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Fragmentos del corazón por PrincessofDark

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Notas del capitulo: Les agradezco muchísimo todos sus comentarios y de corazón les agradezco a todos los que me dejaron sus buenas ondas, sus ánimos y sus mejores deseos para que mis problemas familiares pasaran.
Ya estoy de regreso, prometiendo actualizar más seguido ahora que estoy mejor de ánimos.
Este capítulo va dedicado a una persona muy querida, a la que siempre llevaré en el corazón y a la que nunca olvidaré por todo lo que me enseñó y a la que perdí hace poco.
¡¡SALUDOS!! NOS LEEMOS PRONTO
-Una nueva guerra está por comenzar – respondió Saori con voz preocupada, contagiando su preocupación a todos los presentes.
-¿Qué quieres decir con eso? – preguntó Mu después de un momento de pausa.
-Un equipo de la Fundación estuvo excavando en una zona desértica de Macedonia y encontraron unos pergaminos en griego antiguo en donde hacía referencia a una vieja predicción. Según los expertos que lo tradujeron, es un texto de la mitología griega que dice que tras las batallas contra Poseidón y Hades comenzará una nueva guerra santa liderada por los dioses de las sombras y la venganza.
-Las batallas contra Poseidón y Hades ya finalizaron – murmuró Shiryu.
-Y la alineación planetaria que menciona el texto casi en el final se producirá dentro de cuatro meses. En esa fecha los nueve planetas se alinearan y se producirá un eclipse que cubrirá por entero la tierra por unos minutos. En ese momento la venganza y las sombras se levantarán para destruir por completo la Tierra – continuó con preocupación Saori.
-¿Qué es lo que podemos hacer? – preguntó Hyoga.
-Lo primero que haremos será buscar aliados. Necesitamos el apoyo de Poseidón y de Hades para poder hacer frente a los nuevos enemigos – dijo Saori.
-¡No somos inútiles! – rugió Aioria de Leo.
-No digo que lo sean, sino que son varios dioses los que se levantarán y por eso debemos ser varios dioses los que combatamos en la batalla final – respondió Saori.
-¿Crees que accederán? – preguntó Shaka, con su voz serena e inmutable.
-Ya hablé con Poseidón, él está de acuerdo en establecer una alianza siempre que Hades también la acepte. Pero lo difícil será convencer a Hades…
-¿Por qué? Crees que aún esté resentido por su derrota – preguntó Milo.
-No sólo por eso, sino porque Hades a lo largo de la historia se ha inclinado por la neutralidad cuando no está involucrado en la guerra como enemigo. Será muy difícil convencerlo de aceptar, y seguramente nos pedirá algo a cambio si lo hace.
-¿Qué nos puede pedir? – inquirió Aioria.
-No lo sé, pero algo nos pedirá.
-¿Cómo nos pondremos en contacto con él? – preguntó Shaka.
-Bajaremos al Inframundo y pediremos que nos reciba en Giudecca – informó Atena – y lo haremos lo más pronto posible ya que no podemos perder tiempo en organizar nuestras tropas, entrenar, etc. Si Hades acepta el apoyo de los espectros será fundamental, si no lo hace, tendremos que basarnos sólo en las tropas de Poseidón y las nuestras.
-¿Cuándo lo haremos? – preguntó Mu.
-De ser posible antes de que termine la semana – informó la diosa.
Finalmente, comenzaron el descenso el sábado por la mañana, utilizando el cuarto templo del Santuario para descender. Fue un descenso difícil y sumamente arduo hasta alcanzar la inmensidad del Aqueronte.
Sobre las aguas, tan turbias y opacas como siempre se mecía la barca de Caronte que no tardó en llegar a ellos.
-¿Qué hacen aquí? – preguntó directamente.
Fue Saori la que se adelantó para hablar y lo hizo con su voz modulada y calma.
-Queremos hablar con Hades, iremos a Giudecca.
-Debo permitirles el paso en consideración a la neutralidad que existe. Pero les advierto, que al primer ataque que se produzca en el trayecto los jueces se encargarán de eliminarlos o de regresarlos al Santuario, con excepción de la diosa Atena.
Saori asintió y Caronte permitió el acceso a la barca de algunos caballeros y de ella para conducirlos a la otra orilla. Dos viajes más permitieron a todos los caballeros pasar al otro lado del río y continuar con su camino ante la atenta mirada de los distintos espectros.
El camino les pareció tan largo como el descenso y cuando frente a ellos se irguió el impresionante castillo de Giudecca con su aspecto amenazante de siempre todos se sintieron relativamente aliviados. En las puertas se encontraba Minos, parado firmemente y contemplando los alrededores con aire distraído pero que todos sabían que estaba alerta al menor movimiento.
Así que fue Minos el que se acercó a ellos con agilidad hasta pararse frente a ellos. Su voz se alzó respetuosa ante Saori.
-Princesa Saori… ¿a qué debemos su visita?
Saori esbozó una sonrisa antes de responder y calmó con un gesto a sus atropellados caballeros que parecían muy ansiosos.
-Deseo hablar con Hades, Minos.
El gesto de Minos fue de contrariedad pero enseguida recobró su aplomo.
-El señor Hades no se encuentra en Giudecca.
-¿Nadie puede recibirme? Es urgente poder hablar con él o con su representante.
-Preguntaré en el palacio, señorita. Por favor, aguarden aquí.
* * *
Shun emitió un hondo gemido de placer a medida que los labios de su consorte se deslizaban humedeciendo su cuello y su pecho desnudo hasta descender aún más por su cuerpo. Hades sonrió al notar las manos de su consorte descender y caer sobre la cama, rendidas al predominio del mayor.
-Eres perfecto – jadeó en sus oídos, sin cansarse de repetirlo nunca. Shun era tan exquisito como la primera vez que lo había tomado y noche tras noche se encargaba de hacérselo saber.
-Te amo – gimió Shun entreabriendo sus labios para tomar aire entre tanto calor que su cuerpo sentía.
-Lo sé… - murmuró Hades mientras se introducía suavemente en el cuerpo de su consorte con un hondo gemido de satisfacción – porque yo también te amo – respondió después de un momento.
Cuando los dos ya descansaban abrazados, fue que Shun preguntó con voz suave, para no romper el encanto de ese momento.
-¿Será por muchos días? Quiero decir lo del viaje… - su tono reflejó cierta preocupación.
Hades le regaló un beso antes de responder con otro susurro.
-Un par de días como mucho. Es necesario que controle el Tártaro para que los titanes no se escapen. Pero todo estará tranquilo, amor. Aunque si quieres puedo dejarte a Radamanthis, por cualquier cosa.
-No. No es necesario. Sólo quería saber si serían muchos días.
-¿Me extrañarás? – preguntó con picardía el mayor.
Shun se ruborizó y asintió para posteriormente levantarse y colocarse una bata en un gesto un poco abrupto.
-¿A dónde vas? – preguntó el mayor contemplándolo con interés.
-A ver a Isis y Alexander – contestó Shun desapareciendo por una puerta con su bella sonrisa.
Hades se dejó caer entre las almohadas para esperar a su pequeño príncipe. Shun siempre hacía lo mismo, levantarse para vigilar el sueño de sus pequeños soles. Isis estaba bellísima casi al cumplir al año, muy parecida a Shun con sus cabellos verdes y tez pálida, pero las dos gemas azules de sus ojos eran idénticas a las de Hades. Osiris por el contrario tenía los ojos de Shun, esos ojos verdes tan brillantes como joyas y los cabellos de color negro como los de Hades, al igual que el tono de tez. Sus caracteres eran muy similares, alegres, simpáticos, y se auguraba que serían muy traviesos cuando fueran un poco más grandes.
-¿Cómo están? – preguntó Hades al verlo volver después de un rato.
-Duermen – Shun se desató la bata frente al mayor, mirándolo con cierta picardía que le encantaba a Hades y se dejó caer encima de él con una sonrisa dándole un beso. Hades lo respondió intensamente, complacido por esa audacia que el menor le demostraba raramente.
-¿Quieres que te extrañe, verdad? – preguntó el mayor con un suspiro.
-Sí… - Shun retiró lentamente las sábanas y su boca abandonó la del mayor para ir descendiendo.
Cuando al amanecer Hades aprontó todo para realizar el viaje junto a Radamanthis, Shun lo despidió con un beso suave y el mayor al romper el mismo comentó en voz alta.
-Dejo todo en tus manos, pequeño. Lo que tu órdenes será obedecido y yo estaré de acuerdo en todo.
* * *
Shun estaba en la biblioteca dedicándose a la lectura cuando Minos entró a la misma con cierta prisa. El príncipe quería distraerse un poco y por eso se dedicaba a leer con bastante interés.
-Su alteza, Atena, los caballeros de oro y los de bronce están en las puertas de Giudecca. Quieren hablar con el señor Hades.
Shun se sorprendió profundamente ante esto y dejó caer su libro al piso hasta que el sonido del golpe lo volvió a la realidad.
-¿Qué les dijiste?
-Que no se encontraba. Pero insisten en hablar con Radamanthis, pensando que es él el que está a cargo.
Shun se puso pesadamente de pie, sabiendo que debería después de dos años enfrentarlos porque era él quien se encargaba del inframundo.
-Hazlos pasar aquí, Minos. Pídeles que esperen para que yo hable con ellos pero no digas quien los va a atender.
-Enseguida, alteza.
Minos desapareció para cumplir la orden dada por Shun y éste después de un momento abandonó la estancia con aire profundamente reflexivo.
Saori vio regresar a Minos y contuvo la impaciencia de alguno de sus caballeros con un gesto firme.
-Adelante, puedan pasar a Giudecca. Los conduciré a la biblioteca, serán atendidos allí en un rato.
Saori avanzó en primer lugar siguiendo a Minos y luego de una caminata un poco extensa, las puertas de la biblioteca se abrieron para recibirlos. Saori contempló sorprendida el enorme caudal de libros que había allí y la amplitud del lugar que permitió a sus caballeros sentarse cómodamente entre los sillones y los sofás. Ella por su parte permaneció de pie, esperando con cierta impaciencia.
-Radamanthis se hace rogar – murmuró un bastante cansado Ikki pese a que no habían esperado más que unos minutos.
-Se da bastantes aires de grandeza… - rió Seiya – aunque sea un juez al fin de cuentas es un espectro también.
-Por favor, esperemos con calma – intervino Shiryu.
-¡Pues que se apure! – exclamó Saga.
La puerta se abrió después de esa exclamación pero no fue la figura de Radamanthis la que apareció frente a ellos, sino una mucho más delicada y frágil, una figura que los hizo contener el aliento y una profunda exclamación de asombro.
Shun abrió la puerta y avanzó con la firmeza que había adquirido en esos últimos dos años, vestido con una riquísima túnica verde oscuro, con una faja bordada de esmeraldas y larga hasta el piso. La túnica dejaba al descubierto sus pálidos brazos, en uno de los cuales se veía un brazalete de oro macizo.
Los cabellos, perfectamente peinados estaban coronados por una riquísima corona de diamantes que realzaban su aspecto elegante y enmarcaban el bellísimo rostro, cuyos ojos brillaban con un aire sereno y firme a la vez.
Hyoga sintió que el piso se rasgaba sobre sus pies, Shun estaba frente a él, Shun tan bello como lo recordaba, Shun que no se había dignado a mirarlo aún. Ikki por su parte contempló con rostro desencajado a su hermano, sin poder creer todavía que después de tanto tiempo lo tuviera frente a sí. Sin embargo, no fueron sus voces las primeras en sentirse sino la de un más que sorprendido Milo.
-¡Andrómeda! ¡Tú!
Shun posó sus esmeraldas radiantes en los ojos de Milo pero no sonrió, se limitó a escuchar la voz de Saori, tan sorprendida como la del dorado.
-¿Shun? ¡Aquí! Tú… estás aquí…
-¿Qué demonios estás haciendo aquí? – la voz furiosa fue la de Ikki, una vez repuesto de la sorpresa. Avanzó sin dudar para sujetar el brazo de Shun pero antes de siquiera rozarlo su mano comenzó a sangrar producto de un corte bastante profundo.
-La próxima vez que intentes ponerme una mano encima será tu cabeza la que terminará cortada – la voz de Shun fue extremadamente fría – Tienes prohibido dirigirme la palabra, caballero del Fénix, al igual que el Cisne.
Los demás se paralizaron al escuchar sus palabras, en especial Shiryu y Seiya, que veían los ojos de Shun e intentaban buscar en ellos un atisbo de aquel joven de un par de años atrás.
-Hades se encuentra en el Tártaro y tardará unos días en regresar. Pueden esperarlo aquí si lo desean, ya le dije a Lune que les preparara habitaciones suficientes para quedarse – la voz fue menos fría que antes, pero estableciendo un muro entre el joven y los demás.
Saori fue la que contestó, más repuesta que los demás de la sorpresa.
-Nos quedaremos entonces si no es molestia. Shun… ¿por qué nos recibes tú? Creí que Radamanthis.
Shun esbozó por primera vez una sonrisa, antes de responder.
-Porque es lo que corresponde. Yo soy el príncipe del Inframundo, y en ausencia de Hades soy quien gobierna el averno – con esta respuesta el joven abandonó la habitación.

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