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MeanWhile por liuny

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Harry:

Forks... ummm... era como Inglaterra. Sólo que con menos sol y más verde. Estoy seguro que más de uno se preguntará que hago yo en Forks atascado con Draco-muerte-a-todos-los-sangre-sucias-Malfoy... esa es una historia larga y pasada que no voy a contar y espero que se quede a dónde pertenece: en el pasado... no me mal interpreten. Draco es un gran compañero (especialmente para viajes largos) y haber terminado donde estamos, es lo mejor que me ha pasado en la vida, desde que apareció Sirius. El único problema... El Lugar.

Admito que el ochenta por ciento es mi culpa. Yo le dije a Malfoy que se encargara de la ubicación... así como también le dije que quería un lugar discreto, pequeño y que básicamente nadie conociera. Parece que con todos esos requisitos, terminamos aquí. Gemí sin poder evitarlo. Me asomé por la ventana, mi cuarto estaba en el segundo piso y daba a la calle, mientras que el cuarto de Draco daba al patio. Yo prefería la calle, cuando menos la calle tenía un poquito de gris y amarillo... tenía suficiente del verde... especialmente viviendo con la serpiente que tenía como compañero.

Frente a nuestra casa, estaba una vivienda de color blanco. Según las investigaciones de Draco, allí vivía el Sheriff de la policía de aquel pueblo. Lo único que pude pensar en ese momento fue: ¡Genial! Un policía, el jefe de todos... como vecino. Draco siendo buscando por presunto mortífago y yo... y yo... ¿Por qué exactamente yo estaba siendo buscado si no había cometido ningún crimen? ¡Ni siquiera había matado a Voldemort! Todavía... como sea... teníamos que ser discretos, lo más discretos posibles, sin embargo. Draco estaba atravesando una extraña etapa de “Curiosidad Muggle” y había decidido, meternos a los dos en la preparatoria, además de comprar un carro por demás extravagante junto con esa manía suya de vestir como si fuera a una pasarela de Channel, para ir a la esquina. No nos hacían fácil el “pasar desapercibidos”.

Observé estático, casi pareciendo una estatua, estoy seguro. Como todo iba a bajando de ritmo a medida que la noche se iba cerniendo más y más, sobre nosotros. En algún momento indeterminado, las luces de la casa del jefe de policía, se apagaron. A pesar de la oscuridad que sólo era batida por los pobres faros que alumbraban las aceras, podía observar bastante bien (había luna llena, y era mejor no pensar en ella). Que... ¡Oh dios! Un vampiro, o era la esencia de uno, cuando menos... aquel hombre que estaba subiendo por una de las ventanas de la casa del jefe de policía, no parecía para nada, a ninguna de las criaturas que me había enfrentado. Yo estoy hablando como si me hubiese enfrentado a muchos vampiros. La sabiduría de Merlín nos libre de volver a encontrarnos con algunos de esos desfigurados chupa-sangres.

A diferencia de los vampiros que nos enseñaron en la escuela. Aquel, parecía un humano, normal y corriente. No podía distinguirlo muy bien desde aquí, pero, volviendo al tema. ¡Nuestra primera noche aquí y ya tendríamos que lidiar con el asesinato del jefe de policía! Suspiré y me llevé con gesto lastimero la mano a la cara. ¡Genial! ¡Simplemente genial! Me levanté fastidiado del alfeizar, y me fui a dormir, cuando menos, si me preguntaban en la comisaría, podría decir sin mentir que no sabía nada y que estaba durmiendo.

1

Lo intenté. Juro que lo hice. Sin embargo, el tímido amanecer llegó y yo todavía estaba dando vueltas en la cana, sintiéndome adolorido por la falta de descanso. Miré el reloj y éste me saludó diciéndome que era hora de levantarme porque, iba comenzar mi intento de ser normal. Estoy seguro que el bastardo de Malfoy, se estaría burlando de mí, en estos momentos.

Estaba parado en el pórtico de la casa, recordándole a mi querido compañero de casa que no tenía licencia para conducir y que si uno de los policías nos agarraba, adiós luz que te apagaste. Draco se disponía a regañarme por mi estupidez cuando un Volvo último modelo se detuvo frente a la casa del jefe de policía.

— Potter, realmente que eres estúpido. Según nuestros papeles, somos mayores de edad. ¿Con quién crees que estás hablando? ¡Por supuesto que tengo licencia! —Realmente no estaba prestándole atención. Al ver a la persona que descendió del carro. Hizo que mi magia se revolviera dentro de mi cuerpo y todos se saliera de control. Sentí mi sangre fluir por mis venas, mi corazón iba a salirse por mi garganta de lo fuerte y rápido que latía. Sentía que mis tiempos me abandonaban junto con el aire, y sin embargo, allí estaba. Parado, resistiendo; mientras que Draco seguía regañándome. No sabía que me pasaba, pero, o me calmaba o todo aquello iba a matarme. Literalmente—. Hey, préstame atención, Cuatro-ojos —Pidió tan cordial, Draco, pegándome en la cabeza. Parecía que mi rubio amigo había hablado demasiado fuerte, puesto que el conductor del Volvo se había volteado.

No era humano... eso hizo sentirme tres veces peor de lo que ya estaba. Ahora que lo veía bien, era el vampiro que había estado escalando la noche anterior... como venía diciendo de un tiempo hacia acá. ¡Genial! ¡Simplemente genial! Volteé a mirar a Draco con temor. Le agarré la mano que iba directo a su varita y negué. Me iba a protestar y volví a negar, tratando de hacerle entender con indirectas que podría escucharnos.

— Vámonos... vamos a llegar tarde.

— ¿Estás tonto? —Yo lo miré debatiéndome entre el reproche y la resignación. Luego de un año conviviendo con el príncipe Slytherin uno aprendía ciertos trucos para manejarlo.

Edward:

A las cinco y tantas de la mañana, descendí por la ventana y me fui a casa a cambiarme y a buscar mi amado volvo. En un abrir y cerrar de ojos, estaba de nuevo en casa de Bella. Me bajé para tocar la puerta, cuando escuché un par de voces que se me hicieron conocidas. Las ignoré, Jasper tenía razón y estaba siendo demasiado paranoico. Me obligué a mí mismo a practicar mis velocidades humanas y cuando ya estaba en la entrada, tuve que voltear a fuerza mayor.

Si mi corazón tuviera la capacidad de latir. Estoy seguro que en estos momentos sería un pitido en mis oídos... ¡Era el hermano perdido de Rosalie! El mismo rubio arrogante que había entrado la noche anterior en el restaurante. Y su lado, había otro joven... podía inferir había sido el 'personaje encubierto' que lo acompañaba, su tamaño era el mismo cuando menos. Cuando lo vi, olvidé todo lo demás, que había ido a buscar a Bella, que a su lado estaba un ser potencialmente peligroso, para nuestra raza. Sólo estaban aquellos ojos verdes que ni siquiera mi yo humano igualaron en su mejor momento.

Sentí como si algo me envolviese delicadamente, era cálido, salvaje, arrollador... jamás había sentido algo igual, era como si flotara y fuera uno con el mismo aire. Me censuré a mí mismo en el preciso momento en el que mis piernas querían cruzar la calle y... no supe si quería arrancarle al moreno sus ojos verdes o si lo confundí con otra cosa. Mis instintos me alertaron ante los movimientos felinos y ofensivos que habían tomado presa del rubio, yo también me preparé para cualquier cosa, sin embargo, el ojiverde le detuvo la mano y negó sosegado.

Escuché los primeros pensamientos del ojos verdes. Calma Draco, no hagas nada estúpido... Luego de eso, el rubio pareció dimitir.

— Buenos días, Edward... —Boté asustado cuando alguien me puso la mano en el hombro. ¡Que día más extraño estaba resultando aquel! Era el Jefe Swan. No habían pasado ni dos minutos cuando ya el hombre estaba pensando que yo no era más que un pelmazo que estaba robándole a su hija y llevándole por el mal camino.

— ¡Lo siento, Edward! Me quedé dormida —Había dicho Bella, sin embargo yo seguía mirando hacia el frente.

— ¿Estás bien? —Esas palabras del jefe Swan me devolvieron a la realidad.

— Umm, yo sí...

— Oh, pero si son nuestros vecinos...

— ¿Los conoces? —Preguntamos Bella y yo al mismo tiempo.

— No en realidad. Llegaron hace una semana y no han salido prácticamente nada de la casa.

— ¡Pero si es el rubio de la noche anterior Edward! —Yo asentí, mirando al papa de Bella—. Papá. ¿qué dicen los vecinos acerca de ellos?

— ¡Bella! ¡Eso no es muy cordial que digamos!

— ¡Por favor, papá! Es importante...

— Bue... bueno... —El jefe Swan parecía un poco consternado por nuestra repentina curiosidad, inclusive yo estaba demasiado... ¿Cómo decirlo? ¿Ansioso?— No mucho... son ingleses. Los Clapson... son los antiguos dueños de la casa —Me explicó el Charlie, yo asentí—. Dijeron que son millonarios. Compraron la casa de golpe y en efectivo. La gente dicen que son amantes y que vinieron acá tratando de huir de la prensa.

— ¿De la prensa? —Bella y yo parecíamos estúpidos, repitiendo la última frase que decía su padre.

— Bella, son especulaciones. A mí me parecen buenos chicos...

— Vámonos... vamos a llegar tarde —Escuché que decía el moreno, jalando al rubio.

— ¿Estás tonto?

— ¡Cállate y vámonos! ¿Quién era el que estaba apurado por empezar clases? ¿No eras tú? —Vaya que el morenito tenía su carácter.

— ¿Por qué no van y los saludan? Seguro que lo tienen difícil de estar aquí solos y sin sus padres... —Bella y yo tuvimos el mismo pensamiento. Y nos agarramos mutuamente. Le sonreímos a Charlie.

— Lo haremos luego, ¡tenemos que irnos! ¡aún tenemos que pasar por Alice y Jasper que no tienen carro por que se les fundió el motor!

— ¡Sí! ¡Rosalie dijo que no conseguía la pieza! Nos vemos, Pa... —Le dio un beso en la mejilla y desaparecimos lo más rápido que pudimos de allí. Ahora... ¿Por qué tendría que regresar a mi casa, si vivo con Jasper y Alice? Definitivamente, había dado una de las peores excusas de mi vida.

Harry:

Como iba a extrañar Hogwarts... pero, Hogwarts ya había sido etapa superada y aunque quisiera no podría volver porque, ya estábamos graduados. La Preparatoria de Forks me dio la bienvenida en el carro de Draco. Me preparé mentalmente para la cháchara de Draco y “Estos muggles...”. Sin embargo, cuando miré. Estaba demasiado empecinado en su mundo, cosa que no sucedía muy a menudo.

— Draco... —Murmuré, llamándole. La serpiente rubia volteó a mirarme.

— Estoy bien, Potter. Ya voy a empezar a criticar esta institución de cuarta. Estoy pensando, no me molestes —Suspiré. ¿Qué más podía hacer? Draco siempre había sido una persona cerrada y bastante mal humorada. Le coloqué mi mano en la mano que reposaba en la palanca de cambio—. ¿Es por el vampiro, verdad?

— Sí, ahora. Estorbas... quita la mano...

— Draco...

— No me mires así, Potter.

— Estaremos bien...

— Cállate. Se supone que estoy aquí para que nada te pase y ya tenemos vampiros rodeándonos... ¡Nada mejor! ¡Suéltame, joder! —Me ordenó, quitando la mano y poniéndola en el volante. Yo fruncí los labios.

— Estaremos bien. ¿Qué nos puede pasar? —Le pregunté tratando de hacerle hablar y que se abriera un poco. Tarea de titanes con el Príncipe de Hielo, a mí lado.

— Me disgusta enormemente tu optimismo, guárdatelo.

— Amargado.

— No me busques la lengua. Cara-rajada... —Le saqué yo la lengua en un gesto de infantil rebelión y me bajé, dejándole allí sólo. Dentro de poco correría a mi lado. Draco era como un bebé pollito en el mundo muggle... y yo había terminado siendo la (des)afortunada mamá gallina...

Edward:

Estábamos en Biología, completamente aburridos. El profesor no daba señas de aparecer pronto. Bella jugaba con el bolígrafo a escribir garabatos en la orilla del cuaderno. Y yo me dedicaba a seguir el bolígrafo mientras escribía. Era eso, o comenzar a gritar...

— ¿Estás seguro que es aquí, Potter? —Escuché que otra vez las voces que parecía estar encontrándome en la sopa, decían detrás de la puerta.

— Sí, Malfoy... estoy seguro que es aquí...

— Mira Potter, si me vuelves a perder, te aseguro que no necesitaras enfrentarte al Lord para tener tu pasaje al inframundo.

— Sí, sí... —Aceptó la voz del moreno bastante resignada. Sin hacernos esperar mucho más, entraron al salón y todo el mundo, se les quedó mirando, pensando que eran el profesor—. Ergh..., tal vez sí nos equivocamos de salón... —Siguió el moreno o “Potter” como lo llamaba el rubio, notablemente cohibido, como escondiéndose tras el rubio.

— ¿Es este el salón de biología? —Preguntó el de ojos grises, con voz mandona. La verdad es que el crío no me caía demasiado bien...

— Sí rubio... este es el salón de biología...—Respondió. Jessica. Pobre mujer...

— Ya salió... —Me dijo Bella, refiriéndose a Jessica. Yo asentí—. ¿Tiene que ser con todos los hombres guapos?

— ¿Te gusta el rubio? —Solté incrédulo y... tal vez... y sólo tal vez... algo... un poco, celoso...

— Sí, Edward. Me encanta. ¿Podríamos dejarlo pasar? —Gruñí a su respuesta, no me gustaba la perspectiva de que a mi novia, le gustara ese niñito malcriado—. Rosalie tiene razón —Murmuró. Yo gruñí un poco más alto...

— ¿Y tú quien eres... suc...? —Sonreí, al ver que el moreno pisaba con fuerza al rubio y se dejaba de esconder y con un sonrisa que, deslumbró al salón se presentó.

— Hola. Soy Harry Potter y él es Draco Malfoy. Somos nuevos, y estamos algo perdidos...

— H... ho... ejem... hola... soy Jessica Stanley, guapo —Se presentó coqueta jugando con su cabello y sonriéndole. Era uno de los gestos que más aborrecía de ella y parecía que me había salido un coterráneo a la causa.

— Aléjate de él, horrorosa Muggle...

— Malfoy... —Le advirtió Harry. Tenía un lindo nombre y el otro tenía un nombre rarísimo. Estaba seguro que Draco significaba Dragón en latín. ¿En qué año había nacido? ¿O de dónde eran sus padres?

— Lo siento... discúlpalo. No es muy agradable con los nuevos —Le pidió, regañando a la vez al rubio.

— No te preocupes, lindo.

— De verdad, como te llames, aléjate de él... —Parecía que los rumores eran cierto y eran pareja... miré a Bella.

— ¿Son pareja, verdad? —Me preguntó Bella.

— No lo sé, pero, parece...

— Hacen una buena pareja, a decir verdad.

— No me lo parece...

— ¿Por qué?

— Pobre Harry. Parece que el rubio lo tuviese sometido, no me sorprendería si incluso sufriera de violencia doméstica —Le expliqué yo concienzudamente. Ella me miró alzando una ceja. Gesto que, aunque no lo supiera en ese instante iba a ser una constante en mi vida.

— Eddy...

— No me digas Eddy... —Mascullé molesto.

— Mira... sé que tu jamás me levantarías la mano, pero... eres igual al rubio... —Yo la miré en blanco y en shock. ¡Me estaba comparando con ese!

— Bella... eso acaba de ofenderme terriblemente... —Ella se rió, burlándose descaradamente de mí.

— Pueden sentarse con Bella y Edward, es la única que mesa que tiene puestos libres... —Probó Jessica, volviendo a llamar nuestra atención. Señalándonos.

— ¿No hay otra mesa? —Pidió Harry, haciéndose el tonto.

— Lo siento. Pero, saldremos dentro de un rato, parece que el profesor ya no llega.

— Vámonos, Potter... —Gruñó Malfoy, tratando de jalarlo fuera del salón. ¿Qué yo era igual a ese? ¡Ja! Yo jamás jalaría a alguien de esa manera tan brusca.

— Déjalo, Dray... —Insistió el ojiverde, armándose de paciencia.

— No me llames Dray...

— Oh sí... dos gotas de agua... —Yo miré malamente a Bella. Ella me sonrió abiertamente—. Hola. Soy Isabella Swan, pero, mejor llámenme Bella. —Se presentó amigable, cuando los dos nuevos se sentaron en nuestra mesa luego de la corta disertación en la que Harry había salido victorioso.

— Mucho gusto, Harry Potter, Harry está bien —Siguió en la misma onda el de los cabellos negros disparatados. Dándole la mano—. ¿Y qué están viendo?

— Por ahora, nada. Empezamos tema nuevo esta semana.

— Oh, ya veo.

— Que descortesía la mía —Se recriminó Bella, dándose un golpe en la frente—. Edward Cullen... —Me presentó, innecesariamente.

— Oh, cierto, que poco caballeroso —Asintió, con una sonrisita tonta—. Draco Malfoy.

— No hace falta que me presentes, Potter. No hablo con sucios muggles y criaturas de procedencia dudosa... —¿Me había llamado criatura de procedencia dudosa? Escuché a Harry suspirar con fastidio, evitando que agarrar al rubio por la solapas y lo pusiera en su lugar.

— Discúlpenlo por enésima vez..., no seas así Draco...

— Disculpa, Harry.... ummm... ¿Cómo es que saben? ¿sabes? —Trató de explicar sin revelar mucho. Acabábamos de ponernos en evidencia.

— ¿Cómo lo sabes tú, que no eres más que una patética humana? —Eso había sido más de lo que podía soportar, sin embargo. Harry se le adelanto y le metió un golpe en la cabeza.

— Muérdete la lengua y cállate de una vez, Draco... —Masculló molesto con sus ojos verdes fulgurantes de ira—. Por favor, Edward, toma asiento —Yo lo hice sin chistar. Aquello daba miedo, ni siquiera recordaba que yo era un vampiro. A pesar de haberme hablado apacible, sus ojos me decían que estaba a punto de perder la paciencia y mis instintos me decían que eso, no era algo que yo quisiera ver—. Creo que sería genial hablar en otro lado... ehm... discutir esto al aire libre...

— No hay nada que discutir Potter.

— Draco...

— Nada Potter, soy tu... —Harry le tapó la boca con gesto resignado.

— No somos peligrosos —Nos hizo saber, peleando por evitar que la mano dejara la boca del rubio—. Ahora... ummm. ¿Edward? ¿Te molesta si te llamo así? —Yo me encogí de hombros.

— No... y para tu información, sólo consumimos sangre animal —Murmuré bajito. El ojiverde soltó a Malfoy y observó que todo el mundo tenía su mirada sobre nosotros. Era hora de dejar la conversación sobrenatural para después...

TBC


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