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Pastel de calabaza por saylor_mero

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Notas del capitulo: Siento el retraso TT_TT Estoy teniendo problemas con el pc, y eso se suma a la vuelta a las clases...conclusión, que hago lo que puedo. :(
Este capi es más bien de relleno, a penas pasa nada entre Draco y Harry, pero es absulotamente necesario.
A leer :)
Los tímidos rayos de sol de la mañana se colaban por la ventana, haciendo relucir las brillantes paredes, produciendo un ligero destello que despertó a Harry. Lentamente se desperezó, activando sus sentidos uno a uno…sus oídos le regalaron el silencio tranquilizador, su tacto la suavidad de las sábanas de su cama, su olfato un leve aroma a narcisos del que no supo deducir el origen… Sonrió, todavía sin abrir los ojos, disfrutando de esa sensación de relajación y letargo que le encantaba, sintiendo como sus músculos se iban despertando poco a poco, y acariciando la sensación de realidad.

Pero entonces, sin previo aviso, sintió un golpe en el lado izquierdo de su cara, y cayó al frío suelo, viendo cómo se rompía su tranquilidad.

Intentó controlar los pinchazos de dolor que le azotaban la mejilla y entreabrió los ojos con dificultad, acostumbrándose a la luz. Cuando por fin pudo distinguir algo más que formas borrosas, terminó de abrir los ojos más de lo normal.

-¡¿Se…se puede saber qué narices hacías durmiendo en mi cama, Potter?!

Harry se levantó del suelo y se sentó en el colchón, todavía con la mano en la cara, observando a Draco, todavía en pijama y despeinado, con cara de molestia. Poco a poco le fueron llegando los recuerdos de la noche anterior, y se dio cuenta de que, realmente, no estaba en su cuarto, y que, de alguna manera que escapaba de su entendimiento, a lo largo de la noche se habría metido en la cama, inconscientemente, llevado por el sentido de confort.

-Sí, buenos días a ti también…- se quejó Harry, frunciendo el ceño.

-¡¿Me estás tomando el pelo, imbécil?! ¡Si tienes miedo a la oscuridad ve a dormir con tu elfo, pero a mí no me molestes!

Harry se le quedó mirando, mudo de asombro, hasta que reaccionó, y no pudo evitar echarse a reír escandalosamente, provocando que a Draco casi se le salieran los ojos de las órbitas.

-¿Yo? ¿Miedo?-Harry se debatía para dejar de reír, pero no porque pudiera molestarle a Malfoy, sino porque al hacerlo la parte magullada de su cara se resentía.-Que yo recuerde, no era yo el que lloraba como una nena ayer noche…

Quizás su comentario había sido un poco cruel, pero qué narices… ¡Draco le había golpeado!

El rubio palideció nada más oír las palabras de Harry.

-¿Qué… qué dices? ¡No es así! ¡Y aunque lo fuese, insonorizas tu cuarto y listo! ¿¡A que viene que…que te quedes aquí!?

Harry levantó una ceja.

-Me hubiera ido si me hubieras dejado, Malfoy, pero fuiste tú el que me pidió llorando que me quedara.

Esta vez el rostro de Draco rozó el púrpura.

-¿C...Cómo?¡¡No es cierto!! ¡¡Es mentira!!

Harry le miró extrañado. Claro que era mentira. Pero la reacción del rubio parecía como si temiera que realmente fuese cierto. ¿De verdad Draco se veía capaz de algo así?

-Cómo sea, la próxima vez dejo que te quedes afónico de los gritos.- comentó, enfadado, levantándose de la cama y dirigiéndose hacia la puerta.

-¡Prefiero quedarme afónico que empezar el día con tu maldita cara en mi almohada!

Harry volteó la cara, mirándole con resentimiento.

-Eres insoportable.

Draco levantó ambas cejas antes de contestarle.

-No más que tú.

Harry salió al pasillo, notando con la mano cómo el ojo le empezaba a hinchar.

Si alguien pudiera haber leído la mente del moreno mientras bajaba las escaleras de la mansión hacia el comedor, se hubiera asustado de la gran cantidad de improperios e insultos dirigidos a Malfoy que nublaban su mente. Encima de que había ido a ayudarlo, y se había quedado con él, encima, se llevaba un puñetazo en todo el ojo. Qué molestia.

El olor a pan recién horneado le indicó que Kreacher ya había preparado el desayuno. Tendría que pedirle algo para el cardenal que posiblemente le saldría alrededor de su ojo izquierdo, si no quería llegar a la academia de aurores y ser objeto de cotilleos. Maldijo, esta vez en voz alta, y entró a la cocina, sentándose en la mesa de madera donde el viejo elfo le servía lo de cada mañana.

Tras suplicarle a Kreacher que buscara por cada rincón una poción para los golpes, se llevó el café a los labios, disfrutando del sabor lentamente, como siempre. La pequeña lechuza blanca no tardó en entrar por la puerta de la cocina, batiendo sus alas enérgicamente, dejando sobre la mesa el ejemplar de El Profeta de cada mañana. Harry lo estaba abriendo por la primera página, donde rezaba un titular similar a Nuevas medidas de seguridad en Gringotts, cuando, sin previo aviso, otra lechuza, de color pardo, sobrevoló la cocina y dejó caer un pequeño pliegue de papel sobre la mesa.

Harry levantó el papel, curioso, mientras que con la otra mano le daba una golosina lechucil a la elegante lechuza parda, que ululó contenta.

“Harry:
Ha pasado algo con Andrómeda, deberías venir a su casa enseguida.
Siento no darte más detalles, pero tampoco hay mucho que pueda decirte.
Ven cuanto antes, por favor.
Hermione.”

Harry releyó la breve nota un par de veces antes de reaccionar, y darse cuenta de que realmente parecía haber pasado algo grave. Bebió a toda velocidad lo que le quedaba de café y salió corriendo de la cocina, subiendo las escaleras de dos en dos.

Tras haber tropezado con Kreacher en el segundo rellano y con algo vivo en el tercero, llegó a su cuarto, y, abriendo la puerta de golpe, empezó a cambiarse de ropa lo más rápido que podía.

Ni siquiera notó cuándo Draco salió de su cuarto, quedándose perplejo por el espectáculo que Harry le estaba ofreciendo. De un lado para otro de su cuarto, medio desnudo, dejando un rastro de ropa desperdigada por el suelo y fracasando en su intento de hacer varias cosas a la vez para ganar tiempo.

Cuando por fin consiguió arreglarse lo suficiente para salir de casa sin parecer vagabundo, salió atropelladamente, chocando con Draco por el camino. Se quedaron un segundo mirándose en silencio, hasta que Harry se dio la vuelta para irse, y el rubio se lo impidió, agarrándole de un brazo y girándolo hacia él.

-¿He sido yo?-Preguntó Draco, mirándole el rostro con una mezcla entre preocupación e incomodidad.

Harry se quedó descolocado unos instantes, hasta que recordó el incidente de aquella mañana. Aquella lechuza le había hecho olvidar su ojo morado por completo. La rabia por el ataque de Draco volvió a su cuerpo, haciendo que se soltara de su agarre con un movimiento brusco.

-No tengo tiempo para ti.

El rubio frunció el ceño.

-Ojalá te quede una marca.- escupió, adoptando su característica pose altanera.

-Por tu bien, espero que no.- le amenazó Harry, entornando los ojos y desapareciendo por las escaleras, sin volver en absoluto la vista a Draco.

Mientras bajaba las escaleras lo más rápido que sus piernas le permitían bufó molesto, planteándose por una vez si realmente había sido buena idea vivir con Draco, así de repente. Se planteó si no estaría siendo demasiado irrazonable y estúpido, y si no se estaría dejando llevar por su sentido de ayudar siempre a los demás a cualquier precio.

Cuando estuvo en la Sala de Estar de la primera planta, se acercó apurado a la chimenea y llenó su puño de unos polvos púrpuras que llenaban un bote adornado con flores horrendas. Entró en la chimenea, y soltó el polvo a sus pies, diciendo en voz muy clara “A la casa de Andrómeda Tonks” , y despareció al instante, olvidando de nuevo a Draco y todas sus malas palabras.

Nada más llegar a la casa a Harry le asaltó un sentimiento de culpabilidad terrible, como pasaba siempre que posaba aquel lugar. Aquel jardín le hacía recordar a Alastor Moody, y al fatídico momento en el que todos habían recibido la noticia de su muerte. Aquella vez, la casa había estado abarrotada de gente, pero esta vez, sólo dos siluetas se inclinaban sobre una tercera al final de la estancia donde Harry había aparecido. Harry salió de la chimenea y se acercó a ellos, distinguiendo los rostros profundamente preocupados de Ron y Hermione.

-Harry, que bien que estás aquí.- Hermione parecía afligida en gran medida. Su cadera estaba abrazada por unos débiles y delgados brazos.

Andrómeda estaba sentada en el sofá, con la cabeza apoyada en el cuerpo de Hermione. El largo pelo castaño le tapaba el rostro, y su espalda se contraía en pequeños temblores producidos por el llanto. De vez en cuando dejaba escapar un sollozo incontrolable, que ponía la piel de gallina.

-Hace horas que está llorando, Harry.- la voz de Hermione parecía una súplica- No para de repetir el nombre de su esposo y el de su hija…

A Harry se le formó un nudo en el estómago al recordar a la siempre alegre Tonks, y le pareció increíble que la débil y desmejorada mujer que estaba sentada en el sofá fuera su madre.

Se acercó al sofá y se arrodilló frente a Andrómeda, que ni se inmutó a su presencia. Con cuidado alargó la mano y acarició su cabeza en un gesto amable y reconfortante, pero ella sólo tembló más, y hundió todavía más el rostro en el regazo de Hermione.

-Señora Tonks…Señora Tonks… ¿me oye?

Ella no respondió, y Harry adoptó una expresión de preocupación y angustia.

-Lleva días sin comer ni dormir, Harry. Creo…creo que las pérdidas de la guerra han empezado a afectarle.

El moreno miró a Andrómeda con cariño… Ella era una mujer fuerte, a pesar de haber perdido a su marido y a su hija en la guerra, a pesar de haber sido torturada, se había levantado y había decidido salir adelante, y luchar por su pequeño nieto, que era lo único que le había quedado. Y ahora estaba allí, sollozando, hundida y desmejorada, con el peso de todos los acontecimientos sobre ella.

Harry suspiró y miró a Hermione.

-Tenía que afectarle tarde o temprano.

Ambos se quedaron en silencio. Ron sostenía al pequeño Teddy Lupin en sus piernas, y lo entretenía, sin dejar de prestar atención a su novia y a su amigo.

-Creo que habría que llevarla a San Mungo.

Harry miró a su amiga, perplejo.

-¿Crees que es para tanto?

-Harry, mírala… Ni siquiera reacciona… No creo que pueda hacerse cargo de Teddy en este estado, y mucho menos quedarse sola. Necesita ayuda, Harry…

Una profunda tristeza emergió del corazón de Harry al llegar a la conclusión de que, en efecto, Hermione tenía razón. Era probable que Andrómeda necesitara atención médica. Asintió con la cabeza, llevándose una mano a la frente.

-Está bien, tendremos que llevarla, por Red Flu estará bien…Pero, ¿qué hacemos con Teddy?

-Yo puedo llevarlo a casa de Molly, podrá hacerse cargo de él durante todo este lío.

-Será mejor que lo lleve yo, Hermione.- Ron habló con voz grave por primera vez desde que Harry había llegado.- Parece que Andrómeda no se quiere despegar de ti…

Hermione asintió.

-Está bien. No olvides llevarle algo de abrigo, en La Madriguera hará algo de frío…- la chica dirigió sus brazos a Andrómeda e intentó levantarla- Vamos, señora Tonks…

Harry ayudó a su amiga a llevar a la señora Tonks hasta la chimenea. Ron les acercó sus abrigos, y le colocó a la mujer el suyo por los hombros. …l y Hermione se despidieron con un casto beso en los labios, e intercambiaron miradas significativas.

-¿Listo, Harry?

El moreno asintió, cargando casi todo el peso de Andrómeda Tonks sobre él para meterla en la chimenea. Cuando Hermione dijo con voz fuerte y clara “A San Mungo” y soltó bajo sus pies el polvo púrpura, el salón de la casa de los Tonks se desdibujó, llevándose consigo la expresión de preocupación de Ron y los brillantes ojos verde esmeralda de Teddy Lupin.

*

-¿Qué te ha pasado en el ojo?

Hacía bastante rato que Hermione y él estaban sentados en aquel banco, rodeados de paredes blancas, en completo silencio. Nada más aparecerse en el Hospital San Mungo para Enfermedades y Heridas Mágicas varios medimagos les habían atendido, llevándose a Andrómeda, y dejándoles a ellos con la expectación y una indicación hacia la Sala de Espera. Aquel lugar daba mala espina lo viesen por donde lo viesen, y, cada uno, en su fuero interno, deseaba poder salir de allí cuanto antes.

-Es una larga historia.- acortó Harry.

La verdad es que no les había dicho ni a Ron ni a Hermione nada sobre Draco. Tampoco es que hubiera tenido ocasión para decírselo, pero ahora, con bastante tiempo por delante y sin tema de conversación, Harry no se atrevía. Sabía que lo iban a llamar inconsciente y le iban a largar el sermón de su vida, además de que Ron, muy posiblemente, se negaría rotundamente a volver a entrar en la mansión Black hasta que Draco no se hubiera largado.

A pesar de todo, Harry sabía que tarde o temprano iba a tener que decírselo, y era mucho mejor empezar con Hermione.

-¿Ha pasado algo?- intuyó la chica, viendo la expresión de Harry.

…ste suspiró, volviéndose hacia ella.

-Verás, Hermione…

-¿Familiares de Andrómeda Tonks?

Ambos levantaron la cabeza hacia el estirado médico que había llegado a la Sala de Espera. Aliviado, Harry se levantó.

-Somos nosotros.

El médico les examinó con la mirada, antes de darse la vuelta y salir por la puerta de cristal traslúcido, haciéndoles una seña para que le siguieran.

Harry y Hermione siguieron al medimago hasta un despacho iluminado y amplio, donde, tras invitación, se sentaron frente a él.

-Verán… la señora Tonks se encuentra en un estado grave de depresión… parece que sea lo que sea lo ha aguantado durante demasiado tiempo y al final, ha explotado y ha enloquecido.

-¿Quiere decir que está loca?- Harry no pudo evitar formular esa pregunta, completamente descolocado.

-Presenta síntomas de locura, sí, pero no creemos que sea definitivo. Probablemente sólo necesite tiempo.

-¿Y qué podemos hacer?- Hermione había palidecido, profundamente preocupada.

-Sólo esperar, y dejarla descansar. Le asignaremos una habitación, es esencial que esté en manos expertas. Con suerte, en un mes podrán hacerle visitas.- El medimago suspiró- Les aconsejo que se lo tomen con calma.

Harry y Hermione se miraron, afectados. Jamás ninguno de los dos se habría imaginado que pasaría algo así, y todo aquello les había tomado desprevenidos.

Hermione concretó con el médico los detalles para enviar la ropa y demás pertenencias de Andrómeda al hospital, mientras que Harry se debatía en su interior, intentando buscar una solución a algo que, aquella vez, no estaba en sus manos.

Al salir del hospital, Harry y Hermione se aparecieron en La Madriguera, donde les esperaba Ron. Tras haber recibido con gusto el enorme abrazo de la señora Weasley y haber saludado a Arthur con un apretón de manos, se sentó en una de las sillas que rodeaban la mesa de la cocina, completamente serio, lo que hizo que todos le prestaran atención.

-¿Harry, estas bien?

Harry carraspeó y respiró hondo, levantando la vista, encontrándose con las miradas expectantes que le rodeaban.

-He decidido que voy a hacerme cargo de Teddy.
Notas finales: Ahí queda^^
Gracias a todas las personas que me han dejado review, siento no poder contestarles, prometo que lo haré en cuanto pueda TT_TT
Subiré el próximo capi pronto, lo prometo :)
Hasta pronto! =3

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