CAPÍTULO VII UNA BODA IMPROVISADA
El esclavo resultó ser un excelente amante. Aunque eso él no lo reconocería. Todavía podía recordar aquella noche en que se pasó de copas… la noche en la cual él no poseyó a alguien, si no que fue él, quien recibió.
Una gota de sudor perturbadora, corrió por su frente blanquecina. No sabía exactamente qué clase de educación había recibido en casa de sus parientes, pero, sabía exactamente cómo provocarle que los vellos se le erizaran o que su mente permaneciera perturbada gran parte del día.
No se daba cuenta de que pensaba todo el día en él. En sus ojos, en su piel morena, en su cabello… era su esclavo y de cierta forma, sentía que él mismo fue esclavizado… a su presencia.
Era su esclavo al fin y al cabo. No tenía a donde ir y él era el único que sabía de su crimen. Lo tenía en sus manos.
Sin embargo; no todo lo que planeamos, resulta.
Pasaron algunos meses y Harry se sentía extraño. Estaba más cansado y con mucho sueño. Apenas podía responder a los estímulos de su amo y a veces, era demasiado impetuoso.
Se excitaba con facilidad, aunque sólo fuese con un roce.
Hasta que su mayor temor se hizo realidad…
Estaba esperando un hijo de su amo.
Al principio no lo había notado. Ya que no había presentado los síntomas, como náuseas matutinas o ganas de comer algo en especial.
No era para menos, ya que prácticamente se acostaban con frecuencia. La última vez, fue la noche anterior.
Su vientre había aumentado lo suficiente para que él se percatara de ello.
Para Draco también fue toda una sorpresa. No sabía que su esclavo tuviera esa capacidad.
Aunque no deseaba tener hijos muy pronto, éste en especial, quería que naciera.
Harry sabía perfectamente que el show debía continuar, pasara lo que pasara, le era difícil aceptar a su bebé.
Su primer embarazo, lo había perdido a base de maltratos y violaciones constantes.
Tenía miedo que su bebé creciera en ese ambiente. Que su padre fuese quien le compró, de alguna forma.
Eso era despreciable.
No podía tener ese bebé. No quería que pasara lo mismo que él. No quería que fuese el hijo de un esclavo sexual.
Ser sometido para no ir preso por un homicidio en defensa propia.
Draco había sido categórico. Ese hijo nacería, aunque Harry se opusiera.
No se había ni percatado que se casaba hoy día. Hasta que Narcisa entró a su habitación a preguntarle si su traje ya estaba listo.
Se llevó una gran sorpresa, cuando descubrió que Harry estaba con sus muñecas atadas al respaldo de la cama.
Totalmente desnudo y apenas conciente.
Narcisa no dijo absolutamente nada. Salió de la habitación e intento borrar aquellas imágenes de su memoria.
Draco por su parte, se estaba dando una agradable ducha.
Ese polvo estuvo demasiado exquisito.
Poco a poco cayó en la cuenta… del día que estaba viviendo…
Salió de la ducha y buscó el traje del matrimonio. Ya era un hecho. Al fin esa tipa le había puesto la soga en el cuello, y estaba más que seguro que no iba a poder soltarla lo suficiente para poder escapar.
Sacó el traje del clóset. Para variar era negro, con humita.
Una elegante camisa blanca.
Los zapatos estaban debajo. Ayer los habían lustrado.
La ropa interior, los calcetines, todo estaba sobre la cama.
Se secó con rapidez, se colocó desodorante y perfume.
Contempló la ropa con detenimiento. Debía casarse con ella. En este caso, no había otra salida.
Se vistió tranquilamente. Ni sabía qué hora es. Ni siquiera vio la hora cuando una vez listo, bajó las escaleras.
Antes de eso, había desatado a su esclavo.
Sin beso de despedida, ni palabras bonitas y dulces, le dejaba allí, encerrado con llave.
Nadie excepto él podía entrar allí.
Vio a los invitados que estaban llegando. Con paso elegante, se acercó a ellos y les saludó. Era el anfitrión de la fiesta, esto sólo sería el comienzo.
Su padre le alcanzó en el recibidor y le dijo que aguardara en la sala de estar. En unos minutos llegaría su novia.
Draco asintió y en camino hacia la sala de estar, vio a su flamante madre, quien veía que todo marchara bien con la servidumbre.
La decoración era delicada y fina. Los mozos eran ágiles y bien parecidos. Todo estaba en su sitio.
…l asintió a la señal de Narcisa y entró en la sala de estar, donde se encontraba una jueza.
Se trataba de una mujer entre los 30y 40 años de edad aproximadamente. Tenía ese aire solemne de su cargo.
Su cabello tomado hacia atrás. Luciendo un atuendo color obispo, con una blusa blanca invierno debajo.
Apartó la vista enseguida. Sus pensamientos se habían quedado en el segundo piso.
Exactamente en su habitación.
A esas alturas, ya debió despertar.
De pronto, escuchó mucha agitación. Ella debió haber llegado.
Fue hasta la puerta. Respiró profundo y la abrió.
Allí estaba ella. Con un elegante traje italiano. Entallado a su esbelta figura. Con el cabello tomado con media cola, adornado por unas pequeñas flores blancas.
El traje era de color blanco invierno.
Entró a la sala y apenas vio a su novio, fue directo a abrazarle. A sus ojos, era el hombre más perfecto en traje formal.
-Drake, al fin estaremos juntos- dice y sonríe. No hallaba la hora de casarse y irse de luna de miel.
Narcisa se les acercó y les instó a que se acercaran hacia la jueza, quien ya estaba lista para comenzar con la ceremonia.
Eran las 3 en punto. Todos los invitados, miraban la escena con una copa de champagne en sus manos.
Mientras que los mozos iban de un lado al otro, con sus bandejas con canapés y más champagne.
-Estamos aquí presentes para celebrar el matrimonio en el Sr. Draco Malfoy y la Sra. Pansy Parkinson…
Ambos oían, uno más que el otro…
Pansy tomó la mano de Draco. …ste sólo quería que ya terminase aquella ceremonia.
Hasta que llegó a la parte donde la clásica pregunta… ¿alguien se opone a esta unión?, que hable ahora o calle para siempre…
Todo fue silencio. El acepto, no tardó en llegar. Tampoco el beso a la novia.
En ellos sólo había deseo. Atracción. No es suficiente.
-Felicidades Draco- dice Narcisa, abrazando a su único hijo.
-Gracias madre- responde casi de forma mecánica. Había cumplido el deseo de la familia. Se casó. No va a faltar que en un tiempo más le pidan un nieto. Más bien que fuese un niño, para que herede la fortuna de los Malfoy.
Para ese entonces, todos sus amigos, les felicitaban.
Hasta decían bromas de mal gusto…
La ceremonia continuaba… con el infaltable “lanzar el ramo”. Todas las mujeres solteras se pusieron detrás de Pansy para agarrar el ramo.
-¡A la una, a las dos… a las tres!- exclamaba la multitud femenina, moviéndose hacia los costados.
Draco bebía un sorbo de champagne. Aprovechó de que los invitados estaban mirando el espectáculo, para abandonar la sala de estar. Fue hasta las escaleras y vio la puerta de su habitación.
Sacó la llave de su bolsillo y abrió la puerta. Entró cerrándola bien despacio.
Vio que Harry sólo llevaba una camisa de él puesta.
Permanecía recostado en el sillón.
Qué clase de poder tenía sobre él, que tan sólo verle, encendía su cuerpo. Hacía que su corazón latiera con tanta fuerza.
Se inclinó hacia su rostro y comenzó a besarle…
-Me enloqueces…- pensaba y besar esos labios que siempre estaban dispuestos a recibirle sin negarse.
Pansy notó que su esposo no estaba en la sala.
Preocupada, salió del salón y fue a buscarle por toda la mansión.
Mientras que Draco se debatía en tomar o no tomar ese cuerpo que se retorcía debajo de él.
Cada gesto, mirada, roce, era una provocación… una invitación a su lecho.
Y como no es de hierro, aceptó gustoso.
No permitió que Harry le desvistiera, ya que pronto tendría que bajar otra vez. Por alguna extraña razón, hoy sólo tenía antojos de Draco. Tenerlo a él…
Se levantaron sin dejar de besarse hasta caer en la cama… el moreno quedó enseguida desnudo, ya que la camisa fue lo primero en desaparecer.
Draco recorrió cada centímetro de ese cuerpo. Repartiendo besos, repasando cada marca que le indicaba que era suyo. Lo sería eternamente.
Tocó ese vientre que seguiría creciendo los próximos meses. Hasta sintió un movimiento.
Le fue preparando, aunque esa breve espera ya le era insoportable. No sabía qué tenía ese cuerpo que le convirtió en un adicto.
Unos golpes en la puerta y la voz de su esposa, le regresaron a la realidad.
Una mirada de “no vayas”… “quédate”…
Harry le atrajo hacia su cuerpo. Fue una acción sin pensar.
Aún así, no dejaba libre a Draco, quien ni siquiera podía responder, ya que sus labios eran devorados con tanta ansiedad, que sólo le encendió más…
Y aún sin quererlo, fue despojado de toda su ropa… ambos ardían de deseo…
-¡Voy a entrar!- exclama la esposa…- ¿Drake?...
Continuará…
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