán a ser como antes. Es que me da un morbo este hombre....”
Al bueno de Dumbledore que no se pierde ni media, se le hacían los ojos chiribitas. “¡Por fín! Esos dos ya han terminado por reconocer que se gustan. Lo que me ha costado conseguirlo!, pero al menos valdrá la pena. Je,je,je....esta noche ya tengo fijo sexo en vivo y en directo¡ y sin salir de casa!. De esta manera no tengo que camuflarme cada vez que voy a esos espectáculos eróticos”.
Después de salir de sus pensamientos algo “calientes”, Albus descubrió otra mirada sospechosa o mejor dicho un comportamiento sospechoso que a él le hizo muchísima gracia, y por supuesto él encantado. Algunos alumnos ya habían terminado de cenar y varios se disponían a marcharse a sus respectivas habitaciones. Ente ellos parecía estar Hermione, que se levantó y a Albus Dumbledore casi se le va una fresa del postre por mal sitio al descubrir lo extremadamente corta que podía ser una falda. Y era cierto, Hermione llevaba una minifalda que dejaba ver todos sus muslos rozando casi sus ingles. Mientras caminaba a golpe de cadera muy lentamente haciendo sonar con estruendo los taconazos que llevaba, dio una vuelta antes de irse por el Gran comedor, pasando por detrás de la mesa Slythering. En ese momento se podía divisar a un nervioso Draco que miraba de reojo según se acercaba la chica. Una vez pasado justo por el lado en el que estaba sentado Draco, tiró al suelo aposta uno de los libros que llevaba-Ups! Que torpe soy-dijo bien alto Hermione para que se la oyera bien.
Draco no se inmutó al igual que los chicos del resto de la mesa, pero acto seguido Hermione se agachó a coger el libro muy despacio y en ese momento Draco se giró a mirar al igual que los de su alrededor, y los ojos se les pusieron como platos. Todos babeaban al ver “los encantos” de la chica y Draco no pudo evitar que su lengua se deslizara por sus labios mientras cierta parte de su cuerpo se excitaba.
Una vez que Hermione recogió el libro del suelo se giró para comprobar que su acción había surtido efecto ante Draco, pues ese era su objetivo, y comprobando que si, le dijo con una sonrisa –Buenas noches dragón, yo... me voy a la cama que aquí hace frío y allí se debe estar mas calentita.-diciendo esto se acariciaba la falda hasta rozar con sus dedos sus muslos.
Era evidente que Dumbledore, no sabía lo que Hermione le había dicho a Draco, pero ni falta que hacía. Viendo como la chica se iba del gran comedor, aguantó una risita y pensaba “esto si que es bueno, por una vez en todos los años que llevo en Howarts, por fin todos están tan calientes como yo. Ahhh...ya nunca volveré a aburrirme en mi solitario y frío despacho. ¡Fiesta!”
Unos minutos después el comedor quedaba vacío y las paredes del lugar fueron las únicas que quedaron allí como testigos de lo que acababa de acontecer en el gran comedor.