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El Verdadero Sabor de la Venganza por libel

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Notas del capitulo: Hola aqui estoy de nuevo agradeciendo que lean el fic, gracias de corazon. Aqui esta en capi, que realmente pense que ya seria de los ultimos, pero la verdad la historia se ha extendido un capitulo mas.

Bueno pues a los que ya quieren que Mori suelte la sopa pues me temo que es hasta el siguiente, espero no se cansen ok. Y bien espero que disfruten el capitulo y no se decepcionen.

-¿Estas seguro de esto?

-Por supuesto que si, es mi hijo y tengo todo el derecho de hacer lo que considere necesario para su bienestar.

-Pero seria mejor que lo discutieras con Suou

-¿Veo aprecio en tus ojos?

-¡No seas idiota!, es solo que el bebe no tiene la culpa de nada

-Lo sé, amo a mi hijo no lo dudes.

-¿Sabes que esto?- señalo los papeles que sostenía- tal vez el rubio no te lo perdone.

El pelinegro no contesto estaba consciente de que esa era una posibilidad, pero se encogió de hombros ya vería después como solucionar ese molesto tema, después de todo Tamaki no tenia porque enterarse de lo que había hecho.

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-Esta precioso Tamaki, se parece a ti.

-No mientas Mori, se parece a Kyouya, tristemente el pobre solo tiene mis ojos-el pelinegro lo miro con la ceja alzada, pero la expresión del rubio era alegre claro signo de que bromeaba.

-Entonces quiere decir que es feo.

-¡Por supuesto que no!, siendo yo su padre mi hijo nunca será feo-sonrío al recibirlo en brazos, acariciando su carita con la nariz-además aunque lo fuera para mi es el bebé más hermoso del mundo.

-De verdad es muy lindo-la voz llamo la atención del rubio que sorprendido miro hacia la puerta, de pie sin atreverse a entrar estaba Honey, que miraba con anhelo al bebé que ya contaba con 3 meses y que como decía Mori estaba lindísimo con su abundante cabellito negro, sus ojos ya definitivamente color violeta y su rechonchita figura. El rubio le tendió al bebé en una muda invitación a que lo cargase, Honey no se hizo rogar.

-Pronto tendrán el suyo y seguramente será tan lindo como el nuestro-los ojos de Honey temblaron por contener la lagrima que amenazo con escapársele ante el comentario, sabía que no había sido intención del rubio, porque este ignoraba su situación pero aun así lo tomo personal dado que además creía que esos dos lo habían engañado.

-Eres muy cruel, sabes que yo no soy como tú, yo no puedo tener hijos, ¿te diviertes restregándome tu felicidad?- dejo al bebé en brazos de Mori que lo vio salir con el rostro marcado de tristeza.

-Lo siento no pensé que mi comentario, no sabía de verdad lo siento muchísimo, yo jamás pretendería, de verdad pensé-el rubio no hallaba como disculparse se sentía muy mal por lo dicho, lamentaba su imprudencia.

-No te preocupes, Mitsukuni lo sabe, es solo que está molesto con ambos y se tomo el comentario personal. El tema es demasiado delicado para él.

-A pesar de ser amigos nunca pregunte sobre esto, más bien no creí que fuera necesario. Se veía muy triste.

-Sí, cree que lo dejare porque algún día deseare tener un hijo, pero eso nunca sucederá.

-Tal vez deberías hablarle de eso, ¿has averiguado algo?

-No, el nunca me lo perdonaría y no realmente Haruhi supo lo que hacía, no hay rastro. Lamento quedarme callado tal vez si hablara con ese par de idiotas las cosas mejorarían.

-No es necesario Mori, aquel día hicimos un pacto, gracias a ti pude librarme de Haruhi, bueno en parte, pero ahora todo va bien Kyouya y yo empezamos desde cero, así que no tienes que decirle nada a Honey. Esto es agua pasada, ¿verdad usagi?

-¿Usagi?

-Cosas de Kyouya.

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-Hikaru, insisto en que esto no es normal, debes ver a un doctor-trato de que su mirada fuera de preocupación pero fallo porque la risa le gano-no es posible que seas insaciable-y se rio con más ganas pues los besos que le daba le provocaban cosquillas. Era algo maravilloso despertar así como una pareja loca de amor. Aunque el tema de la locura rondaba últimamente su mente, sobre todo cuando encontró esos folletos de una clínica de salud mental entre las cosas de su gemelo, pero de seguro no era importante.

Las cosas iban muy bien y no solo con su hermano sino con su investigación, a estas alturas con el ambiente de felicidad que reinaba no solo en su hogar sino en el de sus amigos dudaba seriamente en continuarla, pero algo dentro de él le decía que era necesario. Por fin había descubierto algo relacionado con la tal Tsuna Umino, vivía en Estados Unidos desde hacía 6 meses, aunque venia constantemente a Japón, y se había dado maña para averiguar la fecha de su próxima visita que sería dentro de un par de días.

También había localizado el testamento de la castaña, en el cual solo había dos herederos su padre y un albergue infantil localizado en Hana ciudad capital de Okinawa. Lo último era muy raro, a decir verdad ya no le encontraba sentido a todo lo que la castaña guardaba, como era posible que la chica escondiera tantos enredos. Lo único bueno es que gracias al cambio de actitud de Hikaru podía hablar con Mori, claro con su obligada vigilancia, pero algo era algo por lo que lo más pronto que pudiera lo vería para explicarle sus hallazgos, después de todo tenía todo el tiempo para resolverlo.

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-¿A que debo tu visita Obasan?- la anciana volteo a verle, sentada en la enorme sala de la mansión, se veía muy diferente a la última vez que la viera, aunque no perdía ese porte altivo y desdeñoso.

-Vine a conocer a mi bisnieto, es lógico, como siempre exhibes tus malos modales al tenerme esperando tanto tiempo.

-Desde que murió papá hace un año que no te he visto- continuo como si nada el rubio- creí que ya no te vería otra vez-se sentó frente a ella, ordenando un servicio de té.

-Me mude y créeme que no vengo a verte a ti sino al futuro heredero de los Suou.

-Obasan no tengo ninguna necesidad de recibirte así que te pido que te comportes, te recuerdo que ya no dependo de la familia Suou.

-Mira niñato es cierto que afortunadamente ya no es requerida tu presencia pero René si es parte de nuestra familia. El si es un Suou.

-¿René?, mi hijo no se llama así

-Como siempre exhibes tu idiotez, ¿no has visto el registro familiar de tu esposo?, el niño ya está registrado y tu nombre no aparece ahí- la expresión de Tamaki le dio la respuesta, maliciosa la anciana aprovecho para destilar veneno- ¿así que ni siquiera sabes lo que planea Ootori-kun?, pues bien te diré que si yo fuera tu no confiaría tanto, te podrías llevar una gran sorpresa.

-¡Confió en Kyouya el me ha demostrado que me quiere!, no pienso seguir escuchándote, ¡vete de mi casa y no vuelvas obasan!

La anciana salió muy indignada, aunque con la sonrisa en el rostro había logrado su propósito sembrar la duda en él, pronto un digno heredero de la familia Suou estaría con ella y no se malograría como su hijo y su nieto.

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-¿Qué pasa? te noto raro-el rubio tenía una cara de desazón que no lograba disimular.

-No es nada- la cara de no te creo del pelinegro lo obligo a hablar- Ayer vino Obasan y me dijo algo que me inquieto, pero creo que no es verdad.

-¿Que te dijo?- Kyouya se puso nervioso, por primera vez desde que Hikaru le advirtiera del riesgo que con llevaba registrar al niño sin la aprobación de Tamaki consideraba que era una mala idea.

-Pues que habías registrado a nuestro hijo solo con tu apellido, pero eso no es cierto ¿verdad?

-Por supuesto que no-mintió descaradamente todo por conservar la felicidad que tenían- tu abuela siempre te ha lastimado y yo te he demostrado que he cambiado.

-Lo sé, lo siento es solo que me inquiete, amo demasiado al bebé, no sé qué haría si me separaran de su lado, creo que moriría, pero quita esa cara; no tengo nada de ganas de bajar a cenar, aquí tengo todo lo que necesito- se acerco a su esposo que aun estaba tenso por lo dicho, aunque lo atribuyo al cansancio por el viaje del cual venia llegando. Los besos y las certeras caricias lograron que se entregaran mas y mas hasta olvidarse de todo a su alrededor.

Acariciaron sus pieles devolviendo caricia por caricia, hundiéndose en el exquisito placer que sentían al estar juntos, devorar sus bocas se convirtió en una necesidad casi o más preciada que respirar. Se amaron hasta agotar el último aliento de sus fuerzas, para quedar sumergidos en una paz momentánea, que era siempre disfrutada por ambos. Tamaki fue el primero en abrazarse al otro cuerpo, regalándole una hermosa sonrisa demasiado plena de felicidad.

-¡Te amo Kyouya!, te amo demasiado, tu y el bebé son mi vida.

-Yo también Tama-chan, también siento lo mismo, aunque ahora estoy demasiado hambriento y sediento. Y no creo que quieras moverte ¿verdad?, que tal si llamo a algún sirviente y cenamos aquí.

-Es una idea estupenda-el llanto de un bebé salido de un monitor para bebés los saco del beso que estaban compartiendo- será mejor que vaya ver a René, es el nombre que me dijo la abuela que le pusiste, debo reconocer que me gusta- contesto a su muda pregunta.
Mientras Tamaki iba al cuarto del bebe, Kyouya salió por un ligero refrigerio que les sirviera de cena, después de bajar a la cocina, una sirvienta lo intercepto.

-Disculpe Ootori-sama lo buscan

-Pero si ya es tarde- consulto el reloj del cuarto- son casi las 11 pm ¿quién es?

-Es la abuela del amo Tamaki, dice que le urge verle, está en el recibidor, ¿desea que la despida señor?

-No, sino hablo con ella, seguro que estará aquí a primera hora de la mañana y no quiero que Tamaki la vea, hazla pasar al despacho, sube una merienda a mi esposo, que está en el cuarto del bebé y dile que en un momento subo
.
-Como ordene Ootori-sama- la sirvienta se alejo rumbo al recibidor y el aprovecho para prepararse mentalmente y así enfrentar a la abuela del rubio.

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-Oh pero que lindo bebé, quien es mi hermoso mi hermoso bebe, a que indo que indo que indo, a que mosho que mosho que mosho, quien es el hermoso bebe de papa-Tamaki le cantaba a su bebé, mientras trataba de volver a dormirlo, pero el pequeñito reía y reía atento a la canción- mi sol ¿acaso estas evitando que tu papa y yo tengamos nuestra cena picnic?-otra risa-tienes razón lo de hace rato ya fue suficiente, entonces tendrás que acompañarnos, para que así le des la bienvenida a papá, que regreso de un pequeño viaje, ok bebé.

-Disculpe Tamaki-sama-el aludido regreso a ver a la chica que traía una bandeja con unos cuantos sándwiches, una jarra de leche y un poco de pan dulce- Ootori sama manda decirle que subirá en un momento, traje la bandeja con la merienda

-Ponla aquí Marilú, pero dime ¿qué es lo que detuvo a mi esposo?

-La señora Suou vino a verle-eso extraño al rubio que no se imaginaba que hacia ahí su abuela, siendo que había ido el día anterior a verlo, seguramente era algo con respecto a su hijo- se encuentra con ella en el despacho.

-Está bien puedes retirarte y muchas gracias- la sonrisa del rubio derritió a la sirvienta que abandono azorada la habitación. Tamaki decidió rápidamente que lo que la abuela Suou dijera tenía que saberlo, aunque Kyouya le asegurara que lo dicho por la anciana era mentira, no perdía nada con confirmarlo, deposito al niño en su cuna y salió sigilosamente del cuarto.

No le costó nada llegar al despacho, donde milagrosamente la puerta solo estaba entrecerrada, dentro las voces de Kyouya y su abuela discutían, se recargo en la puerta para escuchar mejor, segundos después deseo no haberlo hecho.

-Quiero decirte que admiro tu sangre fría Ootori kun, mira que hacerle eso al tonto de mi nieto.

-No entiendo a que se refiere

-Y dime mi adorado nieto ni siquiera sospecha nada y si alguien le dijera.

-El no tiene porque enterarse de nada.

-Así que cuando le quites al bebe será todo una sorpresa para él, te repito admiro tu capacidad ni yo lo hubiera hecho mejor, mira que quitarle la custodia con ese truco tan sucio y lo peor es que el mismo firmo los papeles, que obra maestra.

-¡No sé a qué se refiere con eso señora y le ruego que se retire!

-¡Te atreves a negar que le quitaste la custodia a mi nieto!, ¿lo niegas?-la anciana presionaba al pelinegro, había visto la sombra de Tamaki a contra luz, era su oportunidad de hacerle daño, uno del cual no creía que se recuperase y conociéndolo como lo conocía huiría y esa sería su oportunidad para tener a su bisnieto consigo.

Afuera el rubio sentía su corazón romperse en mil pedazos, no termino de escuchar la respuesta de Kyouya sabía que le mentiría a su abuela, debía asegurarse de la verdad, presuroso se encamino al despacho del segundo piso donde su esposo guardaba los papeles importantes.

Con premura y desespero revolvió entre las cosas, encontrando pronto el registro familiar de los Ootori, la última acta correspondía a René Hitomi Keiri Ootori, registrado a nombre de Kyouya Ootori, pero su nombre no estaba por ningún lado. Con las lágrimas desbordándose, se quedo un momento viendo hacia la nada, dolido por la traición que eso suponía.

Recordando los momentos vividos, las promesas hechas, los meses de ensueño que el pelinegro le había regalado, pero eran mentiras una burla más, un castigo por la estupidez de un engaño que nunca se llevo a cabo. El rubio ni se molesto en arreglar trato de salir lo más aprisa que podía, pero al salir casi tropezó tirando sin querer otra carpeta, lo que vio lo dejo sin aliento.

Eran unos folletos de una clínica de salud mental, pero no solo eso, había el registro de una inscripción, se dejo caer a un lado con manos temblorosas sostuvo el papel leyó con dificultad, la fecha de internamiento era en unos días, su nombre estaba en letras grandes así como el sexo y la edad, sintió hundir su alma en el más negro infierno, ese era el plan de Kyouya internarlo en esa clínica y así quitarle al bebé. Recordó las recientes remodelaciones en la mansión, además de las palabras que le dijera pronto te daré una sorpresa, esa era su sorpresa.

Aterrado por lo que pudiera pasar, el ojivioleta tomo una decisión huiría de la mansión, era preferible intentarlo a esperar ser internado en ese lugar del que estaba seguro Kyouya no lo dejaría salir jamás. Se obligo a limpiarse las lagrimas que brotaban sin control y a serenarse, después con toda la calma de la que fue capaz se interno en su cuarto, tomo una pequeña mochila donde metió dos cambias, su identificación y tarjetas de crédito, así como un poco de efectivo.

Disparado entro al cuarto de su hijo, guardo lo indispensable en la pañalera que tenía a mano, ropita para el bebe, su comida, pañales, toallitas húmedas, todo lo que se le ocurrió que podría necesitar. Tomo al bebé y cuando ya estaba en la puerta se regreso por el conejito de peluche que siempre acompañaba a su hijo.

Decir que no lo costo salir de la mansión era decir una gran mentira, las medidas de seguridad eran muchísimas, afortunadamente el tener visitas en la casa ayudo a que la seguridad se relajara, por lo que aprovecho cuando su abuela se retiraba para salir detrás de la limusina antes de que cerraran la verja. En sus prisas no se percato de que dos hombres empezaron a seguirlo casi inmediatamente de que se lanzo al caminito rural que le permitiría llegar a la ciudad.

No supo cómo pero logro llegar a la ciudad e internarse por un barrio muy concurrido, un lugar donde a leguas acudías a divertirte, pues a los lados de la calle los carteles de publicidad de los locales aturdían su visión. Mirando constantemente sobre su hombro, pudo percatarse de los dos hombres que le seguían, buscando eludirlos, disimuladamente, se interno en una avenida llena de gente tratando de alcanzar un lugar donde pasar la noche.

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Kyouya subió molesto la anciana era desesperante una loca que solo pensaba en el honor de la familia Suou. Hastiado llego a la habitación, esperaba encontrar a Tamaki esperándolo para cenar, lo mortificaba un poco que iba a decirle. La habitación estaba a oscuras, seguramente a su rubio esposo se le había ocurrido una idea algo pervertida que poner en práctica esa noche.

Emocionado por la perspectiva, se dijo que era mejor ver a su hijo primero antes de cualquier cosa, hacia tres días que no lo veía y lo extrañaba muchísimo, entro a la habitación despacito para no despertarlo, porque si lo hacía seguro Tamaki se enojaría y adiós planes para la noche. Se acerco a la cuna esperando ver la carita de su hijo, pero la encontró vacía.

Se alarmo un poco al ver que no estaba, busco en el baño pensando que se había ensuciado y lo cambiaban, pero estaba vacío. Empezó a llamar a su esposo, podía estar en cualquier lado de la casa, pero algo le daba mala espina.

-Marilú ¿has visto a mi esposo?-llamo a la primer sirvienta que se le atravesó- no sabes si bajo a la cocina.

-No Ootori sama, subí la bandeja como me indico y le avise a Tamaki sama que usted subiría en breve- lucia perpleja por la actitud de su patrón.

-¿Le dijiste que su abuela había venido?- un mal presentimiento se instalo en su corazón.

-Si Ootori sama, el señor me lo pregunto- no termino de decir esto cuando Kyouya se lanzo a su cuarto encontrándolo algo revuelto sobre todo la ropa del rubio, tampoco encontró sus tarjetas, asustándose aun mas y ya con un helada verdad gritándole acudió a su despacho. Lo que encontró al llegar ahí le confirmo sus terribles sospechas, Tamaki lo sabía y se había marchado.

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Sentía un sudor helado recorrerle, estaba muy asustado, no solo por la perspectiva de ir a dar a un manicomio, sino por lo que pudiera pasarle en este lugar y a estas horas de la noche. Llevaba caminando unas dos horas, al menos eso fue lo que comprobó al ver el reloj de un establecimiento. Las calles habían empezado a vaciarse y ni siquiera sabía dónde estaba, no conocía los lugares a los que iban los plebeyos, y su bebe empezaba a inquietarse, ¿dónde estaría la salida de ese lugar?, ¿donde habría un cajero?

Pronto fue de madrugada y los últimos fiesteros salieron de los locales, trato de acercarse a uno de ellos para pedir información, pero el sujeto se le insinuó así que prefirió alejarse. Se interno en un callejón, inconsciente del peligro, no sabía donde más dirigirse. Los hombres que lo estaban siguiendo y a los que momentáneamente eludiera lo localizaron momentos antes de entrar al callejón.

Sonriéndose entre ellos supusieron que la captura sería fácil, tenían orden de llevarse al bebe y llevar al rubio a la clínica, donde ya lo esperaban, aunque eso no quitaba que no pudieran divertirse un rato con él. Al fin al cabo el jefe nunca se enteraría de ese detalle, por lo que sabían no tenia ningún interés en saber lo que pudiera pasarle.

El lugar estaba lleno de vapores indeseables y basura, parecía interminable, esperaba no fuera una cerrada, un ruido lo puso en alerta, por el rabillo del ojo alcanzo a ver una sombra y corrió lo más rápido que sus pies se lo permitieron. Los hombres se lanzaron tras él, pero tuvieron que desistir cuando una patrulla paso delante de ellos, nuevamente el rubio se les perdió.

Agradeciendo a todas las deidades existentes, Tamaki dejo de correr al percatarse que no lo seguían, mirando a todos lados para reconocer donde estaba, pues en su carrera ni siquiera vio hacia donde se dirigía, vio un cajero automático y agradeciendo nuevamente, se metió dentro para sacar algo de dinero. Con suerte cogería un taxi al salir y podría ir al aeropuerto pues Kyouya lo encontraría si se quedaba en Japón.

-¡Maldita sea, no puede ser, no pudo hacerme esto!- golpeo el vidrio de la maquina, el ruido causo que su bebé despertara, trato de calmarlo y calmarse lo mejor que pudo. Con horror comprobó que sus tarjetas estaban bloqueadas, no podía utilizarlas. Ahora como le haría, saco el escaso efectivo que traía en la mochila. No le alcanzaba para nada, el bebe empezó a llorar seguramente producto del hambre, busco en su pañalera las cosas para prepararle su biberón, mientras pensaba que diantres iba a hacer, ¿cómo podía Kyouya hacerles esto?, ¿acaso no pensaba en su hijo?

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-Moshi moshi, ¿Kyouya? ¿Qué paso? cálmate, está dormido, ¿quieres hablar con él?, espera ya te lo paso.

-Mitsukuni despierta-movió a Honey, que seguía profundamente dormido- despierta te habla Kyouya- poco a poco el rubio se desperezo aun algo aturdido por ser despertado a mitad de la noche.

-Si Kyouya-un bostezo- ¿Qué pasa? ¿Cómo?-el sueño se le fue- ¿estás seguro? Bien voy para allá espérame.- se levanto para arreglarse, Mori lo seguía con la mirada en espera de que le contara que sucedía.

-¿Qué pasa Mitsukuni?

-Ese rubio tonto se fue-la expresión de Mori fue de asombro-se llevo al bebé, Kyouya es un idiota y tengo que ir a verlo, si quieres quédate ya es muy noche.

-Será mejor que te acompañe- y también empezó a alistarse, preguntándose que había pasado para que esto estuviera pasando, rogaba que Tamaki y su futuro ahijado estuvieran bien.

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Los primeros rayos del sol lo despertaron, Tamaki pensó que todo había sido una pesadilla, pero el peso de su bebe en los brazos y el cuchicheo de la gente lograron traerlo a la realidad. Lentamente abrió los ojos un policía le pedía explicaciones de porque estaba ahí, la lucidez le llego y supo que se había quedado dormido dentro del cajero, suspirando por la suerte de no ser hallado por esos hombres le explico brevemente al policía que se había perdido y que se iría inmediatamente.

Vago por las calles, todas le parecían deprimentes, calurosas llenas de desconocidos, tenia muchísima hambre y no sabía dónde ir, a quien acudir. Obviamente su abuela estaba descartada, es mas ni siquiera sabía donde vivía ahora, los gemelos no, mas cuando era odiado por Hikaru, solo quedaban Mori y Honey, pero aunque el pelinegro era su amigo sabia que quien mandaba era Honey, y el antiguo loli-shota era intimo de Kyouya, seguramente lo entregaría.

El bebé gorjeaba feliz-René, que envidia te tengo, no sabes en la que estamos metidos- lo termino de cambiar pronto anochecería, tenía que salir de ahí no creía que el vigilante le dejara pasar la noche en la banca de ese parque donde cayó por casualidad. Miro una vez más alrededor, siempre vigilante pendiente de esos hombres, que por fortuna no había vuelto a ver. El parque estaba solitario, la poca gente que había eran parejitas que se hacían arrumacos.

Cerca había algunas tiendas, intento comprar algo pero no le alcanzaba, que ironía pensó cuando el dependiente lo corrió de mala manera era millonario y ahora no tenía ni para pagarse una triste galleta, maldito fuera Kyouya. Resignado y en vista de lo avanzado de la noche se interno en el subterráneo que estaba cerca. Busco eludir a los guardias, pensó en quedarse en los cuartos de reparación de las estaciones, pero ni siquiera llego una mano lo sujeto con fuerza.

-Pero mira Yazu ¿a quien tenemos aquí?- Tamaki reconoció con horror al hombre como uno de los que lo seguían, era un hombre corpulento mal encarado vestido con traje negro, sonreía con mal contenida perversión y lo miraba lascivamente, le hablaba al otro hombre que era casi una copia de él.- ya nos estábamos hartando de buscarte lindura, nos has hecho trabajar mucho- lo arrastro a una zona menos concurrida, siempre sujetándolo por el brazo.

-Es cierto hermoso- atemorizado abrazando a su bebe lo mejor que podía notaba como el tipo se situaba del lado en que cargaba al bebe. Por fin llegaron a una zona vacía, lejos de miradas curiosas empujaron al rubio contra la pared-creo que nos debes una compensación ¿no crees?

Uno de ellos le arrebato al bebe que empezó a llorar, Tamaki desesperado se lanzo contra él, tratando de recuperarlo, pero un golpe en el estomago hizo que se encogiera, aun así trato de luchar, hasta que fue sostenido por el rostro donde el hombre le enterró las uñas.

-Tranquilo rubiales, no quiero lastimarte demás, sería una pena arruinar este hermoso rostro-lamio con descaro la mejilla el rubio solo hizo un gesto de asco, cuando el tipo empezó a besarlo dejando marcas en su cuello donde mordía con ferocidad, llenándolo de baba. Pronto metió la mano dentro de la ropa maltratando su suave piel. Desesperado el rubio solo podía ver a los lados tratando de localizar a alguien que pudiera ayudarle- no seas tonto dulzura nadie vendrá a rescatarte, es demasiado tarde.

-¿Por qué haces esto?-pregunto con voz trémula, tratando de ganar tiempo, sintiendo miedo de lo que seguramente pasaría, ese hombre tenía toda la intención de violarle y se llevaría a su bebe, que seguía llorando tal vez porque sentía el miedo y el peligro en el que estaban.-prometo dejarles hacer lo que quieran, pero regrésenme a mi hijo.

-Oh no dulzura, veras nuestro jefe, quiere al bebe por sobre todo, de hecho nos dijo que podíamos jugar contigo todo lo que quisiéramos- lo beso mientras pasaba la mano sobre sus pezones, que por la sorpresa se irguieron- ves apuesto a que te divertirás también, claro será por poco.

-¿Qué quieres decir?, ¿Quién es su jefe?-el rubio se resistió por lo que otro golpe le fue dado con la suficiente fuerza para quebrarle una costilla. Su miembro fue tomado con brusquedad, por lo que se defendió mordiendo al tipo que sin más se dejo ir sobre él a golpes.

-Sabes serás muy bello, pero eres una molestia no me extraña que el jefe te mande a esa clínica y al jefe tu lo conoces muy bien- tirado en el suelo Tamaki pensó en Kyouya, era el sin duda quien había mandado a esos esbirros, además lo había ofrecido para su diversión.- ¡calla ese maldito mocoso!- le dijo a su compañero-que no me deja disfrutar a gusto.

-Pues apúrate que después será mi turno- Tamaki aprovecho que esos dos estaban distraídos y empujo al tipo enfrente suyo lo que hizo que cayera a las vías, que se encontraban muy cerca, el otro por el asombro soltó al bebe, lo que aprovecho el rubio para tomarlo en el aire y salir corriendo jalando la pañalera que estaba tirada en el suelo.

Ni bien se dieron cuenta de lo sucedido corrieron tras él, que llegaba ya a la zona iluminada, uno de los sujetos lo empujo al piso, y empezó a lanzarle golpes y patadas, que el ojivioleta trataba de evitar para que no le dieran al niño, que lloraba más que antes. La espalda le dolía, mientras el otro tipo ya se acercaba prometiéndole que se iba a arrepentir de lo hecho.

-¡Suéltalo idiota o aquí te mueres!-los golpes se detuvieron, la voz le era familiar, un sonido empezó a llenar el lugar, la campaña del tren, era el ultimo que pasaba esa noche- ¡Tamaki muévete!, ¡rápido tenemos que subirnos!- se levanto con dificultad viendo de frente el tren que ya tenía las puertas abiertas, abordo siendo seguido por esa persona que no dejaba de apuntar a los esbirros, que no podían hacer nada por seguirlos, pues el bebe podría salir lastimado y ellos lo pagarían caro si eso pasaba.

Tamaki solo pudo echarse a llorar cuando el tren empezó a moverse, estaba demasiado impresionado por lo vivido, aliviado por haberse escapado sin más que golpes, temeroso de ver a la persona que le había ayudado y dolido a morir por lo que Kyouya le estaba haciendo.

-¿Estás bien?, ¿qué haces en un lugar como este?- sus ojos por fin se posaron en el dueño de la voz o dueña según se viera, llevaba un abrigo beige, debajo del cual se asomaba un vestido blanco, zapatillas de tacón alto rojas y un maquillaje impactante, en la pequeña bolsa guardaba la pistola con que momentos antes amenazara a los tipos. Tamaki lo reconoció enseguida, era un okama, pero uno que conocía, era quien menos podría imaginar….

Era el papa de Haruhi.
Notas finales: Espero les haya gustado y no se desesperen con el fic. Mil gracias por leer. Bye ah y se aprecian mucho sus comentarios ok.

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