Capítulo 2: Hogsmeade
Desde las ventanas del castillo de Hogwarts podía apreciarse la nieve que caía desde el cielo oscuro. Afuera hacía mucho frío y la mayoría de los alumnos habían decidido no ir a Hogsmeade. Pero Remus le había prometido a su amigo que irían a las Tres Escobas. Así que en contra de todos sus deseos, se abrigó hasta los pelos de la cabeza y caminando despacio ya que poco podía moverse con todas las prendas, salió de su habitación dispuesto a irse.
-Que tengan un bonito día.- Decían James y Sirius a coro sonriendo de oreja a oreja.
-Remus debe estar maldiciendo a colagusano de pies a cabeza.- Decía en voz baja Sirius a su amigo. Ambos comenzaron a reír por lo bajo.
Peter por su parte a pesar de estar casi tan abrigado como su amigo y muerto del frío, sonreía como un niño al cual le acaban de comprar un dulce. Se acercó a Remus a paso lento con una gran sonrisa y le dijo:
-¿Listo?
-¿Puedo arrepentirme?
-No.- Le dijo aún con su radiante sonrisa.
-De acuerdo. Vamos.
Ambos caminaron hasta la salida del castillo y se encontraron en la puerta con McGonagall. Además de ellos dos, solamente había alrededor de unos treinta alumnos más que deseaban ir al pueblo. Entre ellos se encontraban Lucius y Severus. Remus se quedó mirando un largo rato al hermoso rubio de pelo largo y solamente desvió la vista cuando notó que este también los observaba, pero a diferencia de él, Lucius lo estaba mirando con cara de odio. Haciendo honor a su nombre de “merodeador” entrecerró sus ojos y luego levantó una ceja en signo de superioridad. Volteó su cara y mirando a Peter continuó su camino.
No tardaron mucho en llegar al pueblo. Lo único bueno del frío y la nieve era que tampoco había muchas personas por allí y seguramente las Tres Escobas no estaría tan lleno como siempre. Iban a tener tranquilidad. Algo inusual en los merodeadores, pero algo que definitivamente le agradaba a Remus de vez en cuando. Entraron y se sentaron en una de las mesas pegadas a la ventana. Como allí a dentro hacía un poco más de calor, Remus decidió quitarse algo de abrigo y Peter lo copió.
Solamente cuando abrieron la puerta Remus sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Se giró para ver quienes eran los que habían entrado y se sorprendió al observar que eran nada más ni nada menos que Lucius y Snape. En cuanto los vio entrar se giro nuevamente hacia colagusano y le dijo en voz baja.
-Esos dos de nuevo. Me tienen harto.
-¿Pedimos cerveza de mantequilla?
-¿Me prestaste atención a lo que dije colagusano?
-Emmm… ¿Qué dijiste?
-Olvídalo… No sé para que vine.- Agregó para si mirando la mesa.- Pide cerveza.
-Genial.
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-Bueno… Lunático y Colagusano se fueron… Yo… tengo cosas que hacer.- Dijo Sirius haciéndose el distraído.
-Severus se fue a Hogsmeade también.
-¿Y a mí que me importa?
-Nada… Tenía el presentimiento de que querías verlo, canuto.
-Ya te dije que esa rata no me va a gustar nunca.
-Estoy hablando de Severus no de colagusano.
-¡Yo también estoy hablando de Quejicus!
-Oh, claro. Claro.
-Bueno… Me voy.- Dijo Sirius y se quedó esperando por una respuesta. Como su amigo no dijo nada giró lentamente y emprendió una carrera fuera de la sala de Gryffindor.
-Ni pienses que dejaré que ese tarado me quite a mi amigo.
James agarró el mapa del merodeador, su varita, y salió de su habitación. Caminó durante unos diez minutos hasta llegar a una puerta que poseía una inscripción que decía “Biblioteca” y sin pensarlo dos veces entró. Era inusual en él ir a una biblioteca, pero esta vez era por una buena causa que beneficiaria a todos. Bueno, quizá sólo a él. No tardó mucho en encontrar el libro que estaba buscando y sin esperar más se dispuso a leerlo.
Sirius había parado de correr y ahora se encontraba caminando cerca de la puerta que lo llevaba a Slytherin. No estaba seguro que hacer. Quería entrar. Quería quitarle algo a Snape. Sentía la necesidad innata de molestarlo. Pero toda travesura tenía su límite. Y ahí estaba el de él. Eran las tres de la tarde de un día no muy lindo y seguramente la mayoría de los estudiantes estarían calentándose en sus respectivas salas. Entrar a la sala de Slytherin, sin la capa de invisibilidad de James, sin un plan y sin refuerzos, era como entrar en la jaula de una león, cerrar con llave y tirarla en lo profundo de un lago esperando a que el animal te coma sin oponer resistencia. Pero sus instintos le pedían peligro. Peligro. Caos. Castigo… Castigo… No. Definitivamente Sirius ya tenía un buen castigo como para ganarse otro.
En contra de todos sus deseos, giro lentamente para emprender su triunfante retirada. Era triunfante porque no se había ganado ningún castigo y porque había podido apaciguar su instinto autodestructivo y masoquista. Algo indigno para un merodeador. Pero ningún merodeador realizaba travesuras sin refuerzos. Al menos que fuera altamente necesario. Y ciertamente, lo de Sirius sólo era un capricho. Cuando terminó de girar se encontró con la figura de una persona que no deseaba ver. Al menos hasta que acabase su último castigo.
-¿Qué quieres Riddle?
-Nada en lo absoluto. ¿Tú y Potter no estarán intentando una nueva travesura cierto? ¿Ya terminó su último castigo?
-ja ja ja. Que gracioso.- Contestó Sirius con mala cara.- No, no ha acabado aún y James está… No se donde esté...
-¿Cómo que no sabes?
-¿Es que acaso debo saber donde esta?
-Pues… Sí. Creí que tú y Potter eran siameses.
-ja ja.- Respondió de nuevo sarcásticamente.- Pues te tengo una noticia. No somos siameses… Por mala suerte…
-Como tú digas. Dile a Potter que no se apresure a recibir otro castigo.
-Díselo tú.- Respondió sin siquiera mostrar una sonrisa y se fue caminando lentamente. Haciendo uso de sus encantos innatos como seductor.
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Hacía más de media hora que estaban sentados en la taberna y no se había movido de ahí. Con colagusano apenas había mantenido una conversación muy poco interesante. Aunque claro, él no ayudaba mucho. Estaba enfrascado en mirar a Lucius. Lo miraba como un bobo, sólo reaccionaba cuando colagusano le gritaba para llamar su atención y Lucius y Severus se daban vuelta para mirarlos con mala cara. En ese momento Remus ponía cara de pocos amigos, les echaba miradas con odio a los dos Slytherin y luego le decía con mal humor a colagusano que no le gritara más. En cuanto Lucius y Severus se levantaron de sus asientos y se dispusieron a irse Remus imitó el gesto y se puso rápidamente todo el abrigo que se había quitado al entrar.
-Vamos colagusano. Sigámoslos
-Bien.- Contestó su amigo a sabiendas que se venía una travesura.
Caminaron por las calles de Hogsmeade persiguiendo a los dos Slytherin no muy de cerca para que no se dieran cuenta de sus objetivos. Parando innecesariamente en algunas vidrieras mientas miraban de reojo hacia donde se dirigían sus enemigos por naturaleza. Al cabo de un rato, mientras los seguían, Remus se detuvo, vacilante.
-¿Qué pasa Lunático?- Le preguntó Peter confundido.
-Por aquí ya no hay más casas. Quizá se dieron cuenta que los seguimos.
-No lo creo Lunático. Vamos. Camina. Esto esta divertido.
-Es que… No sé.
-Vamos. Canuto y Cornamenta no se detendrían por esto. Al contrario, continuarían más felices su camino.
-Canuto y Cornamenta no tienen instinto de supervivencia.
-Vamos Lunático. No seas aburrido. Demostremos que somos tan irresponsables como ellos.
-Sí… Esa es la razón por la cual no quiero continuar.- Dijo algo indeciso aún.- Está bien, pero camina con cuidado y a partir de ahora no alces la voz. Y no hables a menos que yo diga algo. Ten cuidado en donde pisas. La nieve resbala más aquí.
-Claro Lunático.
Ambos merodeadores continuaron su camino. Esta vez se escondían detrás de los árboles que hallaban en el camino y sólo continuaban avanzando cuando Lucius y Severus estaban lejos del siguiente árbol en el cual podrían esconderse. Al trasladarse al siguiente árbol colagusano pisó sin darse cuenta una rama seca. El ruido hizo voltear a Lucius y Severus pero Remus había sido más rápido y había escondido a colagusano detrás del árbol que estaba a su lado. Lo miró con cara de enfado y giró para ver a Lucius y Severus desde atrás de su árbol pero ellos ya no estaban.
-Expelliarmus.- Gritó Lucius detrás de Remus haciendo que la varita de este salga despedida.
-Desmaius.- Dijo Severus detrás de Lucius y un haz de luz roja desmayó a colagusano en el instante en que lo tocó.
-Oh, Oh.- Dijo al verse en problemas.- Maldición.
-Jajajaj.- Reían ambos Slytherin al acorralar a Remus.
-¿Qué pasa, ya no eres tan valiente sin tu varita, cierto?- Le preguntó Lucius apuntándole al pecho.- Me pasé horas secando mis cosas por tu maldito y despreciable amigo. Ahora tú te pasarás horas deshaciendo mi hechizo. Claro, si es que puedes. No eres más que un…
-Lucius…- Comenzó a decir Snape asustado.
-¿Qué te pasa Severus?- Cuestionó sorprendido por la voz que había puesto su amigo pero sin mirarle todavía.
-U-un… perro… Y es enorme.- Dijo sin dejar de mirar en la dirección en la cual se encontraba el animal.
Y como si alguien hubiera apretado un detonador el enorme perro negro lanzó un fuerte aullido, ladró y gruñó hacía los dos Slytherin y comenzó a correr en su dirección a gran velocidad. Lucius y Severus retrocedieron unos pasos pasmados y Remus aprovechó la distracción para agarrar su varita y correr hacia colagusano el cual había caído unos metros más lejos del lugar en el cual se encontraba antes.
-Rennervate.- Dijo Remus apoyando su varita en el pecho de su amigo. …ste despertó algo confuso parpadeando unas cuantas veces.
Sirius se encontraba caminando en dirección a los Slytherin intentando acorralarlos cuando Remus le dio la orden de retroceder. Sirius no le prestó atención, pero Lucius alzó su varita hacia el perro y éste con rapidez esquivó el hechizo que le había lanzado. Ambos Slytherin estaban asustados por la aparición de un perro tan grande.
-Colagusano. Vete a Hogwarts. Ya sabes que pasadizo usar. Ve. Yo tengo que llevar a Sirius.
-Sí.- Contestó al entender la situación.
-Quita a tu perro de aquí Lupin.- Le dijo Lucius aún con su mano temblorosa apuntando al perro.
-No es mi perro. No se pueden tener este tipo de mascotas en Hogwarts.
-Sólo quítalo.- Le dijo con enfado Snape.
-Vamos, chucho, vamos.
Sirius se giró para ver con sorpresa a Remus quien lo había llamado “chucho”. En su rostro de perro se notaba con maestría su cara de sarcasmo. Sin prestarle mucha atención a las palabras de Remus les ladró nuevamente a los dos Slytherin sólo para que les quedara en claro quien era el que mandaba, para luego pasar por al lado de Remus zarandeando su cola en signo de superioridad e indiferencia. En cuanto estuvieron a pocos pasos de los Slytherin estos en venganza les lanzaron dos “Voltius”, haciendo que de sus varitas salieran grandes cargas de electricidad. El de Snape falló, pero Lucius le pegó en el hocico a Sirius quién aulló de dolor pero siguió corriendo lo más que pudo para evitar que le lanzaran otro hechizo. Cuando ya no estaban a la vista de nadie, Sirius se transformó en una persona nuevamente.
-Mierda, ese Slytherin. Justo en el hocico. Me quedé sin aire. Creí que moriría. Encima tuve que correr como un condenado.- Dijo cuando ya estaban a salvo con cara de enfado.
-Gracias. Creo que me hubieran matado si nadie venía en mi ayuda.- Dijo en modo de súplica por la herida de su amigo.
-De nada Lunático. Sabes que tienes mi apoyo siempre. Pero a ese Sly lo voy a matar.
-¡No!
-¿Qué?- Cuestionó atónito.
-No… que… Este… Irías a prisión si haces eso.
-Valdría la pena.
-¡Canuto! Un Slytherin nunca vale la pena.
-Si… tienes razón.- Contestó con la cabeza baja. Hacía días que no podía parar de pensar en Severus y eso lo tenía preocupado. Pero ya había decidido que hacer al respecto. Solamente esperaba que su mejor amigo, James, no lo matara antes de lograr su cometido.
-Bien… Vamos a Honeydukes, colagusano debe estar preocupado por nuestras vidas.
-Siii…- Acotó Sirius sarcásticamente alargando la “i” lo más que pudo hasta quedarse sin aire.- Tan preocupado que seguro ya está debajo de su cama rezando para que ningún Slytherin se cole en la sala.
-A mí no me molestaría si Lucius se colara.
-¿Eh?- Preguntó Sirius sin entender.
-No digo… Sería divertido volver a asustarlo. Jaja. No puedo creerlo. Es la primera y única vez que lo veamos temblar.
-Si, respecto a eso.- Repuso con cara de enfado.- ¿Chucho?
-Lo siento. No se me ocurrió otro nombre. Si te decía canuto iban a saber quien eras.
-¿Pero Chucho? Pudiste haber inventado un mejor nombre. No se… Pancho… Chucho suena a… cuando tienes frío…
-Es que tengo mucho frío…
-Si, me di cuenta.- Repuso con cara de enfado aún.- Chucho…- Dijo por lo bajo sacudiendo su cabeza en modo de reprobación a causa de su nuevo apodo. Ese apodo lo atormentaría el resto de su vida, sobre todo si James se enteraba. No iba a poder acotar nada sin que le dijese “Chucho”.
-¿Hubieras preferido que dijera tu apodo, que Lucius o Severus te reconociera, que le dijeran a McGonagall, o peor, a Dumbledore, y fueras a Azkaban por ser un animago no registrado?- Cuestionó tomando aire luego de la pregunta.
-Ehh… Me perdí cuando mencionaste a Severus… pero creo que la respuesta tiene que ser no.
-¡Claro que tiene que ser no!
-No me culpes. Mi cabeza no retiene tanta información como la tuya.
-Ya.
Continuará…
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