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Pastel de calabaza por saylor_mero

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Notas del capitulo:

Holaaa~~

-Te vas a enterar.

Harry apenas tuvo tiempo de inhalar aire cuando una vorágine de sensaciones le golpeó con tanta fuerza que le habría tumbado, de no estar pegado a la pared. Los dulces labios de Draco aprisionaron los suyos con fiereza, provocando que su ritmo cardíaco se elevara tanto que sintió que se ahogaría. Cerró los ojos con fuerza, intentando recobrar el sentido que poco a poco se le escapaba.

Draco se separó medio centímetro de su rostro, respirando pesadamente y aún con el gesto de ira como máscara. Harry aprovechó y tomó aire, aire que el rubio se encargó de robarle con otro beso, aún más rudo que el anterior. El calor comenzó a hacerle creer a Harry que se le derretirían cada uno de sus órganos, a excepción de su corazón, que a juzgar por la manera de golpearle en el pecho, parecía querer huir de su cuerpo.

Por si fuese poco el grado de nerviosismo de Harry, Draco mordió su labio, desafiante. En un movimiento lento y largo, se separó de él, deleitándose en su indiscutible victoria.

Draco sonrió socarronamente, observando la inmóvil obra de arte en la que se había convertido su compañero. Su pecho subía y bajaba con violencia, en una respiración pesada e insuficiente. Sus labios estaban enrojecidos y su piel ligeramente brillante por el súbito aumento de calor. Pero lo mejor, sin duda, lo que más le gustaba a Malfoy en aquel momento, era el incontenible temblor de absolutamente todo su cuerpo.

Había vaciado la mente de Harry, la había sacudido, y después la había dejado correr en libertad.

-¿Estás bien, Potter? ¿Te has asustado?

Harry parpadeó varias veces seguidas y tragó saliva, recobrando una postura natural y apartando por fin sus ojos del rubio. Intentó desviar su atención al poco sano ritmo de su corazón.

-Vaya, Potter, le diré a Kreacher que te haga una tila. Y de paso que te traiga también papel y pluma, para que apuntes que es lo que no tienes que hacer cuando no quieres sentirte tan incómodo de repente. – una sonrisa sarcástica pero complacida adornó el rostro de Draco.- Buenas noches, Potter, si es que consigues dormir.

Harry le observó caminar por el pasillo, buscando en algún lugar de su cuerpo la fuerza necesaria para levantarse y devolverle el golpe, pero encontró en su lugar un cúmulo de dudas y nervios que le aprisionaban en estómago sin piedad. Cuando la puerta del dormitorio de Draco se cerró tras de sí, se dejó deslizar por la pared, clavando la vista en el pomo de aquella puerta y llevándose las manos a la cabeza.

Había aceptado que tenía sentimientos por Draco Malfoy algo diferentes a lo que se podría catalogar como amistad, pero nunca había estado tan seguro como en ese momento.

Exhaló aire, al tiempo que surgía en su recién recuperada mente la única imagen, la única idea que podía descompensarle más que Draco besándole como lo había hecho.

La única otra situación en la que podría haber derivado aquel beso en el pasillo.

Le recorrió un escalofrío. Draco parecía haber abierto una puerta demasiado pesada para mantenerla entreabierta, y, de algún modo, había hecho recaer en él la responsabilidad de cerrarla de nuevo, o terminar de abrirla.

 

 **************************************

 

-No puede ser.

Hermione le miraba con la boca muy abierta, sujetando su helado de mora y chocolate a medio camino hacia ella.-Repítelo.

Harry se acaloró, temiendo derretir su helado en un segundo. Llevaba todo el día distraído, atontado; esa mañana había dado gracias a que Draco hubiera salido antes que él, porque, en caso contrario, habría sido testigo de su taza de café rota, su camisa del revés y de la señora de enfrente recordándole que aún llevaba puestas las pantuflas.

Miró a Hermione, sentada frente a él en una de las mesas de la florida terraza de Florean & Fortescue.

-¿Que lo repita?¿No lo has oído bien?

Hermione negó con la cabeza.

-No. No he podido escuchar bien.

Harry suspiró.

-Creo que me he enamorado de Draco Malfoy.

El chico observó cómo un violento escalofrío recorría en cuerpo de su amiga.

-No puede ser.- repitió ella, incrédula, dejando su tarrina sobre la mesa- ¡Harry! Sabía que te pasaba algo con él… ¡Pero no esto! No sabía que tú…bueno, que te..

-¿Que yo qué, Hermione?

-Que te gustaban…bueno, los hombres.

Harry se sobresaltó.

-Es que no me gustan.

La chica parecía haber sido transportada de repente a otra dimensión donde todo estaba patas arriba.

-Harry, acabas de decirme que…

-Ya sé lo que he dicho.- interrumpió Harry- Créeme, yo estoy tan confuso como tú, si no más.

Hermione sopló, desbordada. El silencio incómodo fue roto por Teddy, que empezó a llorar cuando su helado cayó al suelo. Harry lo recogió y pidió otro, intentando ignorar el evidente esfuerzo de su compañera por encontrar una explicación lógica a algo que era obvio que no la tenía.

Al fin, cuando Ted consiguió un nuevo helado, la chica levantó la vista y la clavó firmemente en la de Harry.

-Vale, ahora entiendo muchas cosas.-se inclinó hacia adelante, inquisitivamente.- ¿Y ahora qué?

Harry la miró extrañado.

-¿Ahora qué qué?

-Que qué vas a hacer ahora. ¿Vas a decírselo?

-En realidad ya lo he hecho-espetó Harry- más o menos…-añadió en un susurro.

Hermione volvió a abrir la boca, estupefacta.

-De hecho, nos hemos besado. Varias veces.

Esta vez fue el helado de Hermione el que cayó al suelo, pero sólo Teddy pareció darse cuenta, y se apresuró a ofrecer a la chica un poco de su nueva y enorme tarrina. Pero ella estaba demasiado afectada y le ignoró.

-¿Cuándo…? ¿Cómo…?- La chica soltaba palabras sin sentido, asemejándose a un pez intentando respirar fuera del agua.

Harry se relajó un poco.

-Pues la primera vez fue el día en el que volvió. No sé quién besó a quién, pero nos besamos. Después yo le besé en el sofá, y luego él… me besó ayer.

Hermione se llevó las manos a la cabeza.- A Ron le va a dar algo cuando se lo cuentes, si es que lo haces.- soltó una risilla, rompiendo gran parte de la tensión, lo cual Harry agradeció, mirándola con un gesto de disculpa.- Vaya, Harry, juro que nunca me hubiera esperado esto.

-No sé qué hacer, Hermione.

Ella pegó su cuerpo aún más a la mesa.

-¿Qué quieres decir?

-No sé qué esperar.

Hermione le sonrió y cubrió enternecedoramente la mano de su amigo con la suya.

-¿Crees que él siente lo mismo que tú?

La pregunta tomó por sorpresa a Harry. Recordó la noche del Veritaserum, cuando Draco le había dicho que él era la razón por la que había vuelto a Grimmauld Place; Draco le había pedido que le salvara en un momento de debilidad, había confesado que le gustaban sus besos…pero nunca había dicho nada sobre sentimientos.

-No lo sé.-respondió Harry.-A veces parece que siente algo, pero otras parece que simplemente ignora todo lo que tenga que ver conmigo.

-Tal vez tengas que preguntárselo.

Harry levantó una ceja.

-¿Tú le preguntarías a Draco Malfoy sobre sus sentimientos?

La chica rió.

-Supongo que no. Pero algo tendrás que hacer, ¿no es así?

Harry se encogió de hombros, al tiempo que limpiaba el desastre en la cara de Ted con un pañuelo.-Aunque fuese así, Hermione… aunque él sintiese lo mismo, ¿qué viene después?

Hermione se quedó en silencio, negando tener la respuesta con la cabeza.

-¿Qué hago?-preguntó Harry, casi suplicante.

La joven le miró con gesto maternal, y él pensó en ese momento que su amiga de toda la vida se estaba convirtiendo en una Molly Weasley en miniatura, y se lo agradeció para sus adentros.

-Creo que te estás complicando demasiado.-el chico la miró atónito.- No me mires así. Siempre fuisteis rivales, Harry, no sabéis ni siquiera cómo ser amigos. Simplemente creo que tienes que dejar pasar las cosas con naturalidad. Ya te plantearás los problemas de mañana…mañana.

Harry la observó, pensativo. ¿Naturalidad? Lo natural en Draco Malfoy y Harry Potter era pelearse. Lo hacían siempre, incluso cuando estaban de buen humor, su dosis diaria de rivalidad parecía tan necesaria como beber agua.

-Gracias por escucharme, Hermione. Y por no pensar que me he vuelto loco.

La chica le sonrió con dulzura.

-En realidad sí que lo pienso, pero no lo he dicho en voz alta.

 

 

 *****************************************

 

Cuando Harry y Ted aterrizaron en la chimenea de Grimmauld Place, la casa estaba oscura y silenciosa. Habían caído ya los últimos rayos de sol del día, y con ellos la energía del pequeño, que dormitaba sobre el hombro de su padrino.

Harry se apresuró escaleras arriba, preguntándose si Draco habría parado en casa ese día. Peleó con Ted para ponerle el pijama, que lloriqueó, muerto de sueño, hasta que apoyó la cabeza contra la almohada y dejó de emitir más sonido que el de su relajada respiración.

Observándole dormir, Harry evocó en sus recuerdos a Remus Lupin. A menudo evitaba pensar en ello, pero en momentos como aquel, le asolaba la idea de que ese niño no conocería a sus padres, tal y como le había pasado a él. Una vez más se preguntó si él sería suficiente, si él podría llenar al menos un poco ese gran vacío que Remus dejaría en la vida de su hijo, y se sintió triste. Al menos por ahora, Teddy Lupin podía dormir, ignorante por completo de la gran tragedia que había derrumbado su familia casi por completo.

Entonces, como iluminado por una revelación instantánea, Harry recordó que Draco formaba parte de la familia de ese pequeño. De algún modo, ambos eran los últimos de una línea familiar marcada por el curso de la historia. Tal vez podrían, en un futuro, tenerse el uno al otro…

Una voz suave le sacó de sus pensamientos.

-Como sigas mirándole así acabarás provocándole pesadillas.

Harry se giró, y descubrió a Draco apoyado contra el marco de la puerta, con el abrigo aún puesto y dos aparatosas bolsas de papel marrón en brazos.

-¿Acabas de llegar?

El rubio le asintió con la cabeza.

-No te he oído.

-Claro que no, estabas ensimismado.- Draco caminó lentamente hacia él y colocó una de las bolsas en las manos de Harry.- Vamos, ayúdame.

Harry levantó la bolsa y le siguió, entrecerrando tras su paso la puerta del cuarto de Ted y lanzándole una última mirada. Mientras subía las escaleras, observó el interior del enorme paquete, descubriendo un montón de frascos y envases que no tenía ni idea de que eran.

Cuando entró al ático, colocó la carga sobre una de las mesas, y examinó su contenido con curiosidad.

-¿Qué es todo esto?

Draco le miró de reojo, y continuó colocando frascos en estanterías.

-Ingredientes. Los tenía en la Mansión.

Harry miró a su alrededor. En el tiempo que había estado allí, Malfoy había convertido el polvoriento desván en un laboratorio envidiable. Las telarañas y los muebles rotos habían desaparecido, e incluso en la noche, parecía más iluminado, al haber desaparecido la gruesa capa de suciedad que tapaba la ventana. Las estanterías llenas de fotografías y libros antiguos ahora ofrecían un arcoíris de frascos, y las vitrinas antes repletas de escalofriantes bustos y figuras horrendas ahora lo estaban de componentes clasificados y ordenados.

-Podrás preparar miles de cosas con todo esto.- afirmó Harry, impresionado.

-No creas.- Draco se subió a una banqueta, y comenzó a rellenar estanterías por encima de su cabeza.- Muchos ingredientes son difíciles de conseguir y caros. No toques eso.

Harry dio un respingo y despegó el dedo de algo parecido a una lombriz con pelo, preguntándose como había hecho Draco para verle sin girarse. Carraspeó, incómodo.

-Bueno, ¿me necesitas para algo más o…?

-No.- respondió concisamente el rubio.- Puedes irte.

Harry levantó una ceja, molesto, y se encaminó a las escaleras preguntándose cómo podía ser tan idiota como para permitir que aquel tunante le usase como al pañuelo de un elfo doméstico. Aún no había ni llegado al rellano, cuando un ruido sordo seguido de un estruendo de cristales rompiéndose le sobresaltó, provocando que saliera disparado de nuevo hacia arriba como alma que lleva el diablo.

Draco estaba en el suelo, tratando de salir de debajo de la estantería, y cubierto por una nube de vapores que tenía de todo menos aspecto inofensivo. Tenía varias heridas sangrantes y gesto de dolor, y parecía tener dificultades para respirar. Harry corrió a ayudarle, levantando la estantería con esfuerzo lo suficiente para que el rubio se arrastrara por el suelo hasta estar seguro, y volvió a dejarla caer.

-Sácame de aquí, Potter.- rugió Draco, con un gesto de dolor.- Ayúdame.

Harry se apresuró a levantar el cuerpo de Draco, pasando su brazo bajo el suyo para ayudarle a caminar. El rubio tosió con violencia cuando consiguió ponerse de pie, y soltó un quejido de dolor cuando apoyó uno de sus tobillos.

-Sal y cierra la puerta.- volvió a ordenarle Malfoy, pero esta vez sin tono imperativo.

Harry obedeció, aún con el corazón latiéndole deprisa por el susto. Consiguió sacar a Draco del desván, cerrando la puerta tras de sí. Con paso firme siguió guiándole escaleras abajo, notando como una de las heridas de su compañero empezaba a dejarle un bonito estampado en la camisa. Cuando llegó al salón, le sentó en el sofá con dificultad, y Draco volvió a poner gesto de dolor.

-Mis pociones…-el rubio apenas se mantenía sentado en el sofá, y se tambaleaba de un lado a otro. Harry se agachó frente a él, profundamente alterado.

-Malfoy, voy a llevarte a San Mungo. ¿Me oyes? Vamos al hospital.

Notas finales:

A Hermione le va el Drarry~~~*se esconde*


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