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Fragmentos del corazón por PrincessofDark

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Notas del capitulo: Hola, soy una amiga de Jazz que vengo a subir el capítulo del fic que tiene pendiente.
Les pide disculpas por la demora, pero como les puso en otro capítulo está pasando un mal momento personal y familiar... seguro que cuando esté mejor de ánimos contestará sus reviews. Esa parte si no me corresponde a mí... yo sé que ella los lee siempre y los contesta a todos.
Ahora les dejo esto que aunque no es muy largo es algo... espero que en el próximo capítulo ya sea ella la que lo traiga.
Saludos

MarieSerena.
Los días que siguieron a esa boda fueron tan perfectos como los anteriores, condimentados con besos a todas horas, caricias anhelantes y demostraciones de amor constantes.
Fue casi tres meses después de eso que Hades recibió de manos de una sirena de Poseidón la invitación a una fiesta en el Templo Marino.
-Ve – murmuró el menor leyendo la invitación que no lo incluía.
-No. No me interesa y no tengo ganas de dejarte.
-Sería descortés que no fueras. Es el cumpleaños de Poseidón y debes ir – comentó con suavidad Shun.
-No me importa ser descortés. Si le avisara que me casé contigo podría llevarte.
-¿En serio quieres cruzarme con los generales marinos? Recuerda que yo peleé con ellos – sonrió el más joven.
-Que se atrevan a intentar lastimarte – la voz fue lo suficientemente letal para hacer sonreír de nuevo a Shun.
-Anda… ve. Además sé que también irán Saori y los demás.
-¿Aún no quieres verlos?
Shun negó con la cabeza, era difícil transmitir con palabras el porqué de no querer cruzarse con sus antiguos compañeros de armas ni con Saori. Lo que más temía era cruzarse con Ikki y ablandarse y perdonar lo que le había hecho. Hyoga no le importaba, ya no, era un dolor cerrado en su corazón, pero sí le dolía la traición de Ikki tanto como el primer día.
-No. No quiero verlos. Pero tú sí debes ir para que el equilibrio y la paz se mantengan. No seas terco – Shun besó los labios de su esposo intensamente y el mayor lo atrajo de la cintura para disminuir las distancias.
-Si me vas a convencer así podemos seguir hasta mañana, pasado o el mes que viene.
Shun rompió a reír y no tardó en corresponder las caricias y los besos del mayor que terminó partiendo al día siguiente rumbo a la dichosa fiestecita de cumpleaños.
Shun lo despidió con un beso y se dedicó a cumplir sus actividades por la mañana, con un gesto particularmente cansado y pálido. Ese gesto preocupó a más de un espectro que insistieron en avisarle a Hades, en especial Radamanthis.
-Su alteza, permítanos avisarle al señor Hades – insistió por enésima vez Radamanthis.
-Me encuentro bien, un poco mareado nada más. En un rato iré a recostarme a la habitación – fueron las palabras de Shun para calmar a su insistente primer juez.
-Vaya ahora y yo le llevaré la cena a la habitación.
-De ninguna manera – Shun se levantó del sillón de la sala principal para dirigirse al comedor pero todo se tornó negro ante sus ojos y no tardó en desmayarse ante los aterrorizados ojos de Radamanthis.
El primer juez lo atrapó antes que su cabeza llegara al piso y lo subió a la recámara en menos de un minuto, haciendo llamar al médico a gritos.
-Hay que avisarle a Hades – fueron las palabras de Minos.
-Yo iré – Aiacos desapareció abriendo un portal bajo sus pies.
Hades por su parte estaba aburrido y sin saber en que ocuparse. Poseidón lo había recibido con una corte de generales marinos y de sirenas, las cuales había ofrecido a su hermano por si quería entretenerse. Sin embargo, Hades pensaba en un par de ojos esmeraldas que no tenían comparación alguna con los ojos de esas sirenas. Su Shun, tan dulce y tan bueno, perfecto en todos los sentidos, ni la más bella sirena podía pisarle los talones ante sus ojos.
En la fiesta de cumpleaños se había cruzado con Saori y algunos caballeros, entre los cuales no se encontraban los de bronce. Se sintió satisfecho por eso, ya que no quería cruzarse con los caballeros del Cisne y del Fénix. Interiormente ya había tomado la decisión de tomar revancha en nombre de su bello príncipe, y también de burlarse del Cisne, porque por su estupidez había perdido a Shun y él se lo había ganado para siempre. Sin embargo, una lección frente a todo el templo marino no era su idea de venganza.
Por eso los había saludado con cortesía pero con cierta lejanía, no dando pie a que Saori se acercara a él para conversar más que las palabras de saludo. Después se había sentado en un sillón para disfrutar de una copa de vino blanco.
Cuando frente a sus ojos y los de todos apareció Aiacos se puso inmediatamente alerta. El juez haciendo una reverencia se acercó a los oídos de su señor.
-Su alteza está enfermo. Asclepios está con él ahora.
A Hades le bastó la palabra enfermo para ponerse de pie de un salto y luego de murmurar algo acerca de problemas desapareció con su juez por otro portal ante la atónita mirada de todos los invitados.
Cuando Hades llegó a Giudecca entró sin siquiera llamar a su recámara y se encontró a Shun solo y apenas despierto. El joven le pareció muy pálido y débil lo que lo alarmó.
-¡Shun! ¿Estás bien? – preguntó con un tono de voz que por primera vez Shun identificó como preocupación.
El menor asintió suavemente y Hades se acercó a él besando su frente para saber si tenía fiebre.
-No tengo fiebre – murmuró Shun con una sonrisa.
-Aiacos dijo que estabas enfermo – dijo el mayor aún preocupado.
-No estoy enfermo – Shun volvió a sonreír y besó los labios de su consorte para demostrárselo.
-Entonces… - Hades estaba desconcertado.
Shun tomó una de las manos de su consorte y la llevó a su vientre con sus ojos lanzando mil destellos.
-¿Lo sientes?
Hades demoró apenas un instante en sentirlo y sin decir palabras lo abrazó con fuerza para después besarlo dulce y suavemente.
-Te amo… te amo tanto – murmuró el mayor satisfecho de tanta felicidad.
-Según Asclepios llevo un poco más de un mes – informó el menor con una sonrisa.
-Así que tenemos tiempo de sobra para preparar una bella habitación con todo lo que tú quieras para nuestro bebé.
-¿En serio?
-Claro que sí. Podríamos subir a la Tierra y comprar todo lo necesario.
-Sería peligroso – comentó el menor sabiendo que subir a la Tierra y ser descubiertos supondría la ruptura del equilibrio entre los tres reinos.
-Le avisaría a Atena de que subiría a comprar algunas cosas. No se atrevería a atacarme si le aviso.
-De acuerdo – Shun sonrió y reprimió un bostezo.
-Anda, duerme – Hades besó los labios del menor y vigiló su sueño hasta que lo notó tranquilo.
Radamanthis se acercó a él apenas lo vio atravesar la puerta de la habitación, expectante, ya que Asclepios no había comentado nada de los resultados de la visita que le había hecho a Shun.
-¿Su alteza está bien, mi señor? Disculpe mi atrevimiento por preguntarle.
-Descuida, Radamanthis. Shun estará bien. Hoy celebraremos. ¡El inframundo tendrá un heredero dentro de un tiempo!
* * *
Shun contempló por enésima vez la habitación que había hecho arreglar en Giudecca. En realidad no era una sola sino dos habitaciones porque no sabían el sexo del bebé y querían mantenerlo en secreto.
En la que se encontraba ahora era la habitación de un niño. Pintada en un bello tono celeste aunque el embaldosado de los pisos era negro y no habían querido cambiarlo. La cuna de madera era de caoba maciza, tallada con arabescos.
Todo el mobiliario era acorde, caoba tallada con arabescos y con el color de la madera a la vista, sólo barnizado.
La alcoba pintada de rosa era similar aunque todos los muebles habían sido pintados de blanco. Hades había accedido a que las habitaciones fueran luminosas, cálidas, las más bellas de todas las que había en Giudecca. Dignas de ser ocupadas por un príncipe o una princesa.
Los meses se le habían pasado volando desde que se había enterado de su estado. Y si bien había tenido las típicas crisis en donde se veía horrible y gordo, había creído las palabras de su esposo.
Porque para Hades, su lindo príncipe estaba más bello que nunca, con su embarazo a término. Los rasgos de su rostro habían tomado un toque de serenidad y aunque su cuerpo había aumentado de peso, se veía tan radiante como el día en que lo había besado por primera vez.
-Ya falta poco – murmuró el más joven acariciando su vientre y abandonando la habitación.
Fue esa noche que Shun despertó con grandes dolores y Hades había llamado enseguida a Asclepios para que lo atendiera. Permaneció fuera de la habitación hasta que la puerta se abrió y el médico dio unos pasos con rostro de satisfacción.
-Mellizos, mi señor. Un niño y una niña. Su alteza está muy cansado pero bien.
Hades sonrió ampliamente y abrazó al médico antes de entrar a la habitación para ver a las tres bellas criaturas. Shun casi dormido pero sin dejar de mirar a sus dos pequeños bebés que dormían apaciblemente.
Se dejó caer en la cama y besó con adoración la mano de su príncipe y luego sus labios, en un beso breve y amante.
-Son hermosos, amor. ¿Estás bien?
-Sí. Quiero dormir… pero… antes… tenemos que ponerles nombres. ¿Verdad?
-Así es.
-Alexander… me gusta e… Isis…
-Entonces se llamarán así… ahora descansa, quiero que te pongas bien pronto.
* * *
Hyoga e Ikki habían vuelto a partir después del cumpleaños de Shun y habían regresado inútilmente para las fiestas. En navidad el regalo de Shun estuvo debajo del árbol, como si todos supieran que las fiestas las iba a pasar con su familia. Pero no, el regalo de Shun ahora estaba en su cuarto, que Tatsumi se encargaba de limpiar y revisar por si faltaba alguna cosa, con la esperanza de pensar aunque sea que a escondidas él iba a la mansión.
Y después de las fiestas, Saori los había invitado a quedarse de nuevo, diciendo que era inútil buscar a alguien que no quería ser encontrado. Despejó sus inquietudes de que algo le hubiera pasado a Shun porque la armadura de Andrómeda seguía reconociéndolo como su dueño, señal de que el joven estaba vivo y bien en alguna parte.
Y habían aceptado para caer en una rutina a veces tensa, porque el rencor del Fénix hacia Hyoga no había desaparecido ni mucho menos y cada día sin Shun se lo recordaba.
Cuando ya los meses se habían vuelto más de un año y cuando finalmente se cumplieron dos de la partida de Shun, Saori había reunido a los caballeros de bronce y los había llevado al Santuario.
-¿Qué sucede, Saori? – preguntó Mu cuando todos estaban frente a la diosa.
-Una nueva guerra está por comenzar – respondió Saori con voz preocupada, contagiando su preocupación a todos los presentes.

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