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Pacto con el diablo por himurita

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Capítulo XVIII

Lo que es inevitable… esclavo eterno

 

Varias gotas de color escarlata caían de manera abundante manchando los dos cuerpos que permanecían abrazados, ninguno se apartaba ni un poco del otro, los ojos violetas que habían permanecido cerrados se abrieron dejando ver confusión en ellos, bañados todavía por las lágrimas y envueltos en tristeza pura, los ojos escarlata reflejaban un sentimiento similar, confusión, tristeza y aquella extraña maldad que no desaparecía.

 

Kaname movió hacia atrás el arma que sostenía entre sus manos, ahora manchada de sangre, tanto de sangre de Zero como de la suya propia, la alejó del cuerpo del peliblanco que gracias a su fuerza estaba intacto, pues si aquella arma hubiera seguido el camino que tenía seguramente el cuerpo del peliblanco yacería inerte y sin vida, pero cuando vio las intenciones de éste, sujetó con fuerza el arma hasta el punto de hacer sangrar sus manos al tomarla por la parte de la cuchilla, el mismo caso era para Zero pues con la fuerza que intentó empujarla hacia él y con la fuerza que Kaname la había jalado de vuelta le provocaron serias heridas en las manos.

 

Una vez que el arma fue tirada lejos, Kaname sacudió la cabeza como si intentará deshacerse de algo, como si algo de lucidez le hubiera llegado y quisiera eliminar lo que fuera que le hacía actuar de aquella manera. Zero mantenía la pequeña esperanza de que así fuera, mirando atentamente al otro sin dejar de abrazarlo, esperando transmitirle algo de cariño o algo que le hiciera volver a ser el de antes.

 

-Z..Zero…-pronunció casi en un susurro Kaname, llevando sus manos a la cabeza, la cual parecía dolerle demasiado, de manera casi insoportable, luego de unos segundos pareció calmarse, normalizando un poco su respiración mientras apartaba las manos de su rostro que se había manchado con la sangre, dándole un aspecto todavía más aterrador.

 

Sus ojos cambiaban entre el color normal y el escarlata y su expresión de la tranquila y amable a la macabra y sádica de ahora, de pronto sujetó a Zero del cuello con algo de violencia y se levantó sin dejar de sujetarle, para en seguida arrojarlo hacia atrás con mucha fuerza, como intentando alejarlo, sin percatarse de que  con una fuerza semejante ir a parar contra una pared lo lastimaría bastante, pero afortunadamente Shiki apareció a tiempo para sujetar a Zero, al cual le colocó algo encima para cubrirlo un poco. Podía ver claramente el mal estado de su amigo, tanto física como emocionalmente y no era para menos, después de aquella agresión de a persona que él más quería…

 

-Vayanse!!-gritó Kaname de manera casi espectral, logrando que su voz hiciera eco en todo aquel lugar. Por su puesto Shiki no perdió tiempo y tomó a Zero del brazo intentando alejarse, pero éste se negaba a irse, al parecer no quería dejar ahí a Kaname y marcharse.

 

-Zero no puedes hacer nada, debemos irnos por ahora-insistió sin soltarle en ningún momento para que no fuera a escaparse.

 

-Pero… no puedo! No puedo dejarlo así!-más lágrimas inundaban los ojos violetas, que ahora aparte de tristeza mostraban frustración y desesperación de no poder hacer nada, mientras intentaba safarse del agarre de Shiki por todos los medios posibles.

 

-Escúchame Zero!-el pelirrojo levantó la voz, cosa que Zero jamás había escuchado antes, así que se calmó un poco, quedándose casi inmóvil mientras escuchaba a su amigo, que permanecía con una expresión seria y decidida-debes entender que para él tampoco es fácil dejarte ir, tan sólo mira-señaló hacia Kaname que al parecer seguía luchando contra el mismo, pues en efecto, una parte de él quería que Zero estuviera a salvo aunque fuera lejos de él, y otra parte deseaba tenerlo para él, hacerlo su prisionero y no dejarlo ir nunca, torturarlo cada día hasta saciar el deseo que sentía… ese deseo que podía expresarse de muchas maneras, algo incluso mucho más allá de lo físico, pero que en ese momento no era capaz de comprender del todo.

 

El peliblanco miraba a Kaname, entendiendo perfectamente las palabras de shiki, y comprobando que eran totalmente ciertas con solo poner sus ojos sobre Kaname, pero… sería capaz de dejarlo ir otra vez? De apartarlo para siempre de su vida? Sobre todo ahora que era consciente de todo lo que sentía por él? La respuesta era sólo una…

 

-NO!!!!!!!!!!!! –gritó con todas sus fuerzas mientras las lágrimas desbordaban por sus ojos, que reflejaban tantos sentimientos que sería imposible mencionarles todos, pero cada uno dedicado a la persona que tenía frente a él, por la que sentía que su corazón palpitaba y su alma se desgarraba, por la única persona que ahora respiraba y estaba seguro valía la pena vivir.

 

Vivir… si, vivir por el bien de su amado aunque eso signifique guardarse todo su dolor y  toda su tristeza en lo más profundo de su ser o morir en sus manos y causarle aún más dolor y daño del que probablemente ya le estaba causando…

 

El pelirrojo sintió que no tenía que preguntar más, comprendía a la perfección a su amigo y respetaba por completo su decisión, así que se acercó a donde este estaba, colocando su mano sobre el hombro de éste, haciendo que una luz blanca cada vez más intensa los envolviera, Kaname los miraba fijamente,  o al menos a Zero, ambos lucían más tranquilos ahora, tan solo mirándose con todos aquellos sentimientos que se reflejaban claramente en sus ojos, los labios de Zero se movieron pronunciando un inaudible “te amo” mientras una silenciosa lágrima rodaba por los ojos de Kaname y la luz se volvía totalmente cegadora, dejando tras de sí la soledad…

 

////////////////////////////////////// un año después ///////////////////

 

Después de todo aquel incidente en el infierno, el cual cabe mencionar que jamás podré borrar de mi memoria, Shiki o más bien Miguel, regresó al cielo? Jaja que raro suena eso, pero por supuesto no regresó solo, un viejo “amigo” le acompañaba, aunque no por voluntad propia, Gabriel, a quien al parecer el pelirrojo encerró en una diminuta esfera de luz imposibilitándole cualquier movimiento o posibilidad de escape, y es que Gabriel había subestimado el poder de Miguel y al final su arrogancia y ambición lo llevaron a la perdición.

 

Probablemente haya recibido un merecido castigo allá… arriba? O dónde sea que se encuentre, cosa que realmente no me importa. Lo que si es verdaderamente gracioso es mirar a Aidou  todos los días en el bar, si, sigo trabajando ahí, aunque la presencia de Shiki verdaderamente se extraña, pero cabe mencionar que ahora tenemos un nuevo miembro, que es nada más y nada menos que… Kain Akatsuki! Una sorpresa en verdad, quien diría que uno de los 7 pecados terminaría ahí y para colmo la lujuria.

 

Y la simple y sencilla razón para que Akatsuki esté trabajando ahí no es otra más que el chico rubio e impulsivo que ya había mencionado hace un momento, Aidou, es por eso que dije que era muy gracioso mirarlo en el bar, realmente los dos son graciosos, Akatsuki nunca para con sus acosos para con mi amigo, y éste se la pasa huyendo todo el día o más bien la noche, incluso me da curiosidad si se comportarán así cuando están solos, porque aunque Aidou intente negar que le gusta  y todo lo demás sus ojos dicen exactamente lo contrario, y no puedo equivocarme porque esa es la manera en que veía a… Kaname…

 

Hm… ni si quiera en estos momentos puedo dejar de pensar en él, aunque tampoco es que lo haya intentando, hace tiempo que entendí que no quería olvidarlo sino todo lo contrario, grabarlo en mi corazón y en mi mente para jamás poder borrarlo de mí, para que de esa forma esté conmigo, puede parecer algo inútil y sin sentido pero para mí no lo es, y aunque aún duele y me entristece recordarlo, e intentado cambiar ese sentimiento por uno de alegría, la alegría de saber que alguna vez conocí el amor.

 

Pero sé que él está bien, en el mundo al que pertenece, en dónde ninguno puede hacerle más daño al otro, más del que esta eterna separación. No negaré que me encantaría volver a verlo y aunque estoy seguro de que no sabría cómo reaccionar si le tuviera en frente mis labios quieren decirle una sola cosa que a pesar de que ya dije más de una vez, hacen arder mis labios en ansias de decirlo mucho más…

 

-Pero ya basta de todos esos pensamientos!- se dijo a si mismo mientras se dirigía a concluir con su trabajo en el bar, terminando de servir a los últimos clientes y proceder a cerrar el lugar, por su puesto bromear un rato con sus amigos, o más bien su amigo y el enamorado de su amigo, divirtiéndose al molestar al rubio que no dejaba de ponerse de mil tonos de rojos por cada cosa que Akatsuki le hacía frente a Zero.

 

Después de un rato de torturar a Aidou fue a cambiarse, colocándose su ropa habitual y un abrigo blanco para cubrirse del frío, se despidió de sus compañeros y se marcho a su hogar, que no era sino el mismo lugar en el que vivía con Kaname, aquel departamento no demasiado grande, pero bastante amplio y arreglado.

 

Esa noche parecía especialmente fría, dejándole una extraña sensación que le causaba mucha inquietud, así que se apresuró a sacar la llave de la bolsa del abrigo y la colocó en la cerradura con algo de dificultad pues su mano temblaba, cuando finalmente lo logró giró la llave y el click del seguro se escuchó claramente, empujó la puerta con rapidez y se introdujo en el departamento, cerrando la puerta tras de sí, pero… otra vez esa extraña sensación, incluso se sintió observado y perseguido, pero por más que había volteado hacia todas partes no había podido ver a nadie, a caso se estaba volviendo paranoico?

 

Colocó el seguro a la puerta y pensó que lo mejor era descansar y olvidarse de su paranoia que no le servía para nada, avanzó con rapidez hasta la recamara, ni si quiera tuvo tiempo de quitarse el abrigo y aunque se detuvo un momento para hacerlo prefirió dejárselo ya que el frío aún adentro se sentía bastante. Sin pensárselo más se dejó caer en la cómoda cama, acurrucándose sobre la amplia colcha, ya ni si quiera tenía ganas de meterse debajo de las sábanas, tan solo se abrazó a si mismo y se dejó llevar por el sueño…

 

De pronto sintió algo cálido sobre su mejilla, sobre sus labios, y que poco a poco se extendía por todo su cuerpo, pero sobre todo a su espalda, que era aquello? A pesar de que no tenía ni idea, le agradaba, estaba totalmente cómodo de  aquella manera que incluso se giró para aferrarse a la fuente de tan magnífica calidez.

 

-Kaname…-susurró de manera inconsciente, aferrándose cada vez más a lo que ahora le parecía un.. cuerpo! Buscó abrir los ojos lo más pronto posible, pero se sentían tan pesados que tuvo que hacerlo con lentitud, y cuando finalmente pudo enfocar lo que tenía frente a él, una expresión de sorpresa se dibujó en su rostro, eso no era posible, definitivamente no era posible…

 

Esa expresión de sorpresa duró muy poco, cambiando por una de alegría, una hermosa sonrisa adornó su rostro y acercó sus labios hasta los que tenía en frente, uniéndolos en un pequeño y necesitado contacto que había ansiado durante tanto tiempo.

 

-No sabes cuánto te extraño…-murmuró sin borrar la sonrisa de su rostro, casi como si se estuviera burlando de sí mismo, aferró sus manos al cuerpo ajeno y se acurrucó contra el, sintiendo de pronto suaves caricias sobre su cabello que le hacían relajarse más y más, de verdad era tan cálido, tan.. real… volvió a sonreír tontamente por sus pensamientos ilógicos.

 

-Incluso en mis sueños pareces tan real-tocó sus labios con su dedo índice, recordando el roce de apenas hace un momento con los labios de amado, sintiendo a la vez como unos fuertes brazos le rodearon, buscando acercarlo más.

 

-Soy real..-escuchó en un susurró al oído que le hizo abrir los ojos de inmediato, volviendo a mirar la figura de la persona que le abrazaba, parpadeando varias veces de manera incrédula, ese debía ser un sueño porque no podía ser verdad y si lo era, en qué momento había dejado de soñar?

 

-K…Kaname! –ahora sus ojos estaban totalmente abiertos y su cerebro apreciaba la realidad, separándola de la fantasía prácticamente inexistente, porque ya no había duda, quien le abrazaba era Kaname! el de carne y hueso, varias lágrimas corrieron por su rostro, pero estas fueron retiradas con infinita ternura por la mano del mayor.

 

-No llores, me harás sentir culpable-Kaname también sonreía, estrechando un poco más al peliblanco entre sus brazos mientras le cubría de besos, que eran bien recibidos por éste-siento haberte dejado tanto tiempo, pero puedes estar seguro que nunca más me apartaré de tu lado-aquellas palabras fueron selladas con un beso entre ambos, uno profundo y pasional sin llegar a ser demasiado lujurioso a pesar de lo mucho que se deseaban.

 

Cuando el beso se rompió ambos se miraron fijamente, como si quisieran grabar en su memoria cada detalle de la piel del contrario, como si con ello pudieran recuperar todo el tiempo que no estuvieron juntos.

 

-Está bien que te sientas culpable-dijo de pronto el peliblanco, haciendo un leve puchero de enojo bien fingido que sólo le causó gracia a Kaname-un año de abandono no es justificable!-giró el rostro hacia un lado para no verlo, y le soltó, cruzándose de brazos.

 

-Zero…-la mano de Kaname le sujetó por el mentón para obligarlo a mirarle-olvidas quien es el esclavo aquí verdad?-murmuró con algo de malicia encendiendo sus ojos en ese color escarlata que tanto le caracterizaba, al mismo tiempo que la marca en el cuello de Zero brillaba con intensidad-

 

El peliblanco quedó atónito, tanto a las palabras como a las acciones de Kaname, era un esclavo? Otra vez? Esa marca! Porque estaba en su cuello de nuevo?! Un millón de preguntas le asaltaban en ese momento, pero varios besos sobre su cuello le sacaron de sus pensamientos, centrándose en el malvado ser que tenía sobre él y que al parecer no había cambiado en nada.

 

-Nh... tú… estás bromeando verdad?-preguntó todavía incrédulo, pensando que aquello no era más que una muy mala broma, pero recibió una sonrisa  por parte del otro que le dejó helado.

 

-No bromeo Zero, cuándo lo he hecho? –fue su simple respuesta mientras hacía aparecer unos grilletes en las muñecas del menor, que no podía salir de su asombro- eres mi esclavo Zero, y no planeo dejarte ir nunca, mi esclavo… por toda la eternidad…


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