Habían pasado un par de días desde que se suponía que el hechizo había entrado en vigor y aunque había signos por la escuela de gente que ya había sido víctima de sus efectos ya fuera por lo avergonzados que se les veía o por lo felices que estaban.
Pero el trío dorado tan bien conocido en el colegio aún no habían tenido su experiencia con dicho hechizo aunque estaban ligeramente en tensión y sabía que eso se debía seguramente a que aún no habían podido estar a solas aunque en el fondo tampoco parecían querer estarlo. Con el lío de los primeros días siempre tenían a alguien alrededor y si no estaban como mínimo los tres juntos, Hermione se había quedado un momento a solas y no había pasado nada así que sabía que su hechizo se activaría con alguien lo que le ponía cada vez más nerviosa aunque intentara disimularlo. Ron también estaba algo temeroso de lo que pudiera ocurrirle pero a Harry, que no se le podía ocurrir que deseo tenía él por cumplir, se mostraba bastante más tranquilo que sus dos amigos.
El tercer día se encontraban los tres amigos sentados en el gran comedor que estaba más lleno de gente de lo habitual, gente que no estaba muy seguro de que sus deseos más ocultos salieran a la luz. Ron y Harry estaban echando como de costumbre una partida al ajedrez mágico y Hermione a su lado simplemente mirando como ambos chicos jugaban.
De repente la lechuza y algo mayor de la familia Weasley apareció cayendo justo encima del tablero tirando todas las piezas. Ron y Harry se cogieron molestos pero la lechuza le entregó al segundo una pequeña nota. Era de Ginny que le decía que le esperaba junto al lago. El moreno suspiró resignado y despidiéndose de sus amigos salió del Gran comedor dirgiéndose a la salida.
En uno de los pasillos donde estaba caminando solo Harry apareció por el otro lado Draco. El moreno iba a saludarle animadamente pero recordó su despreció del primer día y dolido por aquello bajó la mirada no queriendo cruzárselo siquiera.
Pero el rubio en vez de esquivarle se paró justo delante suya no dejándole pasar e hizo amago de decir algo, pero justo apareció por detrás de Harry uno de los profesores y Draco mirándole cerró su boca con fuerza y se marchó.
Harry le miró extrañado, pero supuso que el rubio estaba dispuesto a decirle alguna barbaridad de las suyas cuando había aparecido ese profesor y que para no armar bronca delante suya se había marchado sin más. Convencido de que debía de ser algo así siguió caminando sin darle mayor importancia.
Una vez fuera del castillo Harry se dirigó con paso rápido hacia el lago donde le esperaba la que era su novia desde el curso pasado.
Cuando estaba ya a menos de un metro de ella y tras darse cuenta de que estaban solos Harry abrió la boca para saludarla en vez de su previsto “hola” el moreno dijo de forma algo atropellada:
-Lo siento Ginny pero solo te veo como una amiga y quiero romper contigo.-
La pelirroja le miró sorprendida pero no más como lo estaba Harry que se llevó extrañado la mano a la boca. ¿Por qué acababa de decir eso? No se lo explicaba. Pero Ginny sí y la chica empezó a llorar de forma silenciosa.
-Vaya… así que ese era tu deseo oculto… el mío era… que me pidieras que me casara contigo e iba a pedírtelo yo por efecto del hechizo pero veo que la respuesta es no.-
Tras decir esto la pelirroja echó a correr alejándose del chico que aún no acababa de entender lo que había pasado. Se puso a pensar…
Su relación con Ginny no había empezado con una declaración debidamente sino que un día la pelirroja le había besado y él le había medio correspondido, a partir de ese día fue cuando empezaron su relación de novios; pero ahora que el moreno se paraba a pensar nunca había querido a Ginny de esa forma ni siquiera se había sentido atraído físicamente por ella. Muchas veces Harry se había sentido como uno más en la familia Weasley y hacia Ginny tenía el cariño que se podría tener hacia una hermana pero… nada más. Simplemente salió con ella por que no quería herirla.
Ahora el moreno lo comprendía todo y se dio un golpecito seco en la frente recriminándose a si mismo y llamándose idiota por lo bajo.
Por su parte el hechizo regalo de Dumbledor solo le había traído sufrimiento a una persona querida para él. Alzó la mirada la cielo molesto y susurró:
- Menudo regalito director…-
Con un suspiro de resignación decidió que era hora de ir al castillo, y además tenía ganas de hablar con su amiga Hermione sobre esto aunque a Ron no tenía demasiadas ganas de verle ahora mismo.
Iba caminando por los pasillos cuando empezó a oír unas voces en la otra esquina que enseguida reconoció como las de sus amigos. Se asomó levemente y les vio a ambos bastante sonrojados al parecer se habían quedado a solas y Hermione roja como un tomate dijo también de forma atropellada:
-Me gustas Ron desde que éramos niños.-
Aún más roja todavía si era posible se llevó la mano extrañada a la boca y Ron, que empezaba a adquirir el mismo tono de piel como de su cabello se acercó con paso seguro hacia la chica a pesar de sus nervios y tomándola suavemente por el rostro comenzó a besarla.
El moreno se alejó de aquella esquina, sin duda era mejor dejar a sus amigos solos aunque sin duda se debía al hechizo.
“Por lo menos ha traído alegría a esos dos”
Pensó algo más animado el moreno. Caminando tranquilamente se dio cuenta de que estaba acercándose a la sala de los menesteres. Pensó que sería buena idea meterse, de todas formas el hechizo ya había hecho efecto en él y no le pasaría nada quedándose solo además de que en parte necesitaba estarlo.
Justo cuando llegó encima de la puerta secreta el moreno vio aparecer por el otro lado del pasillo un rostro muy conocido, a Draco
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