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Mi hoguera de invierno por Xkanleox Ixquic

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Notas del capitulo:

este es el últimoooo'!!

muchas gracias a todos los que me han leído ^^

me siento muy feliz porque es el primero que termino

y voy a terminar el de beybladeee'!! (u.u eso espero... kaixbrooklyn, por si les interesa)

espero que este capi tenga la calidad de los otros ._.

disfruten'!

Cuando los caminos se volvieron a cruzar

Jüshiro no podía creer que tuviera a Byakuya frente a él queriendo hablar. Un momento, ¿por qué me emociono? Tal vez simplemente quiera tratar un asunto cualquiera… no de lo que me imagino. Sin duda alguna, Byakuya era el hombre más hermoso de la Sociedad de las Almas, y lo tenía ahí, frente a él. El capitán Kuchiki movió su cabeza, señalando el camino hacia su mansión.

-          Vamos a mi casa. – a Jüshiro se le quemó la piel con estas palabras. Asintió y ambos caminaron hacia allá. Como solía suceder, todo el mundo desapareció enseguida, y sólo eran ellos dos caminando hasta llegar al jardín donde se conocieron.

-          Mira, Jüshiro, parece que está por nevar. – le dijo, mirando al cielo. La llama que el capitán Ukitake creyó extinta dentro de sí pero tenía escondida, creció de golpe y lo consumió por dentro. Caminó hacia Byakuya, que había cerrado los ojos al suspirar, y lo tomó de la cintura por detrás.

-          Sí, eso parece. – le susurró al oído, rozando su lóbulo con sus labios. El hombre de cabellos de ébano dio un profundo suspiro, intentando controlar algo que no sabía qué era. Después, el instinto le ganó. Tomó con su mano derecha la muñeca que Jüshiro tenía sobre su cintura, y guió su mano a sus labios, besándola.

-          ¿Hace cuánto, Jüshiro? ¿Hace cuánto tiempo no te acercabas a mí de esta manera? – se volvió para mirarlo a los ojos, y acarició su cara apenas con dos dedos. – Todo terminó de manera tan extraña… cuando pude vernos, ya estábamos tan lejos y tan indiferentes que decidí seguir con mi camino. – el mayor le sonrió como hacía cien años no lo hacía.

-          Da igual el tiempo, Byakuya. Lo importante es que ahora estamos aquí. – y arrebató un beso de sus labios, estrechando su cintura. Byakuya se dejó besar, sabía que ya no era el mismo niño confundido e inocente, pero quería recordar. Sólo recordar, porque después se mostraría como el adulto que era.

-          Hoy les di asueto a casi todos mis sirvientes. Los demás están en la residencia. ¿Qué te parece si nos quedamos aquí un rato hasta que todos se vayan a descansar? – dijo, lamiéndose el labio superior con apenas la punta de la lengua.

-          Creo que es lo más conveniente. – Jüshiro quiso tomarlo de la cintura de nuevo, pero esta vez Byakuya no se lo permitió.

-          Ya no soy un niño, Jüshiro. – murmuró, estrechándolo él mismo. – Voy a mostrarte qué han hecho de mí tantos años. – lo besó con fuerza pero con una dulzura que Jüshiro no creía que el frío capitán Kuchiki tuviera.

Byakuya lo tomó salvajemente, lo recorrió por encima de la ropa, pero con una destreza que hacía que se sintiera demasiado bien. Después, sin desatar nada, metió la mano hasta llegar a los genitales del hombre de cabello blanco. Los masajeó suavemente, haciendo que éste diera gemidos fuertes.

Jüshiro reflexionó mientras gozaba, ya poco de su pequeño Byakuya era igual, todo había cambiado: sus manos, su rostro, su mirada, su cuerpo, sus caricias… lo que estaba seguro que estaba intacto era el sabor de sus labios y su manera de besar. Seguía siendo inocente y hermosa, espontánea y algo torpe pero exquisita. Y, sobre todo, lo seguía volviendo loco.

Eso le bastaba para saber que el alma de su hermoso Byakuya no había cambiado en su esencia.

Siguieron besándose, acariciándose y tocándose hasta estar cerca del camino que los conduciría a la demencia.

-          Ah… Byaku… mgh…ya, ya necesito… - susurró Jüshiro entre jadeos y gemidos. El capitán Kuchiki sonrió y acercó sus labios a su oído.

-          ¿Mucho? ¿Será que ahora aguanto demasiado, Shiro-chan? Espero que no te hayas quedado con la idea del Byakuya con tan poca experiencia que se venía casi de inmediato con cualquier caricia tuya. – su voz era tremendamente seductora. Sintió que se vendría nada más de oírla, pero resistió.

-          Byakuya… - su mirada era débil y deseosa. Estaba sediento de él y de su cuerpo. – Te lo suplico. – él lo cargó y pudo observar el cielo. Apenas se lograba ver por la luz tan tenue que había. Llegaron a la habitación de Byakuya.

-          Fue aquí, Jüshiro. Fue aquí donde hice el amor por primera vez. – dijo, bajándolo y desabrochando su ropa. Se desnudó lentamente frente al otro anonadado capitán. Sonrió. – Tu cara de tonto es aún más intensa ahora, ¿por qué será? – Jüshiro se sonrojó.

-          Porque eres el hombre más hermoso del universo. – dijo, estrechándolo. Lo besó y lamió de pies a cabeza, dejó al último su pene. Se sorprendió al ver que era más grande que el suyo, pero igual lo recorrió lentamente con su lengua, justo como había hecho la primera vez. Byakuya se recargó en la pared y gemía, pero ya no se arqueaba de sobremanera, sólo lo miraba con necesidad y acariciaba su cabello.

-          Suficiente, Jüshiro. – apartó su frente con sus dedos. Ukitake lo miró, confundido.

-          ¿Qué pasa? – se levantó y se percató también de que Byakuya lamía sus propios dedos intentando provocarlo con su mirada. Terminó de lamerlos y sonrió maliciosamente, tomando a Jüshiro de la cintura. Con la otra mano terminó de desnudarlo.

-          Ahora seré yo el que te haga temblar y enloquecer de placer. – dijo, metiendo dos dedos lentamente en el ano del otro capitán. Él no presentó indicios de dolor, así que metió el otro y verificó que estuviera lubricado.

-          Ah… Byakuya… tú… - el aludido ya lo estaba penetrando y lo miraba a los ojos. Jüshiro se perdió en aquél color gris de éstos, después en sus labios que seguían tan suaves y deliciosos como antes.

Se movió lentamente dentro de él, pero sólo un rato; después comenzó a tomar el ritmo de su necesidad y fue cuando Jüshiro se quejó. Gritaba “espera” o “Byakuya, basta por favor”, pero el otro no hacía caso. Simplemente no podía parar, se sentía tan bien estar dentro de él, que quería cobijarse con ese calor por siempre.

Para que fuera menos el dolor que sentía el amable, Byakuya masajeó sus genitales con suavidad pero con firmeza, hasta sentir algo húmedo y tibio recorrer su mano. Él continuó hasta terminar, aferrándose al mayor con fiereza.

-          Byakuya, todos han dicho siempre que eres despiadado… - musitó Jüshiro, después de una risilla.

-          Sí, lo sé. – salió de él y se recostó a su lado. – Debo serlo para que todo se mantenga en orden. ¿Pero a qué viene esto?

-          Nunca creí que también lo fueras en la cama. – él le sonrió con ternura y Byakuya lo besó, esta vez de la misma manera cándida, ya casi sin placer.

-          Te advertí que ya no era un niño. – Jüshiro acarició sus cabellos, desde su frente hasta la punta de éstos.

-          No, pero aún te quedan muchas cosas por aprender. No me vengas con eso, para mí siempre seguirás siendo mi pequeño Byakuya. – besó su frente – Además de que aún tengo que enseñarte un par de cosas que no has aprendido. Espero que eso no haya sido todo lo que puedes dar, capitán Kuchiki. – Byakuya puso cierta cara de preocupación.

-          ¿Eh?

-          Sí, sí, esto apenas comienza. Espero que recuerdes un poco todo lo que hacíamos… y lo que no porque me parecía muy pervertido para un niño de tu edad. – se acercó a él sensualmente.

-          Jüshiro…

-          Ven aquí, Byakuya. Todavía tenemos cosas por hacer.

Y toda la noche estuvo empapada de amor hasta el amanecer y hasta los miles de amaneceres siguientes.

FIN

Notas finales:

hmm... qué les pareció'?

ya sé, ya sé, un típico final rosa feliz...

...pero así me gustan'!! je, bueno, espero que a ustedes les haya gustado también...

...porque a fin de cuentas ustedes también son parte de mi razón de escribir yaoi ^^

gracias por leerme hasta el final, nos veremos pronto en otro fanfic'!! :D


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