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Pastel de calabaza por saylor_mero

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Notas del capitulo:

Aquí estoy de nuevo después de mil años!! TT_TT

Nuevo capi :)

Especialmente dedicado a las personas que, a pesar de que me tarde siiiiglos en actualizar, siguen leyéndome y dejándome review ^^  Gente como pervertida yaoista o tenshi_kun, que han estado ahí siempre ^__^ El capi es vuestro!

A leer! ^^

Habían pasado un par de días desde que Draco se había decidido a buscar un trabajo, y en el número 12 de Grimmauld Place todo se mantenía igual. Harry salía por las mañanas a comprar comida y cosas que necesitasen, mientras Draco se quedaba con Teddy. Y cuando Harry permanecía en casa, Malfoy subía al desván, probablemente, pensaba Harry, a preparar pociones.

 

Pero aquella mañana fue distinta. Harry desayunaba como todos los días, solo, en la cocina, leyendo su ejemplar de El Profeta, cuando Draco entró colocándose una gabardina y pidiéndole a Kreacher que le preparara un café.

 

Harry levantó la vista del periódico y le miró sentarse frente a él y servirse una tostada.

 

-Has madrugado.

 

Draco mordió la tostada untada en mermelada de fresa y asintió con la cabeza.

 

-Tengo algo que hacer.

 

Harry clavó la vista en el periódico de nuevo, rezando para que Draco no hubiese visto la espontánea mueca de decepción que sin querer había adoptado.

 

-¿Has encontrado un trabajo?

 

-Todavía no es seguro. Voy a hacer una prueba.

 

-¿Puedo preguntar dónde?

 

-¿Conoces la botica Slug & Jigger? Está en el callejón Diagon.

 

Kreacher le sirvió el café caliente a Draco, que le agradeció con un movimiento de cabeza. Bebió un trago con cuidado, y apoyó la taza en la mesa, mordiendo la tostada de nuevo, ignorando la mirada de incredulidad que le estaba dirigiendo el moreno .

 

-No quiero desanimarte pero… ¿en serio vas a trabajar allí?

 

Draco tragó su pedazo de tostada y respondió.

 

-¿Cuál es el problema? El dueño es un gran elaborador de pociones. Además de ganar dinero, aprenderé. ¿Qué más quiero?

 

Harry levantó las cejas.

 

-No es un sitio muy agradable. Fui una vez con Hermione, huele a…algo parecido a huevos y coles podridas…- Harry puso una cara de desagrado que hizo sonreír a Malfoy.

 

- Eso se puede arreglar. Conmigo, la imagen del lugar mejorará y así habrá más clientela.

 

-…Supongo.- Harry levantó los hombros en un gesto de indiferencia. No ponía en absoluto en duda la capacidad del Slytherin para convertir en oro todo lo que tocaba.

 

Harry le dio su último sorbo al café y dejó el periódico encima de la mesa. La taza desapareció en el momento en el que se levantó de la silla y se estiró, desperezándose.

 

-Voy a despertar a Teddy.

 

Draco le asintió sin mirarle, alcanzando El Profeta.

 

-¿Te importa si le echo un vistazo?

 

Harry negó con la cabeza y le hizo un gesto, invitándole a leerlo.

 

Salió de la cocina, mirando hacia el rubio una vez más. Éste parecía un poco más animado con la idea de trabajar. Suspiró, pensando que, realmente, era lo mejor para él. Tratar de impedírselo sería una decisión egoísta.

 

Subió hasta el cuarto de Teddy, que ya le esperaba con los ojos medio abiertos y una sonrisa enorme. Bajó al niño de la cama y de un movimiento de varita, las sábanas se pusieron en su lugar.

 

Levantó al pequeño en brazos mientras se dirigía a los cajones de ropa. El niño, todavía medio dormido, se acurrucó en el regazo de Harry mientras éste sacaba algunas prendas del armario.

 

-Vamos a bañarnos, y luego iremos a visitar a la tía Molly, ¿de acuerdo?

 

Teddy sólo se abrazó más a Harry como respuesta, haciéndole sonreír. Harry alcanzó unos pequeños pantaloncitos vaqueros y la camiseta de elefantes que tanto le gustaba al pequeño, e incorporándose un poco sacó de los cajones superiores un jersey azul de lana. Iba a cerrar el cajón cuando una voz conocida le interrumpió.

 

-El rojo mejor.

 

-¿Eh?

 

Harry miró a Draco, apoyado en el marco de la puerta. Llevaba un traje bastante elegante, y su aspecto era cuidado y detallado. Su pelo estaba peinado hacia atrás, y en la nuca llevaba un fino lazo dorado que ataba los mechones que le habían crecido demasiado. Bajo el brazo derecho sostenía un maletín cuadrado de metal, que Harry supuso que contendría sus materiales para preparar pociones.

 

-El jersey rojo le quedará mejor con esos pantalones. Además, abriga bastante más.

 

Harry miró la pequeña prenda azul celeste de su mano, y levantando las cejas en un gesto de afirmación la dejó de nuevo en el cajón, agarrando esta vez un jersey rojo algo más grande.

 

-¿Te vas ya?- Harry clavó los ojos en el suelo, intentando no adoptar en su rostro ningún gesto delatador.

 

Draco asintió y se acercó. Harry se tensó inconscientemente.

Encima olía a narcisos.

 

El rubio revolvió el pelo de Teddy, que le sonrió sin despegar su mejilla del hombro de Harry.

 

-Nos vemos luego pequeño, pórtate bien- Harry levantó una ceja.- Sólo estaré fuera un par de horas, volveré para comer.- Harry le miró, incrédulo. Esa última frase iba dirigida a él, no al niño. De repente se sintió nervioso. Parecía que Draco había tomado una nueva actitud. Ya no sólo le hablaba cuando era necesario o cuando se encontraban por la casa, sino que ahora incluso le buscaba para decirle que le esperase para comer.

 

-De acuerdo.- consiguió articular Harry. Sentía sus mejillas arder por alguna razón.

 

Draco revolvió por última vez el pelo de Teddy y se dirigió a la puerta del cuarto.

 

-Nos vemos luego.

 

-…Hasta luego.

 

Cuando Draco cruzó el umbral y se alejaba por el pasillo, algo cruzó la mente de Harry.

 

-Eh... ¡Malfoy!

 

El aludido se giró y le miró.

 

-Eh… Mucha suerte.

 

Ambos se miraron a los ojos durante un par de segundos, que a Harry se le hicieron eternos. Una corriente subió por su espina dorsal y le obligó a concentrarse para no dejar caer al niño. Entonces, Draco cambió la expresión de su rostro, y emuló algo parecido a una sonrisa de agradecimiento, girándose de nuevo hacia las escaleras.

 

Una vez estuvo Draco fuera de su campo de visión, Harry se permitió cerrar los ojos fuertemente y suspirar. Algo empezaba a no estar bien en su interior. Sólo una mirada le hacía sentir que no había nada más en el mundo, y sólo una sonrisa provocaba que toda su cordura se viniese abajo. Era inevitable. Y lo peor, era que sin poder evitarlo, el pequeño intento de sonrisa que Draco le había dirigido a él, sólo a él, había alegrado su mañana. Y ahora se sentía como una colegiala, con ganas de chillar y saltar.

 

Bajó la mirada, avergonzado. Estaba claro que debía parar esos pensamientos antes de que fuese demasiado tarde.

 

Salió del cuarto con el niño todavía en brazos y bajó al primer piso. El baño estaba al fondo del rellano, pasando el salón. El suelo, de sobrio mármol negro, era lo único que se conservaba del antiguo baño de la familia Black. Harry había cambiado la bañera y el lavabo, negros y con motivos de serpientes, por otros más normales.

 

Bajó a Teddy al suelo y llenó la bañera. Apoyó la ropa del niño en una pequeña butaca negra que había al lado del lavamanos, y alcanzó a Teddy, que se escapaba descalzo por el frío suelo de mármol.

 

Mientras bañaba a Teddy y le observaba divertirse con las mágicas burbujas de la bañera, Harry no pudo evitar pensar en Draco de nuevo. ¿Cómo le iría?¿Le aceptarían?

 

Suspiró mientras reventaba una burbuja con el dedo. Desde luego que le iría bien. Era el mejor alumno de pociones que jamás había conocido, incluso más que Hermione, era imposible que no le aceptaran.

 

Una leve punzada de culpa le hizo sentirse mal por desear en el fondo que no le fuese bien. Tan sólo tenía miedo a que solucionase su vida…y se marchara de allí. De repente se sintió ridículo, prácticamente rogando por unas simples migajas de la atención de Draco.

Harry sacó al niño de la bañera, que se revolvió un poco, disconforme, y lo vistió. Cuando le estaba colocando los zapatos, Teddy meneó su cabeza y su pelo se volvió naranja Weasley, lo que hizo reír a Harry y olvidarse por un momento de Draco y su omnipresencia.

 

El moreno revolvió el pelo del pequeño.

 

-¿Ya tienes ganas de verles? Molly se alegrará un montón de volver a verte y ver cuánto has crecido.

 

Teddy extendió sus manitas hacia el rostro de Harry como respuesta y sonrió, pero un fuerte ruido de cristales romperse hizo que se asustara y se abrazara a su padrino, sobresaltado.

 

-¿Qué..?

 

-¡Amo!

 

Kreacher se apareció en el pasillo, visiblemente alterado.

 

-¿Kreacher?- Harry dejó al niño en el suelo, que se pegó a la pared, asustado.- ¿Qué ocurre?

 

-..Esos…esos malditos bichejos del demonio…-el elfo parecía al borde de un ataque de ira, sacudiendo sus extremidades mientras hablaba atropelladamente- ¡Se ha colado por la ventana y ha destrozado la alacena!

 

-Kreacher... ¡Kreacher, tranquilízate!- el elfo se paró en seco, sin cambiar la expresión de profundo desagrado-¿De qué estás hablando?

 

-¡Duendecillos de Cornualles!-escupió Kreacher-¡Esas asquerosas criaturas que sólo dan problemas!

 

Harry levantó una ceja y suspiró.

 

-Genial.- resopló mientras sacaba su varita del bolsillo y se encaminaba escaleras arriba, de donde acababa de provenir otro ruido sospechoso.

 

Al llegar al cuarto rellano todo se quedó en silencio. Harry avanzó despacio, sigilosamente, procurando hacer el menor ruido posible. Agudizó el oído, pero no oyó más que el débil repiqueteo del péndulo que estaba pegado a la pared.

 

Bajó la varita, sintiéndose ridículo, cuando de repente algo le golpeó la nuca y lo tiró al suelo. Se levantó rápidamente y observó a la pequeña criatura azul vivo, que se desplazaba por el pasillo a toda velocidad, emitiendo un agudo y molesto sonido.

 

Harry se sobó la nuca y corrió tras él, agitando su varita.

 

-¡Inmobilus!

 

El hechizo pasó rozando al duendecillo, lo que hizo que éste se asustara y empezase a moverse aún más rápido. A Harry empezaba a costarle seguirle con la mirada e intentar apuntarle con la varita, cuando observó con horror cómo la criatura entraba en una ráfaga en una de las puertas entreabiertas del pasillo.

 

Harry maldijo y le siguió. La puerta de la habitación de Draco.

 

En tres escasos segundos, el duendecillo arrasó con todo lo que encontró a su paso, mofándose de los vanos intentos de Harry por detenerle. Levantó el pulcro edredón esmeralda y pasó por debajo, descolocando las sábanas, e hizo añicos las cajoneras de madera, esparciendo su contenido sin ningún tipo de piedad.

 

Entonces se paró en el aire, suspendido, durante una décima de segundo. Harry desplazó la mirada hacia delante y empalideció. Aquella estantería estaba repleta de pequeños frascos de cristal con líquidos de diferentes colores. Las pociones de Draco.

 

Levantó la varita a la velocidad de la luz, observando como el pequeño duendecillo de disparaba contra la estantería.

 

-¡¡Inmobilus!!

 

Cerró los ojos con fuerza, preparándose para el intenso estallido que producirían todos aquellos frascos al romperse, estallido que fue sustituido por un ruido seco contra el suelo.

 

Abrió los ojos con temor, y su vista le regaló la imagen de la estantería completamente intacta, y el  diminuto duendecillo azul completamente rígido, tirado en la alfombra.

 

Harry resopló aliviado, pero su efímera alegría se esfumó al observar aquel desastre. Levantó a la criatura por una pata y la observó con enfado.

 

-¡Kreacher!- el elfo se apareció delante de él, sonriendo con una mueca al ver al duendecillo derrotado.- Suéltalo en el jardín, y asegúrate de que no vuelva a entrar.

 

Kreacher asintió y se llevó al duende, agarrado por una oreja, sin el más mínimo cuidado.

 

Harry suspiró, y de un movimiento de varita recolocó las sábanas y el edredón en la cama, y con un ligero “Reparo” arregló las dos mesillas con cajones, que quedaron como nuevas. Pausadamente se acercó a la cama, y recogió del suelo un pequeño montón de papeles que habían quedado desperdigados, cuando encontró algo que le llamó la atención.

 

Un pequeño Draco Malfoy sonreía de manera extraña en una fotografía, abrazado por su madre. Un elegante hombre de abundante pelo rubio platino les observaba a los dos, apoyado en el mueble a su espalda. La fotografía demostraba un alto nivel de vida: las túnicas de los tres eran caras y su aspecto era cuidado. En el mueble del fondo podían apreciarse dos candelabros brillantes y pulidos con detalles de serpientes, y en los brazos del pequeño Draco descansaba lo que parecía una trabajada caja de música, decorada con detalles dorados.

 

Harry observó con detenimiento la fotografía, y estudió la sonrisa de Draco, una mezcla entre inocencia y emoción. Sus pequeñas manos se cernían en torno a aquel cofre, con cuidado, y lo acariciaban como si fuese algo importante. Le dio la vuelta y se sorprendió al ver algo escrito, con una letra curvada y suave.

 

Para mi querido Draco, por el día de su décimo cumpleaños.

Conserva este regalo como algo importante y de inestimable valor. Cada vez que nos eches de menos o te sientas triste, ábrela, y sus maravillosas luces te harán sentir nuestro amor.

Te quiere,

Tu madre

 

Harry sintió un nudo en la garganta. Siempre había considerado a la familia Malfoy como gente superficial y sin sentimientos, pero ahora se daba cuenta de que como cualquier familia, existía un vínculo de amor entre ellos. Quiso llorar al darse cuenta de la situación de Draco. Probablemente echaría de menos a sus padres, y la idea de jamás volver a verlos con vida debía clavársele como un clavo ardiendo.

 

Los demás papeles que se habían esparcido por el suelo  no eran más que recortes de periódico hablando de su padre y su vínculo con el Señor Tenebroso, y algunos documentos oficiales del Ministerio de Magia. Harry los ordenó como pudo, intentando que Draco no notase el cambio, y los guardó en el cajón superior.

 

Harry miró a su alrededor. La habitación era fría, seria. Triste. Nada que dijera a simple vista que aquel cuarto pertenecía a Draco Malfoy. Pasó la vista por la almohada de la cama y descubrió un fino cabello rubio casi plateado, que tomó entre sus dedos. Ojalá consiguiera que Draco sintiera aquella casa como su hogar. Entonces no importaría que trabajase ni que pudiese subsistir por sí mismo, porque Draco no querría marcharse.

 

Un puño invisible apretó el corazón de Harry sin piedad. Se recostó ligeramente y apoyó la cabeza contra la almohada, descubriéndose a sí mismo aspirando el aroma del rubio deliberadamente. Sintió en propias carnes la tristeza inevitable de Draco, y no pudo evitar que una leve lágrima recorriese su mejilla y muriese contra la cama.

 

Nunca, ni aunque él quisiese, le dejaría solo. Y quizás algún día, con un poco de suerte, llegaría a ser imprescindible para él. 

 

Notas finales:

Cosas: lo de que la botica Slug & Jigger huele extraño NO me lo he inventado, lo prometo xD!! Búsquenlo, ya verán! xD

Tengo el capi 10 a la mitad, así que no creo que tarde mucho en terminarlo y subirlo *-* Aunque ya me conocen...U.u

..Por cierto, un comentario rápido: En este capi 9 pasan un montón de cosas, pero a mí la parte que más me gusta es el momento Teddy corriendo descalzo por el baño adelante xDD En mi cabeza queda muy cute xDD

Nos leemos!! ^__^


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